"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
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1 – El presente prueba el pasado

Hace un año me aventuré a pronosticar que 2020 sería un año complicado, pero, no obstante, no sabía que viviríamos tiempos bíblicos en los que, la gran mayoría, no saben lo que está pasando en el mundo: la falsa pandemia abocaría a la humanidad a una paranoia psicológica globalizada y a un apocalipsis. “Apocalipsis” significa “revelación” y, en dicho sentido, anticipé también la Divulgación cósmica para un despertar colectivo masivo.

2020 fue un año en el que muchas personas tuvimos que asimilar nuevos conceptos como Nuevo Orden Mundial, movimiento Q, movimiento patriota, “negacionistas”, todos ellos un reflejo de una división mundial entre los poderes globalistas que abogan por un transhumanismo para esclavizar a la humanidad y los defensores de las soberanías nacionales, tal como presenté en este Webinar de la Universidad Central de Bolivia.

Esa situación mundial también nos obligó a muchos a realizar un análisis sobre la polémica pandemia y sus causas: tecnología 5G, la relación entre la pandemia y la pretendida vacunación obligatoria, así como la implantación del microchip como paso previo al transhumanismo.

Todo lo anteriormente expuesto evidenció otra guerra casi inapreciable para la gran masa abducida por los medios tradicionales de comunicación (principalmente al televisor): una guerra por el conocimiento y la información en la era de internet para el control de la narrativa o, dicho de otro modo, para la manipulación económica, social y política de la conciencia individual y colectiva.

El culmen de los puntos anteriores fue el fraude masivo en las elecciones de EE.UU. que, inevitablemente, llevará a la humanidad a un gran evento mundial que estamos a punto de presenciar, y que nadie parecer saber cuál puede ser el final. Tal es la actual incertidumbre en la que vive la humanidad.

2 – Catarsis individual y colectiva

Si una cosa podemos aprender de la anterior situación mundial expuesta es que, la humanidad, vive cambios de paradigmas imperceptibles para muchos de mis coetáneos y que afectan a la psicología humana (nuestra percepción de la realidad), la sociología (las relaciones humanas marcadas por el distanciamiento social), la ciencia (las evidentes contradicciones científicas respecto de la pandemia), pero también a la educación (ahora reconvertida en digital), la filosofía (reflexión profunda sobre el devenir de la humanidad) y la espiritualidad (la dimensión trascendental del ser humano).

Estamos obviamente ante una catarsis individual y colectiva provocada por el enemigo invisible de la humanidad y que ha hecho surgir un pensamiento crítico individual y colectivo en la cronología de la conciencia humana. Ese pensamiento crítico debe, imperativamente, trascender la minoría de edad en el ser humano, pues hay una fragmentación de la conciencia y su disociación colectiva que requiere de un empoderamiento para un despertar espiritual.

Ese pensamiento crítico individual y colectivo hace evidente que somos cada vez más personas quienes estamos despertando a una renovada realidad espiritual, la pregunta, entonces, sería ¿qué podemos hacer? Como defiendo a través de mis publicaciones, es necesario quitar los velos de la percepción que nos impiden acercarnos a nuestra profundidad interior. Ese proceso psicológico de trascendencia y de autoconocimiento mediante el acercamiento a la espiritualidad es, de un modo académico, conocido como movimiento transpersonal. La psicología transpersonal como “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y el humanismo, contempla el estudio cognitivo de la espiritualidad y sus efectos beneficiosos para el cuerpo, la mente y el espíritu: se trata de un nuevo paradigma de conocimiento según numerosas evidencias científicas tal como demuestro en mi obra Ciencia, Filosofía, Espiritualidad.

3 – La trascendencia espiritual

Llegado a este punto, es evidente que la locura aperspectivista en la que vivimos algunos para comprender este mundo, se ha hecho extensiva dicha locura en nuestro modo de vivir, pensar y amar y que jamás se volverá a la antigua normalidad de vida, pues eufemísticamente quieren implantar una “nueva normalidad” que contemple el miedo, la disociación del amor y la separación social y mental entre las personas. Estamos evidentemente en el tránsito de un viejo mundo hacia un nuevo mundo y que esa transición solamente será factible, primeramente, mediante la sanación trascendental de la humanidad para, en segundo lugar, subsanar la citada locura aperspectivista en la que estamos instalados como humanidad.

En la medida de que dicha sanación trascendental sea extensiva a la gran mayoría de la población, entonces y solo entonces, estaremos ante la posibilidad de una ascensión espiritual planetaria donde, el pensamiento y el conocimiento, no sea una exclusividad de unos pocos “iluminados” sino plenamente compartido y consensuado en la conciencia colectiva.

4 – Conócete a ti mismo

Tal es mi visión e interpretación de la actual situación mundial, pero le corresponde a cada uno de nosotros realizar su propio camino ascendente hacia la sabiduría para concluir conmigo que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y que, en la medida de que esos nuevos conceptos reflejan verdades eternas, seremos capaces de superar esta panoplia cognitiva en la que nadie sabe poner orden al obviar que, cada cual debe buscar su propio orden, pues no hay caos en el universo, sino que, el caos observado es fruto de nuestra propia ignorancia. Consecuentemente, más que nunca, hay que volver al perenne aforismo socrático: "Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo".