"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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conciencia

LIBRO EN PDF: EDUCACIONES Y PEDAGOGÍAS CRÍTICAS DESDE EL SUR (CARTOGRAFÍAS DE LA EDUCACIÓN POPULAR)

Una de las contribuciones de esta obra es la revalorización de la Educación Popular como estrategia de emancipación de la sociedad civil desde sus múltiples subalternidades. Es reconocer, a través de la historia, una serie de experiencias que desde el mundo popular han surgido como respuesta a la violencia cultural y económica del sistema capitalista. Las propuestas metodológicas, concepciones teóricas, objetivos, logros y problemáticas, contribuyen a los debates teóricos y prácticos que desde nuestra Latinoamérica se siguen desarrollando en diferentes rincones de nuestro continente.

Autor: Marco Raúl Mejía Jiménez

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conciencia

OTRA EDUCACIÓN YA ES POSIBLE: UNA INTRODUCCIÓN A LAS PEDAGOGÍAS ALTERNATIVAS (Libro)

“Acababa soñando con Montessori o con Neill”, Almudena García autora de Otra educación ya es posible

Seguramente muchos recordáis que durante años, cuando no había suficiente información de experiencias y escuelas alternativas, te iniciabas o acabas buscándola en Ludus. El corazón de esta plataforma es Almudena García, quien recientemente nos ha vuelto a sorprender con su último trabajo: Otra educación ya es posible.

¿Cómo surge la idea de la Otra educación ya es posible?


La idea del libro surge a partir de mi experiencia con Ludus. En la web recibía muchísimas consultas tanto de familias como de estudiantes y personas que querían crear un proyecto. Iban desde las diferencias entre las pedagogías, hasta si eran legales, si luego permitían incorporarse al sistema tradicional, etc. Me era imposible responder a todas ellas, así que se me ocurrió la idea de poner toda la información que tenía por escrito. Todavía estaba pensando como hacerlo, si autoeditarlo vía crowdfunding, si sería un pdf descargable… cuando me contactó Juan, de Litera libros para proponerme escribir un libro muy similar al que yo tenía en mente. No tuve que pensármelo mucho 🙂

¿Cómo te sentías mientras escribías?

Escribir un libro fue una experiencia increíble, unos meses muy intensos de lecturas, visitas a escuelas, conversaciones con educadoras y familias. Dicen que para escribir un libro hay que obsesionarse con ello, y es cierto. De día, escribía, y por la noche, acababa soñando con Montessori o con Neill… muy friki, la verdad, jaja.

Hasta ahora has recibido feedback de los lectores, te gustaría contarnos algunas de estas experiencias?

El feedback, hasta ahora, ha sido muy bueno, no esperaba que el libro fuera a gustar tanto. Me escribe gente de lugares muy distintos, incluso desde América, para decirme que el libro les ha aclarado muchas dudas o les ha dado más fuerzas para poner en marcha su propio proyecto. Creo que parte del éxito se debe a que presenta la información de forma clara y que no cae en maniqueísmos. A mi todas estas pedagogías me parecen muy interesantes, cada una de ellas aporta soluciones inteligentes a problemas a los que se enfrenta el sistema educativo actual, como la desmotivación, los diferentes ritmos que pueden tener alumnos que comparten aula… pero eso no significa que las defienda a capa y espada. El libro también incluye algunas críticas a diferentes enfoques, porque no hay nada perfecto. No sabía que tal caerían, pero sobre esto, no he recibido ningún comentario. Tampoco he recibido feedback de quienes critican todo este movimiento y preferirían la vuelta a una educación más tradicional. Les tuve muy en cuenta mientras escribía y recogí algunos de sus argumentos, porque no quería que el libro fuera para los que ya están convencidos, sino que sirviera para abrir debate. Lamentablemente, me temo que los que están a la contra no se han molestado en leerlo. Parece como si todo lo que suena a alternativas o innovación les diera urticaria. Yo estoy con ellos en que no toda innovación tiene porque ser buena. Hay proyectos de educación activa que son muy interesantes y otros que son una chapuza. Pero por culpa de los prejuicios meten todo en el mismo saco y juzgan todo esto como charlatanería new age, perdiendo de vista enfoques que les podrían ser muy útiles en su trabajo.

Te gustaría que terminamos recodando tu infancia ¿qué te gustaba jugar? ¿Lo recuerdas, podías jugar a ello?

De pequeña me gustaba jugar a cocinitas, pero también a juegos que entonces eran considerados de chicos, como los clics, los tentes o el fútbol. Tenía la suerte de tener unos padres muy progres en este sentido, que no me imponían con que debía jugar. Otra cosa era el entorno. Cuando tenía ocho años, me pedí por reyes un coche teledirigido. Todavía me acuerdo de las miradas de desaprobación de las niñas de mi colegio y de sus madres cuando bajé con él al parque. Pero sobre todo se me quedó grabado que cuando me quedé sola con una de las niñas que habían mirado mi precioso Porsche tan mal, se acercó tímidamente para preguntarme si se lo dejaba… Todavía me entristezco cuando recuerdo la escena: demasiado a menudo son las propias mujeres las que caen en el machismo, por miedo al que dirán.

Otra educación ya es posible de Almudena García, es una invitación abierta y sincera a debatir en torno a la educación, experiencias y prácticas alternativas. Aquí comparte con todos nosotros un adelanto. Y si os hace ilusión que os firme el libro el próximo 23 de Abril, estará en la paradeta de la Associació Gatzara, en el Carrer Major de Salt, Girona.

Siempre gracias Almudena…
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DIEZ LIBROS PARA DOCENTES INNOVADORES

Sentir curiosidad y ganas de aprender es fundamental para enseñar bien. Sobre todo en estos tiempos de cambio, donde la irrupción de las TIC ha transformado la sociedad y situado a los alumnos en un contexto muy distinto al de hace unas décadas. Muchos expertos y profesionales del mundo de la educación reclaman la necesidad de un cambio en la enseñanza. Y ese cambio pasa por la innovación en las aulas. Te recomendamos diez libros de referencia para conocer las últimas tendencias educativas, perder el miedo a las TIC y animarte a contribuir al cambio educativo.

DIEZ LIBROS RECOMENDADOS PARA DOCENTES INNOVADORES


1. Escuelas creativas, de Ken Robinson. El conocido educador británico aboga por acabar con el sistema educativo actual, heredado de la Revolución Industrial, y dar a la educación un enfoque más personalizado. Propone estimular la participación de los alumnos y desarrollar su creatividad y su pasión por aprender para que puedan afrontar los retos del mañana.

2. Cómo triunfan los niños, de Paul Tough. Libro que explora los últimos descubrimientos de la neurociencia, la educación y la psicología para demostrar que el éxito no depende de la inteligencia sino de otras cualidades como la perseverancia, el autocontrol, la curiosidad, la meticulosidad, la resolución y la autoconfianza.

3. La nueva educación, de César Bona. El finalista de los Global Teacher Prize recopila en su primer libro sus ideas y experiencias como docente. Además, explica cuestiones clave para comprender el cambio educativo, entre otras por qué los libros de texto o los deberes ya no son tan importantes, o por qué es necesario educar a los niños en la empatía, la sensibilidad o la resiliencia, y no solo transmitirles conocimientos.

4. Crear hoy la escuela de mañana: la educación y el futuro de nuestros hijos, de Richard Gerver. Educador, conferenciante y valedor del Premio Nacional de Enseñanza en el Reino Unido, Gerver ofrece en esta obra argumentos para explicar el cambio del paradigma educativo. Además, relata su experiencia al frente de la Grange Primary School, una escuela en decadencia a la que convirtió en un ejemplo de innovación educativa.

5. Creando innovadores. La formación de los jóvenes que cambiarán el mundo, de Tony Wagner.¿Cómo educar a los niños para que se conviertan en innovadores? Esta es la cuestión que trata de resolver este experto en innovación educativa de la Universidad de Harvard. Tomando como referencia algunas de las escuelas e institutos más avanzados, Wagner aboga por promover la colaboración, la resolución de problemas interdisciplinar y la motivación intrínseca de los estudiantes, entre otras cosas, para desarrollar su capacidad creativa e innovadora.

