"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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DEBERES ESCOLARES MADE IN LOMCE, ASÍ NO

Un artículo de Beatriz Martín del Campo, Doctora en Psicología y Profesora Titular de Psicología de la Educación en la Universidad de Castilla-La Mancha.

La familia tiene que hacer cosas de familia, no de escuela. No se puede dejar de salir a pasear, ir a clase de judo o jugar a las videoconsolas por seguir haciendo tareas escolares después de las cinco horas lectivas obligatorias.


Cuando empezó mi lucha en contra de los deberes escolares estaba bastante sola. Todavía no había LOMCE, corría el año 2007 y, tarde tras tarde, mi casa se convertía en un centro de adiestramiento en el que unos niños que progresaban adecuadamente tenían que realizar montones de cuentas de los cuadernillos de una famosa y antigua marca sin ningún objetivo pedagógico aparente. Esto nos mantenía en casa, encerrados, sin poder salir a pasear o a hacer los recados típicos de un hogar. Esta situación duró hasta que decidí relajar las costumbres. Desde entonces, me he negado a ser la garante de un sistema que se colaba por las ventanas de mi casa imponiendo nuestros ritmos y nuestras ocupaciones.

Durante el curso 2014-2015, la implantación de la LOMCE en los colegios de Educación Primaria hizo que la carga de horas lectivas de distintas asignaturas variase, lo que llevó a una reestructuración de los horarios. Este cambio hizo que las clases pasasen de los tradicionales 60 minutos a una duración de 45 minutos. Todo el ecosistema escolar se debió ver afectado de tal forma que, a partir de ese curso, las quejas de las familias por una carga excesiva de deberes escolares fue en aumento. Esto, unido a la supuesta necesidad de fomentar lo que se ha venido a llamar "cultura del esfuerzo", ha dado lugar incluso a huelgas de deberes, siguiendo la estela de Francia.

La verdad es que, personalmente, no me puedo quejar. Desde que en casa decidimos relajarnos, hemos gestionado bastante bien el tema. Tenemos claro que la familia tiene que hacer cosas de familia, no de escuela. No se puede dejar de salir a pasear, ir a clase de Judo o jugar a las videoconsolas por seguir haciendo tareas escolares después de las cinco horas lectivas obligatorias. El tiempo de ocio es necesario para la salud, y mucho más si hablamos de niños y niñas de primaria. Y además, la familia es un ente autónomo, con libertad y capacidad para decidir en qué actividades embarcarse.

El tema de los deberes escolares ha sido el origen de un gran enfrentamiento entre familias luchando por su autonomía y profesorado luchando por rascar tiempo para impartir el currículum estipulado. Desde mi punto de vista, no podemos perder el norte. Cuando el río suena, agua lleva, dice el refrán, y tantas familias pidiendo que se frene la intromisión de la escuela en el tiempo de ocio de niñas y niños, tiene que ser por algo. No creo que las familias de hoy en día estén criando "niños blanditos" o que el profesorado se haya vuelto loco de repente. Los nuevos planteamientos de la LOMCE no funcionan.

Por mi experiencia como madre y como profesora puedo decir que no he observado un cambio generacional que suponga un deterioro de la especie o algo por el estilo. Por el contrario, los llamados millennials han estado sometidos a presiones que nosotros, babyboomers, no conocimos, y las están superando desarrollando capacidades que sus mayores nunca hemos tenido y, por tanto, no les hemos podido enseñar. Han crecido con la era digital y con una crisis del sistema que les va a obligar a desarrollar nuevas formas de subsistencia. Por tanto, el debate de los deberes creo que responde a algo más que a una repentina flojera de la sociedad.

Por otra parte, ni nuestras escuelas ni nuestra sociedad son homogéneas: hay escuelas de barrio obrero, escuelas de clase media, escuelas con un porcentaje alto de niños y niñas inmigrantes. Sus necesidades educativas, sus recursos, sus características como grupo son muy diversas. Hemos de ser conscientes de que, cuando hablamos sobre el problema educativo, lo hacemos manteniendo un estereotipo de escuela y de familia que pueden distar mucho de la realidad de una parte importante de la población. Los deberes escolares significan cosas muy distintas para distintos grupos familiares. Depende del tiempo del que dispongan las personas adultas al cargo, de sus recursos culturales, educativos y económicos, de las competencias o dificultades de aprendizaje que tengan las niñas y niños, etc. Lo cierto es que la queja por los deberes puede ser por motivos muy diferentes, aunque el estereotipo casi caricaturesco sea "los padres no quieren complicarse la vida ayudando a sus hijos con las tareas y meten a los niños en miles de extraescolares todas las tardes".

El debate en una sociedad madura tiene que huir de la jerarquización y la imposición. La responsabilidad de la educación de nuestras hijas e hijos es, en primer término, de la familia. La escuela es una valiosa institución que nuestra sociedad mantiene para asegurar que esa educación llegue a todos y todas por igual. En ese sentido, los deberes escolares, que en la actualidad son una práctica impuesta desde la escuela, deberían reformularse desde una perspectiva comunitaria. No tiene sentido convertir a la escuela en una institución que vigila y regula las actividades familiares y castiga si no se hace lo que ella ordena.
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POR SI NO FUERA SUFICIENTE CON AYUDAR A LOS HIJOS, AHORA TAMBIÉN HAY DEBERES PARA PADRES

Llegar a casa después de una larga jornada laboral y dedicarse a hacer tareas para el colegio es a lo que se enfrentan muchos adultos con niños en edad escolar. ¿Es necesario?

Miguel (37 años) es abogado de una empresa de comunicación audiovisual. Como muchas otras personas, nunca sale del trabajo antes de las siete, y cuando llega a casa lo que más le gustaría es abrirse una cerveza y leer un libro. Sin embargo, en no pocas ocasiones lo que le espera en su supuesto oasis de tranquilidad es una obligación más: hacer deberes para el colegio de sus hijos. Matiz importante: no ayudar a sus hijos a hacer los deberes, sino acometer él mismo tareas en principio encomendadas a sus pequeños pero que, a todas luces, necesitan de la mano de un adulto para llevarse a cabo.

“A mi hija de tres años le encargaron hacer un escudo de la familia, cuando ella no pasa de hacer garabatos. Si no es eso, es hacer un disfraz con telas recicladas, un pequeño cuestionario en casa o una maqueta del barrio. Y mis aptitudes artísticas son nulas”, se lamenta. “Eso, cuando no recibes la invitación de acudir al colegio a dar una charla a la clase de tu hijo explicando en qué consiste tu profesión, lo que implica pedir una mañana libre y quitarle tiempo, precisamente, a tu trabajo”. Miguel, como otros muchos adultos, no entiende por qué tiene que hacer deberes para el colegio. Y sin embargo los hacen: no quieren que sus hijos pasen la vergüenza al día siguiente de ser los únicos que aparecen en clase sin el escudo, el cuestionario o la maqueta.

Esta doble jornada (laboral y seudoescolar) torpedea el equilibro psicológico de muchos padres. “Cuando nos vemos obligados a mantener una conducta o una suma de ellas que hace que se tambalee nuestro bienestar físico, psíquico y social, las probabilidades de que nos afecte a la salud aumentan”, advierte la psicóloga y psicoterapeuta Marta Isasi, cofundadora de Gordon Training España. Lo cierto es que no son casos aislados y ya se puede decir que existe una amplia mayoría de los padres que hacen tareas escolares, lo que significa, en última instancia, que los profesores no están evaluando a sus alumnos, sino a sus progenitores. “Dependiendo del carácter de cada persona se podrían dar situaciones de rivalidad o competitividad entre los padres, del mismo modo que siempre se ha producido entre estudiantes”, reflexiona Isasi.

Esta situación que roza el sinsentido es descrita por la psicóloga como “un conflicto de necesidades entre las familias y los profesores”. Así detalla la experta la realidad actual y sus consecuencias: “Las familias se sienten obligadas a hacer cosas que no aceptan y eso conlleva impotencia, resentimiento, frustración, rechazo e incluso es posible que se generen sentimientos de venganza y rebelión. Además, muchos padres se sienten presionados y otros tantos no pueden evitar la aparición del sentimiento culpa cuando no hacen las tareas”. Una retahíla de síntomas que dibujan un claro cuadro de estrés emocional al que la misma experta añade "el cansancio físico por un sobreesfuerzo”.

Tampoco la otra parte del conflicto, los maestros, está exenta de sufrir las consecuencias de esta situación. “Nadie queda satisfecho, ya que los docentes, al imponer una solución que no es aceptada, también pueden sentir culpa y rechazo", apunta Isasi. Los padres temen que su mayor o menor implicación pueda influir en la percepción que el profesorado tiene de su hijo.

Hogar ¿dulce hogar?

Tal y como están las cosas, muchos padres empiezan a plantearse si no sería bueno añadir en su curriculum vitae un par de líneas más haciendo referencia a sus habilidades con las tijeras y el papel pinocho o a su recién descubierta creatividad con los disfraces. ¿Acaso el tiempo libre que las familias pasan en sus hogares no debería destinarse a disfrutar en familia y desconectar del trabajo y la escuela? “Entre las horas que están los niños en el colegio, las que pasan en la academia después, el trabajo de los padres y los quehaceres domésticos, la convivencia en casa ha quedado reducida a la mínima expresión”, valora Francisco Mora, presidente de la Asociación de CODAPA (Confederación Andaluza de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado por la Educación Pública). Las agendas de los niños y las de sus progenitores cada vez se parecen más, y no porque las dos estén llenas de la mañana a la noche, sino porque en muchas de ellas llega una hora en la que se podrían intercambiar sin problemas.

Que los padres inculquen el sentido del deber de los hijos es bueno. Como dice Rafael M. Hernández, doctor en Ciencias de la Educación, coordinador de comunicación de Kumon y profesor del área didáctica y organización escolar de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, “los deberes tienen una función educadora fundamental en el ámbito de las actitudes”. Y añade: “Aunque ahora te apetezca jugar a la Play, lo que toca es coger la tablet y agrupar los alimentos ricos en hidratos de carbono, que es la actividad que te ha puesto el profesor para hacer en casa”.

Pero una cosa es eso, y otra que los padres se vean inundados con tareas que a menudo no saben ni hacer. “Los padres deben limitarse a dar apoyo al niño para aclararle alguna duda básica. Pero no se trata de explicarle ni de hacerle los ejercicios”, apostilla. “Aprender es algo muy personal y nadie lo puede hacer por ti”.

A la vejez, viruelas

Pero, ¿qué pasa cuando los deberes exceden los conocimientos de los niños (y a veces de los padres)? El presidente de CODAPA y padre de dos hijos Francisco Mora, admite que “ni yo, ni muchos padres, tenemos la capacidad para enseñar materias como por ejemplo, matemáticas”. Cuando esto ocurre, suelen desencadenarse una serie de situaciones que pueden acabar en un grave conflicto familiar. Al menos así lo percibe Mora: “Con frecuencia, los hijos nos ponen en situaciones bastante comprometidas, ya que hay muchos conceptos y conocimientos que nos quedan muy lejos. Además, no somos docentes. Es decir, que aunque conozcamos el tema o la respuesta a sus dudas, no sabemos cómo enseñárselo de la manera más adecuada”.

En los mismos términos se expresa Beatriz, profesional de la sanidad y madre de una adolescente de quince años, quien reconoce que hace tiempo que no puede resolver muchas dudas académicas de su hija María. “Más bien le pregunto yo. Eso sí, siempre le animo a que jamás se quede sin entender algo, que pregunte mil veces si hace falta y que su duda se convierta en un debate”, afirma. Una cosa parece clara: el tiempo, las habilidades y la disponibilidad de los padres no deberían influir en el expediente académico de los pequeños.
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ARRANCA LA PRIMERA HUELGA EN ESPAÑA DE PADRES CONTRA LOS DEBERES

La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado insta a las familias a no hacer las tareas los fines de semana de noviembre.

Gráfico: España es uno de los países de la OCDE con más tareas.

Eva Bailén: "Antes las tardes eran para jugar y no para hacer deberes"


Padres que llevan a sus hijos a la escuela pública empiezan esta semana una huelga de un mes contra los deberes que no tiene precedentes en España. La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa), que representa a 12.000 asociaciones, ha instado a las familias de las distintas comunidades autónomas a negarse a hacer las tareas escolares durante los fines de semana de noviembre.

Sus argumentos son que los deberes "invaden el tiempo de las familias" y "vulneran el derecho al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades artísticas y culturales" recogido en el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño.

La Ceapa ha repartido entre las familias tres cartas para que las entreguen en el colegio. En una se reclama al director que los profesores no pongan deberes durante los fines de semana de este mes. En otra se realiza esta petición directamente al tutor.Una tercera es un escrito para el docente en el que el progenitor explica que su hijo no ha hecho la tarea, basándose "en el derecho constitucional que tienen las familias a tomar las decisiones que consideren oportunas en el ámbito familiar, el cual tiene carácter privado, no pudiendo la escuela invadirlo".

"En virtud de los derechos que me asisten, he priorizado las actividades familiares, como no podía ser de otra manera y, por tanto, los deberes escolares no han podido ser atendidos", añade la misiva que, según la Ceapa, los padres en contra de las tareas pueden entregar a modo de salvoconducto en el colegio.

"Nosotros queremos recuperar el tiempo familiar de los fines de semana para estar con nuestros hijos", sostiene el presidente de la Ceapa, José Luis Pazos. "También queremos que el modelo cambie y se dé un salto cualitativo en el sistema educativo.Hay colegios en otros países que funcionan sin deberes, sin libros de texto y sin exámenes y obtienen magníficos resultados".

La evidencia científica señala, en este sentido, que hacer más deberes no necesariamente mejora el rendimiento académico. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advierte, además, que las tareas "refuerzan la disparidad socieconómica en los logros de los estudiantes" y "aumentan la franja entre los ricos y los pobres". España es uno de los países que más deberes pone: 6,5 horas semanales frente a una media de 4,9 horas.

