"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
MAYÉUTICA

Este artículo es una reproducción del capítulo 7-1 de la primera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Una vez disertado sobre los fundamentos históricos, sociológicos, psicológicos y filosóficos que hacen necesaria La educación cuántica, es pertinente hacer una observación en honor a la verdad: la postulación de Garnier sobre la naturaleza cuántica del pensamiento como creador de futuros posibles, es una actualización científica que viene a corroborar una verdad presente en la filosofía perenne, pues como dijera Buda: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”, y también, “ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”. También Platón lo expresó magníficamente: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”. ¿No coinciden, tanto Garnier, Buda y Platón, en señalar a la ley del karma?

El karma, según la filosofía dhármica (una palabra sánscrita que significa, “ley natural”), sería una energía trascendente, invisible e inmensurable, que se deriva de los actos de las personas. Generalmente, el karma se interpreta como una “ley” cósmica de retribución, o de causa y efecto. Según esta doctrina, las personas tienen la libertad para elegir entre el bien y el mal, pero tienen que asumir las consecuencias derivadas de sus pensamientos y de sus acciones. ¿No es esa la propuesta científica que, mediante la física cuántica, hace el físico francés Garnier con su teoría del desdoblamiento del tiempo? Indudablemente, son tiempos para una educación cuántica; son tiempos para estudiar filosofía transpersonal, son tiempos de contemplar la fusión de la ciencia con la filosofía perenne.

La educación cuántica invita volver a la filosofía como genuina productora de conocimiento, pero no hacia la tradicionalmente impartida en la actual educación académica, sino con la mira puesta en la filosofía perenne. Incursionar en las verdades eternas de la filosofía perenne, inquiere una reinterpretación acorde a los actuales tiempos cuánticos, nunca mejor dicho, con una mente cuántica, quien debe hacer una correcta introspección cognitiva de dichas verdades perennes, una cuestión que la educación tradicional obvia totalmente. Dicho de otra manera, la verdad se halla en nuestro interior y, por lo tanto, La educación cuántica propugna la técnica mayéutica, atribuida originariamente al magistral Sócrates en boca de Platón.

La mayéutica se apoya sobre la teoría de la reminiscencia: el conocimiento se encuentra latente, de un modo natural, en el alma, y es necesario descubrirlo de un modo directo mediante el empoderamiento consciente, una metodología pedagógica ya puesta en práctica por las denominadas escuelas activas, porque un niño es un pozo de sabiduría si se le educa en un entorno de libertad, conocimiento y amor. El conocimiento preexiste potencialmente en cada uno de nosotros, como un roble lo está en la bellota. La naturaleza es sabia y conviene imitarla como certeramente observó Aristóteles a través de su teoría de la potencia y el acto. Todo hombre, potencialmente, debería tener acceso a la libertad y al conocimiento, dos presupuestos que niega tajantemente el sistema capitalista a la clase oprimida. Así, más que nunca, es necesaria La educación cuántica.