6. Inteligencias múltiples, la teoría en la práctica, de Howard Gardner. El padre de la teoría de las inteligencias múltiples sintetiza sus revolucionarias ideas en este libro de carácter divulgativo, donde explica cómo la escuela debería ayudar a las personas a desarrollar todas sus capacidades.

7. rEDUvolution, de María Acaso. ¿Cómo revolucionar el mundo de la educación y acabar con el sistema educativo tradicional? Este libro te da cinco claves para innovar en el aula y transformar el mundo de la enseñanza: aceptar que lo que enseñamos no es lo que los estudiantes aprenden, cambiar las dinámicas de poder, habitar el aula, pasar del simulacro a la experiencia y dejar de evaluar para pasar a investigar.

8. Guía de tecnología, comunicación y educación para profesores, de José Manuel Pérez Tornero y Santiago Tejedor. Completa guía que explica, a través de una estructura de preguntas y respuestas, todo lo que necesitas saber acerca de las TIC y cómo implementarlas en el aula. Una práctica herramienta de trabajo para el día a día de cualquier docente o investigador.

9. El mundo necesita un nuevo currículo: habilidades para pensar, crear, relacionarse y actuar, de Marc Prensky. Este experto en educación, que acuñó en 2001 los términos “nativos digitales” e “inmigrantes digitales” –nacidos a partir de la década de 1980 y antes–, explica los cambios que deben producirse en la educación para que los alumnos sientan que el tiempo que pasan en la escuela tiene un valor real. Este cambio pasa por el uso de métodos y enfoques pedagógicos que doten a los alumnos de las habilidades necesarias para convertirse en las personas que quieren ser, transformar su entorno y aprender a aprender durante toda la vida.

10. Propuestas para una escuela en el siglo XXI, de Fernando Trujillo Saez. Libro que analiza con mirada crítica la educación actual y propone varias líneas de acción para adecuarla a nuestra época. Trujillo, profesor de la Universidad de Granada y dinamizador del blog educacontic, aborda temas como la escuela inclusiva, la interculturalidad, las competencias básicas, la enseñanza de lenguas o el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
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amor

HABLAMOS DE EDUCACIÓN. REFLEXIONES EDUCATIVAS PARA CAMBIAR EL MUNDO (Libro)

Hablamos de Educación. Reflexiones educativas para cambiar el mundo es el libro de El Blog de Educación y TIC, un recopilatorio de 30 entrevistas a algunos de los profesionales y expertos más destacados del panorama educativo actual. Todo ello introducido por un prólogo del pensador y psicopedagogo Francesco Tonucci.

Más de 140 entrevistas y más de 2.000 preguntas nos darían para unos cuantos libros. No obstante, para este ejemplar hemos seleccionado las entrevistas que, sea por la popularidad del entrevistado o por la fuerza de sus respuestas, más se han leído y han generado mayor impacto en nuestra comunidad.

En este libro encontrarás las reflexiones de algunos de los profesionales y expertos más destacados del mundo educativo actual, organizadas en seis bloques temáticos que hemos considerado que son los pilares fundamentales para reflexionar sobre otra manera de educar: motivación, innovación, cambio metodológico, TIC, aprendizaje competencial y valores.
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Ciencia, filosofía, espiritualidad

PEDAGOGÍA DE LA INTENCIONALIDAD. EDUCANDO PARA UNA CONCIENCIA ACTIVA

Compartimos una reseña del libro Pedagogía de la Intencionalidad. (Descargable en PDF al final de esta reseña).

Aguilar, Mario A. - Bize B., Rebeca, Pedagogia de la intencionalidad. Educando para una conciencia activa, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2011. 184 pp. ISBN 978-950-808-645-7

“Por ello creo que educar es básicamente habilitar a las nuevas generaciones en el ejercicio de una visión no ingenua de la realidad de manera que su mirada tenga en cuenta al mundo no como una supuesta realidad objetiva en sí misma, sino como el objeto de transformación al cual aplica el ser humano su acción” (Silo)

Pedagogía de la intencionalidad. Educando para una conciencia activa, de los chilenos Mario Aguilar y Rebeca Bize B. es un libro excepcional. Con una metodología clara y precisa, exponen detalladamente tres puntos esenciales en las respectivas tres Partes que componen el libro. Antes de entrar en la descripción de las mismas, es de destacar que pocas veces el lector puede encontrarse con un ensayo donde, desde la Introducción los autores exponen sin circunloquios los conceptos fundamentales, las ideas básicas y las propuestas que los llevaron a escribirlo. Es una actitud de sinceridad intelectual que raramente se identifica en el mundo académico, y más aún en el campo de la pedagogía, donde pareciera que cientificidad se ha convertido en sinónimo de apatía y no de claridad y contrastabilidad teórica.

Por todo esto, ya desde el comienzo, Pedagogía de la intencionalidad se postula como un libro revolucionario. También porque, desde ciertos pequeños reductos académicos, siempre se ha visto a la pedagogía o a las ciencias de la educación como uno de los elementos más cristalizadores del momento socio-histórico, en tanto se dedican, en lo que aquí los autores llaman la “educación tradicional”, a la reproducción de lo mismo, a la conservación de un sistema económico, de unas relaciones sociales, de un vínculo con la historia y con la memoria que son ya siempre fuera de época, siempre retardatarios, y siempre conservadores.

Para señalarnos este camino de cambio, en la Primera Parte, los autores hacen un análisis histórico, filosófico y científico, que va desde Descartes y Husserl hasta Ortega y Gasset y Heidegger, pasando por Kierkegaard y Wundt; destacando ideas que luego serán de vital importancia en la concepción del Humanismo Universalista de Silo, base conceptual inspiradora de este ensayo. Es necesario señalar que, a pesar de tomar ideas de autores poco usuales en pedagogía, como el español Ortega, o de las objeciones ideológicas de algunas ideas (como el nazismo de Heidegger), estos conceptos y existenciarios cobran coherencia para los autores dentro del marco teórico del Humanismo Universalista y no en las teorías que le dan origen. Se reapropian de conceptos como intencionalidad de la conciencia y de los valores, la relación conciencia-mundo, la condición de proyecto de Sartre y del estado de yecto de Heidegger, desarrollado más integralmente con el ser-en-el-mundo; de Ortega rescatan la distinción entre fe viva y fe inerte y principalmente la dialéctica generacional. Todos conceptos que tomarán un cariz propio en el Humanismo Universalista. Destacan también los aportes de Wundt en cuanto al estudio de las bases fisiológicas de la conducta y la conciencia, o sea, una psicología experimental.

En la Segunda Parte, examinan los diferentes fundamentos teóricos y conceptuales en el campo educativo precedente, que fueron de utilidad para la construcción de esta propuesta. Así, a través de autores como Luis Amman toman lo referente al funcionamiento del psiquismo. Definen y describen el funcionamiento del mismo a través de los llamados aparatos del psiquismo: sentidos, memoria, conciencia y centros de respuesta. El trabajo de los centros, en su tendencia estructural, se registra como unidad interna que puede resumirse en ese hacer en el que el pensar, el sentir y el actuar van en la misma dirección. He aquí un punto de la mayor importancia en cuanto a una concepción educativa “revolucionaria”, en la que educando y educador orientan sus vidas y aprenden a aumentar la acción coherente en lo personal y en lo social, en la búsqueda del bienestar humano, en la superación del sufrimiento.

También analizan la obra de Humberto Maturana y Francisco Varela, biólogo y neurofisiólogo respectivamente, de donde valoran aquellas concepciones que procedentes de sus campos de estudio se aplican directamente al quehacer humano; destacan entre otras las relaciones que Maturana establece entre emociones, lenguaje y aprendizaje, o la estructura que forman el yo y el medio; de Varela rescatan la integración entre objetividad, subjetividad e intersubjetividad, la gran importancia que da al afecto en la transformación del ser humano.

