"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
ESQUEMA EPISTEMOLÓGICO

Este artículo es una reproducción del capítulo del mismo titulo situado en la página 266 de la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela), titulada:

PSICOLOGÍA DEL HOMO COMPLEXUS PARA UNA EDUCACIÓN DESDE LA COMPRENSIÓN


La visión transracional concibe a la educación como misión espiritual. En tal sentido, pensamos que nuestra civilización requiere cambiar su derrotero que pasa por una renovada pedagogía para con ello cambiar el mundo, no desde afuera, sino desde el interior de las personas.

Es importante reseñar que a la vista de las experiencias pedagógicas, se puede considerar que el sistema educativo tradicional está atravesando un proceso de metamorfosis gracias a personas que trabajan en pos del empoderamiento humano, en aras a fortalecer la potencial profundidad inherente a todas las personas; y ello solo se puede realizar desde un giro copernicano en el modelo cognitivo de la educación (Martos, 2017).

No hay lugar a dudas que el paradigma educativo tradicional está en tránsito, sin embargo no sabemos hacia donde se dirige. Esto se traduce en un vacío cognitivo ocasionado por la incertidumbre educacional del futuro, y cuya finalidad debería ser buscar la unidad del saber, lo que inquiere una reconstrucción epistemológica en el marco de la psicología compleja transpersonal como un nuevo paradigma de conocimiento, argumentado en la educación cuántica o transracional (Ob.cit).

Bajo el tamiz de esa educación transracional cuántica, es menester que el ego trascienda hacia una regenerada espiritualidad, en una fusión de la razón con el espíritu, sustituyendo el egoísmo por la compasión y la consciencia personal por la transpersonal, toda una trascendencia espiritual que permite ir más allá del ego (Vaughan y Walsh, 2000) y ver el mundo como un todo holístico del cual somos un engranaje más en la naturaleza. Desde luego que a partir de una educación como la descrita estaremos en condiciones de comprender al ser humano, a ese ser complejo que se debate en la paradoja de la unidad múltiple, lo que nos une, nos separa, en fin lo que lo hace ser complejo en el sentido que reúne en sí rasgos contradictorios.

Un aspecto más a tener presente en la educación transracional es que la misma nos demuestra que hay dos modos de conocer: el método científico y el trascendental, diferentes, más complementarios. El primero languidece con el pensamiento occidental que enfatiza la dualidad sujeto-objeto, el materialismo, el poder de la razón; el segundo, el racionalismo espiritual, es el artífice de un nuevo mundo que vislumbra el empoderamiento consciente de las personas y cuya primera condición es trascender el ego, para ver la vida de un modo compasivo, partiendo de la idea que para cambiar el mundo, hay que comenzar por uno mismo, uniendo la sabiduría (Droit, 2011 en Martos 2017), y el amor (Huther, 2015 en Martos 2017), en una nueva percepción consciente no dual, pues conocimiento y amor son como las dos caras de la misma moneda, donde el saber sin amor es puro egoísmo (ob.cit).

Concatenado con lo anterior la educación transracional al implementar la razón con el corazón, permite sumergirnos en la profundidad de la consciencia, construir nuestros objetivos comunes en un intercambio de comunicación libre, alejada del egocentrismo, la incomprensión del otro, el etnocentrismo, abonando así el camino que glorifica la trascendencia. Asimismo, invita a creer en un giro cognitivo según el cual nos trasladamos del “ver para creer”, en atención a lo estipulado por el método científico, al “creer para ver” e incluso al “saber para creer y ver” encaminándonos de esta forma hacia un método trascendental; por lo que nos insta a salir del desconocimiento en el que está sumergido el ego, lo que permitiría su trascender.

Como ha quedado expresado en líneas que anteceden la educación académica tradicional está quedando obsoleta, requiriendo de una nueva mirada pedagógica acorde a los nuevos tiempos cuánticos, donde se da una conexión con el universo entero. Si a ese cambio cuántico se le añade la necesaria renovación moral y espiritual, tendremos así el fundamento epistemológico para poder hablar de la educación transracional (Martos, 2017) Pudiéndose afirmar que esta educación es un emergente contrario a la educación tradicional como garante de una necesaria regeneración humana, al propugnar una evolución holística del “yo” hacia el “nosotros”, mediante la fuerza del amor y del saber.