Pero en la comunidad educativa son muchos los que discrepan con la forma en que la Ceapa ha enfocado la cuestión, pues opinan que el mensaje que da un padre cuando insta a su hijo a rebelarse contra el profesor "no ayuda a su educación".

"Nosotros no somos partidarios de llamar a los escolares a la insumisión", defiende Pedro Caballero, presidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos (Concapa), que representa a cerca de tres millones de familias de la escuela privada concertada. "Los deberes deben existir en una medida proporcionada y acorde al nivel educativo. Hay unas mesas de debate donde discutirlo, pero estamos en contra de convertir a los menores en insumisos".

¿Qué opinan los profesores? Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO, cree que "el formato de la huelga no es el más afortunado". "No sé si es buena idea abrir debates que puedan generar fisuras en la comunidad educativa en un momento en que debemos estar unidos ante la propuesta de pacto educativo. El debate de las tareas escolares me parece útil, pero hay otros de más calado".
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PENSAMIENTO

UNA MAESTRA TRIUNFA EN FACEBOOK AL SUSTITUIR LOS DEBERES POR "CENAR EN FAMILIA Y JUGAR AL AIRE LIBRE"

Aconseja emplear el tiempo de los deberes en "cenar en familia, leer juntos, jugar al aire libre e irse a dormir temprano". La maestra de segundo grado de la localidad de Godley envió una nota a los padres con la nueva "política". "Tras mucho investigar este verano, voy a ensayar algo nuevo".

Una maestra de segundo grado en la escuela primaria de Godley, Texas, Estados Unidos, se ha vuelto viral en Facebook con su nueva "política" sobre deberes. Ha decidido por su cuenta que este año no los habrá, y ha enviado una nota a los padres aconsejando que empleen ese tiempo en "cenar en familia, leer juntos, jugar al aire libre e irse a dormir temprano".

Según el diario USA Today, una madre, Samantha Gallagher, ha publicado en Facebook la nota con la que llegó su hija a casa la semana pasada, cuando comenzó el curso escolar en los Estados Unidos.

La nota de la maestra Brandy Young decía que "tras mucho investigar este verano" iba a probar algo nuevo. "Los deberes solo consistirán en trabajo que el alumno no haya terminado en clase. Formalmente, no habrá deberes este año".

"Los investigadores no han probado que los deberes en casa ayuden a los estudiantes a mejorar", continúa la nota. "En vez de ello, os pido que uséis las tardes en cosas de las que se ha probado tienen efecto en el éxito estudiantil. Cenar en familia, leer juntos, jugar al aire libre y enviar a a cama a vuestros niños temprano".

El mensaje de Gallagher ya ha sido compartido casi 70.000 veces en la red social.
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conciencia

PADRES EMPODERADOS: EL MOVIMIENTO ANTITAREA – ¿QUÉ OPINA AL RESPECTO?

Familias que se quejan por la cantidad de trabajo con que llegan sus hijos de vuelta del colegio hay hace rato, las que se mezclan con peleas, neurólogos y siquiatras. La diferencia es que ahora algunos de ellos se han unido para protestar.

“Trabajo todo el día. Llego a mi casa a las siete de la tarde y mi hija mayor, que está en segundo básico, se acuesta a las ocho. Ni ella ni yo tenemos ganas ni cabeza para estudiar. ¿Por qué la única hora que tenemos disponible para jugar, regalonear o leer algo entretenido tenemos que usarla en reforzar el trabajo del colegio? No lo entiendo y me rebelo ante eso”.


Paulina Fernández es abogada tributarista y mamá de tres niños, una de siete y una pareja de mellizos cuatro años. Según ella, por deformación profesional, estudia todos los temas antes de abordarlos y lo de las tareas empezó a llamarle la atención incluso antes de que sus hijos entraran a la Alianza Francesa: “Tenía amigas con niños en el jardín infantil que debían preparar exposiciones o aprender a escribir el abecedario. Me parecía excesivo”. Al mismo tiempo comenzó a escuchar en todas partes que siquiatras, sicólogos y neurólogos advertían la importancia del juego en el desarrollo de las habilidades infantiles. Y sintió que había una incongruencia.

“Empecé a estudiar. Conversé con mamás, busqué movimientos en otras partes del mundo y leí muchas investigaciones de fuentes muy serias. Y en ninguna parte encontré un estudio que dijera que las tareas escolares, al menos como las entendemos en Chile, fueran beneficiosas”, explica.

Como para partir necesitaba encontrar un “responsable”, es decir, averiguar a quién se le había ocurrido la idea de que las tareas eran un deber para los niños, a través del portal de Transparencia, le preguntó al Ministerio de Educación. Y la respuesta que recibió fue muy completa. Tanta fue la dedicación que pusieron, que inmediatamente se dio cuenta de que este era un tema importante para ellos. Pero lo más importante es que confirmaron sus sospechas cuando le dijeron, textualmente, que “no existe normativa alguna que establezca la obligatoriedad y/o recomendación para los establecimientos educacionales de asignar tareas escolares a sus alumnos para desarrollar en sus hogares, tanto en enseñanza básica como media”. Es decir, dice ella, “los colegios, los profesores y los padres estamos aceptando como bueno un paradigma que ni siquiera es obligatorio desde el punto de vista legal”.

Con los datos en la mano, hace dos semanas concretó una idea que le venía dando vueltas y que llevó adelante junto a la psicóloga Vinka Jackson: juntar a padres y madres que cuestionan el sistema y reunirlos en un espacio en que pudieran contar sus experiencias y tratar de planear, en el futuro, acciones concretas. El movimiento La Tarea es sin tareas funciona a través de una página de Facebook, que en sólo una semana y media reunió a más de 1.700 personas. “A veces siento que esto se nos fue un poco de las manos, porque la cantidad de gente que se ha sumado es impresionante. Siento que es un reflejo de cuan preocupados están los chilenos de este tema. Yo sólo quería ser un desahogo, pero después de ver la cantidad de gente interesada y abrumada, tuvimos la obligación de fijarnos ciertos objetivos”.

La primera meta es generar conciencia de que los colegios no están obligados a dar tareas escolares y que hay evidencias que muestran que en exceso también pueden ser negativas en el aprendizaje y formación. La segunda parte implica establecer contacto con el Mineduc para evaluar en conjunto medidas, o saber si se va a respetar la autonomía de cada colegio en este tema. Y, por último, intentar propulsar una ley que entregue directrices objetivas para los establecimientos en esta materia.

SÍ ES “PARA TANTO”

“¿Cuál es el punto máximo de estrés y sufrimiento que necesita arriesgar un niño para que un colegio o un docente revise sus métodos? ¿Qué caminos o defensa tenemos como padres y madres?”. La sicóloga Vinka Jackson no es experta en educación; lo suyo es el autocuidado y es en ese contexto en el que ha decidido involucrarse en esta cruzada. “El ‘no es para tanto’ lo escuchamos frecuentemente en una serie de situaciones relativas a la niñez. Si los niños no estarán exagerando, si los papás le ponen demasiado color… y sí, es para tanto. Los temas que tienen que ver con el cuidado de los más indefensos no debieran involucrar jamás esa expresión, porque no existen temas más grandes o más pequeños si se trata de proteger a los niños y todo tiene su lugar en la construcción de cada persona y en el camino que recorre cada niño hasta armarse por completo”, dice.

“El aporte de las tareas al proceso de aprendizaje es mínimo en relación a otros costos, pero se insiste en ellas, ignorando derechos de los niños y necesidades humanas de descanso, de jugar, de explorar otros aprendizajes o compartir con la familia. Las jornadas escolares hoy son de seis u ocho horas, casi equivalentes a una jornada laboral adulta, con la diferencia de que a nosotros nadie nos obliga a llevar trabajo a la casa y mostrar resultados al día siguiente. Dudo mucho que alguien aceptaría una rutina así, pero los niños no tienen alternativa”, explica Vinka.

Carlos Ruz, matemático, experto en educación y director de la Fundación Maule Scholar, lleva un tiempo hablando sobre las tareas a través de las redes sociales. “Si hacemos un poco de historia, nos encontramos con que a fines de la década de los 90 se instaló la Jornada Escolar Completa, que se sustentaba en que a mayor cantidad de horas en el aula habría mejores resultados académicos y mayor calidad educativa. En ese marco, no era necesario enviar actividades para realizar en la casa, ya que todo el trabajo debía hacerse en la sala. Pero con el tiempo, ese sistema se transformó en una estructura que sirve al SIMCE y a la PSU y a los profesores no les queda otra que responder a esas dinámicas y vincular las tareas a esos resultados”.

A su juicio, existe una visión muy sesgada en nuestra sociedad de que el éxito está ligado con el ‘hacer más’ y eso, extrapolado a los colegios, trae como resultado apoderados que se incomodan cuando sus hijos no llevan obligaciones u otros que no resisten la idea de que los niños lleguen del colegio y ‘no tengan nada que hacer’. “Toda tarea escolar requiere de un especialista que guíe a los estudiantes en su buen desarrollo. En general, los padres más que ayudar en el tema de las tareas terminan siendo un problema, porque generan ansiedad, temor y miedo a fallar y equivocarse de parte de los estudiantes”.

No es raro que se califique a los detractores de las tareas como hippies o exagerados algo que Paulina Fernández rechaza: “quiero que mis hijos y los niños de este país sean exitosos, que los colegios fomenten el amor por el aprendizaje, que desarrollen las habilidades que son útiles para este mundo y no el de hace 40 años. Mi discurso es superexitista, si se quiere, porque está lejos de no querer que los niños aprendan o estudien”.

Uno de los investigadores que más ha llamado la atención sobre este punto es Harris Cooper, profesor de la Universidad de Duke, quien alerta sobre que muchas veces la sobrecarga de los niños termina asociada a trastornos sicológicos y cuadros ansiosos, así como desórdenes que parecían exclusivos de los adultos, como úlceras y colon irritable. En Estados Unidos entre el 2014 y el 2015 numerosas escuelas y condados han reducido o suprimido las tareas en pos del juego libre y en 2012 el presidente de Francia sorprendió al mundo anunciando que dentro de las reformas para modernizar la educación estaba la erradicación completa de las tareas para la casa.

Pero existe otro punto importante a considerar en esta materia. Y es el mismo que cruza muchos de los grandes problemas sociales en nuestro país: la desigualdad. En el colegio los niños realizan los deberes en condiciones relativamente similares, pero eso no ocurre en las casas, donde influyen desde las condiciones materiales de cada uno hasta la capacidad de los padres de ayudarlos en el proceso. “La forma de desigualdad más evidente tiene que ver con los mayores o menores recursos de cada familia, en que es posible que ni siquiera exista el espacio adecuado para hacerlas, pero también se castigan las diferencias, ya sea en la composición, las dinámicas o la realidad de cada grupo. Una profesora me contaba de tareas no realizadas por alumnos de papás separados que iban de una casa a la otra, o de padres con más de un trabajo y sin tiempo siquiera para ver a los niños. Incluso, supe del caso de una mamá separada y extranjera que tuvo cáncer y que simplemente no podía ayudar a su hijo de seis años a preparar dictados o hacer tareas cuando regresaba de una quimioterapia”, dice Vinka Jackson.

Algo similar ocurre cuando los niños estudian en un colegio bilingüe y sus padres no conocen otro idioma para apoyarlos. Y ahí entran los profesores particulares y el inmenso gasto extra económico y de tiempo que eso significa para padres e hijos.

LOS PADRES

El año pasado, Feliza Bahamonde cambió a sus tres hijos de colegio. Cansada del enfoque academicista y de que todos los padres se quejaran, y nadie hiciera nada. “Se hablaba de niños integrales, pero con clases hasta las cinco y 10 tareas para la casa era difícil hacer alguna actividad extra”.

Dice que no le teme a la exigencia académica, pero sí que se enfrente a los niños a competencias sobre quién es mejor y peor. “Vi a mis hijas llorar por las tareas, niños en el siquiatra, diagnosticados con estrés a los ocho años. Es increíble, los niños sólo quieren saber y aprender, pero los saturan a tal punto que ya no les interesa. Los papás llegan cansados del trabajo, los niños están reventados y la dinámica familiar empieza a girar en torno al tema, sin comprender que existen otras alternativas de aprendizaje, como el juego, por ejemplo, que ayuda a desarrollar habilidades blandas, igualmente importantes para no tener adultos que no duran nada en sus trabajos”, explica Feliza.

Así describe, por otra parte, una apoderada del colegio Saint George el paso de su hija mayor desde preescolar a la educación básica: “Aunque ella no tenía problemas de aprendizaje, la notamos muy agobiada y sola frente a cada objetivo, que se le presentaba como un gigante. Las notas también comenzaron a afectarla, y se angustiaba cuando veía una escrita con color rojo”. Esa fue una de las razones por las que se cambió a un trabajo media jornada que le permitiera acompañarla más.Pero eso no ha cambiado su posición al respecto: “Muchas veces las tareas no aportan nada y generan tensión familiar, porque hay que llegar a la casa a revisar y fiscalizar en vez de conversar y pasar el tiempo juntos”, dice.

LOS COLEGIOS

La gran duda que tienen muchas familias es si las tareas para la casa son realmente un aporte en la búsqueda de los buenos resultados y, por ende, en el futuro de sus hijos. Para saber qué piensan los colegios al respecto les pedimos su visión a algunos de los que aparecen en los primeros lugares en el ranking que cada año hace la revista Qué Pasa con los establecimientos con mejores resultados en la PSU. El problema es que hay algunos que son reacios a hablar públicamente sobre sus prácticas.