Estudian, además, los aportes que en el campo educativo hicieron Piaget y su concepción evolutiva del pensamiento; Vigotsky y la interacción entre lo social y lo psicológico; Paulo Freire y la relación que establece entre educación, liberación y transformación social, extendiéndose más profusamente en los fundamentos filosóficos del aprendizaje en el humanismo Universalista.

En la Tercera Parte, los autores realizan un estudio comparativo entre la educación tradicional y la propuesta del humanismo, entre lo que podemos destacar: la educación como un “hecho económico” o como “hecho social”; la educación de la externalidad, sin considerar el espacio interno, o considerando el espacio interno y externo de la persona; una educación que prepara para conservar, reproducir la sociedad existente, o para la transformación social; que busca uniformar la visión de la realidad, o propiciar una visión plural de la realidad; que tiene como finalidad la instrucción, o la habilitación. Por último, una educación que otorga valoración a la violencia (en determinados momentos) o que tiene un compromiso explícito por la cultura de la No Violencia (en cualquier momento).

Y sin duda, uno de los aportes más interesantes que presentan los autores, dentro de esta Tercera Parte, son las llamadas “Cinco llaves del aprendizaje”. Con ellas, Aguilar y Bize abren nuevos espacios. “Aprendizaje y atención” es la primera llave y pone el acento en la importancia de la distensión de la atención, en generar agrado en el proceso educativo, es decir, que no sean elementos como el castigo o el temor los que primen, sino el interés genuino. Esto se logra desarrollando la auto-observación, el darse cuenta del propio pensar, actuar y sentir. De este modo, es más simple para el sujeto captar el momento en que la atención se disipa. Incorporando la actitud atenta como valor, niños y jóvenes ganan mayor conciencia, libertad interna y potencia en el pensar. Y la mirada es más clara, investigativa y crítica. Contra la concepción de la educación clásica, donde la atención está más vinculada a ceños fruncidos y aburrimiento, esta primera llave nos muestra la importancia de la atención en el proceso de aprendizaje, como una de las esferas de la actividad humana, pero sin limitarse a ella.

La segunda llave trata sobre el “Aprendizaje y el buen humor”, donde lo lúdico es visto no sólo desde la perspectiva neurofisiológica (generación en zonas cognitivas del cerebro, irrigación de zonas, etc) sino también como un “distensador” del ámbito de la educación, reforzando y mejorando los vínculos humanos. Incluso desde un punto de vista evolutivo, es curioso observar que el hombre es el único animal que ríe, es una manifestación propiamente humana. Sus ventajas son variadas: convivencia más adecuada, mejor salud mental, apertura a más posibilidades diversas, incidencia en el desarrollo cognitivo e incluso en el reforzamiento del aparato inmunológico del ser humano, lo que está llevando a tomar “más en serio” esta fuente de sentidos y recursos.

La tercera llave es “Aprendizaje y afectividad”. Los autores sostienen que no hay un aprendizaje significativo cuando es descuidado el aspecto afectivo o emocional. Así, el tipo de afectividad que rija en las situaciones de aprendizaje quedará grabado en la memoria de la persona, junto al dato del conocimiento, como ya explicaran detalladamente en la Primera Parte del libro, con las subsiguientes consecuencias en el resto de los procesos educativo y personal. Porque si bien funciona en una estructura, donde todo el ser está implicado, es claro que la emocionalidad opera como un conector que facilita o dificulta ese flujo de asimilación de lo nuevo. Pareciera obvio, pero la educación tradicional nos muestra que no lo es, resaltar la diferencia del proceso de aprendizaje si se realiza en un ambiente amenazante o en otro acogedor; si se aprende por obligación o por agrado; si aprender es algo grave o divertido, etc.. Y será el pedagogo quien tenga la responsabilidad de generar los ámbitos con las afectividades emocionalmente favorables para el mejor aprendizaje.

“Aprendizaje y ambiente” es la cuarta llave. Estrechamente vinculada a la cuestión de la emocionalidad, destaca la importancia de la atmósfera educativa, de que en ésta se observen elementos como diálogos de paridad, resolución de problemas en conjunto, colaboración, trabajo colaborativo y en equipo, etc.

Por último, la quinta llave, “Aprendizaje y diálogo generacional” resume y pone en acción la teoría que el Humanismo Universalista rescata de Ortega y Gasset. El ámbito educativo es un espacio privilegiado de este encuentro de generaciones. Es importante que, tanto quienes cumplen funciones docentes como los niños y jóvenes, comprendan que el paisaje de formación ha gestado una sensibilidad particular correspondiente a los primeros años de vida, vinculada a un mundo que no hemos elegido y que ya no existe, pero que podemos cambiar. Esta teoría por supuesto que excede el ámbito educativo, pero es de destacar la importancia de considerarla al momento de valorar la relación entre generaciones y los eventuales choques de paisajes. Si el adulto es quien toma la iniciativa, si genuinamente muestra su intención de comprender el paisaje de la nueva generación, puede operar como una acción ejemplar que abra también a los jóvenes a una mejor disposición de diálogo, rompiendo esa actitud reactiva y confrontativa común en el aula y llegando incluso a una franca violencia verbal, psicológica y hasta física.

Por último, cuenta con un Glosario donde pueden encontrarse los términos fundamentales de esta nueva pedagogía, explicados en su nueva acepción, y según las concepciones del Humanismo Universalista y una rica Bibliografía desde donde se puede continuar y profundizar los planteos del libro.

Romina De Angelis (CoPeHu)
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EDUCAR CON CORAZÓN (Libro)

Autor: José María Toro Ales.

Descripción:


“En las escuelas hay mucha más cabeza que corazón, mucha más mente que cuerpo, mucha más ciencia que arte, mucho más trabajo que vida, muchos más ejercicios que experiencias, mucha más pesadumbre y aburrimiento que alegría y entusiasmo”. Estas son algunas líneas del libro Educar con corazón, un texto profundo que busca tocar el corazón del educador y despertar en ellos la sensibilidad por el otro, para hacer que la educación pase de ser fría, metódica y distante, a que haya una conexión entre el estudiante y el maestro.

Por lo tanto, no es un libro de recursos ni un recetario de actividades, sino por el contrario le permite ver y entender al maestro que el recurso por excelencia son ellos y que al leerlo su corazón vibrará y latirá a otro ritmo, con el fin de que repiensen y se cuestionen la dinámica de sus clases.

Su autor, José María Toro es maestro de educación primaria y especialista en distintos ámbitos de la Expresión y la Comunicación. Es también profesor del Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento y entre sus aportes más relevantes y originales destaca la visión y el papel del cuerpo en los procesos de crecimiento y desarrollo personal, la incorporación de la dimensión afectiva y emocional en la cotidianeidad escolar, así como una nueva consideración del descanso y del silencio.
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PENSAMIENTO

EDUCACIÓN RESPONSABLE DESDE EL NACIMIENTO (Libro)

Un libro de Joan Sánchez-Fortun

NO TIENE “TANTA IMPORTANCIA” QUIÉNES SON LOS PADRES BIOLÓGICOS. SINO AQUELLOS ADULTOS QUE EJERCEN CÓMO PADRES DESDE EL SENTIMIENTO DE PADRES.

Cuando el caudal del río se desborda, algo tendrá que ver la naturaleza o la mano del hombre. Cuando se “desborda“ la agresividad en el niño-adolescente-joven, algo tendrá que ver el hombre (los padres), para que esta emerja con tanta fuerza y a tan tierna edad.

Este libro intenta englobar la educación del niño durante los 4-5 primeros años de vida, para evitar en el futuro actitudes inadecuadas y hostiles de nuestros hijos. Las diversas cuestiones, abordadas de una manera directa, nos facilitarán tal objetivo: formar y educar con afecto, desde la responsabilidad, al adulto del mañana. La sociedad castiga al adulto porque de niño no fue educado.

