"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
HISTORIA

Este artículo es una reproducción del prólogo a la tercera edición de la obra PENSAR EN SER RICO.

Este libro fue publicado en su primera edición en el año 2008, y fue redactado desde la candidez de todo escritor novel, pero también con la pasión de un filósofo aspirante a ser librepensador, y todo ello sin descuidar la meticulosidad del mensaje propuesto. Al releerlo con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, no puedo más que reafirmarme en que esta obra es la piedra angular sobre la que he edificado mi pensamiento filosófico, constituyéndose así en la columna vertebral del discurso teorético plasmado en mis obras posteriores.

Los primogénitos pensamientos filosóficos de esta obra, si cabe, adquieren más validez que nunca ante la ausencia de una genuina reflexión en este decadente sistema capitalista que degrada a marcha forzada al ser humano, como si la humanidad no aprehendiera por sí misma las lecciones que nos ofrece la historia y el paso del tiempo. La perspectiva temporal también invita a realizar algunas consideraciones en este prólogo de modo que, el lector, conozca cuál es mi análisis sobre la evolución de mi propia consciencia cognitiva años después con esta tercera edición.

Con sus errores y sus aciertos, deseo que esta tercera edición sea fiel al pensamiento original, y es por ello que este autor ha decidido no quitar ni añadir nada al contenido de esta tercera edición. No obstante, las ideas plasmadas en el pasado (2008) y proyectadas hacia el futuro que es este presente (2017), requieren de varios apuntes y consideraciones objeto de este prólogo.

La primera consideración es respecto al ex presidente del gobierno Felipe González, a quién cito en el capítulo seis, y donde digo textualmente:

"Es en esa línea de concordancia entre los sabios de cada país y del mundo entero (al estilo de la alianza de civilizaciones propuesta por el Sr. Zapatero) como deberá institucionalizarse un comité formado por todos los grandes pensadores de todas las áreas del conocimiento: filósofos, científicos, sociólogos, investigadores, premios Nobel, líderes espirituales y religiosos, todos ellos libres de las ataduras partidistas a poderes económicos y políticos, pero con autoridad para encauzar una moral de la Humanidad en base al propio Conocimiento. Me parece que esta utopía está todavía lejos de concretarse aunque, hay un atisbo en este sentido, al haber sido nombrado, muy recientemente, Felipe González como presidente del comité de sabios de la Unión Europea."

Me retracto formalmente de la anterior aseveración respecto a Felipe González pues, con el devenir de la historia, ha quedado más que evidente que ha sido un peón al servicio de CIA americana para modelar la Transición “modélica” y “pacífica” a las órdenes del imperialismo estadounidense con el objetivo de expandir mediante bases militares en España un dominio global de la OTAN. Felipe González, a estas alturas de la historia, no puede negar que forma parte de la oligarquía política y plutocrática, vaya, que es parte del criminal sistema capitalista y que ha traicionado a los trabajadores que han confiado ciegamente en él durante sus diferentes mandatos políticos. Una vez más, la perspectiva de la historia deja al descubierto cómo la ingeniera social y mental es diseñada desde supra-estructuras políticas y económicas a las que los iletrados como mis progenitores difícilmente tenían acceso, y por eso confiaron en un joven líder socialista que les prometía libertad y trabajo. Por todo ello, Felipe González ni es sabio, ni mucho menos podría aspirar a presidir un comité de sabios en la estricta definición del término. Felipe González no sólo ha traicionado la generación de mis progenitores, sino la mía propia, y es por eso que dejo constancia de todo ello en estas líneas para que la historia ponga a cada cual en el sitio que se merece, en el caso de Felipe González un traidor de la clase obrera y trabajadora.

La segunda observación hace referencia a mi “enfermedad” descrita al final de la obra, más concretamente en el capítulo once en referencia al tránsito evolutivo de la conciencia personal a la conciencia transpersonal. La curación de dicha “enfermedad” pasaría, citando textualmente, por:

"Librarme de la esclavitud sensible (como la mayoría de los mortales), para dedicarme acto seguido a la actividad intelectual transpersonal (aquella en que puedo expresar mis ideas para que puedan ser oídas socialmente)."

En dicho sentido, la perspectiva temporal me permite aseverar que soñar es gratis, y que a veces lo sueños se cumplen. En efecto, tras la publicación de siete obras incluida esta, me hallo en un momento dulce de mi vida intelectual y, sin duda, borrará todo rastro de la citada “enfermedad”.