El Instituto Alonso de Ercilla, por ejemplo, ubicado en el quinto lugar, se excusó argumentando que este tipo de respuestas pasan por la aprobación del consejo directivo cuyos tiempos de reunión no calzaban con los del cierre del artículo. La dirección del colegio La Girouette agradeció el interés pero explicó que “por política comunicacional no se participa en reportajes periodísticos”.

Al Colegio Andrée English School en cambio le interesó el debate y argumentó que su directriz es que hay que priorizar que los alumnos realicen sus labores académicas dentro de la jornada escolar, entendiendo y considerando la heterogeneidad en los ritmos de aprendizaje. “Existe una relación entre las tareas y la excelencia, pero no es causal. Depende del tipo de tarea y de su objetivo, y aunque sostenemos que las actividades planificadas para el horario de clases deben realizarse dentro de dicho espacio, existen otras que buscan fomentar la autonomía, involucrar a la familia o la indagación e investigación”, explican desde el departamento pedagógico de este colegio de La Reina. ¿Y estarían dispuestos a dosificar las tareas? Dicen que sí, “distinguiendo respecto de los objetivos de cada una”.

Varios de los colegios ubicados en los primeros lugares del ranking están ligados al Opus Dei, entre ellos Los Andes, Tabancura, Huelén, Cordillera, Los Alerces y Huinganal. Ellos se reúnen en el SEDUC, y su directora de formación y estudios, Emilia Valdés, explicó que “las tareas que se envían a la casa son un ejercicio para aprender, y permiten que los niños fomenten la responsabilidad, adquieran el valor del trabajo bien hecho, formen hábitos de estudio y potencien su creatividad. Por lo mismo, las tareas que enviamos tienen, principalmente, una finalidad formativa, aunque somos conscientes de que aquello está estrechamente asociado a una mejoría en el rendimiento académico”.

También explicó que “el envío de tareas es diario y prioriza reforzar lo aprendido en clases. Si bien cada colegio tiene autonomía para definir el número, periodicidad y contenido de ellas, en cada uno hay una coordinación permanente, entre profesores y directivos, para que el envío de tareas permita que los distintos cursos de una misma generación pasen los mismos contenidos de clase, facilitando el trabajo docente”.

LOS PROFESORES

“Hay múltiples factores para entender la sobrecarga de los niños. Por un lado, el Mineduc exige un currículo increíblemente amplio y poco flexible, lo que obliga a los profesores a pasar mucha materia en poco tiempo. Pero también muchos profesores ‘a la antigua’, que creen que los niños sólo deben estudiar, y padres que quieren hijos exitosos académicamente y multidisciplinarios, por lo que los inscriben en distintas actividades, cada uno con un grado de responsabilidad y exigencia”, resume Rodrigo Jaña, profesor de inglés y dueño del colegio Don Bosco de Rancagua.

En su establecimiento los niños salen varios días a las cinco de la tarde, por lo que la mayoría de los profesores evita dar tareas, aunque muchas veces envían a las casas las actividades que los niños no alcanzaron a terminar en clases.

“La tarea permite desarrollar la autonomía y poner en práctica un trabajo planificado y organizado según la necesidad de cada niño. Son buenas cuando están pensadas con un fin determinado y no deberían durar más de 15 o 20 minutos bajo ningún punto de vista”, explica una profesora que prefiere no identificarse, pero que se declara partidaria de rebajar los deberes escolares. El problema, dice ella, es que a los escolares “los sobrecargan por un temor de ambas partes: del colegio, por no cumplir las expectativas academicistas de los apoderados, y de los apoderados, porque su hijo no esté al nivel. Un círculo vicioso que en ningún momento se detiene a ver cuáles son las expectativas de los propios niños y qué es lo que queremos para la infancia de nuestros hijos”.

A Rodrigo Jaña la experiencia le ha demostrado la importancia del ocio y del tiempo libre entre los niños, incluso en los cursos superiores. “Los estudiantes necesitan tiempo para hacer cosas que estimulen su creatividad, necesitan el intercambio social con personas fuera del colegio y el aprendizaje de habilidades sociales. Sólo así tendremos niños más felices, participativos y creativos, en contraste a menores cansados, irritables y poco motivados”.

TAREAS DE LECTURA

El propio Ministerio de Educación -en su respuesta a la solicitud del movimiento La Tarea es sin tarea- advierte que no cuenta con estudios propios relativos a esta materia, existe una gran cantidad de publicaciones relativas al impacto de las tareas en el aprendizaje de los niños. La mayoría de ellas están en inglés y pueden encontrarse a través de la web.
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OTRA LISTA DE DEBERES ALTERNATIVOS PARA VERANO ES POSIBLE

A veces me da la impresión, de que en lo relativo a la educación, tanto como en la pedagogía de crianza, somos como rebaños. Nos guiamos por lo que nos cuenta la mayoría, o más bien, por lo que está "de moda" o por lo más reciente. Desde la televisión a las redes sociales, nos dejamos embaucar por los conocimientos más en auge y defendemos a capa y espada nuestras teorías. Pero lo cierto es que acertamos tanto como nos equivocamos pues nuestra información tiende a estar sesgada por múltiples factores, dentro de los cuáles, el principal, somos nosotros mismos.

Esa tendencia que tenemos a creer que nuestras opiniones son las mejores y mayoritarias, no permite que analicemos la realidad tal y como es. De este modo, sin un trabajo en el análisis de la información que manejamos no podemos afirmar con certezas claras o aseverar que lo que proponemos es lo correcto.

En los últimos días, he parado de contar la cantidad de listas alternativas de deberes que los profesores envían a los alumnos. O es más, la cantidad de listas de deberes que los padres y madres exponen orgullosos en sus páginas de facebook o demás redes sociales, orgullosos del profe o la profesora de sus hijos. Desde soplar un diente de león, hasta oler las nubes. Que sí, que estos son los nuevos deberes de los niños y han venido para quedarse. Si te dejas caer por aquí de vez en cuando, sabrás una cosa, aquí no se condenan los deberes. Aquí se condena el exceso y el defecto, tanto como la no idoneidad de los deberes. Se condena la aplicación incorrecta o el tipo, pero nunca su esencia. Eso sí, de ahí a hacer trabajar a los niños en verano..., no, rotundamente. Es más, lo primero que te voy a decir si estás leyendo estas líneas y eres profesor, es que la educación, en verano, es para los padres, deberes incluídos. Así que, lo siento mucho, pero tu labor ha acabado. Momentáneamente, es verdad. Pero ahora no es tu turno. Tienes que descansar y debes hacerlo. Y si estás leyendo esto y eres padre o madre, créeme, las listas alternativas de deberes son muy bonitas e incluso románticas, pero se pueden hacer mejor. Así que, ¿por qué no?

No se trata de tener a los niños haciendo cuentas todas las mañanas, ni de leer por obligación los clásicos de la literatura española, se trata de reforzar de un modo lúdico, lo aprendido durante el curso y agilizar la mente, curarnos de ingenio. Menos televisión, menos videojuegos, más creatividad, más música y descubrir el mundo. Un equilibrio entre lo que es necesario y lo que es divertido. Una lista de deberes que no peque de un extremo ni del otro. Que sea asertiva. Que sea completa y que le muestre a nuestros chicos lo mejor del aprendizaje más allá del contexto. Pero te aviso, que es una lista más. Simplemente, una que me gustaría que apareciese también en las redes, porque de las otras, este año, ya tenemos muchas.

OTRA LISTA DE DEBERES ALTERNATIVOS.

Así que en esta lista, prohibido lo clásico y lo "fashion", por llamarlo de algún modo. Bienvenido el descubrimiento y el e espontáneo, el esfuerzo y la reflexión. Esta es la lista de La atención selectiva, para tu hijo:

Arregla tu cuarto

Nada más levantarte arregla tu cuarto y haz tu cama todos los días. Estás de vacaciones, pero tu casa no es un hotel. Ayuda a tus padres con las tareas de casa. Puede que no sea divertido, pero todos contribuyen en el orden de casa, y tú no vas a ser menos.

Habla con tus abuelos

Las historias más alucinantes del mundo no las vas a encontrar en la televisión. Te doy un consejo. Pregunta a tus abuelos. Que te cuenten cómo era la vida cuando ellos eran niños y verás lo que descubres. Y quién dice tus abuelos, dice tus padres, tíos, tus vecinos mayores, etc.

Entérate de lo que pasa en tu entorno

Estar enterado de lo que ocurre cerca de ti es muy importante. Descubre conciertos, obras de teatro o actividades a las que puedas asistir. Puedes visitar la página web de tu ayuntamiento o ciudad para estar más enterado. Tienes mucho tiempo libre, pero puedes hacer que se multiplique si sabes cómo aprovecharlo.

Haz ejercicio

Seguramente echarás de menos a tu profesor de Educación Física, porque sé que te encanta el deporte. Pero no tienes y no debes renunciar a hacer ejercicio, mucho menos en verano. Esta estación es ideal para practicar deporte. Nada, ve en bicicleta a los recados, pasea por el monte o por la playa, juega al baloncesto con tus vecinos o con tu pandilla, baila, salta a la comba, juega con la goma, etc.

Haz recados

Hacer recados tiene un doble beneficio. Ayudas a los demás y puedes poner en práctica mucho de lo aprendido en el cole. Repasarás las cuentas manejando el dinero; la orientación, buscando los distintos lugares; las relaciones sociales, hablando con el tendero y un largo etc. Ofrécete para hacerlo tú sólo y si eres muy pequeño que te acompañe un mayor. Ganarás autonomía y disposición y además, en libertad e iniciativa. No lo veas nunca como un castigo, hacer los recados puede ser divertido si sabes cómo enfocarlo.

Coge ese libro

¿Sabes ese libro que está cogiendo polvo en la librería de tus padres? ¿Ese libro que nadie coge desde 1997 en tu biblioteca municipal? ¿Aquel libro que te regalaron por la comunión o en un cumple y que no has tenido tiempo de leer? Ahora, puedes leerlo. Anímate a cogerlo. Anímate a leer. Pero porque tú quieres, no por obligación. A leer no se obliga, a leer se rompe cuando uno menos lo espera. No dejes nunca que te digan lo que tienes que leer. Y quien dice libro, dice revista, dice página web, dice manual, dice instrucciones de la nevera. ¡Qué más da!, mientras sea lo que tú decidas.

Marca rutinas

No te dejes llevar por el hastío en la mejor época del año. Créate un horario. Como el del cole, pero con tus gustos y aficiones. Organízate, como te decía antes, te ayuda a optimizar tu tiempo y así hacerlo productivo. Pero como estás de vacaciones guarda siempre un hueco para la flexibilidad, para ser creativo. Planea una excursión sorpresa con tus padres, proponles una escapada o una actividad a la que acudir,...

Lee el periódico

Que sí, que ya sé que me contradigo. Por un lado te digo: lee lo que quieras, y por otro te pido que leas el periódico. Pero es que el periódico es distinto. En él descubrirás cosas alucinantes. Pasa de las noticias de política y céntrate en las de tu ayuntamiento y deporte o cultura, por ejemplo. Estarás informado y tendrás temas de conversación que ni imaginas. Puede que te gusten más las revistas científicas o de naturaleza. ¡Genial también!

Investiga

¿Sabes por qué motivo tu pueblo se llama de ese modo? ¿Gracias a quién le han puesto el nombre a tu calle? ¿Cuántos kilómetros tiene la playa a la que vas todos los días? ¿Qué altitud tiene el monte más cercano? ¿Cuál es la temperatura media de la semana? ¿Existen organizaciones en tu pueblo que ayuden en tu comunidad? Investiga. Es realmente divertido y además aprendes.

Experimenta

Puedes buscar por la red experimentos para realizar en casa (procura siempre la supervisión por parte de tus padres o algún mayor) o experiencias tanto científicas como creativas o artísticas. En estos momentos hay millones de tutoriales en la red y muchos son para niños. Si caes en una tarde de lluvia tormentosa de verano, ¿qué mejor opción?

Explora

Visita ese monte al que nunca fuiste, entra en esa cueva (siempre con un adulto), busca un GEOCACHING O GYMKHANA GPS. Puedes hacerlo en familia también. Conoce tu pueblo vecino, vete a ese parque al que nunca vas, sube por esa cuesta tan empinada, descubre dónde acaba la playa, monta esa ola... Explorar te abre mundos que ni imaginabas que existían y tendrás mil aventuras.

Ecribe

Escribe mucho y todos los día, pero por favor, no escribas un diario del verano. El verano no se escribe, se vive. Y para escribir, tu imaginación. Invéntate historias, cuenta tus vivencias más disparatadas, haz el boceto de tu primera novela, crea un guión de cine. ¿Por qué no? Escribe con el corazón y con el alma, pero no reproduzcas lo típico, no escribas lo que todos. Se acabaron los diarios.

Crea

Haz tus propias creaciones. Dibuja, colorea, pinta. Pero no lo hagas como recurso para matar el aburrimiento, o porque te lo digo yo. Hazlo porque en ese momento, así lo has decidido. Toma consciencia de cuál es el medio que quieres emplear para expresarte y canta, baila, esculpe, escribe, grafitea, fotografía,... Hay un mundo de posibilidades para crear. Nunca caigas en la copia, a menos que sea una fuente para mejorar tus propias creaciones.

Siente

Y por último, siente. Vive el momento y concéntrate en sentirlo. Concéntrate en cada movimiento de tu cuerpo, en cada textura, cada sonido, cada olor de este verano que comienza y aprécialo, porque créeme, estás en un momento de tu vida único. ¡Disfruta de tus merecidas vacaciones!

" El ocio, si no va acompañado del estudio, es la muerte y sepultura en la vida del hombre." (Séneca)
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DEBERES EN VERANO, ¿SÍ O NO?

No cabe duda. Si los niños pudiesen votar, Podemos arrasaría en las elecciones. ¿La razón? En un programa de televisión, Pablo Iglesias prometía a los más pequeños que, de gobernar la formación morada, los deberes desaparecerían para siempre del mapa. Y no está solo. Hace una semana, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) declaró la guerra a los deberes.