El contenido va dirigido primordialmente a los padres, únicos responsables de la educación de sus hijos. La formación no debe vivirse como una ”carga”, sino como un sentimiento de amor y de padres, de dedicación y de responsabilidad.

El libro incluye un apartado, no menos importante, dedicado a los profesores y al poder legislativo.


-Nadie nos dijo que fuésemos padres. Pero si un día decidimos serlo, debemos ser responsables y educar desde el sentimiento de padres para que en el futuro nadie nos tenga que reprochar nuestra actitud.

-No nos preocupemos tanto del legado material que dejamos a nuestros hijos, preocupémonos más por los hijos que legamos a la sociedad.

-De adulto, no olvides el mal trato recibido de tus padres; para no repetirlo en un niño inocente: tu hijo.


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10 LIBROS PARA EDUCAR EN VALORES

La amistad, la tolerancia, el respeto o la paciencia son algunos de los valores que deben inculcarse desde pequeños tanto en el colegio como en casa. Ya hemos hablado sobre este tema en otras ocasiones, recopilando cortometrajes y recursos para educar en valores.

Ahora os traemos esta selección de libros para que los niños, a la vez que fomentan la lectura, aprendan valores que les harán crecer sanos y felices como personas. En esta entrada también podéis encontrar libros dirigidos a docentes y familias para ayudarles y orientarles en la educación de sus alumnos e hijos.




1. Actividades y recursos para educar en valores

Este libro es fruto de la experiencia profesional de más de treinta años, tanto en Enseñanza Primaria como en Secundaria, de su autor, Laureano Benítez Grande-Caballero. Consiste en una propuesta de actividades prácticas con las que poder trabajar los valores en el aula, muchas de las cuales han sido fraguadas y contrastadas en el día a día, por lo cual, según afirma su autor, son eficaces y ‘funcionan’. Su fundamento es ofrecer los alumnos unas actividades que les motiven, que sintonicen con su mundo y con los lenguajes a los que están más habituados como canciones, imágenes, películas o cuentos, entre otros. Editorial: PPC. Páginas: 144. Precio: 15 euros.

2. Educar en valores

Ioptol, su autor, hace una crítica a la sociedad en la que vivimos, la cual reclama una atención pedagógica y social en cuestiones que trascienden los objetivos clásicamente instructivos de la sociedad industrial y apunta hacia la formación procedimental, actitudinal y ética de la persona a lo largo de la vida y de las comunidades en el horizonte de la sociedad civil. Editorial: Bubok Publishing. Páginas: 32. Precio: 13 euros.

3. No soy perfecta

Cuenta la historia de Perfecta Nueno, una niña quienes sus padres le ponen ese nombre porque les parecía perfecta en todos los sentidos: despierta, dormida, riendo o llorando. Sin embargo, está deseando cambiarse el nombre cuando cumpla 18 años ya que se siente muy presionada por el constante afán de perfección. Por eso, le ha echado valor y ha saltado a escena para expresar su opinión al respecto. Autor: Jimmy Liao. Editorial: Bárbara Fiore Editora. Páginas: 128. Precio: 18 euros.

4. El cazo de Lorenzo

Se trata de un cuento metafórico para hablar de las diferencias que existen, dirigidos a niños a partir de 5 años. Isabelle Carrier, su autora, recrea con unas palabras simples y unas ilustraciones tiernas y divertidas el día a día de un niño diferente: sus dificultades, sus cualidades o los obstáculos que tiene que afrontar, entre otros. Editorial: Editorial Juventud. Páginas: 40. Precio: 13 euros.

5. Pedro y el Lobo

Narra la historia de Pedro, quien una mañana salió a la pradera que había junto a su casa. Allí se encontró con un pato, un pájaro, un gato y un enorme lobo gris. Como era un chico valiente, se enfrentó a él… El cuento de Ayesha L.Rubio habla sobre el valor de la amistad, el respeto, el compañerismo, la convivencia y la paz. Editorial: Loqueleo. Páginas: 48. Precio: 9 euros.

6. El abrazo del árbol

Este libro de Ana Alcolea aborda temas como la ecología y medio ambiente, la amistad, autoestima, iniciativa y valentía, a través de la historia de Miguel, un niño bastante asustadizo, cuyo mayor miedo es el árbol que hay de camino al colegio. Sin embargo, un día su perro desaparecerá entre las ramas y raíces, y tendrá que afrontar sus temores e ir a buscarlo. En la página web Anaya propone actividades para los docentes como preguntar a los alumnos qué cosas les da miedo o si tienen mascota en casa. Editorial: Anaya. Páginas: 88. Precio: 8,20 euros.

7. El sueño de Lu Shzu

Cuenta la historia de una niña china que trabaja de dagonmeis, es decir, en condiciones de semiesclavitud, en una fábrica de juguetes. Al principio su labor era montar piezas pequeñas para muñecas, pero al crecer, pasó a encargarse del empaquetado y fue entonces cuando se enamoró de aquellos juguetes. Así que ideó un plan para conseguir su propia muñeca. Así, Ricardo Gómez y Tesa González, autor e ilustradora de la obra, abordan el tema de la explotación y el trabajo infantil. Editorial: Edelvives. Páginas: 48. Precio: 17,50 euros.

8. El mago de Oz

Este clásico infantil narra las aventuras de Dorothy y su perro Toto quienes, durante su camino hacia la Ciudad de Esmeralda, se encuentran con el Espantapájaros, el Leñador de Hojalata y el León Cobarde. Todos buscan al gran mago Oz para que les conceda sus deseos: encontrar el camino de vuelta a casa, un cerebro, un corazón y valentía, respectivamente. El libro de L. F. Baum potencia valores como la amistad, el coraje o la bondad. Editorial: Vicens Vives. Páginas: 159. Precio: 9,17 euros.

9. Educar es convivir

El libro de Víctor M. Martín Solbes, Mª Teresa Castilla Mesa y Eduardo S. Vila Merino ofrece un conjunto de reflexiones teóricas y prácticas sobre la convivencia y la resolución de conflictos, desde el punto de vista de la educación. Entre sus capítulos, se abordan temas como la mediación y el desarrollo de competencias para la promoción de la cultura de la paz, el papel político de los profesionales de la educación para el desarrollo comunitario o la educación para la ciudadanía y la interculturalidad. Editorial: Ediciones Aljibe. Páginas: 176. Precio: 12,50 euros.

10. Estrategia para educar en valores: Propuestas de actuación con adolescentes

Escrito por Mª Ángeles Hernando, este libro pretende ser un instrumento útil para todas aquellas personas que trabajan con adolescentes. En esta etapa donde los chicos dejan de ser niños, la educación debe dar respuesta a los grandes cambios que sufren y a las nuevas situaciones a las que se enfrentan como la capacidad de tomar decisiones y opinar sobre determinados temas, así como la incertidumbre personal y social. Editorial: CCS. Páginas: 190. Precio: 9,80 euros.
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LA ESCUELA NO ES UNA EMPRESA: EL ATAQUE NEOLIBERAL A LA ENSEÑANZA PÚBLICA (Libro)

En este libro, cuyo título es un grito de alarma popularizado entre los sindicatos de enseñantes y profesores franceses, el autor denuncia la progresiva mercantilización de la escuela, dónde los objetivos y los resultados ya no son el aprendizaje y la formación de adultos responsables sino la eficiencia económica. Entre otros criterios, las recomendaciones de instituciones como la OCDE, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio han dado lugar a una reorganización que no contempla alumnos, sino consumidores escolares, y que profesionaliza al máximo los estudios, acentuando la desigualdad, pues condena a una gran parte de alumnos desfavorecidos o marginados a reducir sus expectativas de progreso social mediante la educación. Estamos ante una alarmante mutación impuesta por los criterios de la globalización del capitalismo: un debate que condicionará el modelo de civilización que queremos.
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NOS QUIEREN MÁS TONTOS. LA ESCUELA SEGÚN LA ECONOMÍA NEOLIBERAL (Libro)

Un libro de Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero.

