EL MITO DE LA CAVERNA
Este artículo es una reproducción del capítulo 10 de la primera parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
1 - Sombras y luces
Hacer historia es harto difícil, aunque no imposible. La educación cuántica ha surgido holísticamente en la noosfera por dos motivos. Por un lado, mediante la física cuántica se ha producido un giro copernicano en el materialismo científico del “ver para creer” al “creer para ver”, abriendo así la puerta de la maestranza para que entre triunfante desde el fondo de la historia la filosofía transpersonal y la psicología transpersonal. Y por otro lado provocado ese surgimiento holístico de La educación cuántica, por la crisis espiritual al acercarse el “misticismo cuántico” peligrosamente en el cuestionamiento de los dogmas religiosos.
En efecto, la “espiritualidad religiosa” (creencia sin razón) está acosada por los “místicos cuánticos” (creencia con razón), unos “peligrosos” librepensadores calificados como pseudocientíficos por intentar unir la ciencia y el espíritu en una escuela de pensamiento auspiciada por la filosofía transpersonal. ¡Cuidado, estamos robando la espiritualidad a la curia eclesiástica! ¡Y también el derecho a pensar que pertenece al materialismo científico! ¿Quién debe vigilar los pensamientos de quién? ¿Quién tiene razón en este encontronazo entre ideas materialistas e idealistas?
Lo cierto es que, aunque ello tarde alguna que otra generación, la crisis espiritual es inevitable, pues los dogmas religiosos se están agrietando por el acoso del emergente racionalismo espiritual, el cual cuestiona la espiritualidad basada en la simple fe, alejada de la razón y la ciencia, como si los fieles fueran incapaces de comprender las cuestiones del espíritu. Y en ese terreno, el método científico no tiene mucho que hacer, pues rechaza implícitamente el “creer para ver”, salvo que comience a vislumbrar las propuestas del “misticismo cuántico”, por cierto, una corriente de pensamiento generada por unos díscolos científicos. Nadie puede obligar a otra persona a convertir sus ideas. La razón es una cosa y la fe otra muy distinta, hasta ahora…
Primeramente. En un largo periodo histórico, la fe religiosa ha supuesto la mayor ceguera para hacer del hombre un ser libre y consciente, hasta que Descartes alumbró al “cogito”. Durante esa larga noche oscura de la humanidad, la milenaria sabiduría recogida por Platón en las antiguas escuelas de conocimiento esotérico, ha sido sepultada por los dogmas religiosos. Desde una perspectiva histórica, como diría el propia Marx, “la religión es el opio del pueblo”. Es la sinrazón diría yo. Antaño, probablemente, se pudiera necesitar de un confesor; hoy le corresponde profesionalmente ese papel a la psicología y al asesoramiento filosófico. El asesoramiento filosófico es el revulsivo pedagógico por excelencia, pues busca devolver a la filosofía su operatividad, su originaria dimensión terapéutica y su relevancia para la vida cotidiana. En este sentido está escrita La educación cuántica.
En segundo lugar. Con el racionalismo moderno, la ciencia se ha dado un empacho en su búsqueda hacia la verdad mediante el método científico. Pero un buen día, la ciencia no pudo progresar más en su expansión cósmica: por un lado, la teoría de cuerdas que postula otras dimensiones raya inexorablemente con cuestiones filosóficas y espirituales inabarcables mediante el método científico; por otro lado, la física cuántica que remite irremediablemente al observador como modificador de la realidad, ha despertado de su letargo a unos díscolos pensadores conocidos como “místicos cuánticos”, un tímido movimiento de rebeldes que osaron unir la ciencia con la espiritualidad.