Conforme se acerca la época estival, el debate se intensifica. Las ganas de disfrutar de los niños crecen a la misma velocidad que las dudas de los padres. ¿Es el verano una época solamente de diversión? ¿Qué hacer con los escolares durante estos meses? ¿Es bueno mantener el hábito del trabajo o es preferible una desconexión?



Los estudios y los expertos coinciden: nada de libertad total. "En educación las cosas no son ni blancas ni negras. La clave reside en el equilibrio", señala Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía. Para este experto, el nivel y el tipo de deberes deben variar en función de la edad del escolar. Así, mientras en los niños que cursen Infantil hay que fomentar la creatividad, en Primaria es necesario promover la lectura y en Secundaria, la escritura.

Enrique Castillejo y Gómez, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogía y Psicopedagogía de España, coincide con Planas: "Un escolar no puede estar más de dos meses parado. Todos deben hacer actividades diarias, breves y dinámicas", explica este profesional.

Como todo el mundo, los niños, hayan aprobado o no, se merecen un respiro. Unos días de libertad total. "Si el estudiante lo ha hecho mal durante el curso, ha de tener como mínimo seis días de descanso cognitivo", asegura Castillejo y Gómez. No ocurre lo mismo con quienes lo hayan superado con éxito. Según los expertos, estos pueden permitirse hasta dos semanas inactivos.

A partir de los 15 días, hay que recuperar la rutina. "El día es largo. Se deben dedicar de 30 minutos a una hora al día [dos horas alumnos de secundaria]", reitera Covadonga Ruiz de Miguel, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Fundación Europea Sociedad y Educación. "En Primaria, por ejemplo, los conocimientos son muy memorísticos", añade en alusión a a las tablas de multiplicar.

Para esta profesional, si no se hace nada, se desaprende: "Septiembre es un cambio muy fuerte. Es necesario ejercitar la mente. De lo contrario, el escolar corre el riesgo de quedarse atrás en el curso". El presidente del Consejo general de colegios oficiales de pedagogía y psicopedagogía de España no está de acuerdo con esta afirmación: "La mortalidad del aprendizaje depende de si el niño ha aprendido bien o no", sentencia.

Además de dedicar algún tiempo al estudio, durante el verano los padres tienen una tarea más: esforzarse en imponer una rutina. "Nada de desconexión total. Hay que establecer hábitos parecidos a los de la etapa escolar", incide Ruiz de Miguel. "Estar de vacaciones y hacer lo que les venga en gana, no", resume Planas. Levantarse a una hora decente -las diez de la mañana-, acostarse relativamente pronto y leer antes de dormir son alguno de los consejos de los expertos.

¿Qué son deberes? Aquí está el quid de la cuestión. "Las tareas si son sistemáticas, poco innovadoras o repetitivas no sirven", comenta Planas. Así, si un alumno suspende, de nada vale ponerle sumas y restas. "La familia ha de esforzarse en que las actividades sean lúdicas. Los hábitos se crean", resume el presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía. "Si a un niño le gustan los videojuegos, en verano tiene que leer revistas de este tema", añade Castillejo y Gómez: "Las tareas en verano no se pueden vender como un castigo porque los más pequeños no lo van a entender".

Y los cuadernos de actividades ¿qué? Aunque los profesionales no se oponen, creen que hay opciones mejores. "No es una mala idea, si los padres no tienen tiempo es algo sensato. Sin embargo, parecen un libro de texto", explica Ruiz de Miguel. "En lugar de ejercicios de caligrafía, se les puede animar a escribir la lista de la compra", recomienda Planas: "Los padres no son vigilantes, sino amigos que dan ánimos".
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¿HAY QUE REGULAR POR LEY LOS DEBERES ESCOLARES?

El Parlamento catalán (España) debate mañana una curiosa iniciativa de Ciudadanos favorable a limitar a un hora diaria el trabajo de los alumnos en casa.

El estrés que generan los deberes extraescolares se ha convertido en un frecuente tema de conversación social y profesional. Ciudadanos se ha hecho eco de ello y ha presentado en el Parlamento catalán una proposición de ley de medidas urgentes de racionalización del tiempo dedicado por el alumno a actividades académicas fuera del horario lectivo.


La iniciativa ha causado sorpresa entre los grupos políticos, ya que las leyes catalanas reconocen la autonomía de centros y el derecho de los padres a elegir el sistema de enseñanza que consideren más apropiado. Asimismo, regular por ley este asunto invade la intimidad familiar. Así lo cree Junts pel Sí, que ha presentado enmienda a la totalidad, mientras que el PP estudia secundarla, por lo que es poco probable que la proposición salga adelante.

En su propuesta, la formación naranja establece que “el tiempo que deban dedicar los alumnos a las actividades académicas fuera del horario lectivo no superará en ningún caso un máximo de cinco horas semanales en las enseñanzas de educación secundaria obligatoria y un máximo de dos horas semanales en las enseñanzas de educación primaria”.

El caso de Finlandia y Corea del Sur

Por actividades académicas fuera del horario lectivo se entienden “aquellas tareas, trabajos, estudios y otras actividades de contenido o finalidad académico que, enmarcándose en el desarrollo del currículo académico correspondiente, conlleven el deber del alumno de realizarlas una vez finalizada la jornada escolar lectiva y las actividades extraescolares que realice”.

Ciudadanos basa su iniciativa en que “el exceso de tareas escolares en casa baja la motivación de los estudios, según muchos pediatras y psicólogos infantiles, y, además, puede crear tensión familiar y una sensación de ansiedad e irritabilidad. Además, la evidencia nos dice que poner más deberes no necesariamente produce una mejora académica”. En este sentido, pone como ejemplos Finlandia, donde hay poca carga de deberes (2,8 horas a la semana) y Corea del Sur (2,9 horas) siendo dos de los países con mejores resultados, según el informe PISA.
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RESUMEN

LA INSPIRADORA LISTA DE DEBERES PARA EL VERANO DE UN PROFESOR ITALIANO SE HACE VIRAL

Este profesor italiano ha querido mantener a sus alumnos espabilados durante este verano, pero quizás no de la manera que los padres esperaban.

Cesare Cata es un profesor de una escuela de secundaria de la región italiana de Le Marche. En junio comienzan las vacaciones de verano, y el docente ha elaborado una lista de quince cosas que espera que sus alumnos hagan este verano. Lejos de los problemas de matemáticas o de los comentarios de texto, Cata comienza la lista recomendándoles que "caminen solos por la orilla del mar cada mañana". El resto de tareas que les describe van en la misma línea.

Tras la elaboración de la lista, el pedagogo subió una foto a Facebook que hoy tiene más de 5.900 likes y 5.300 compartidos, convirtiéndose en una imagen viral en pocos días.

La lista de "Deberes del verano 2015", traducida del italiano, es la siguiente:

1. Por la mañana, de vez en cuando, camina solo por la orilla del mar. Mira cómo el sol se refleja en el agua, pensando en las cosas que más te gustan en la vida y siéntete feliz.

2. Intenta usar todas las palabras nuevas que has aprendido este año: podrás decir más cosas, podrás pensar más cosas y, cuanto más pienses, más libre te sentirás.

3. Lee lo máximo posible. No porque tengas que hacerlo. Lee porque el verano te inspira aventuras y sueños. Leyendo, te sentirás como los pájaros volando. Lee porque es la mejor forma de rebelión.

4. Evita todas las cosas, situaciones y personas que te hagan sentir negativo y vacío. Busca situaciones estimulantes y amigos que te aprecian y te entienden por ser quien eres.

5. Si te sientes triste o asustado, no te preocupes. El verano, como todas las grandes cosas, trastorna el alma. Intenta escribir un diario donde puedas escribir sobre tus sentimientos (y en septiembre, si quieres, lo leeremos juntos).

6. Baila; sin sentirte avergonzado. En la calle cerca de tu casa o en tu habitación. El verano es un baile. Sería una vergüenza no formar parte de él.

7. Al menos una vez, tienes que ver amanecer. Estar ahí en silencio y respirar. Cierra los ojos, agradecido.

8. Practica mucho deporte.

9. Si encuentras una persona que te gusta mucho, díselo con toda la sinceridad y la gracia de la que seas capaz. No pasa nada tanto si lo entiende como si no. Si no es recíproco, entonces no estaba previsto que él/ella formase parte de tu destino. De lo contrario, el verano 2015 es la gran oportunidad para caminar juntos (y si no funciona, vuelve al punto 8).

10. Recuerda lo que has aprendido en la escuela y consulta tus apuntes.

11. Sé feliz como el sol, indomable como el mar.

12. No digas palabrotas. Sé siempre educadísimo y gentil.

13. Disfruta de películas con diálogos emotivos, sobre todo en inglés. Esto te ayudará a mejorar tus habilidades lingüísticas y tus oportunidades de soñar. No dejes que la película acabe con los créditos. Vive la experiencia todo el verano.

14. Durante el día o la noche, sueña con cómo puede ser tu vida. Durante el verano, reúne fuerzas para no rendirte y haz todo lo que puedas para perseguir ese sueño.

15. Sé bueno.
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RESUMEN

LOS DEBERES ESCOLARES, AMPLIAR LA MIRADA

Un artículo de Carlos Soledad. Participa en la Asociación de Madres y Padres (AMPA) del Colegio Pare Català en la Comunidad Valenciana. Trabaja como profesor de educación no formal para personas mayores y tiene experiencia en diferentes etapas educativas, principalmente secundaria, adultos y colectivos marginados.

La recién llamada de atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al Estado Español mediante su encuesta “Comportamiento de la salud en niños (2014)” ha encendido las alarmas. El estudio señala que los deberes o tareas escolares (América Latina) generan una importante presión que se traduce en estrés y que éste: “se caracteriza por un incremento de comportamientos que ponen en riesgo la salud, como dolor de cabeza, dolor abdominal, de espalda, mareos y síntomas psicológicos, como sentirse triste, tenso o nervioso“. Los datos duros del estudio colocan al sistema educativo español como el noveno europeo que más estresa a sus estudiantes.


También la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OECD) ha tomado partido en su estudio: “ ¿Los deberes perpetúan las desigualdades en la educación? (2014)”. Sus resultados indican que el Estado Español figura como el cuarto país de la OCDE en el que los alumnos de 15 años dedican más horas a los deberes, con más de seis horas semanales. La institución advierte que mayor cantidad de horas realizadas en deberes escolares no garantiza un aumento en el rendimiento escolar. Estas denuncias han fortalecido los argumentos del movimiento anti-deberes escolares. Pero, ¿de verdad son negativos los deberes? Muchos profesionales y expertos de todas las tendencias ideológicas señalan recurrentemente sus bondades, generando una discusión circular. ¿Quiénes tienen razón?

ARGUMENTARIO A FAVOR O EN CONTRA DE LOS DEBERES

A favor de los deberes se argumenta que ayudan a crear hábitos de trabajo, superación y de esfuerzo personal. Para algunos aportan un valor pedagógico “incuestionable”, les enseñan a ser responsables y desarrollan su disciplina. Conectan a los padres con la educación de sus hijas/os. Refuerzan y contextualizan lo aprendido en clase, refuerzan el razonamiento y la memoria. Favorecen la formación complementaria y su contacto con el entorno. Ayudan a mejorar la lectura. Fomentan el autoaprendizaje. Promueven la creatividad y el trabajo en colectivo vía reuniones o virtuales mediante las nuevas tecnologías.

Por otro lado, en contra se argumenta que los deberes crean tensión entre padres e hijos, son generadores de conflictos y castigos. La falta de tiempo y competencia de las madres y padres reproducen la desigualdad social, algunos intentan ayudarlos, otros van a clases particulares o academias, algunos no tienen ni el dinero, ni el nivel académico. El abuso genera desmotivación y fatiga añadida a la jornada dentro de la Escuela. La sobrecarga se debe a la incapacidad para enseñar lo que se debería en el horario escolar. Los alumnos ven en los deberes una prolongación de la educación inservible, el aprendizaje repetitivo, memorístico y sin contacto con el mundo real. Restringen el tiempo para otros aprendizajes igual o más importantes: tareas domésticas, relaciones sociales intergeneracionales, con la naturaleza, basadas en el ocio, el deporte y en el juego.

EL MOVIMIENTO ANTI-DEBERES

Incluye a personas de todas las edades y de muy variadas disciplinas, pero por supuesto también profesoras y profesores e investigadores de la Educación y la Cultura. De hecho, las primeras críticas surgieron en el ámbito académico. En los Estados Unidos llevan más de 70 años estudiando las perversiones y bondades de los deberes escolares. Durante los años 40’s y 70’s las críticas fueron implacables. Recientemente, Alfie Kohn, un gurú de la educación americana, respaldado por multitud de investigaciones, ha criticado radicalmente los deberes escolares, sentenciando que “ los deberes no proporcionan ningún beneficio académico para los alumnos de primaria y existen serias dudas sobre si son recomendables para los estudiantes de secundaria”. También en el Reino Unido, la figura del exprofesor y director de colegio, Richard Gerver, ha tomado relevancia “Los deberes son una pérdida de tiempo y hacen más daño que bien”, quién ha tenido un éxito sin precedentes con la venta de su libro “ Crear hoy la escuela del mañana

En 2006, dos madres nortamericanas, Sarah Bennet and Nancy Kalish publicaron un influyente libro “La lucha contra los deberes”. Además de volver al largo argumentario en contra y de señalar que no existe evidencia científica que pruebe que más deberes implican mayor rendimiento académico, apoyándose en varios estudios científicos acusaron a los deberes escolares como los responsables de la obesidad infantil, ya que el exceso de deberes limita el tiempo de juego y ejercicio. Este libro emponderó las intuiciones de muchas madres y padres en los Estados Unidos que veían en los deberes la causa de que sus hijos perdieran su infancia sentados en un pupitre.

