"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

UN COLEGIO DE RIVAS ESTRENA LAS COMUNIDADES DE APRENDIZAJE EN MADRID

Mariano Martín Gordillo

Cerca de la Cañada Real, en Rivas-Vaciamadrid, hay un colegio en el que los niños llegan a discutir si prefieren a Ulises o el Quijote con el mismo ímpetu que si se tratara del Real Madrid y el Barcelona. Es el Centro de Educación Infantil y Primaria Mario Benedetti. Con un alto porcentaje de alumnado extranjero, el centro lleva cuatro años implantando las comunidades de aprendizaje para mejorar los resultados educativos y la integración. Lo que sucede puertas adentro cada vez despierta más curiosidad y está consiguiendo atraer a una población más variada.

Más de 60 estudiantes, profesores ajenos al centro o familiares apoyan las clases con grupos interactivos que tienen durante algunas horas semanalmente los alumnos del Colegio Mario Benedetti. En grupos de entre cuatro y seis, los alumnos realizan actividades, mientras los adultos les guían, pero les dejan hacer. “Todos avanzan. No hay ninguno que se quede atrás porque no se dejan. Además es un juego y no les supone un esfuerzo adicional ni frustración. Les hace ser más independientes”, explica Natalia Pérez, una voluntaria que estudió Magisterio, quien lamenta que la educación siga anclada en la clase magistral. “Aumenta el bienestar en el colegio. Yo estoy muy contenta y ellos también”, apunta la profesora de infantil Lorena Álvarez.

Los niños dicen que les gusta trabajar así, que les divierte más. A pesar del ruido que se genera con varios grupos hablando, se les ve concentrados en las tareas propuestas y atentos a las necesidades de sus compañeros. En el colegio han conseguido mejorar los resultados, pese a que es un centro al que llegan alumnos una vez comenzado el curso o que no conocen el idioma. Sorprenden, por ejemplo, los resultados de sus alumnos en las pruebas del Trinity College para certificar su nivel de inglés al ser un centro bilingüe. Estar acompañados por voluntarios que hablan el idioma, dentro del programa Includ-ed, les permite mejorar la parte oral, un refuerzo que muchos de estos alumnos no se pueden permitir fuera de las aulas. Pero los beneficios no son solo para los niños, las familias también se integran en la comunidad. Así, por ejemplo, hay madres árabes que comienzan a soltarse con el español junto a sus hijos y sus compañeros.

El colegio Mario Benedetti ha introducido en los últimos años diversas prácticas innovadoras basadas aprendizaje dialógico, que se inspira en la teoría de que al conocimiento se llega a través de la comunicación. El diálogo también se usa en la resolución de conflictos. “Tenemos menos problemas que en otros colegios. Todo se soluciona con diálogo. Cuando hay un problema mientras juegan al fútbol el resto evita que haya un conflicto. Hacen un escudo alrededor del niño. Si no lo resuelven, los profesores intervienen para ver qué ha pasado y que no vuelva ocurrir”, explica el director, Nacho Bernabé.

El centro acaba de someter a la votación de las familias la implantación definitiva de las comunidades de aprendizaje tras varias asambleas explicativas, con un apoyo del 97 por ciento de los votos. “Son otros valores, como ayudar y ser responsables. Me parece muy positivo. Lo negativo es si los alumnos que van más rápido y pueden avanzar más no pierden el tiempo”, argumenta una madre cuando todavía no había decidido qué votar. “Está demostrado científicamente. Cuando se verbaliza el aprendizaje es cuando eres capaz de aplicarlo. No es una pérdida de tiempo”, le explica la jefa de estudios, Alicia de la Puente.

Los sueños del centro

Aparte de reforzar estas prácticas, la transformación en comunidad educativa supondrá el centro comenzará a soñar. Todos podrán plantear sus sueños para el centro y algunos serán seleccionados. Para llevarlos a cabo, se crearán comisiones que tendrán que trabajar en su consecución.

Paqui, la impulsora del proyecto en este centro, explica que “todas las personas tienen habilidades académicas, comunicativa y prácticas y el aprendizaje debe estar basado en las tres. Antes solo importaba la académica. Con saber sumar ya se aprobaba, pero en una tienda el niño igual no sabía aplicarlo. La escuela estaba desconectada con la vida”. Entre todos los beneficios, esta maestra destaca la transformación que se produce en los alumnos.

Dentro de su visión dialógica, el centro también desarrolla otras actividades, como el proyecto LOVA, que convierte a los alumnos en una compañía teatral para representar óperas, que ellos mismos crean y pueden versar sobre cuestiones cercanas como la familia o conceptos más abstractos como el ‘fin’, tema propuesto para este curso. Los alumnos se reparten los oficios, escriben el guion e incluso se encargan de programarla en centros.

La iniciativa que más está sorprendiendo a los propios profesores son las tertulias literarias. Leen simultáneamente ‘El Principito’, ‘La Odisea’, ‘El Quijote’ y otros clásicos en ediciones adaptadas, mientras anotan lo que les sugieren y las dudas que les surgen. Después se pone en común en tertulias, desarrolladas en las clases de Valores Cívicos, ya que apenas hay alumnos que pidan Religión en este centro. Hasta los profesores están sorprendidos por las reflexiones a las que llegan y por el gusto por la lectura que están desarrollando. Cuando una alumna de etnia gitana pide poder llevarse las novelas ejemplares de Cervantes para leer La Gitanilla en vacaciones o entiende que la historia de amor imposible de Romeo y Julieta no está tan lejos de lo que a ella le podría pasar los docentes se reafirman en el aprendizaje dialógico.

La comunidad de aprendizaje que vienen implantando cada vez llama más la atención a otros centros y las propias autoridades educativas. También a las familias, pues cada vez hay más niños españoles cuando era un colegio con un alto porcentaje de niños inmigrantes, sobre todo de Rumanía y Marruecos. “Parecía condenado a cerrar con 240 alumnos y ahora tenemos 399. Además, este año hemos conseguido que en el primer curso las aulas estén al 50 por ciento entre población española y extranjera”, destaca el director. Han evitado convertirse en un ‘colegio gueto’ y además los niños van “muy contentos” al cole.