2 - Las sombras del ego
Estos pensadores “transpersonales”, al aunar la ciencia con la espiritualidad, ponen inevitablemente en cuestionamiento al pensamiento occidental: el pensamiento único neoliberal es una dictadura del ego plutocrático que utiliza la información, el conocimiento, la educación, los gobiernos y los ciudadanos para exclusivos fines egoístas y de dominación. El genuino pensamiento que debería defender a la humanidad está secuestrado por instituciones pretendidamente “democráticas” -Troika, BCE, CE, FMI, Banco Mundial, gobiernos, partidos políticos, justicia, etcétera-, como evidencia la demanda de una nueva conciencia por el 15M y demás movimientos sociales. La noosfera está en marcha: el “yo” (ego) está despertando paulatinamente y, como la oruga se transforma en mariposa, de ese “yo” surge holísticamente un espíritu colectivo o “nosotros” kantiano. Es un cambio de paradigma que se da tanto en las estructuras sociales como psicológicas. Es una renovada conciencia presente en aquellas personas que aúnan la racionalidad con la genuina espiritualidad, hasta ahora ambas presas, respectivamente, de los poderes fácticos y de los dogmas religiosos.
Si a lo anterior le unimos la crisis epistemológica que está sufriendo el método científico al ser acosado por lo que ellos llaman “místicos cuánticos”, el cambio de paradigma que se presenta es más que evidente: la filosofía tradicional, ese pensamiento surgido de la racional-modernidad tras el primer renacimiento humanístico, está agotado y no puede dar respuesta a la demanda colectiva que pide a gritos un cambio de verdad en el mundo. Estos rebeldes se les suelen conocer como “anti sistema”, “anti globalización”, “15M”, “Occupy Wall Street”, “Foro Social Mundial”, “ATTAC”, “misticismo cuántico”, etcétera. Todos ellos son “activistas cuánticos” que trabajan en la unión del “nosotros” frente a los egos fragmentados y disociados de la colectividad. Toda una crisis civilizatoria del pensamiento occidental que ha segregado el espíritu colectivo de la razón, y que ahora reivindica su legítimo papel en la historia.
Marx desentrañó las leyes inherentes al funcionamiento del capitalismo que ha degenerado en la actual crisis económica, social y política. Pero fue Kant antes que Marx quien previo la crisis intelectual y espiritual que está viviendo actualmente la humanidad, unas dudas que expresó en su ensayo ¿Qué es la ilustración? . Kant, mediante sus Tres críticas, diferenció magistralmente tres mundos: la ciencia (“ello”), la profundidad intelectual del sujeto cognoscente (“yo”) y la moralidad como sujetos espirituales (“nosotros”). Posteriormente la postmodernidad ha fracasado en su intento de unir ese mundo exterior y ese mundo interior con un conocimiento fundamentalmente sustentado sobre un racionalismo pragmático. Sin embargo, los polos están cambiando: Ken Wilber ha marcado un antes y un después en el pensamiento filosófico al unir la filosofía oriental con la occidental; Wilber es el Kant de nuestra época, aunque los materialistas científicos lo ignoren por completo. Quieran o no los defensores del materialismo científico, el racionalismo espiritual se está abriendo camino. Y es de justicia histórica que el peyorativo “misticismo cuántico” sea rehabilitado como filosofía transpersonal, una tesis esencial en estas reflexiones sobre La educación cuántica. ¿Es este bucle pensativo comparable en su objetivo al Mito de la caverna de Platón? Reflexión…
3 - Razonar a contracorriente
El método científico es válido para averiguar qué hay de verdad en el objeto. Pero cuando dicho objeto de conocimiento es el propio sujeto, se da la circunstancia que es la propia conciencia que se piensa a sí misma. ¿Cómo va el método científico sonsacar “verdades” de ese campo pensativo? ¿Con un potente telescopio? ¿Con un profundo microscopio? No hay lugar a dudas: con la filosofía transpersonal, con la interacción de la razón con el espíritu, aunando los dos modos de saber, el método científico y el trascendental. Este nuevo paradigma pensativo permite progresar no solo por el sendero psicológico, sino también por el pedagógico porque, a la postre, comprender el mundo es aprehenderlo mediante conceptos o neologismos, como se ha visto en la “dinámica espiral” del anterior capítulo. Y a ese constructo pensativo se le llama filosofía transpersonal, un derecho a filosofar que no me arrebatarán ni la Iglesia, ni los plutócratas, y mucho menos los escépticos.