Aunque no todo el mundo es consciente de ello, las líneas principales de cualquier política educativa están directamente conectadas con una determinada visión del mundo, y forman parte de un proyecto global que pretende modelar la sociedad del futuro. Este libro pretende examina la verdadera naturaleza del actual sistema educativo, subrayar sus intenciones y denunciar sus carencias. Pilar Carrera y Eduardo Luque proponen aquí un regreso a valores que jamás deberían haber desaparecido de la educación.

Hoy se ha impuesto en la mayor parte del planeta, y muy específicamente en lo que llamamos Occidente, una educación en la que el conocimiento ha quedado relegado ante lo que ha venido a denominarse “competencias”. Se trata de un modelo educativo pensado para satisfacer necesidades empresariales, en el que, en palabras de Jacques Delors, el “saber hacer” ha de sustituir al “saber”.

Impulsada por el Banco Mundial, apoyada por el FMI y la OMC, esta política pretende la creación de una Sociedad del conocimiento… sin conocimiento –como muy bien señalan Pilar Carrera y Eduardo Luque–, y sometida al mercado, que es quien en el fondo establece tanto los contenidos como las herramientas a utilizar en el aprendizaje.

Los autores:

Pilar Carrera Santafé es Licenciada en Historia y ejerce la enseñanza como profesora de catalán. Ha colaborado en proyectos de renovación pedagógica en Latinoamérica, y en los últimos años se ha especializado en la docencia en Aulas de acogida.

Eduardo Luque es Licenciado en Pedagogía y Psicopedagogía. Perteneció a los Movimientos de renovación pedagógica del Vallès Occidental y ha publicado trabajos sobre didáctica de las Matemáticas y didáctica de la Historia. Participó asesorando al grupo de IU en el parlamento y al sindicato de CCOO en los debates sobre la aplicación de la LOGSE, y colabora asiduamente con El Viejo Topo, así como con otras revistas de carácter profesional.
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SUMARIO DEL LIBRO

14 LIBROS PDF DE PAULO FREIRE, LA EDUCACIÓN AL SERVICIO DE LA HUMANIDAD

Paulo Freire nació en Recife, Pernambuco, el 19 de septiembre de 1921 y murió el 2 de mayo de 1997. Fue considerado como un educador y experto en temas de educación, y por tanto uno de los teóricos más influyentes de la educación del siglo XX.

Se considera que Freire es uno de los representantes de la pedagogía crítica la cual “ha sido considerada en la actualidad como el nuevo camino de la pedagogía, una en la cual se invite a las dos partes involucradas a construir sociedad desde la conciencia de los problemas sociales que se viven a diario y que afectan de manera directa e indirecta a las aulas de clase”.

Paulo Freire consideraba que “se debe construir el conocimiento, desde las diferentes realidades que afectan a los dos sujetos políticos en acción, aprendiz y maestro”.

1. Pedagogía del Oprimido

2. Pedagogía de la Esperanza

3. Pedagogía de la Indignación

4. Pedagogía de la autonomía

5. Cartas a quien pretende enseñar

6. La Educación como práctica de la Libertad

7. La importancia del acto de leer

8. Hacia una pedagogía de la pregunta

9. Extensión o comunicación

10. Pedagogía-Erótica Paulo Freire EZLN Escobar Guerrero

11. Educación y Mudanza – Paulo Freire

12. Educacion Como Práctica de la Libertad – Paulo Freire 2

13. Educacion y Cambio -Paulo Freire

14. Educación popular, cultura e identidad desde la perspectiva de paulo Freire
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ACTUALIDAD DE LA RENOVACIÓN PEDAGÓGICA (Libro)

Esta plataforma se complace en presentar el libro de Javier Pericacho Gómez: Actualidad de la Renovación Pedagógica.

Sinopsis:

La complejidad social actual conlleva que los centros educativos vivan la cotidianidad como algo difícil de abordar desde un modelo pedagógico tradicional. Este, en muchos casos, desmotiva al alumno y desgasta al profesorado de calidad. Corremos el riesgo de haber normalizado el aburrimiento y la desafección de los alumnos. La educación del hombre no puede realizarse adecuadamente sin una nueva reconfiguración de la escuela. Esta debe educar en la vida, no para la vida, ir por delante o al menos paralela al ritmo de las sociedades. Ni educador ni educando deberían sentir jamás que arrojan su tiempo a la nada. Lo que demos a los niños, los niños darán a la sociedad de adultos.
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APRENDER EN TIEMPOS REVUELTOS, DE JUAN IGNACIO POZO (Libro)

Un artículo de Fernando Trujillo, Profesor de la Universidad de Granada. Especialista en educación y enseñanza de idiomas.

Ser docente implica ser lector. No contemplo una alternativa; y en el caso de los docentes en formación inicial, leer es como respirar, absolutamente vital. Por un lado, los docentes somos, junto con las familias, los responsables de acercar a nuestros estudiantes a la lectura,como práctica social y cultural y como destreza. Por otro lado, la lectura es una fuente indispensable de (in)formación con la cual construimos nuestro conocimiento profesional y, de manera general, nuestro conocimiento del mundo. En resumen, cuando un docente me dice que no lee o que no le gusta leer, desconfío tan profundamente como me satisface hablar de libros y lecturas con mis muchos compañeros y compañeras lectores.

Para mí leer es, no lo oculto, un placer fundamental. Disfruto leyendo mucho y variado, aunque durante el curso me disciplino eligiendo solo libros profesionales, y relegando la literatura u otras lecturas no directamente relacionadas con la profesión para las fiestas y, especialmente, el mes de agosto.

Puede que estés pensando que leer exclusivamente libros profesionales no es una lectura placentera. Bueno, en ocasiones… tienes razón. Sin embargo, de vez en cuando, uno encuentra libros cuya lectura es un auténtico placer porque están muy bien escrito en todos los sentidos, y ese es el caso de Aprender En Tiempos Revueltos. La Nueva Ciencia Del Aprendizaje (Alianza Ensayo), el último libro de Juan Ignacio Pozo.

Para empezar, permíteme que te cuente, de manera general y en un minuto, qué es lo que más me ha gustado del libro:



El punto de partida del libro es tan real como provocador: “Las necesidades sociales de aprendizaje han evolucionado en estos últimos años mucho más que las formas sociales de organizarlo o gestionarlo”. Es, por ello, necesaria una revisión en profundidad de nuestra manera de aprender y, por tanto, de enseñar.

El comienzo de esa revisión consiste en analizar cuál es nuestra teoría personal de la enseñanza, pues todos tenemos una, y en concreto nuestra definición de aprendizaje. A mí, personalmente, me convence la que propone Juan Ignacio Pozo: “El aprendizaje es un cambio relativamente permanente y transferible en los conocimientos, habilidades, actitudes, emociones, creencias, etc., de una persona como consecuencia de sus prácticas sociales mediadas por ciertos dispositivos culturales”, es decir, “aprender es cambiar lo que ya somos”.

Y he aquí la clave de todo el libro: ¿cómo conseguimos cambiar de manera permanente y transferible?¿Escuchando pasivamente?¿Haciendo ejercicios repetitivos?¿Cambia esto realmente algo de manera duradera? Obviamente, la respuesta es negativa: ese no es el camino.

Para cambiar necesitamos hacer, y hacer con otros. Por ello Juan Ignacio Pozo defiende la búsqueda genuina de motivos para aprender, más allá del miedo al fracaso o al suspenso, y aboga por la práctica significativa en el aula, la resolución de problemas y la ejecución de proyectos que apasionen a los estudiantes (nuestro aprendizaje memorable…), el aprendizaje cooperativo o la educación expandida.