En Europa, el movimiento anti-deberes emergió con fuerza en el año 2012, cuando la Federación de Padres de Alumnos de Francia convocó a una huelga de dos semanas sin deberes para protestar contra los trabajos forzosos de sus hijos fuera del horario lectivo. Además del argumentario clásico, se apoyaron en la prohibición legal desde 1956, de no poner tareas para casa a los alumnos entre 6 y 11 años.

En el Estado Español, la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de España, CEAPA, y la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos, CONCAPA también han mostrado con distintas intensidades su rechazo a los deberes escolares. En un Boletín Oficial de 1973, el Ministerio de Educación y Ciencia sentenció sobre los deberes en su primer punto: “la extensión y naturaleza de estas actividades no han sido, ni son, las más adecuadas para la correcta formación de los educandos”. Lamentablemente, este principio se olvidó en las sucesivas leyes españolas. Jesús Salido, presidente de CEAPA ha señalado que está “en contra de toda actividad obligatoria fuera del horario lectivo”. Paralelamente, el movimiento por una racionalización de los deberes en los Colegios ha ido cobrando fuerza, poniendo énfasis en un proceso participativo que implique a toda la comunidad escolar y que desemboque en un protocolo que satisfaga las necesidades de todos los actores.

AMPLIAR LA MIRADA

Es evidente que el debate no está cerrado. Es necesario hilar más fino. El problema no son los deberes en sí mismos, sino en el cómo se insertan en el proceso educativo, a qué metodología de aprendizaje sirven. Es útil ampliar la mirada, hacia el sistema escolar, hacia la sociedad, hacia el mundo.

Hemos de reconocer que los sistemas educativos parten de diferentes momentos. No es lo mismo el sistema finlandés, que el chino, mexicano o el del Estado Español. No son lo mismo, las sociedades donde se insertan estos sistemas educativos. Las metodologías dominantes, entendidas en un sentido amplio, cambian de un sitio a otro. Hay sistemas que permiten una mejor conciliación con el aprendizaje en familia y la vida al aire libre que otros. Pero hay un elemento que se repite globalmente, los sistemas oficiales de educación están controlados más o menos por las élites de los gobiernos o instituciones privadas que detentan el Poder. En todos lados del planeta, el currículum educativo (lo que se quiere enseñar) y el horario escolar se adapta a lo que el mercado laboral en una sociedad cualquiera necesita en ese momento. Aquellas/os inconformes que no tengan dinero extra, que no estén de acuerdo con el currículum oficial o con el horario impuesto desde arriba y apuesten en formas alternativas de educación, normalmente podrían estar sujetos a la persecución de la ley.

Iván Illich revolucionó el pensamiento social del S.XX centrando sus críticas en la contraproductividad de las instituciones modernas. Importante precursor del actual movimiento ecologista por el decrecimiento, describió brillantemente la crisis sistémica por venir. En su teoría de los umbrales, años 70’s, señaló como las instituciones modernas, después de determinado grado de desarrollo, se pervierten, generando lo contrario de su objetivo. La Escuela, entorpece, la Sanidad, enferma (iatrogénesis), el transporte (inmoviliza), por nombrar a algunas cuantas. El paso rutinario de toda mujer y hombre moderno por estas instituciones, tiende a normalizar la práctica, moldeando la visión de la realidad de cada una de nosotras.

Illich abogó por la “ La Sociedad Desescolarizada” (1971). Muchas veces mal interpretado. Desescolarizar no quiere decir suprimir el proceso educación/aprendizaje. Contrariamente a lo que muchos analistas han expuesto sobre Illich, desescolarizar quiere decir, según su teoría de los umbrales, recuperar la proporción social adecuada para evitar que el proceso educación/aprendizaje se convierta en una imposición que limite el aprendizaje. Se trata de mantener el control del proceso educativo por las y los alumnos, de poder participar radicalmente en el proceso, de poder elegir lo que se quiere y se necesita aprender. A las instituciones que funcionan así, Illich las denominó herramientas convivenciales “La Convivencialidad” (1972).

Dicho esto, para las y los inquietos con el debate sobre los deberes escolares, es prioritario que reflexionen sobre qué tipo de herramienta de aprendizaje quieren para sus hijos. Un sistema que enseña, de forma conductista, mediante la rutina sistemática, que repetir y memorizar lo que el currículum señala es útil para obtener buenas notas, las cuáles facilitarán obtener al término de varios años graduados, un título para lograr ser empleado en un trabajo remunerado, comprar un coche y pagar una hipoteca. O, por otro lado, un sistema o herramienta convivencial, donde las niñas, niños y toda la sociedad, respetando la proporción social adecuada, participen directamente en el proceso dialógico de enseñanza/aprendizaje, logrando incidir en la creación de nuevas relaciones sociales que permitan promover la subsistencia económica de toda la sociedad y la reparación de la Madre Tierra. Es nuestra elección, es uno de los retos de nuestra generación.

Se puede luchar desde dentro del sistema educativo oficial para “forzar” metodologías más participativas o se puede intentar crear formas sin Poder desde el principio (algunas escuelas libres lo logran y otras no). También es obvio que, entre uno y otro sistema, hay grados y cada quién debe ser libre de escoger el sistema que le apetezca. Pero, si partimos de aprender a aprender, de la interculturalidad y de la escuela inclusiva, es obvio, que prácticas como los deberes escolares abusivos, fuera del horario escolar, instruidos desde arriba, son un lastre para el aprendizaje.
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educación

ASOCIACIONES DE PADRES ABOGAN POR ELIMINAR LOS DEBERES OBLIGATORIOS

Madrid (España). Los países más avanzados en educación, esgrimen, "dejan resuelto lo escolar en la escuela y respetan el derecho que tienen los menores a tener ocio y tiempo libre".

La FAPA Francisco Giner de los Ríos aboga porque el debate en el Parlamento regional madrileño del "problema" de los deberes escolares obligatorios termine con su "eliminación" y acabe con "una vieja actuación que ataca frontalmente la equidad y la calidad" de la educación. En una nota de prensa, la FAPA expresa su satisfacción por el hecho de que la Asamblea de Madrid aborde hoy "ponerle freno" a los deberes escolares, una medida que considera "vieja y equivocada".

Los diputados de la Asamblea madrileña debaten hoy en el Pleno una proposición no de ley (PNL) presentada por Ciudadanos para elaborar un marco regulador que reduzca la carga de deberes de los estudiantes de Educación Primaria y construya las bases para un futuro pacto educativo en la región.

Según la FAPA, sólo el hecho de que la propuesta llegue al parlamento regional prueba que "los deberes se han ido convirtiendo en un gran problema que vulnera el derecho de nuestros hijos e hijas a su educación integral en condiciones de equidad, atacando la igualdad de oportunidades al hacer depender el éxito en lo escolar de lo que suceda en sus casas".

Los países más avanzados en educación, dice esta federación, "dejan resuelto lo escolar en la escuela y respetan el derecho que tienen los menores a tener ocio y tiempo libre para hacer otras cosas que no sean tareas escolares obligatorias".
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La evolución de la conciencia

UN COLEGIO HA DECIDIDO PROHIBIR LOS DEBERES (Y QUIZÁ HA HECHO LO CORRECTO)

La directora de un colegio de Nueva York ha decidido recomendar a sus alumnos que dediquen el tiempo de los deberes a algo más productivo como ver la televisión o estar con su familia.

Pocas personas encontraremos en España que consideren que sus hijos hacen pocos deberes. Más bien, al contrario: muchos padres consideran que el trabajo en el hogar debería ser mucho más exigente, ya que aún se piensa que la cantidad equivale a calidad. Pero no es así, y no hay más que echar un vistazo al informe PISA para entenderlo. Como ponía de manifiesto el documento llamado ¿Los deberes perpetúan la desigualdad?, los niños españoles estudian en sus casas dos horas más que la media de la OCDE, y a pesar de ello, no obtienen buenos resultados. Por el contrario, Finlandia, la niña bonita de la educación europea, es el país donde menos tiempo se pasa haciendo deberes.

Esta preocupación por los deberes es especialmente acuciante en Estados Unidos, donde desde que en 2002 fuese aprobado el programa No Child Left Behind, que fomentó los exámenes estandarizados, la carga de trabajo no ha dejado de aumentar. Ante tal preocupación, un colegio de educación primaria de Nueva York, el P.S. 116, ha decidido acabar con los deberes tradicionales y dedicar dicho tiempo a otras actividades recreativas. “Los efectos negativos de los deberes han sido demostrados”, explicaba en su carta a los padres la directora, Jane HsuHsu. “Incluyen la frustración y cansancio de los niños, la falta de tiempo para otras actividades y el tiempo familiar y, tristemente, la pérdida de interés por aprender”.

El colegio ha pasado más de un año investigando los efectos de los deberes y ha decidido recomendar que el tiempo del trabajo en casa se emplee en ver la televisión, manejar el ordenador o jugar a videojuegos. Muchos padres ya han amenazado con sacar a sus hijos del centro si este no da marcha atrás. Una de las razones que estos aducen es que organizarse en casa es una buena forma de conseguir disciplina, ese factor decisivo en el triunfo en la vida adulta y que se aprende durante los primeros años de vida. ¿Están en lo cierto?

PICANDO PIEDRA PENSANDO EN EL FUTURO

En España, cada vez más movimientos piden una racionalización del trabajo escolar en casa, como es el caso de Pedagogía Blanca, puesto que “un exceso de deberes supone una gran frustración para el niño que quiere concluir el trabajo asignado, ve cómo éste le sobrepasa y el cansancio no le permite seguir estudiando”. Algo semejante ocurre al otro lado del Atlántico, donde incluso se han llegado a realizar documentales que explican los efectos que una excesiva carga de deberes puede tener no sólo en los alumnos, sino también en el resto de la familia.

Es el caso de Race to Nowhere, una película dirigida por Vicki Abales, una madre de tres hijos en California. “Después de ver a nuestra hija de 12 años pasando muchas noches luchando contra los deberes, estudiando para los exámenes y sufriendo ataques de pánico en mitad de la noche, mi marido y yo la encontramos encogida de miedo, y la tuvimos que llevar a urgencias”, explica en la carta que publicó en la página web de la película. “Cuando fue diagnosticada con una enfermedad inducida por el estrés, mi determinación fue hacer algo”. Entre otras cosas, rodar una película, que se encontraba a mitad de rodaje cuando otra niña de 13 años se suicidó después de conseguir una mala nota en matemáticas.

¿Cuánto hay de razonable en los miedos de estos padres, y cuánto de buenismo? Nos podemos remontar al año 1989, cuando Harris Cooper de la Universidad de Duke publicó Homework, una síntesis de todo su trabajo de investigación, para descubrir que esta reflexión sobre la cantidad de deberes que se realizan en casa no es nada nuevo. En dicho trabajo, el experto ya anunciaba lo que ha pasado a conocerse como la regla de los 10 minutos, y que consiste en multiplicar por 10 el número del curso en el que se encuentran los pequeños. De esa manera, los estudiantes de segundo tendrían un tope de 20 minutos, los de tercero, 30… Así, hasta un máximo de dos horas diarias en los últimos años de instituto.

LOS DEBERES, EXPLICADOS POR LA CIENCIA

Este descubrimiento influyó directamente las políticas educativas estadounidenses y ayudó a Cooper a convertirse en gran gurú de los deberes en Estados Unidos. Este siguió investigando sobre el tema, y en el año 2006, publicó en Review of Educational Research una metainvestigación de 60 estudios en la que señaló que la relación entre los deberes y el buen rendimiento era positiva y estadísticamente significativa… Siempre y cuando la cantidad de trabajo en casa no fuese excesivo.

No obstante, dicha investigación también puso de manifiesto que los niños pequeños sacan mucho menos partido a su tiempo de estudio que los adolescentes, que pueden permitirse pasar más horas hincando los codos. ¿Por qué? En parte, porque se distraen más fácilmente. También, porque sus costumbres en el estudio son peores. Y, finalmente, porque en muchos casos los deberes de los más pequeños no tienen como objetivo aprender una materia o reforzar conocimiento, sino simplemente ayudarles a crear buenos hábitos. “Los chicos se queman”, explicaba Cooper. “Todos los niños deberían estudiar, pero la cantidad y el tipo debería variar según el nivel de desarrollo y la circunstancias en casa”.

En una línea semejante se encuentra una investigación publicada en 2012, en la que se analizaban los datos obtenidos de 18.000 estudiantes que pasaron por el sistema entre 1990 y 2002. Esta señalaba que el trabajo en casa sirve a la hora de hacer exámenes estandarizados, pero no en la nota final en las matemáticas y las ciencias. La conclusión era, como explicaba Adam Maltese, uno de los responsables de la investigación, que los deberes deben tener un objetivo claro, y entendido tanto por los alumnos como por el profesor. “En el sistema educativo de hoy en día, con todas las actividades que roban tiempo dentro y fuera del colegio, el propósito de todos los deberes debe ser claro. Más no es mejor”, explicaba Maltese en la nota de prensa del estudio.

A ello hay que añadir una investigación dirigida por Denise Pope, de la Universidad de Stanford, y publicada en el Journal of Experimental Education. La autora señalaba cómo, al menos entre los más ricos, aquellos niños que son muy autoexigentes y que pasan mucho tiempo haciendo deberes (una media de 3,1 horas al día), sufren más estrés, tienen más problemas de salud y llegan a sentirse alienados de la sociedad. En muchas ocasiones, los deberes se perciben como inútiles, e impiden que los jóvenes desarrollen sus relaciones sociales con amigos y familias. Es lo que denomina la “paradoja del buen estudiante”, y que explica por qué los buenos alumnos no suelen ser los que llegan más lejos cuando se hacen mayores.
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INFORMACION DE LAS PONENCIAS

“SI UN NIÑO EMPIEZA PRIMARIA CON GANAS DE APRENDER Y LLEGA A 6º SIN ELLAS, ALGO HACEMOS MAL”

David Castrillo Álvarez es profesor de primaria e integrante de la asociación Sortzen. Sortzen quiere promover el debate sobre si las tareas son necesarias en Primaria. Y, para ello, ha presentado un informe. El docente David Castrillo explica sus claves.

DONOSTIA - “¿Si, como profesor, pido deberes? Este año, no. Nunca he sido de poner muchas tareas, pero al final sigues las dinámicas de cada centro. Y me di cuenta de que se encargan bastantes y no se lograban los resultados buscados”. David Castrillo Álvarez (Donostia, 1987) es profesor desde hace cinco años, y ahora tutor de Primaria en el colegio de modelo D (enseñanza en euskera con el castellano como asignatura) en la localidad navarra de Barañáin. También forma parte de la asociación de la escuela pública vasca Sortzen. En ella ha integrado el grupo de reflexión que ha preparado un informe sobre un tema recurrente, a menudo polémico y que siempre genera debate: ¿Son necesarias las tareas escolares en casa?

En 2011, en una encuesta on line realizada por el Consejo Escolar, hubo escasa participación -78 personas-, pero el 80% de quienes respondieron mostró su respaldo a la realización de tareas. Para Sortzen, sin embargo, plantear ahora esta pregunta invita al mundo educativo a debatir, y a meditar sobre cuál es el modelo de escuela por el que se apuesta.

En su informe se preguntan si son necesarias las tareas escolares y su respuesta, en las conclusiones, es llamativa: en Primaria, no.

-Cada edad tiene sus necesidades, pero sí es verdad que en el primer ciclo es más fácil plantearse este tema que en 6º [de Primaria], donde hay más materia. Nosotros [por Sortzen] llegamos a la conclusión de que en Primaria no es necesario. Creemos que en educación hay muchos mitos sobre la tarea: que crea hábito de estudio, ayuda a organizar el tiempo, mejora el rendimiento académico... Y otro problema es que hay tantos contenidos que queremos dar que no tenemos tiempo para impartirlos todos en clase. Y, sin embargo, también hay que tener en cuenta que no todos los alumnos tienen los mismos ritmos ni las mismas necesidades.

Una duda habitual en este debate es si, sin tareas, el alumnado aprenderá una cultura del esfuerzo.

-Sí, pero, por su edad, no son capaces de desarrollar esos hábitos. Primero tenemos que conseguir que se motiven, y las tareas no llevan a ello, sino más bien a algo que hacen “porque me dicen que haga”, y no porque quieran aprender.

¿Y cómo se consigue ese deseo?

-Según la neurociencia, es importante que el aprendizaje esté ligado a la emoción. Cuando te emocionas con algo, te comprometes y desarrollas esa autonomía. Y ese objetivo lleva a plantear un vuelco más grande, no solo a reflexionar sobre las tareas, sino también sobre qué interesa a los alumnos. Necesitan aprender a estas edades a través del juego, del movimiento... y las tareas escolares son muy estáticas. Al final, vamos contra la propia evolución del cerebro al aprender. Algo pasa: no puede ser que un niño empiece Primaria con muchas ganas de aprender y que, cuando llegue a 6º, no las tenga. Algo estamos haciendo mal.

¿Cree que se logrará la implicación de todo el alumnado al aprender Matemáticas o Lengua?

-Hay enseñanzas que se pueden mezclar. Las Matemáticas no solo se aprenden con un libro de Matemáticas, sino también a través de la música u otras formas. Que haya miedo (a ese cambio) es normal, pero al final caemos en meter más y más contenido, y más no es mejor. El estrés puede ser bueno porque nos obliga a reaccionar, pero si es prolongado puede afectar a la memoria.

Una de las conclusiones del informe es que los niños y niñas deben tener más tiempo libre para que busquen lo que les interesa. ¿No teme que ese tiempo libre lo pasen viendo la televisión?

-El tiempo libre tiene que ser de calidad. No significa estar sentados viendo la tele, sin jugar, sin ir a la calle...

¿Para las familias, las tareas no son una forma de comprobar en casa el esfuerzo que hacen en el colegio?

-La tarea parece un indicador de qué le cuesta a tu hijo, que normalmente son Lengua o Matemáticas. Creo que es importante que, para conocer cómo va el estudiante, haya una mayor comunicación entre la familia y la escuela.

¿En su opinión, cuál debería ser la implicación de las familias en los deberes?

-El objetivo de los deberes no es lograr la implicación de las familias. Pero, ¿quién termina haciendo la tarea?

Algo en lo que se coincide entre diversas asociaciones es que es necesario lograr tareas más individualizadas. ¿Es un reto alcanzable?

-Es cierto que en una clase ves que uno necesita más lectura, otro matemáticas, otro quizá acudir a un museo porque ves que le interesa... ¿Y cómo logras eso en una clase con 25 estudiantes? Es muy difícil. Por eso también pensamos en qué tipo de deberes son los recomendables...

...El Consejo Escolar abordó ese debate y, en 2011, fijó unos principios básicos: afianzar el aprendizaje, impulsar el trabajo autónomo, favorecer la individualización de la enseñanza...

-Por eso nuestra conclusión es que, si no está demostrado que sean beneficiosos, deberían eliminarse.

En Secundaria, sin embargo, sí hay acuerdo en torno a la necesidad de los deberes. Si se eliminan en Primaria, ¿el salto a Secundaria no daría más vértigo?

-Nosotros creemos que no. Porque, en debates y talleres que hemos organizado se llegó a la conclusión de que ese hábito al llegar a Secundaria no lo tienen adquirido.

¿Cree que todos los estudiantes comparten esa voluntad de aprender?

-Desde el punto de vista biológico, el cerebro está preparado para sobrevivir. Y en los primeros años de vida lo que quiere es aprender . Esa curiosidad es innata. Si a los chicos les decimos, con toda la buena voluntad del mundo, qué deben estudiar, a qué hora y qué es bueno para ellos, hacemos mella en esa curiosidad.
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SUMARIO DEL LIBRO

LOS DEBERES QUE LES PUSO ESTA MAESTRA A SUS ALUMNOS LA HAN HECHO FAMOSÍSIMA EN LAS REDES SOCIALES

Unos padres compartieron en una página de Facebook la foto de las peculiares tareas escolares que la profesora pidió que completaran sus alumnos de 11 y 12 años el fin de semana previo a los exámenes finales de Primaria.

Cada poco tiempo ven la luz estudios que inciden en que los niños tienen que salir más a la calle y jugar y hay un debate abierto en muchos países sobre la excesiva carga de trabajo a la que tienen que enfrentarse los pequeños, cada vez más presionados y estresados.

Una maestra llamada Mrs. Thom ha tenido todo esto en cuenta a la hora de pedirles a sus alumnos que realicen tareas en el fin de semana. El pasado viernes, unos padres compartieron la lista de deberes de esta maestra para sus alumnos y en solo tres días ya tiene más de 74.000 'Me gusta', más de 67.100 compartidos y más de 3.000 comentarios.

¿Por qué? Porque la profesora invita a los niños a disfrutar del fin de semana jugando, corriendo, descansando... Resulta que esta semana, en el Reino Unido tiene lugar un temido examen: el de 6º de Primaria, que evalúa las destrezas y conocimientos adquiridos por los alumnos durante toda esta etapa, justo antes de pasar a Secundaria.

"Faltan solo un par de días antes del examen y es vital que uséis el tiempo sabiamente este fin de semana. Estos son vuestros deberes. Por favor, completad tantas tareas como sea posible y señalad que lo habéis hecho", escribe la profesora en la nota.

A continuación, enumera: "Salir a montar en bici o en moto, leer un libro, ver vuestro programa de televisión favorito, sonreír, comer gominolas o helado, pasar tiempo con la gente a la que queréis, reír hasta que os duela la barriga, salir y disfrutar del buen tiempo, ir a nadar o a pasear, invertir tiempo en vuestro hobby preferido, descansar, ver amigos, correr hasta que no podáis más, cocinar o hacer algo, tomar más gominolas o helado, jugar en el jardín, hacer algo que no hayáis hecho nunca antes".

La foto ha recibido miles de comentarios elogiosos, ya que esta maestra, que da clase en la escuela primaria Buckleberry de Reading (Inglaterra), es considerada por muchos 'una heroína'.

Ella, en lugar de meterles a los niños presión añadida y pedirles que estudien o que repasen, les invita a que descansen y jueguen. Un encuesta reciente en el Reino Unido asegura que el 90% de los niños que se presentan al examen final de Primaria sienten presión por hacerlo bien y están estresados por ello.

Por eso, tras recomendar estos particulares deberes, Mrs. Thom concluye con el siguiente mensaje:

"Si sentís que debéis hacerlo, podéis repasar, pero solo una hora como máximo. RECORDAD: Mrs Thom se encarga de preocuparse, vosotros no tenéis que hacerlo. Todos sois increíbles y no puedo estar más orgullosa de vosotros. QUE TENGÁIS UN FIN DE SEMANA FABULOSO".
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LOS EXPERIMENTOS QUE DEMUESTRAN QUE ES POSIBLE QUITAR LOS DEBERES

Un artículo de Daniel Sánchez Caballero.

Cuatro centros que utilizan metodologías educativas alternativas a la tradicional han erradicado (o nunca tuvieron) las tareas en casa. "Las editoriales han hecho mucho daño porque ofrecían muchas cosas, y los profesores hemos tenido algo de culpa también", admite una docente. La combinación de un currículo muy extenso con la obligación de completar todas las tareas que proponen los libros dificulta completar el curso sin acompañar las clases de deberes.




Hubo un tiempo, no tan lejano, y desde luego mucho menos moderno, en el que los deberes escolares estaban prácticamente prohibidos. Por ley. El 18 de octubre de 1973 el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba una resolución del Ministerio de Educación y Ciencia que establecía en su primer punto que "los programas de los centros serán elaborados de forma que eviten como norma general el recargo de actividad de los alumnos con tareas suplementarias".

Consideraba el ministerio que "la extensión y naturaleza de estas actividades no han sido, ni son, las más adecuadas para la correcta formación de los educandos". Aquel principio se abandonó con las nuevas leyes educativas y hoy en día los deberes son un elemento más del sistema educativo prácticamente desde la etapa de infantil. Se asumían como necesarios, casi nadie se cuestionaba su utilidad y/o conveniencia.

En los últimos tiempos se ha reabierto el debate. Las familias agrupadas en Ceapa, la confederación estatal laica de Ampas, no los quieren. Han pedido que se retiren por sistema para las edades más tempranas porque, afirman, generan desigualdad, consumen las horas libres de los menores, crean conflictos familiares... No son los únicos. Hay profesores que también prefieren no ponerlos, y colegios enteros que están mudando hacia una metodología que excluye las tareas en el hogar por sistema o al menos cambia mucho cómo se enfocan.

PROHIBIDO HACER DEBERES

Uno de los casos más extremos es el del CEIP Aguamansa, un centro público canario que incluyó en su proyecto educativo -la guía que marca el trabajo y objetivos de un colegio- que no se pondrían deberes a los alumnos. Ninguno. "Los niños ya pasan suficientes horas en el colegio para ir a casa y no poder dedicar tiempo a otras actividades importantes", explica al otro lado del teléfono Cristina Albelo, su directora. Esta docente cree que el problema es que "el currículum es tan grande, tan amplio, que no da tiempo a darlo en clase".

Para esquivar este escollo, en el madrileño colegio Manuel Nuñez de Arenas decidieron cambiar toda la metodología del centro y abrazar el aprendizaje por proyectos, cambio que posibilitó (e implicó) obviar los deberes. "Los libros de texto son los que marcan los deberes", empieza Isabel Vizcaíno, maestra en el centro. "Haces un tema en clase y los ejercicios que no da tiempo a completar se mandan para casa. Nosotros apostamos por eliminar los libros de texto y al no tenerlos no se mandan deberes", explica. Al menos no al estilo tradicional. Alguna actividad puede caer, pero del tipo buscar una información en internet o hacer una manualidad.

Algo similar ocurre en la red de centros Amara Berri, en Euskadi. Estos colegios desarrollaron su propia metodología educativa trabajando a través de lo que denominan "contextos" (áreas de aprendizaje por las que los alumnos van pasando y trabajando en grupos), que solo contempla los deberes como último recurso en caso de necesidad concreta de algún alumno. "Los deberes sistemáticos generan más diferencias. Para quien vaya bien harán que avance más. Para quien vaya mal, seguramente sea una forma de hundirlo", ilustra Marivi Gorosmendi, jefa de estudios. En Amara Berri, cuando ocasionalmente se pone alguna tarea, "se consensúa con la familia y se le explica qué rol deben jugar. No queremos que sea una carga para las familias", añade. Las tareas en el hogar aparecen algunas cosas mecánicas, "pero con el objetivo de que vayan planificando de cara a la secundaria".

MEJOR TAREAS DOMÉSTICAS

Es básicamente lo mismo que sucede en el colegio Montessori Palau de Girona. Este centro, que sigue los dictados de la pedagoga y científica (y largo etc.) italiana Maria Montessori, prefiere que las familias se dediquen a "dar autonomía a sus hijos, no las tareas. Que les den tareas y responsabilidades en casa a los niños, que les traten como mayores", explica Montse Julià, su directora. Habla de poner la mesa, ayudar en casa, poner lavadoras. Académicamente, "lo más importante es que acompañen a los niños en la lectura, que les encante leer". Como en Amara Berri, los deberes quedan como algo excepcional para aquellos menores que puedan tener alguna dificultad.