Aunque el movimiento escéptico arremeta una y otra vez, contra viento y marea a contracorriente de los místicos cuánticos, mi pensamiento filosófico debe ser respetado, como si del Discurso del método se tratara, pues La educación cuántica postula el sintagma pensativo dinámica espiral a modo de reinterpretación de la historia del pensamiento, con el objetivo de que la filosofía sea rescatada de su complejidad cognitiva y hacer fácil el entendimiento de la vida, el mundo y las personas. Lo mismo que pretendía Descartes frente a la Iglesia, pero ahora, además, contra el pensamiento único neoliberal.
Los ideólogos del capitalismo han enmarañado intencionadamente el Mundo de las Ideas con la finalidad de apropiarse de todas las estructuras de dominación en el planeta (productivas, alimenticias, económicas, políticas, institucionales, etcétera), para mayor dominio sobre la humanidad con el subsiguiente sufrimiento causado a las personas, los Estados y los continentes. Con ello se ha impuesto un pensamiento “único” y “neoliberal” (libertad de los mercados por encima de las personas). No sé si he sufrido más luchando casi toda una vida por seguir el rastro del dinero como me imponía el capitalismo, o en los escasos años que llevo elaborando mi propio sistema filosófico como librepensador frente al movimiento de escépticos. Tanto para hacer dinero como para defender las propias ideas, se requiere de esfuerzo y tiempo pero, para hacerse un hueco en el Mundo de las Ideas, no solo basta saber que se vive en la verdad (modo no dual de conocimiento, trascendental), sino que demostrar dicha verdad a modo de educación cuántica es una ardua labor, pues se tiene enfrente a una multitud de escépticos anclados todavía al primer modo de saber, el dual entre sujeto y objeto, cuyo método científico se ha atascado con la física cuántica.
Al perseguir la errática felicidad dineraria, como muchos, he sufrido las inclemencias de la sombría cueva platónica, una metáfora en alusión a este perverso y depredador sistema capitalista de producción que fragmenta a la razón y disocia el espíritu colectivo, enfrentando así al ego contra el mundo. Fue Ken Wilber quien iluminó mi atascado raciocinio mediante la emergente espiritualidad presente en la filosofía transpersonal. “Es de bien nacidos ser agradecidos”, y por ello mi recurrente reconocimiento a Ken Wilber pues ha significado intelectualmente el eslabón perdido en la paradigmática evolución de la historia del pensamiento, aunque él y su legión de seguidores seamos peyorativamente acusados de “místicos cuánticos”. “Ladran, luego cabalgamos”. Lo mismo que le pasó a Descartes, Copérnico y Bruno, por citar solo algunos de los muchos pensadores que se atrevieron razonar a contracorriente del pensamiento dogmático dominante. Sin embargo, es mediante dicho inquisitivo pensamiento como se hace historia, de ahí que la filosofía sea aludida con propiedad como la historia del pensamiento, presa ahora de un caduco materialismo científico. Pero, muy a pesar de los escépticos, la física cuántica remite al sujeto cognoscente como objeto de conocimiento, es decir, a la conciencia que debe conocerse a sí misma, al famoso aforismo griego “Conócete a ti mismo”, y para tal labor, mi dinámica espiral es una renovada visión de la historia del pensamiento.
Mediante un sintagma en un solo folio y gracias a la analogía del ADN, en mi sistema pensativo, la historia de la filosofía es intuida sin apenas esfuerzo intelectual. Con un simple vistazo se aprehende la evolución paradigmática de la historia de la humanidad, toda una reproducción mimética de la naturaleza en el Mundo de las Ideas que hace cierto el aforismo de que “como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”. Esta frase esotérica hace referencia a la segunda ley de la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto. La frase puede ser considerada como una referencia a la relación entre el hombre y el universo.