En definitiva, el libro de Juan Ignacio Pozo presenta los argumentos, bien asentados en la reflexión y la investigación, para la revolución que necesita nuestro sistema educativo. Si estás preocupado por encontrar un sendero que te permita transformar tu práctica en beneficio de tus estudiantes y para su satisfacción y la tuya propia, este es tu libro. Y, ya sabes, cuando lo leas, corre la voz porque, como el propio Juan Ignacio Pozo dice, “la información que no se usa se olvida”.
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"EL FIN DE LA EDUCACIÓN", DE NEIL POSTMAN (Libro)

Un artículo de Marcos Santos Gómez, Profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.

Libro de referencia:

Postman, N. (1999). El fin de la educación. Una nueva definición del valor de la escuela. Barcelona: EUMO-Octaedro (primera edición original 1995)

Esta es una obra de Neil Postman, coautor de un libro varios años anterior: La enseñanza como actividad crítica, que incluí en la bibliografía utilizada en mis primeras clases. Este libro que nos ocupa ahora, segundo del autor que aborda directamente la educación, tiene una estructura y un lenguaje sencillos para expresar algunas pocas ideas fundamentadas en la concepción “narrativa” que Postman asume. Es decir, según él en la cultura humana se siguen distintas “narraciones” o relatos que fundan la acción (pedagógica), de un modo similar al defendido por muchas filosofías posmodernas a las que, sin embargo, intenta superar. Para él, como para el último Illich, importa mucho el discurso que nos explica y orienta, y en esto centra su atención. Se parte del valor creativo, práctico y justificativo de los distintos relatos que se dan los hombres a los que incluso llega a calificar, sin menosprecio, de “mitos”. Neil analiza algunos relatos vigentes a finales de los noventa, en la ideología escolar, que explican su decadencia, y trata de salvar una idea crítica y eficaz de la misma. El relato que no funciona como fundamento de la escuela es el mito de una multiculturalidad que se dice constituida por muy diferentes particulares inconciliables desde la que un movimiento posmoderno y relativista intenta recrear una escuela basada en la incorporación de las minorías y sus perspectivas teóricas y prácticas (al final, narrativas, relatos). Desde tal abundancia y prolijidad de perspectivas no hay una que pueda cimentar el viejo sueño de la escuela universal, como institución que pueda ir conformando unos aspectos comunes a las distintas perspectivas, en la misión de crear una ciudadanía democrática. El ejemplo de los Estados Unidos es tomado y retomado por Postman, que procura situarse entre los extremos relativista-escéptico-particularista y el de un currículo desde teorías idealistas que se imponen monocromáticamente a la realidad. Son, según él, la izquierda y la derecha desde la que podría recibir críticas que cuestionen su programa.

Porque Postman atribuye a la escuela la necesidad de fundar y “fabricar” una ciudadanía crítica en medio de la vorágine multicultural, para lo que echa mano de lo que denomina cinco grandes relatos que de un modo ejemplar y contextual determinan la posibilidad de un pensamiento y escuela universales, pero no únicos o monolíticos. No se trata de asumir las ideas de una Ilustración ingenua, sino de subirse al carro de la filosofía actual de lo narrativo constituyente, para ofrecer grandes marcos narrativos o metáforas desde las que pensar y proyectar la escuela.

La primera metáfora que trata de superar el relativismo es la de la “nave tierra”. La idea de que a todos nos une el estar en un mismo barco que, como en algunas películas y series de ciencia ficción (Star Treck) navega solitario en medio de una nada hostil. De este modo, la humanidad puede compartir el proyecto común, por constituir un requisito sine qua non para su supervivencia, de salvar la misma nave que nos acoge, en donde vamos todos. De aquí, Postman propugna una educación escolar que mentalice para el cuidado de la Tierra, con el importante matiz de que lo universal ha de ser abordado desde lo particular, de manera que cuidar la nave Tierra es cuidar el entorno más cercano al niño que aprende. Hay que transmitir, también, una idea real de cómo ocurre el avance en el conocimiento, lo que implica historizar la ciencia y la cultura, mostrarlas en su devenir histórico y no como productos inmutables. Esto se logra con la incorporación de la historia a todos los campos del conocimiento humano, que es el modo de mostrar la lucha, tesón y tanteos que lo han originado. Hay que entender la imposibilidad de una visión esencialista del hombre y de la civilización que ignore su temporalidad.

El niño debe acostumbrarse a, cuando tenga la edad apropiada, analizar y cuestionar sus más allegadas creencias. Se trata de oponer una arqueología y un estudio de la antropología al viejo sistema rígido de dogmas y verdades que siendo particulares pasen por absolutas. En esta historización puede temerse un fantasma desazonador, el del carácter débil y conjetural de todo el conocimiento. Pero Neil también trata de responder a esto y solucionarlo. Contra lo que parece, y a pesar del dolor o tristeza que el conocimiento pueda generar (Eclesiastés), con esto se racionaliza el lugar donde se está, el mundo, pensando mediante la búsqueda y elección de elementos válidos y universalizables a través de las muchas particularidades, o culturas, que el niño puede estudiar, valorar y comparar, en la búsqueda de nexos para fundar una ciudadanía democrática, sin que todo degenere en un caos de tribus y familias humanas. Será el estudio de disciplinas aparentemente alejadas de lo subjetivo, como la astronomía, como el niño aprendería a ver el esfuerzo y la mentalidad abierta y creativa que ha ido produciendo su historia. De nuevo, se debe estudiar las materias como producciones dinámicas que ha habido que ir creando. En este sentido, Postman afirma: “Podemos considerar con justicia la astronomía como una ciencia pero, cuando de lo que se trata es de estudiarla como un esfuerzo para comprender dónde y por qué está nuestra nave espacial donde está, podemos también considerarla como una materia perteneciente a las humanidades” (p. 129). Un valor humanístico que surge cuando en cada materia investigamos su historia y la vinculamos con la supervivencia del hombre.

Otra gran narrativa para fundar una escuela universal es la del “ángel caído”, que muestra y expresa la precariedad del juicio humano. Somos, según esta imagen, seres muy limitados que apenas podemos comprender plenamente el mundo, como caídos de una anterior divinidad omnisciente a una situación de tiniebla cognoscitiva. Tenemos que encajar esta característica del hombre. Contra esta realidad humana operan, por ejemplo, los libros de texto, que transmiten otro relato, el del conocimiento como aglomeración de dogmas y seguridades, lo cual es falso. Desde la asunción del ángel caído se impugna toda pretensión absoluta en el saber humano. “Los libros de texto son, en mi opinión, enemigos de la educación, y sirven para promocionar el dogmatismo y el aprendizaje trivial. Tal vez le ahorren al maestro alguna molestia, pero el daño que infligen a la mente de sus alumnos constituye un infortunio y una maldición” (p. 133). Como antídoto, Postman propone, con ingenio, una interesante opción: estudiar e identificar los errores, antes que las verdades, en los textos, manifiestos y lecciones impartidas por el profesor. Es otra forma de, en el sentido de lo expuesto con anterioridad, historizar la ciencia de manera que suceda en el aula de modo similar a como ha sucedido y progresado en la historia real. Se trata de formar “detectores de errores”, de investigadores de la sospecha, tal como me parece recordar que ya avanzaba en su anterior libro. Hay que emprender un nada fácil estudio del error, antes que de la verdad. Subyace, obviamente, una dimensión falsacionista de la ciencia a este planteamiento (Popper). El error es fácilmente detectable, tiene un carácter concreto y material, y por tanto, directamente visible, pues ocurre en la acción humana. Un error que sucede abundantemente, pero que es posible reducir (tenemos potestad para hacerlo, para tratar con el error) y se puede sobre todo, en la clase, identificar en los discursos en el aula. “Los griegos, así como –sin lugar a dudas- los escolásticos medievales, comprendían bien algo que parecemos haber olvidado, a saber, que todas las materias son modalidades de discurso y que, por consiguiente, la práctica totalidad de la educación es una forma de aprendizaje lingüístico. El conocimiento de determinada materia consiste, principalmente, en el conocimiento de su lenguaje particular” (p. 140). Es decir, la ciencia es básicamente un discurso, una logificación de la realidad que inventa y adhiere conceptos al mundo y sus pedazos. Un lenguaje que comienza con la interrogación y que resulta falible en sus respuestas, o revestimientos lingüísticos para el mundo. Está claro que Postman huye de un realismo fuerte para asumir una perspectiva similar al falsacionismo de Popper, acaso de un realismo muy matizado y moderado, y para apoyar una visión del mundo como algo en gran medida construido verbalmente por el hombre, lo que también lo aproxima a posturas hermenéuticas. Pero se puede aspirar a abordar el mundo con relatos que sí ostentan una cierta universalidad. De aquí extrae, precisamente, su valor el conjunto de relatos propuesto por Postman en el libro. Valen para sustentar una praxis universal, una ética mundial y una imagen compartida del mundo y de la humanidad.

Así que se trata antes de identificar errores que verdades. Contener el error como recurso didáctico es en gran medida des-solemnizar la enseñanza, suprimir su carácter amenazante para muchos niños. Pero se puede objetar si el efecto en los niños es verdaderamente deseable, pues permisivos con el error, acostumbrados a su presencia ubicua, acaso degeneren en un cinismo escéptico. A esto trata de replicar Postman: “¿Se volverán cínicos nuestros alumnos? No lo creo, o no por lo menos si su educación les narra la siguiente historia: dado que somos almas imperfectas, nuestro conocimiento es imperfecto. La historia del aprendizaje narra la aventura de la superación de nuestros errores. No hay nada malo en equivocarse. Lo malo está en nuestra reticencia a reexaminar nuestras creencias, así como en creer que nuestras autoridades en cada materia no pueden equivocarse” (p. 145). Se trata de mantener un saludable espíritu crítico y de sospecha, una cierta prevención ante lo que el hombre “descubre” y formula. Un escepticismo que, en cierto grado, Postman califica de sano y creativo (p. 145). Es como si educarse en la humanidad, ser educado por ella, implicara participar en una suerte de “gran conversación”. Postman emplea esta misma metáfora: Lo que es y lo que atesora la humanidad es una ingente, antigua y valiente conversación.

Para concretar, Postman estudia el caso específico de los Estados Unidos, como tercera metáfora u horizonte, además de, como cuarta metáfora, la gran narrativa de la “ley de la diversidad” relacionada con el caso americano, que es, seguramente, la sociedad más multicultural que existe. En este contexto de diversidad, la misión fundamental de la escuela es, señala Postman, “(…) descubrir y promover narrativas extensas e incluyentes, en las que todo el alumnado pueda creer” (p. 164). Esta diversidad es constituyente del individuo, que a través de la interacción con la misma se hace, en sociedades complejas. “La diversidad constituye la historia que nos relata cómo nuestras interacciones con muchas clases de personas nos convierten en lo que somos” (pp. 164-165). Dentro de esta metáfora que es la “ley de la diversidad”, es decir, que lo diverso no se opone al hallazgo de conocimientos comunes, y por el contrario, llena de creatividad nuestras vidas, Postman fija su atención en cuatro manifestaciones: 1) el idioma (por ejemplo es inglés en Estados Unidos), como surgido en la más apabullante diversidad, y el aprendizaje de una segunda lengua. 2) la religión, que aun manteniendo para el creyente su dosis de verdad, significa una de las más importantes narrativas que dotan de sentido. Un carácter “blando” o narrativo que no contradice los anhelos de los creyentes. Dice: “Nada más lejos de mi pensamiento que plantear el estudio comparado de las religiones como un ‘desmantelamiento de narrativas’ o, lo que sería aún peor, desde un cinismo superficial. La idea general consiste en poner de manifiesto que diferentes personas tienen diferentes historias; que, a lo largo de los años, han tomado prestados elementos unas de otras; que lo adecuado es tratar las narrativas de los demás con respeto y que, en última instancia, todas ellas tienen propósitos similares” (p. 174). Además, se incidiría en el carácter, también aquí, dinámico e histórico de las creencias. Un punto de vista tolerante, comprensivo y valiente con respecto a las propias creencias en el conjunto de todas las creencias religiosas. La religión, lejos de ser una atadura dogmática, puede ser un valioso recurso pedagógico que precisamente apunte a la ley de la diversidad. 3) Las costumbres ajenas, ser “incomodado” por ellas. 4) Las artes, los museos.

La conclusión que extrae de todo esto Postman es que “El papel de la escuela consiste en incrementar las capacidades del alumno, lo cual significa ayudarle a ascender en la escala de modalidades del pensamiento y la sensibilidad” (p. 189). La escuela es, para él, una institución muy valiosa para “(…) ayudar al alumnado a trascender su identidad personal, y encontrar la inspiración necesaria para hacerlo en la historia de la humanidad” (p. 191).

Otro gran paradigma o narrativa es “tejedores de palabras, hacedores del mundo”, que incide en la ya mencionada naturaleza lingüística no solo de la ciencia, sino del propio mundo, es decir, que las palabras crean mundo. Hay que atender a las metáforas con las que cada cultura explica la realidad. Todo adquiere un carácter simbólico y pensar es verbalizar, convertir el mundo en palabras o, tal vez, las palabras en mundo. Esta última “verdad” de la escuela sitúa de nuevo a Postman en una versión escéptica y teñida de posmodernismo de la búsqueda de lo universal o lo común. Este relato se aprende y surge de la interacción y escucha del otro en la escuela, que es la única institución capaz de favorecerlo. De ahí la importancia fundamental y universal de la escuela, cuya primera tarea es dotar de esa capacidad para des-solemnizar el mundo, propia de la ironía, por ejemplo, que Postman administra en su libro. Hay un empeño único y serio para la escuela, que no obstante se aborda desde el reblandecimiento irónico del mundo, desde una logificación relativa y temporal pero capaz de dotarnos de sentido e incluso de presidir y promover el conocimiento científico y, por supuesto, las artes. Algo circunstancial como es una institución (la escuela), que además es formal, regular y administrado, es el alambique donde todos podemos aspirar a un nexo común, a su fabricación.
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niveles de conciencia

DESESCOLARIZAR LA VIDA. IVAN ILLICH Y LA CRÍTICA DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS (Libro)

Un artículo de Marcos Santos Gómez, Profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.

Libro de referencia: Igelmo, Jon. (2016). Desescolarizar la vida. Ivan Illich y la crítica de las instituciones educativas. Madrid: Enclave.


El pensamiento de Ivan Illich es rico y complejo. Del libro de Igelmo se desprende la necesidad de leer al Illich de los setenta desde el Illich de los ochenta y años posteriores, que matizó y rectificó algunos aspectos de lo que escribiera en La sociedad desescolarizada. A él no le gustaba demasiado hablar de su libro, en el que ya veía elementos para corregir poco después de su publicación en 1971. Este libro, cuyos argumentos críticos y propuestas prácticas expone con elegancia y precisión Jon Igelmo, uno de los principales conocedores del pensamiento de Illich en España, tuvo un proceso de elaboración y una historia que entronca con la actividad de Illich en el CIDOC. No se trató de un escrito unitario, sino de un conjunto de artículos previos y textos que habían sido propuestos y debatidos en dicho organismo. De hecho, una de las principales consecuencias que extraemos del libro de Igelmo es la necesidad ineludible de analizar el funcionamiento e historia del CIDOC para entender las ideas de Illich sobre desescolarización y la noción expresada por el neologismo "convivencialidad", que se desarrolla en el libro La convivencialidad, publicado poco después, en 1973.

Porque en Illich el fundamento y el sentido de pensar lo da la praxis, la actividad humana amistosa que Illich erige como referente teórico y práctico: “a diferencia de otros muchos intelectuales críticos en este tiempo, en el caso de Illich la praxis fue un elemento crucial para el desarrollo del conjunto de ideas y tesis que componen su obra” (p. 19). Es la convivencialidad vivida y encarnada en el CIDOC donde probó lo que proponía en sus primeros libros. Esto resulta evidente cuando leemos el exhaustivo repaso del funcionamiento del CIDOC que emprende Igelmo; la narración de un lugar en Cuernavaca (México) y tiempo realmente excepcionales (pp. 67-88).