Y por último, la tercera anotación hace referencia a la epifanía intelectual y espiritual descrita en los siguientes términos al final de la obra:

"Y, como consecuencia de ello, emerge el sentido de mi vida que, hasta ahora, no estaba consciente, a saber: mi sinsentido existencial y mis conocimientos intelectuales desorientados, de pronto, cobran forma de espiritualidad. Emerge la conciencia de que el conocimiento (sustento de toda dialéctica intelectual), así como el amor (sustento de toda dialéctica espiritual), son los impulsores de la dialéctica material de los hombres. Pero nosotros, pobres mortales, debemos redescubrirnos a nosotros mismos, para dejar emerger esos nobles impulsos. Tenemos el imperativo racional y moral de volver a poner el conocimiento y el amor por encima del materialismo. Aunque sea probable que, yo mismo, no vea esta tarea acabada, los mismos imperativos (racional y moral) me obligan a intentarlo en este sentido."

Es así como, una vez más, la perspectiva temporal me permite aseverar que La educación cuántica, una obra de carácter epistemológico, colma las inquietudes y preguntas de la citada epifanía intelectual y espiritual de esta primera publicación.

Lo que tienen en común las tres reflexiones anteriores son, precisamente, la perspectiva temporal que provee la historia. Porque el tiempo pone a las cosas y a las personas en su sitio, como si de un efecto kármico se tratara cuya causa son unos pensamientos proyectados desde el pasado al futuro, que es este presente. Porque pasado, presente y futuro están interconectados tal como demuestra el físico francés Garnier mediante su teoría del desdoblamiento de los tiempos. Pasado, presente y futuro están unidos kármicamente, todo es causa-efecto de los propios pensamientos. Como dijera Buda: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”, y también, “ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”. También Platón lo expresó magníficamente: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”. ¿No coinciden, tanto Garnier, Buda y Platón, en señalar a la ley del karma?

El nexo de unión en el devenir temporal son los propios pensamientos que nos permiten soñar con el futuro, siendo asimismo nuestro presente el sueño de nuestro pasado. Y en ese mundo onírico, es nuestra imaginación la que posibilita los futuros deseados por cada cual. Cada cual da el mejor de los sentidos a su vida en función de sus propias creencias, acertadas o no. Cada cual imagina su mejor futuro posible: “Cada cual recoge lo que siembra”.

Dicha importancia de la imaginación es contemplada en la Crítica de la razón pura de Kant, pues ocupa un lugar fundamental como condición de posibilidad del conocimiento. A primera vista, llama la atención que Kant no haya presentado en forma sistemática una doctrina explícita sobre la imaginación a pesar de adjudicar a esta facultad una función tan original en el conocimiento humano. La originalidad de la concepción kantiana de la imaginación reside básicamente en su función transcendental que debe realizarse según reglas universales y necesarias para cumplir una función válida en el conocimiento objetivo. Esto no solo significa que la imaginación deja de producir imágenes de manera caprichosa, sino que además se somete a reglas que no derivan de la experiencia. Por estar sometida a este tipo de reglas, la imaginación pertenece a la espontaneidad, que Kant considera como un elemento fundamental para el conocimiento de objetos. Ahora, dicha imaginación, mediante la epistemología postulada en La educación cuántica, debe dirigirse hacia el sujeto, a sí mismo, a la propia conciencia y sus inherentes reglas universales y necesarias, al decir de Kant. Y una de esas reglas es la causa y el efecto o karma contemplado en la filosofía perenne.

Soñar imaginativamente no es baladí sino se convierte en un eje de responsabilidad de cada cual pues hay que anteponer el futuro soñado como una posibilidad cuántica. ¿Acaso no dicen los mayores a los niños que pidan un deseo cuando soplan las velas de cumpleaños? ¿No es una tremenda contradicción que inculquemos sueños en nuestros infantes, cuando los adultos han perdido en su mayoría la capacidad de hacer realidad sus propios sueños? ¿Por qué dejamos de soñar los adultos? Porque vivimos una vida que no es nuestra. Porque hemos perdido la capacidad de soñar y ser libres con la imaginación. Soñar es gratis, y a veces los sueños se hacen realidad. Hay que vivir los sueños como si fueran la única realidad. Porque La vida es sueño, en el mismo sentido propuesto en la obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca, cuyo tema central es la libertad del ser humano para configurar su vida, sin dejarse llevar por un supuesto destino.

La concepción de la vida como un sueño es muy antigua, existiendo referencias en el pensamiento hindú, la mística persa, la moral budista, la tradición judeo-cristiana y la filosofía griega. Según Platón, el hombre vive en un mundo de sueños, de tinieblas, cautivo en una cueva de la que sólo podrá liberarse tendiendo hacia el Bien, y únicamente así entonces el hombre desistirá de la materia y llegará a la luz.

Como dijera el poeta estadounidense Faulkner: “La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”. Soñemos pues que nuestros sueños pueden hacerse realidad, porque el que vive sin soñar no puede decirse que viva.