Esta revolucionaria pedagogía filosófica permite, mediante un sintagma, ver cómo ha evolucionado la humanidad hasta llegar a los paradigmas de la física clásica y la física cuántica, como iniciadores de nuestra era contemporánea. Hasta dicho cambio de paradigma científico, en apariencia, todo es claro. Sin embargo, la física cuántica ha posibilitado un nuevo paradigma de conocimiento, cuya dificultad cognitiva está en la interpretación de los paradigmas intelectuales, sociales, psicológicos y espirituales actualmente en discordia si no se dispone de un “mapa” a modo de dinámica espiral como interpretación de la historia del pensamiento. Ante ello, el nuevo paradigma de conocimiento posibilitado por la física cuántica, es el racionalismo espiritual presente en la filosofía perenne, donde sujeto y objeto son una y la misma cosa, y cuya percepción se realiza mediante una renovada conciencia como acreditan no solo los “místicos cuánticos”, sino también una multitud de movimientos sociales que claman contra el imperialismo económico desplegado por los egoístas plutócratas.
Bueno es recordar a costa de correr el riesgo de pasar por un pedante intelectual que, el cambio de conciencia que salió efervescentemente del 15M en 2011, ya fue intelectualmente anticipado en mi primera obra Pensar en ser rico, a partir de la cual propugno un segundo renacimiento de la humanidad donde, el “pienso, luego existo”, debe paradigmáticamente ser sustituido por el espíritu colectivo reflejado en el imperativo categórico de Kant. Pero en honor a la verdad, hay otros pensadores antes que yo que apuntaban en esa dirección. En dicho sentido, sin lugar a dudas, la filosofía de Wilber es el constructo magno de un pensamiento que permite a muchos sinceros buscadores de verdad sintetizar unitariamente la racionalidad occidental con la espiritualidad oriental. Tal ha sido mi caso. Durante mi salida del mundo de las sombras, entiéndase el sistema capitalista, he escrito varias obras que han culminado con Capitalismo y conciencia. Y La educación cuántica es la aplicación pedagógica de dicha obra.
El materialismo científico puede seguir, con toda razón, con el método científico. Pero ese modo unidireccional de medir la realidad se ha volatizado con el surgimiento de la física cuántica y su apertura hacia la fenomenología. Entonces, hubo una reconversión pensativa mal llamada “misticismo cuántico” pero, como creo haber demostrado, hay que hablar propiamente de filosofía transpersonal. Conviene recordar que, a la postre, la “cuarta fuerza” de la psicología, lo “transpersonal”, ha estado incubándose durante varias décadas hasta su alumbramiento de un modo científico y filosófico por Ken Wilber . Tarde o temprano, el movimiento de escépticos a este nuevo paradigma de conocimiento, será deslumbrado por la verdad porque, como dijo Gandhi, “la verdad es la verdad, aunque solo la mantenga una minoría... aunque esa minoría sea uno solo”. ¿No fue así como inició Descartes el racionalismo moderno? ¿Y qué decir del criticismo kantiano? ¿Por qué no dar un voto de confianza a la filosofía transpersonal magníficamente elaborada por Ken Wilber mediante sus “cuatro cuadrantes”?.
Confieso haber bebido en las turbulentas aguas de una filosofía de difícil acceso para todo escéptico. Reconozco que voy a contracorriente, que mi pequeña bandera filosófica es como un simple flotador en la inmensidad de un mar de ideas. Pero, ¿no es acaso el sino de los que se atreven a pensar más allá del pensamiento dominante? ¿No es ello una condena para todo pensador que ose expresar unas ideas extraídas desde su “otro yo”, como propone el físico francés Garnier? A ese camino solitario y angosto lo llamo la “soledad del pensador” que, en un automatismo de defensa, es expresada mediante la escritura, más que nada para dar rienda suelta a tanta convulsión de pensamientos y no caer en la locura. Porque, aunque el mundo no esté cuerdo del todo, hay que cuidarse mucho de no caer en la paranoia también . He tenido suficiente con el acoso del capitalismo que me ha llevado a ser un declarado anti sistema, no vaya a ser que, también, me quieran linchar por defender la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia, mal entendida esta por los escépticos como “misticismo cuántico”.
Para que un sujeto cognoscente pueda integrarse plenamente en la sociedad debe, antes que nada, ser una persona libre para disponer en consciencia de su capacidad racional, una cuestión que el capitalismo no puede garantizar al ser el actual sistema educativo un instrumento de manipulación por secuaces políticos al servicio de los poderes fácticos. Con ello, vuelvo a insistir, el pensamiento, la ciencia y la educación no están libres de ataduras dogmáticas a un perverso sistema de dominación que socava los más elementales Derechos Humanos. Y para revertir dicha tendencia, La educación cuántica es una renovada propuesta pedagógica en materia filosófica, psicológica, social, educacional e histórica. Porque, como aseverara el paleontólogo y filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin, “el pasado me ha revelado la estructura del futuro”. Y en esa cuestión temporal, no me cabe duda de que la humanidad vive todavía en una caverna platónica, con mucha tecnología, pero con un ego herido de muerte que solo puede ser sanado con la democratización del saber y la solidaridad social como expresión del amor universal.
Pierre Teilhard de Chardin aportó una muy personal y original visión de la evolución. Suyos son los conceptos “noosfera” (conjunto de los seres inteligentes con el medio en que viven) y “Punto Omega” para describir el punto más alto de la evolución de la conciencia, considerándolo como el fin último de la misma. Según Pierre Teilhard de Chardin, el planeta se encuentra en un proceso transformador, evolucionando desde la biosfera a la noosfera. Más concretamente, propugno que la noosfera ha involucionado desde el “cogito” cartesiano hasta plasmarse en un ego fragmentado y disociado de la colectividad, dando lugar a una sociedad líquida a decir del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, o en un pensamiento débil según el filósofo italiano Gianni Vattimo. Respectivamente, con la colectividad disociada y el ego fragmentado, ¿cómo reconstruir este viejo mundo moribundo cuando colapse? ¿Hacia dónde va la historia del pensamiento? ¿Cómo salir de esta oscura caverna platónica? La educación cuántica es una humilde propuesta a dichas cuestiones.
Recordemos estas preguntas: ¿qué ha ocurrido en la historia reciente de la humanidad?, ¿cómo ha sido factible que la ciencia del Ser, la filosofía, haya devenido en un psicologismo en sentido positivista, e incapaz de salir de las garras de la historia? El ascenso cognitivo, psicológico y filosófico postulado por La educación cuántica constituye una huida pensativa del actual sistema capitalista y de su historia manifiestamente manipulada desde el ego plutocrático. Es una huida en busca de luz, en busca de unas renovadas ideas para la transformación de las personas: hay un nuevo mundo por descubrir en el interior de cada uno de nosotros. Por ello mismo, es pertinente descender a la caverna platónica con una renovada pedagogía histórica, una cuestión que será abordada en el siguiente capítulo.
COMENTARIO DE TEXTO A ESTE ARTÍCULO:
Pienso que hay pensadores, como Platón, que están más vigentes que nunca para comprender nuestro presente a partir de una simple alegoría como EL MITO DE LA CAVERNA. Pienso que la filosofía ha sido mal explicada en el sistema educativo, pues se ha hecho énfasis en la comprensión racional, pero desligada de la comprensión espiritual. Y recordemos que la lección de esos grandes maestros, como Platón, nos hablaban de la sabiduría y el amor, tan ausentes en la presente crisis planetaria.