Un elemento común en estos centros, obviamente cuatro entre muchos pero ejemplos de que otra aproximación a los deberes es posible, es que abandonaron la metodología tradicional para probar otras vías de enseñanza-aprendizaje. El trabajo por proyectos y teniendo en cuenta la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner en el Aguamansa, también los proyectos del Nuñez de Arenas, los contextos de Amara Berri o el sistema Montessori no utilizan los libros de texto como herramienta fundamental (si es que llegan a estar en el aula) de las clases y los currículums se afrontan desde otra perspectiva que las unidades didácticas.

Vizcaíno reflexiona al respecto. "Ha habido mucha presión. Los profesores hemos tenido parte de culpa en todo esto. Pero las editoriales también han hecho mucho daño porque nos ofrecían muchas cosas, por ejemplo material informático, y nos comprometíamos a trabajar con ellos durante varios años. ¿Qué ha generado todo esto? Que al final se trabaja con libros, los padres los han comprado y exigen que se utilicen. Se ha hecho muy cómodo" para el profesor.

Albelo, de Aguamansa, señala directamente a la ley. "Pide a los niños que manipulen, observen, contrasten. Y luego ponen un currículum muy extenso, es incongruente, no hay tiempo. Necesitamos priorizar los temas", defiende. Un ejemplo de lo que dicen Vizcaíno y Albelo: un alumno puede tener siete libros de texto con diez temas cada uno y 20 ejercicios por unidad. Es complicado que llegue a todo. "Y los padres no son responsables de esto", señala la directora canaria. Como sostiene Julià y piensan muchos más, "si los deberes son tan importantes, ¿qué hacen los niños tantas horas en el colegio?".
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EL VÍDEO CON QUE UNA MADRE MADRILEÑA HA REVOLUCIONADO EL DEBATE SOBRE LOS DEBERES

Eva Bailén lleva más de 155.000 firmas recogidas en la plataforma Change.org. En la grabación, un niño demuestra con sus respuestas simuladas cómo vive bajo el yugo de los deberes igual de sometido o más que cualquier adulto en su desempeño profesional.



La petición de una madre madrileña al Ministerio de Educación, a través de la plataforma ciudadana change.org, para que se racionalicen los deberes en el sistema educativo ha revolucionado el debate siempre abierto del exceso de deberes en los niños. Esta carga de trabajo sobre el menor se prueba, en la filmación, a través de las respuestas simuladas de un niño cuyo rostro no aparece a los adulto y que viene a reseñar cómo vive bajo el yugo de los deberes igual de sometido o más que cualquier mayor en su desempeño profesional. «Lo haces y punto», es la exhortación que reciben unos y otros, aunque sea en distintos escenarios y momentos vitales.

«Un exceso de deberes supone una gran frustración para un niño que quiere concluir el trabajo asignado y ve cómo éste le sobrepasa y el cansancio no le permite seguir estudiando. El rendimiento de los niños empeora si a la jornada escolar se añade un exceso de tiempo para los deberes», sostiene Eva Bailén, la madre que ha recogido hasta el momento más de 155.000 firmas a favor de su solicitud.

HABLAN LAS ASOCIACIONES DE PADRES: A FAVOR

Por su parte, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa) va más allá y apuesta por «la desaparición de los deberes» porque «lo escolar debe quedar resuelto en la escuela». Lo afirma a Efe José Luis Pazos, portavoz de esta Confederación, quien sostiene que a los estudiantes hay que motivarles en clase para que fuera tengan una «búsqueda voluntaria» de actividades sobre lo que han trabajado.

Apunta a que si lo más importante en el aula es interiorizar los contenidos, el hecho de que todo ello se traslade a casa con el apoyo de los padres hace que se llegue a «cuestionar el papel de los docentes». Cree que con el actual sistema «solo vaya a salir adelante el tipo de alumno que tenga padres que puedan ayudarle».

ARGUMENTOS EN CONTRA

En cambio, la Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos y Padres de Familia (Concapa) defiende los deberes, aunque deben establecerse «de forma racional y coordinada entre los profesores» para no mandar a la vez de todas las asignaturas.

El presidente de la Concapa, Luis Carbonel, cree que se «está exagerando» porque las tareas son «fundamentales para asimilar el contenido de las clases». Carbonel niega, como se afirma en el vídeo que acompaña a la petición de Bailén, que los menores tengan jornadas de casi 14 horas, ya que la mayoría de institutos no tienen jornada partida.

En la parte que atañe a la docencia, el presidente de la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE), Nicolás Fernández Guisado, defiende la existencia de los deberes «pero con moderación, proporción y adecuados a cada nivel». «Son positivos porque refuerzan el aprendizaje, constituyen elementos de responsabilidad, disciplina y crean hábitos de estudio», subraya Fernández, que contabiliza en 1 hora el tiempo de tareas para Primaria y en 2 horas para Secundaria.

Asimismo, el presidente de ANPE denuncia «el abuso» en muchas ocasiones de las actividades extraescolares que «cargan» al alumno con judo, guitarra, inglés o fútbol. ANPE tampoco quiere que los deberes sean para los padres, quienes solo tienen que ser «colaboradores en el buen uso del tiempo de sus hijos».

Según un estudio de la OCDE, los alumnos españoles de 15 años pasan alrededor de 6 horas a la semana haciendo deberes, lo que les sitúa en el cuarto lugar tras Italia (más de 8 horas), Irlanda y Polonia (ambos con más de 6 horas).

Por contra, los estudiantes de Finlandia y Corea, que obtienen los mejores resultados académicos en las evaluaciones PISA, dedican menos de tres horas a la semana haciendo las tareas del colegio, la mitad que los españoles.

Paloma Muñoz, responsable de Atención al profesor de aulaPlaneta (servicio integral educativo online), reconoce que hablamos de un tema de «controversia» y que para muchos padres supone un «trabajo extra» que llega a «condicionar» la vida familiar.

El «escenario ideal» es que el alumno trabaje en clase todo lo que tiene que hacerlo y «puntualmente» en casa repase temas, prepare un examen o haga un trabajo, según esta experta, que recomienda a los alumnos a «participar activamente en clase, estar atentos, preguntar lo que no entiendan, organizarse el tiempo y no hacer los deberes viendo la TV o el móvil». A los docentes les sugiere que sean guías, no meros transmisores, y les aconseja aprovechar las nuevas tecnologías a la vez que las acompañan de una nueva metodología.
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EL MITO DE LOS DEBERES

Un artículo de José Ramón Alonso, Doctor por la Universidad de Salamanca. Catedrático de Biología Celular y Director del Laboratorio de Plasticidad neuronal y Neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León.

Los deberes son, según la Real Academia Española, los ejercicios que, como complemento de lo aprendido en clase, se encargan, para hacerlos fuera de ella, al alumno de los primeros grados de enseñanza. Demasiado largo. Quizá valdría decir que es un complemento en casa de la actividad escolar. La mayoría de los padres tenemos una actitud ambivalente hacia los deberes. Por un lado pensamos que es bueno que nuestros hijos aprendan a estudiar y a trabajar de forma independiente, que refuercen la voluntad y la disciplina y generen el hábito de estudio, que dediquen tiempo a objetos que no tienen una pantalla, que se preparen para lo que es esa magnífica profesión que es ser estudiante. Por otro lado, vemos con temor una carga que aplasta sus pequeños hombros, que les impide jugar, que les hace acostarse tarde, que les encadena a un ambiente de tristeza como si fuera el banco de un galeote y que salpica a toda la familia que tiene que ponerse a revisar divisiones o a colorear y pegar macarrones para poderle meter en la cama de una vez.

Harris Cooper, catedrático de Psicología y director del Programa de Educación de la Duke University ha estudiado el tema de los deberes escolares analizando los estudios científicos publicados al respecto. Es, por decirlo de alguna manera, un investigador sobre investigaciones acerca de los deberes y de ahí intenta llegar a conclusiones generales, siendo considerado uno de los mayores expertos a nivel mundial sobre el tema. Su primera síntesis de la investigación sobre las tareas escolares se publicó en 1989 y cubría las investigaciones realizadas entre 1967 y 1987. La segunda revisión, publicada en 2006, ampliaba ese análisis para incluir las investigaciones publicadas entre 1987 y 2003, confirmando en su mayor parte los resultados del primer estudio y reuniendo por tanto la investigación de casi cuatro décadas.

La primera conclusión es que hay una correlación entre los deberes y el éxito escolar. Sería por tanto un primer dato significativo: es bueno hacer deberes.

La segunda conclusión es que la correlación es clara en los estudiantes de secundaria (en Estados Unidos los que están en los cursos de 7º a 12º) mientras que en los de primaria (de 1º a 6º), no se observan beneficios apreciables. Por lo tanto, la necesidad del trabajo en casa es clara en los de ESO y Bachillerato y bastante mas dudosa en los de primaria. De hecho Cooper ha llegado a decir «No hay ninguna evidencia de que los deberes mejoren el desempeño académico de los estudiantes de primaria». Esa menor eficacia de los deberes en los más pequeños puede tener razones que podrían empujar a mantener las tareas, como que tienen menos hábito de estudio o que les resulta más difícil apartar de su cabeza las distracciones a su alrededor pero los deberes deben encajar como una parte buena y normal de la jornada y no ser un castigo ni para el niño ni para los padres. Lo más importante de esas tareas en la educación primaria es que les encante aprender, que la escuela sea un espacio feliz que se ramifica al hogar, que disfruten haciendo cosas en su cuaderno, que sea grato completar una tarea o resolver un problema y temo que no lo estamos haciendo bien.

La tercera conclusión es importante, demasiados deberes son contraproducentes en estudiantes de todos los niveles y de todas las edades. La pregunta inmediata es ¿cuánto es la cantidad adecuada? Cooper responde con la regla de los diez minutos según la cual, en cada curso, el niño debe destinar diez minutos más. Por lo tanto, un estudiante de cuarto de primaria debería dedicar 40 minutos y uno de segundo de bachillerato dos horas, nunca más. Si la tarea lleva más tiempo a la media de la clase, el profesor debe replanteárselo, no les está haciendo ningún bien. El estudio comprobaba que incluso los estudiantes mayores no conseguían mejores notas por estar más tiempo haciendo deberes en casa. Por lo tanto, los profesores y los colegios que se creen muy buenos por su nivel de exigencia y que lo que en realidad hacen es pedir unas tareas exageradas y absurdas, realmente demuestran poca empatía, nulo criterio y bajo nivel pedagógico. El resultado es que en muchos casos los niños se acostumbran a que los padres estén encima para que hagan los deberes o, directamente, les hagan los deberes para que la pesadilla cese, algo que pasa factura años más tarde, cuando el estudiante tiene que volar solo.

La cuarta. Los defensores de los deberes dicen que enseñan responsabilidad, refuerzan lo aprendido en clase y generan un vínculo entre los padres y la escuela. Sin embargo, parece que hay muchas maneras de enseñar responsabilidad (desde no olvidarse de llevar el bocata por la mañana a dar de comer al pez de casa) y los padres pueden seguir lo que están haciendo sus hijos en la escuela sin necesidad de que lo tengan que revivir en un esquema pautado. Los deberes también pueden ir en detrimento de otras prioridades no académicas como dormir lo suficiente, no tener miedos ni estrés, disfrutar una buena relación familiar, leer, y tener un tiempo suficiente de juego tanto individual como con sus hermanos o en pandilla. Todo eso es fundamental para el bienestar del niño y para su potencial futuro.

La quinta es que los padres deben saber su sitio. Es importante cómo se implican en los deberes y hay tres grupos de padres: aquellos que apoyan la autonomía del muchacho, los que se incorporan a los deberes y los que se limitan a eliminar las distracciones. Las mejores notas y la mayor cantidad de tareas terminadas se producían en los muchachos que funcionaban de forma autónoma, sabían que tenían que hacer las tareas, pedían ayuda si algo se les complicaba mientras que los muchachos que hacían los deberes a medias con los padres o los que solo tenían prohibido el acceso a posibles distracciones tenían peores notas.

La sexta es que unos deberes excesivos pueden afectar negativamente no solo al niño sino también a toda la familia. Niños cansados que protestan y lloran, padres desesperados que les presionan, les gritan o les castigan. En vez de que esas horas entre la merienda y la cena sean para charlar, hacer cosas juntos, leerles o verles leer queda todo enturbiado demasiado a menudo por unos deberes ilógicos. Un estudio de la OCDE indicaba que los tres países donde más horas de deberes se hacían eran Italia, Irlanda y Polonia. Ninguno de los países escandinavos, que son los que mejores resultados consiguen estaba entre los diez primeros.

La historia no es reciente. En 1884 la prestigiosa revista British Medical Journal informó que el psiquiatra James Crichton-Browne había testificado en el parlamento británico «He encontrado muchos ejemplos lamentables de desarreglos de la salud mental, enfermedades del cerebro e incluso muertes como resultado de un estudio forzado durante las tardes en el caso de niños pequeños, con la excitación nerviosa y la pérdida de sueño que a menudo inducen [esas tareas]». Aunque es un extremismo muy de finales del siglo XIX, la preocupación ya estaba allí. Desde entonces, los niños han ido durmiendo menos a un ritmo lento de 43 segundos menos por año, pero que en la actualidad hace que nuestros hijos duerman una hora y 20 minutos menos de lo que hacían sus bisabuelos cuando tenían su edad. En la edición de 1950 de la Encyclopedia of Educational Research, H.J. Otto escribió «los deberes obligatorios no consiguen unos logros académicos con una mejora suficiente para justificar que los mantengamos». Dieciocho años más tarde, P. R. Wildman iba aún más allá declarando que «cada vez que los deberes apabullan la experiencia social, el tiempo recreativo al aire libre y las actividades creativas, y cada vez que usurpan el tiempo destinado a dormir, no están sirviendo a las necesidades básicas de niños y adolescentes». Parece que el que esas ideas no cuajaran fue culpa de la Guerra Fría. Los éxitos de los soviéticos en la carrera espacial con el Sputnik y Gagarin hicieron que en los Estados Unidos se pensara que la educación carecía de nivel y dejaba a los niños sin preparación suficiente para las complejas tecnologías que el país requería, así que se vivió un aumento de la exigencia en las escuelas, de los deberes diarios y de la presión sobre los estudiantes.

