"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
Inteligencia espiritual

Este artículo es una reproducción del capítulo del mismo titulo situado en la página 260 de la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela), titulada:

PSICOLOGÍA DEL HOMO COMPLEXUS PARA UNA EDUCACIÓN DESDE LA COMPRENSIÓN


La inteligencia espiritual nos hace un recordatorio sobre el hecho que el despertar espiritual consiste en separar los sentimientos de la consciencia. Caer en cuenta de la identificación de la mente, de la que provenimos, y reconocer que ahí no está nuestra verdadera identidad. Requerimos entender que la espiritualidad o inteligencia espiritual al hacernos crecer en compresión de nuestra verdad, nos pone en camino de desaprobación, por eso a más espiritualidad, menos ego y menos egocentrismo. De esto deviene que el criterio decisivo de una existencia espiritual no puede ser otro que la desegocentración, la bondad, la compasión, la compresión del otro, unidos a la ecuanimidad de quien ya ha descubierto que su verdadera identidad transciende todo vaivén y toda impermanencia. Por lo que el término inteligencia espiritual puede ser definido como la capacidad de encontrar un sentido profundo de la vida, de la existencia.

A lo anterior nos acercamos a través de las siguientes ideas: “La dirección que no ha de variar aunque se cambien los vehículos y los caminos, es el progresivo descentramiento del yo, tanto personal como comunitariamente” (Melloni, 2000, p.18).

Por otro lado, reseñaremos sin ánimos de ser reduccionistas que existe una perspectiva, un planteamiento en torno a la existencia de un gen de Dios, de acuerdo a esto se revela que la inteligencia espiritual, procede de una base biológica que habita en el cerebro humano, al que le confieren el nombre de “punto Dios”, algunos científicos (Boff, 2011). No obstante, tal inteligencia requiere que la desarrollemos a lo largo de nuestra vida, por lo que no basta con constatar ese “punto Dios”. Hay que desarrollar la inteligencia espiritual, volviéndonos hacia nuestro interior, dialogando con nuestro centro y con lo profundo que nos contiene. Podemos así interpretar que si la inteligencia espiritual está en nosotros, y al ser nosotros parte del universo, entonces significa que esta inteligencia constituye una propiedad del universo; por tanto la misma al ser inherente al hombre y al cosmos nos conduce a la comprensión compleja de las personas.

Otro elemento relevante en torno al tema que nos ocupa, es que el ser humano no está dotado solo de inteligencia intelectual y emocional sino también espiritual. Lo que nos permite visualizar además que la integración de las tres, nos abre a una comunión amorosa con todas las cosas, así como a una actitud de respeto, reverencia y comprensión hacia los otros seres humanos (Zohar y Marshall, 2002). Por lo que pensamos que solo a partir de lo descrito podemos integrarnos en el todo, sentirnos parte de la comunidad de vida, acogidos como compañeros en la gran aventura cósmica y planetaria.

Adicionalmente, es importante traer a colación que los términos inteligencia espiritual atesoran gran cantidad de significados: hablamos de una capacidad interior del ser humano, algo que no vemos, no percibimos en el cuerpo o en el rostro de las personas, sin embargo, está en ellas y se expresa a través de su obrar, su decidir, su actuar.

Por tanto es una capacidad interna de cada ser, como lo es la imaginación, la memoria, la voluntad, que lo conduce a un transcender el ego, así como también a un despertar de la consciencia, que son expresados a través de su obrar. Es por todo ello que en esta investigación estamos de acuerdo en que la psicología está llamada a contar con la categoría de “espíritu”, lo que le permitirá acercarse de forma más completa a la vida humana, a la complejidad del ser y por ende a su comprensión.

En este transitar por el tema de la inteligencia espiritual no podemos dejar de lado que la misma da el poder de tomar distancia de la realidad y de nosotros mismos, no en el sentido físico, más si en el sentido mental, es decir, separarse sin dejar de ser, sin dejar el mundo. Por ejemplo, para poder valorar y comprender un vínculo, una amistad, es esencial tomar distancia y, luego desde la contención de las emociones, de las pasiones valorar de manera ecuánime, con lo que estamos comprendiendo así al ser humano. También, la inteligencia espiritual facilita el adéntranos por aquella ruta infinita que nos conduce al conocimiento de nosotros mismos, porque cuando una persona cultiva la inteligencia espiritual tiene capacidad para distinguir el personaje del ser, la representación de la esencia. Esto nos permitirá llegar a desprendernos del ego y abrirnos a la dimensión transcendente que se denomina Self (Torralba, 2017).

Lo anterior nos permite considerar que la inteligencia espiritual conecta al ser humano con el gozo estético, facilita deleitarnos con la belleza natural, con lo artístico y con la simplicidad de las pequeñas cosas. Conectándonos con el sentido del misterio, de lo insondable, lo que va más allá de lo desconocido, o se conoce mal, con lo que está oculto, lo que no se percibe con los sentidos, ni se aclara con la razón.

Por eso esta inteligencia nos lleva a la búsqueda de la sabiduría que permite la labor de síntesis, para la mirada en conjunto. Es así como, desde la perspectiva de la espiritualidad podemos comprender que la inteligencia espiritual facilita el darnos cuenta de que existimos, experimentando una sorpresa que nos conduce a amar la vida y a gozar intensamente de ella, trascendiendo de esta forma nuestro ego y posicionándonos en un “Nosotros”, que conduzca a la compresión del ser humano (Buzan, 2003).

En atención a lo expresado hasta aquí , aunado a las reflexiones a las que nos llevó este constructo es importante tener claro que la inteligencia espiritual no tiene que ver con el intelecto, es una inteligencia que emerge como consecuencia del cultivo de los espiritual, o lo que algunos místicos llaman evolución de la consciencia. En este sentido las persona que se aproximan a esta dimensión llegan a la altura donde sus capacidades intelectivas, perceptivas, e intuitivas se potencian. Es por esto, que nos adherimos a la idea que esta inteligencia que venimos referenciando se da en la medida en la que haya una apertura a lo que es la vivencia espiritual, la compasión hacia el otro, la conexión con nuestra supraconsciencia, la sabiduría, lo que nos conducirá a la comprensión del ser humano. De lo antes expuesto se deriva que la evolución espiritual viene a ser un elemento importante en el proceso de hominización, es decir, nos hacemos más humanos en la medida en la que cultivamos lo espiritual en cada uno de nosotros.

Para concluir deseamos expresar que la inteligencia espiritual nos da la facultad de valorar, tarea esta que es propiamente humana convirtiendo a la persona en un sujeto ético, es por ello que la experiencia ética halla su fundamento en esta inteligencia. Somos seres que podemos experimentar comportamientos éticos porque tenemos capacidad de tomar distancia y llevar a cabos valoraciones. Solo el ser humano es capaz de construir su propia pirámide de valores (pirámide axiológica) y vivir conforme a ella gracias a la experiencia espiritual (Buzan, 2003).