Es relevante el hecho, que de nada sirve lo argumentado acerca de la educación transracional o cuántica, si todo ello no tiene su correlación práctica con la psicología. De un modo sinérgico, la filosofía transpersonal, la psicología transpersonal junto a la educación cuántica, son tres disciplinas cognitivas que se erigen como un nuevo paradigma de conocimiento, donde el saber y el espíritu colectivo, deberían ir de la mano en ese mundo por construir. Es por ello que al hablar de educación cuántica nos referimos a una revolucionaria pedagogía, cuyas bases epistemológicas e históricas se asientan sobre el movimiento transpersonal (Martos, 2017).

En el marco de lo que venimos expresando, una educación fundamentada en la espiritualidad es un imperativo para instaurar en el futuro una vida espiritual en una sociedad digital (Torralba, 2012), Consecuentemente, espiritualidad y educación social es un binomio para trascender la sociedad de la ignorancia (Mayos, 2011), A partir de aquí pensamos que solo entrelazando los planteamientos anteriores será posible el nacimiento de una nueva consciencia, ya que no se ha producido una socialización efectiva del conocimiento y ello impide que nos dirijamos hacia la sociedad del pensamiento tal como requerimos hacerlo. Por lo que es necesario trabajar en la perspectiva de generar una nueva consciencia crítica de especie. Solamente con una evolución responsable, construida a través de una consciencia transracional, afianzada en una educación cuántica, podremos convertir el conocimiento en pensamiento y alejarnos así de la llamada sociedad de la ignorancia.

En atención a estas ideas, es necesaria la sanación del ego fragmentado y distanciado de los otros, la gran esperanza de la educación transracional. Para tal fin se requiere de las mentes cuánticas aquellas que aúnan la razón con la espiritualidad, las que saben que todo conocimiento surge de lo más profundo del ser humano cuando se pone la razón al servicio del amor (Martos, 2017).

En esta línea de pensamiento es importante significar que la educación transracional o cuántica posibilita un giro copernicano en el modo de aprehender el conocimiento al oponerse a la visión mecanicista, industrial y positivista de la educación tradicional, siendo el fundamento epistemológico de esta educación ( que implementa la razón con el corazón), la filosofía transpersonal que viene a ser una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la consciencia (Martos, 2017). Adicionalmente la educación transracional se enfoca en el pensamiento que orienta la razón hacia la espiritualidad, por tanto, se posiciona en un misticismo contemplativo que enfatiza en la no dualidad sujeto-objeto. Es por ello que dirige su mirada hacia el despertar de la consciencia, que conlleva al nacimiento de una nueva consciencia abrazada a la dimensión espiritual del ser humano.

De lo anterior se desprende que la educación a la que venimos haciendo referencia pretende sintetizar la razón con el espíritu, por lo tanto, ese camino espiritual es difícil de alcanzar, simplemente con la razón (dualidad entre un sujeto pensante y un Dios pensado), sino con la experiencia de la no dualidad donde todos somos una expresión del espíritu divino. Es por esto que se trata de un genuino misticismo vivido conscientemente mediante el amor y desde el silencio, un camino de sabiduría que nos adentra en el misterio de la vida (Martos, 2018).

Es menester mencionar que la educación transracional se alinea a la idea que no se requiere ser demasiado severo con los errores de los estudiantes, sino tratar de eliminarlos a través de la educación, este viene a ser el objetivo pretendido por esa educación cuántica o transracional, esto se logrará mediante el otro modo de saber, el místico, diferente pero complementario con el método científico. Este otro modo de saber se sustenta en la introspección de los propios pensamientos con la finalidad de trascender las connotaciones negativas del egocentrismo, orientándonos hacia la genuina espiritualidad.

Por lo que la educación transracional postula adquirir la maestría interior para la comprensión objetiva de los conceptos de amor, virtud, justicia, compasión, comprensión del otro y de sí mismo, toda una medicina cuántica (Martos, 2018).Por último, es destacable que esta revolucionaria pedagogía filosófica es posibilitada por la física cuántica, por lo que se corresponde con un racionalismo espiritual presente en la filosofía perenne, donde sujeto y objeto son la misma cosa y cuya percepción se realiza mediante una renovada consciencia.

Por todo lo antes mencionado es que en esta investigación doctoral estamos esperanzados en esta educación cuántica o transracional.

Seguidamente presentaremos el esquema epistemológico de la educación cuántica (ver imagen adjunta).