La conclusión final es que se pueden hacer deberes pero de forma muy medida. «Los niños se queman –ha dicho Cooper– la verdad es que todos los niños deberían hacer deberes pero la cantidad y el tipo deberían variar según su nivel de desarrollo y las circunstancias de su hogar. Las tareas de los más jóvenes deben ser cortas, que les lleven a tener éxito sin gran esfuerzo, que involucren ocasionalmente a los padres y, en lo posible, que utilicen actividades que les gusten, tales como sus equipos de deporte o los libros que están leyendo con más ganas». Es decir, que los deberes –un nombre que quizá tampoco es el más apropiado– deberían verse con normalidad y con cierta alegría, con la misma satisfacción que un niño tiene jugando. Somos primates que amamos aprender y jugar, y no son cosas tan diferentes, lo importante es saber cómo lo planteamos, cuánto exigimos, hacerlo interesante y una opción deseada. Como decía otro Cooper, Sheldon en este caso, «mi padre me obligaba a ver el fútbol antes de dejarme hacer los deberes».

Para leer más:

- Cooper H (1989) Homework. Research on teaching monograph series. (pp. 59-76). Nueva York, NY, US: Longman, xiv, 218 pp
- Cooper H, Lindsay JJ, Nye B (2000) Homework in the Home: How Student, Family, and Parenting-Style Differences Relate to the Homework Process. Contemp Educ Psychol 25(4): 464-487.
- Shumaker H (2016) Homework is wrecking our kids: The research is clear, let’s ban elementary homework.
http://www.salon.com/2016/03/05/homework_is_wrecking_our_kids_the_research_is_clear_lets_ban_elementary_homework/
- http://ascd.asia/ASCD/pdf/journals/ed_lead/el198911_cooper.pdf
- http://www.alfiekohn.org/article/rethinking-homework/
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LA OMS AVISA: LOS NIÑOS ESPAÑOLES SE SIENTEN PRESIONADOS POR LOS DEBERES

Afirman encontrarse en esta situación el 25% de las alumnas de 11 años y el 34% de los alumnos de esta misma edad. A los 15 años, el porcentaje sube hasta el 70% en las chicas y el 60% en los chicos. Las adolescentes se ven gordas.

Se quejan los niños, lo denuncian los padres, lo confirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y, ahora también, habla de ello la Organización Mundial de la Salud (OMS): España tiene un problema con los deberes escolares.

Una encuesta sobre la salud de los niños en edad escolar que la OMS ha hecho pública este martes menciona a España como uno de los países en donde hay un mayor porcentaje de niños y niñas que se sienten "presionados" por las tareas para casa.

Nuestro país va subiendo en el ránking conforme la edad aumenta, pero ya desde los 11 años hay un elevado porcentaje de niños (34%) y de niñas (25%) agobiados por el exceso de ejercicios para casa. Somos el noveno país de una lista de 42 territorios de la UE y de Norteamérica y superamos holgadamente la media, que se fija en un 24% para los chicos y un 22% para las chicas.

La OMS, que para este trabajo realizó miles de entrevistas entre 2013 y 2014, detecta que a los 13 años, coincidiendo con la pubertad, la situación cambia y son las chicas, en vez de los chicos, las que muestran más preocupación: así lo afirma el 55% de las alumnas y el 53% de los alumnos, casi 20 puntos porcentuales por encima de la media. España se convierte en el cuarto país del ránking, sólo superado por Malta, Macedonia y Eslovenia.

A los 15 años, la presión es aún mayor: el 70% de las adolescentes y el 60% de los adolescentes dicen sentirse presionados por los deberes, cuando la media es de un 51% en las chicas y un 39% en los chicos. Sólo en Malta, Escocia e Islandia hay una mayor preocupación.

¿Cómo afecta a la salud?

La OMS advierte: "El estrés relacionado con el colegio tiende a ser padecido por jóvenes con elevados niveles de presión escolar y se caracteriza por un incremento de comportamientos que ponen en riesgo la salud, más frecuentes problemas de salud (dolor de cabeza, dolor abdominal, dolor de espalda y mareos) y síntomas psicológicos, como sentirse triste, tenso o nervioso". Los elevados niveles de presión escolar están también asociados con una autopercepción de la salud más baja y peor satisfacción con la vida.

La encuesta, que preguntaba a los chicos y las chicas cómo de presionados se sentían con los deberes que tenían que realizar cada día, complementa lo que ya ha dicho la OCDE, que advierte que España es uno de los países con más tareas: los alumnos hacen 6,5 horas de ejercicios a la semana, frente a 4,9 de media en los demás países.

La OCDE aprovecha para advertir que los deberes "son una carga para los alumnos con desventajas socioeconómicas", algo que también señala un informe publicado recientemente por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Francisco Pérez, coordinador de este trabajo, afirma que "uno de los aspectos en los que el entorno familiar condiciona los resultados del aprendizaje es la realización de tareas fuera del centro educativo".

"El apoyo que se puede recibir de los padres para hacer los deberes no es igual en un hogar con ingresos elevados o con adultos universitarios que en otro con ingresos bajos, en el que los padres -o los abuelos, cuando éstos son los cuidadores al salir de la escuela- sólo tienen estudios básicos. No es una cuestión de voluntad, sino de preparación para responder dudas, orientar la búsqueda de información o acompañar a los niños y adolescentes en el proceso de aprendizaje", explica el también catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Valencia.

Y añade: "En ocasiones, los jóvenes que crecen en entornos socioeconómicos menos favorables tienen que moverse mucho más solos en la parte de las tareas escolares que se desarrollan en casa y, con más frecuencia, superan peor los obstáculos que en ellas se presentan. La igualdad de oportunidades educativas efectiva requiere tener en cuenta estas circunstancias y no sólo garantizar el acceso a un centro escolar."

Cada vez más niños en la consulta

Javier Andrés Blumenfeld, pediatra del Hospital de El Escorial (Madrid) y miembro del Grupo de Trastorno por Déficit de Antención de la Sociedad Española de Medicina del Adolescente, recalca que los "niños españoles trabajan mucho tiempo y de una forma muy ineficaz".

"Se pasan la vida memorizando cosas sin enterarse de nada. En mi consulta cada vez aparecen más niños con ansiedad respecto al colegio y niños que, por cansancio o por agotamiento, no quieren seguir estudiando. Si tenemos a los niños haciendo deberes mucho tiempo, la motivación es mínima y baja la capacidad de aprendizaje", explica.

"Y no nos olvidemos de las familias, que también están agobiadas", apunta la psicóloga Margarita Montes. "La evidencia nos dice que poner más deberes en Primaria no necesariamente produce una mejora académica y, a cambio, se crea una tensión familiar y una sensación de ansiedad e irritabilidad que lleva al final a un desapego hacia todo lo escolar".

Lo sabe muy bien Eva Bailén, la madre que más duramente ha peleado para racionalizar los tiempos de las tareas escolares y que reconoce haber vivido "presión, frustración y ansiedad" en la persona de su hijo: "Diego, con 10 años, estaba tres horas haciendo los deberes después de pasar otras siete horas en el colegio. Fui al pediatra alarmada por las cosas que me decía y me recomendó que le llevara al psicólogo, al que estuvo yendo varios meses. Tenía síntomas de ansiedad y estaba casi depresivo. Le dio herramientas para mejorar el estrés".

"Me parece muy fuerte que un niño, con su edad, tenga que hacer técnicas de respiración y ejercicios para mejorar el estrés", recalca.
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LAS VACACIONES SON PARA DESCANSAR, QUE SE LO PREGUNTEN A ESTA MADRE QUE ESCRIBIÓ AL PROFESOR

La madre de Leyre le ha mandado esta carta a los profesores tras las vacaciones de su hija y como no podía ser menos, la carta se ha hecho viral.

La nueva tendencia es poner en duda la eficacia de los deberes para el desarrollo de los niños, ¿ya tienen demasiadas horas lectivas como para terminar el trabajo en casa? es un debate del que se va a hablar mucho en los próximos años.
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"LOS DEBERES HAN DE SER UNA EXPERIENCIA POSITIVA, NO UN PURGATORIO"

Una entrevista de Cristina Fernández a Richard Gerver, docente británico y referente mundial de la educación. Gerver recordó ayer en Málaga que los padres tienen que dejar a sus hijos jugar y confiar en su aprendizaje y la escuela prender la mecha del amor por el conocimiento.

Libertad, pasión por el aprendizaje, responsabilidad para enseñar con corazón y valentía para saber ver que el trabajo en el aula tiene que mutar tan rápido como el futuro que espera al acabar la escuela. Estas son algunas claves del discurso del británico Richard Gerver, referente mundial de la educación y el liderazgo que ayer ofreció una conferencia en el Auditorio de la Diputación de la mano de los colegios El Romeral y Sierra Blanca, del grupo Attendis. "Cada año organizamos una conferencia abierta a la ciudad con personalidades que nos puedan marcar pautas del camino por el que debe de ir la educación", consideró ayer Sandra Pérez, directora del colegio Sierra Blanca. En dos días se agotaron las 500 invitaciones para escuchar al magnético Gerver.

¿Cuáles son los retos de la educación en una sociedad cambiante?

Tenemos que entender que el futuro de la educación no consiste sólo en mejorar el sistema actual, debemos de dar un paso atrás para inventar constantemente nuevas formas de hacer lo mismo. Y necesitamos empezar por simples planteamientos sobre qué clase de mundo les espera a nuestros niños y qué preparación necesitan para estar en él, en un mundo que cambia demasiado rápido.

¿Y en qué puesto de salida se encuentra España para acometer esos cambios?

Siempre digo que España piensa que es peor de lo que realmente es. Pero es verdad que el país está estancado en un lugar muy similar a muchos países del mundo desarrollado. Para empezar, la educación está demasiado politizada. No hay suficiente implicación de la sociedad en su desarrollo y muchos profesores muestran su miedo y confusión porque tienen mucha gente diciéndoles qué tienen que hacer y cada día hay una nueva idea, una nueva política.

La comunidad educativa considera de absoluta necesidad un pacto de estado por la educación, ¿está de acuerdo?

Sí. Es cierto que todo está dominado por presiones externas y no por planteamientos auténticos y genuinos sobre la transformación de la educación. Por ejemplo, cuando salen los resultados del informe Pisa todos se vuelven locos y todo cambia de nuevo. Pero Pisa valora una parte muy pequeña de la realidad educativa. Incluso China, que tuvo de las mejores posiciones en el último ránking, está planteándose cambios. Y lo principal es algo mucho más fundamental, educar a los niños como seres humanos. A los estados que creen que los exámenes son el propósito de la educación, hay que hacerles entender que el mundo necesita más que calificaciones.

¿Qué necesitan nuestros alumnos en las aulas?

Muchas cosas, pero lo más importante es el amor al aprendizaje. Aprender tiene que significar para ellos más que sacar una nota.

¿Y los docentes?

Los profesores necesitan arriesgarse más, ser más creativos y hacerse más responsables de las posibilidades del desarrollo educativo. En otras palabras, tienen que ser más profesionales. Es algo controvertido de decir, pero es así.

¿Su formación tiene que ser continua?

Los profesores deben de evolucionar siempre, porque si el trabajo de un docente es preparar a un niño para el futuro, necesitan entender cómo es ese futuro. Los profesores tienen que demostrar que son unos apasionados del aprendizaje.

¿Ganar calidad educativa pasa necesariamente por bajar la ratio?

Sí, es algo muy importante. Los profesores necesitan ser capaces de establecer relaciones personales con cada estudiante, por eso cuantos más haya en clase, más difícil será. Yo digo que la escuela del pasado era como una producción extensiva pero el futuro será como la producción orgánica y ecológica.

Creo que no está de acuerdo con los deberes en casa...

No estoy en contra de que los niños trabajen en casa, lo que no comparto es cómo se les hace trabajar en casa. La mayoría de los deberes son aburridos, repetitivos y no sirven para nada. Sin embargo, si los alumnos son inspirados en la escuela querrán investigar y buscar más información en su tiempo libre. Los deberes necesitan ser una experiencia positiva y no una especie de purgatorio.

¿El trabajo por proyectos es positivo porque aporta más libertad?

Por supuesto. Aprender es una forma de conectar a los chicos con su entorno y la mejor forma de hacerlo es a través de los proyectos. El problema de muchos de los aprendizajes tradicionales es precisamente su desconexión con el mundo real.

Pero creo que los padres aún tienen miedo a que sus hijos no tengan un libro para estudiar en los cursos superiores...

El problema es que cuando los padres fueron al colegio los educaron para un mundo diferente y ahora necesitamos que los padres comprendan que la educación tiene que cambiar para que sus hijos triunfen en el futuro, que es distinto al suyo.

Hace poco una maestra me dijo que los libros de texto habían hecho mucho daño a la educación, ¿qué opina?

Los libros de texto están bien si se usan más como una enciclopedia y menos como una Biblia.

¿Qué opina de las reválidas?

No estoy nada de acuerdo, en Inglaterra las reválidas que teníamos dañaban el progreso de los estudiantes porque los profesores ponían el foco en preparar estos exámenes y no en enseñar.

Cada vez sometemos a los niños a más presión, los hacemos más competitivos, van a más actividades extraescolares... ¿están saturados?

Creo que los padres están matando a sus hijos con amor. Tenemos que recordar que los niños aprenden más en sus primeros cinco años de vida que en el resto. Los padres tienen que dejarlos jugar y confiar en ellos y en su aprendizaje.
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