ANACRONISMO FILOSÓFICO
Este artículo es una reproducción del capítulo 4-2 de la primera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Los pensadores transpersonales tienen una característica pensativa en común: poseen un racionalismo espiritual. Sin embargo, la historia no ha sido ecuánime ni justa con esa retahíla de “activistas cuánticos” al considerar el “misticismo cuántico” como una pseudociencia y que, como defiendo en esta obra, deberían ser referidos dentro del ámbito de la filosofía transpersonal, un incipiente paradigma de pensamiento sin el pertinente reconocimiento desde una perspectiva académica e histórica.
Hacer historia con las ideas es una cuestión harto difícil sin entrar en los correspondientes debates como el protagonizado entre el materialismo científico y los místicos cuánticos. Pero, ¿quién pone el reconocimiento en la historia? Dicho de otro modo, ¿cómo puede un pensador pasar a la historia? La historia es siempre cruel con los genuinos pensadores que piensan más allá del pensamiento dominante establecido. Así, por ejemplo, el pensamiento escolástico supeditó la razón a la fe, hasta que Descartes se atrevió con su “pienso, luego existo”. También el poder de los burgueses capitalistas fue puesto en entredicho por Marx, cuyo reconocimiento intelectual está siendo evidente en la actualidad. ¿Y qué decir de la actual plutocracia que padecemos? ¿No es el egoísmo humano la causa del previsible colapso civilizatorio? Sin lugar a dudas, la enfermedad de la sociedad occidental es haber fragmentado al ego y haberlo disociado de la colectividad, una terrible enfermedad como se ha visto, y que necesita una urgente sanación como propone La educación cuántica. ¿Y no propugna la filosofía transpersonal, mediante la compasión, un cambio de paradigma en dicha condición humana, ahora totalmente desorientada existencial, intelectual y espiritualmente? ¿Quién hará justicia histórica con los pensadores transpersonales, peyorativamente desahuciados como místicos cuánticos por el materialismo científico?
La controversia es siempre enriquecedora, sin embargo, no pretendo entrar en un eterno debate. Lo importante no es tener o no la razón, sino el camino como indica el Tao, pues el tiempo pone a cada cual en su sitio. Nadie está en posesión absoluta de la verdad, pero es un deber inherente a la naturaleza humana buscarla. Así es como la historia pone a cada cual en su sitio. Más investigo y más estoy convencido de que estoy reescribiendo la historia del pensamiento de nuestro reciente pasado, es decir, estoy describiendo el movimiento histórico en su verdadera razón de ser, como me hubiera gustado que me la hubieran enseñado de niño. A lo largo de mi vida he descubierto que el bien más preciado después del amor, es la libertad de pensamiento, pues solo un librepensador puede optar por el camino ascendente de la conciencia hacia la verdad.