El CIDOC operó desde 1963, año en que lo fundara nuestro autor, hasta 1976. Tenía su centro en la biblioteca y el edificio principal que ofrecía alojamiento, manutención y sesiones de trabajo, con la peculiaridad de albergar tertulias de gran nivel intelectual, partiendo de redes de personas interesadas en aprender o estudiar algo, o investigar, que se ponen en contacto y se ven para hablar, leer, escribir e intercambiar lo que se iba obteniendo. Los estudiosos trababan una relación no académica pero fructífera entre personas reales en comunión directa y personal. Se desecharon libros de texto y la expedición de títulos o certificados quedó absolutamente vedada. Se acudía, por tanto, en visitas más o menos largas, para desarrollar algún tipo de aprendizaje o investigación, en sesiones siempre presenciales. Fueron huéspedes del CIDOC Erich Fromm, Reimer, Holt, Paulo Freire y muchos otros conocidos pensadores. También puede decirse que fue referencia el CIDOC e incluso lugar de gestación para la Pedagogía Crítica norteamericana.

En concreto, en relación con Paulo Freire, Illich se fijó en la idea de una “educación concientizadora”, en la dinámica creadora de mundo de la alfabetización freiriana y en su concepto crítico de “educación bancaria” (pp. 139 – 146); así como también conversó y aprendió mucho de Goodman y otros.

La crítica a la escuela fue la novedad específica aportada por el CIDOC, convertido en referente fundamental del pensamiento crítico de los años 60 y 70, para desaparecer por completo en 1976 ante el peligro, señala Igelmo, de institucionalizarse, de aproximarse a las relaciones educativas burocratizadas que cuestionaba. Desde entonces la famosísima figura de Illich parece esconderse, y deja de hablarse de él, que llevará una vida discreta y privada, sin ya nunca renunciar a un cierto exilio voluntario.

La riquísima actividad del CIDOC hoy se emula en varios puntos del planeta, como por ejemplo en la educación implementada en la región zapatista de México, en Chiapas. Pero sobre todo, Illich sigue vivo en el creciente movimiento mundial del homeschooling, o incluso el más radical unschooling, significando ambos un veto a la educación institucionalizada, formado por familias y padres que quieren hacerse cargo en exclusiva de la educación de sus hijos, practicando una suerte de objeción de conciencia a la escuela. Estas experiencias corroboran el tipo de aprendizaje propagado por Illich que no renuncia a la relación estrecha y directa entre personas como vehículo del saber. Nadie aprende mejor, dice él, que cuando está muy interesado y se halla hablando y escuchando directamente a otra persona que sabe del tema y que se ha ofrecido para compartirlo, en la relación personal y no académica, sin mediación institucional ninguna. Así, respecto a Illich, Igelmo señala que “Al estudiar el conjunto de su obra, su pensamiento puede ser sintetizado como un intento constante por desenmascarar toda apuesta por gestionar, manipular y dirigir el libre encuentro que cada ser humano puede establecer con otra persona que sea de su agrado” (p. 15).

Illich describe varios modos de relación educativa humana alternativos que en un primer momento me llevaron a pensar en internet, pero que sin embargo se alejan del trato mecánico y despersonalizado propio de las relaciones y actividades informáticas. Es precisamente el ordenador lo que marca una nueva época en la historia del aprendizaje, indica en su estudio de la Gramática de Nebrija y el papel de la imprenta, una cultura del texto impreso, de la alfabetización generalizada como forma de socialización, a la que antecedió el mundo de la oralidad y de los carísimos y escasos manuscritos.

Es este tipo de conclusiones y análisis históricos lo que el Illich de los ochenta llevará a cabo, en el silencio, de un modo semejante al método arqueológico de Foucault. Parte de un uso de la historia de la educación desde un escrupuloso espíritu de historiador sin el interés por la defensa de la escuela que se da entre los historiadores de la educación al uso, pensaba Illich. Desarrolla complejas genealogías de la modernidad para desactivar las fuerzas que operan en la perpetuación de la escuela, como mentalidad, institución y burocratización de la vida. Continúa matizando lo que manifestara La sociedad desescolarizada, cuya tesis principal era que “Se estaba confundiendo la educación con la escuela, como antes la religión con la Iglesia. La aceptación del mito escolar por los distintos estratos sociales justificaba ante todos los privilegios de unos pocos. No había mucha diferencia entre los que justificaban su poder con base a la herencia y los que lo hacían con base a un título académico” (p. 101).

Hay un asunto que a mí me interesa sobremanera al que Igelmo alude, y es la lectura o interpretación que se puede hacer del pensamiento y la actividad de Illich desde la perspectiva de la teología negativa o apofática (p. 153). “Según algunos de sus más estrechos colaboradores, Illich fue ante todo un teólogo apofático. Baste mencionar que hasta los últimos años de su vida no estuvo dispuesto a hablar de Dios en sus publicaciones, ni a mencionar su nombre. A pesar de que sus trabajos y su propia trayectoria fueran catalogados dentro de distintas disciplinas académicas, para quienes han interpretado desde esta perspectiva el pensamiento de illich, tan solo la teología apofática como materia de estudio es capaz de abarcar y recorrer transversalmente el pensamiento de Illich desde sus primeros textos escritos en el CIDOC, hasta sus investigaciones históricas como pensador itinerante. De hecho, durante todo este tiempo profesó una profunda fe cristiana, sin romper jamás su vínculo con el ministerio de la Iglesia” (pp. 176-177). Indica Igelmo que el prólogo al segundo tomo de sus Obras completas publicadas por el FCE, es una interpretación de Illich, en este sentido, desde la teología apofática (p. 194). Sin embargo, Igelmo indica que esta interpretación puede borrar asuntos de gran interés concreto repartidos por su obra (p. 179).

Me ha parecido que Illich encarna una verdad en torno a la educación, que es la de la denuncia de la pedagogización propia de la modernidad, y de todo el entramado que construye un mundo que sin embargo acaba asfixiando al hombre, en lo que es una típica crítica a la modernidad. Se nos obliga a empaquetar el conocimiento en porciones mensurables (evaluables) para poseer como si fueran cosas, que crean la necesidad de sí mismas, de modo que se convierten las relaciones vivas humanas en secuencias de comportamiento burocrático y clasificable. “El ser humano moderno, que habitaba en un mundo hiperplanificado, había desarrollado la frustrante capacidad de pedir cualquier cosa porque no podía visualizar nada que una institución no pudiera hacer por él (…). El ideal contemporáneo moderno era un mundo panhigiénico donde todos los contactos entre las personas, y entre las personas y su mundo, eran el resultado de la previsión y la manipulación. La escuela, en este sentido, se había convertido en el proceso planificado que preparaba al individuo para un mundo planificado” (p. 104).

Illich aspira a un hombre nuevo que retorne a una revitalización de la vida, que pueda ser y actuar sin corsés ni predeterminaciones, tan sólo llevado de un interés creativo, el de una verdadera y sana productividad que se aleja del tipo instrumental y estatista de la productividad. Tenemos en él, en la línea de los post anteriores a este, un crítico de ese fenómeno moderno que hemos denominado pedagogización, y que “Hace referencia, de hecho, a la tendencia a resolver problemas sociales, económicos, políticos o incluso psicológicos aplicando no solo ecuaciones educativas, sino también métodos pedagógicos” (p. 12). Lo que él propugna es algo similar a lo que la secularización del cristianismo supuso, así como la desmitologización de la Iglesia (p. 116).

Decía que me interesa la huella en Illich de una teología negativa, según lo cual toda su vida y hechos siguen el principio de afirmar lo que se silencia, lo que en todo caso se puede aludir por la vía negativa de señalar los errores y distanciamientos que lo ocultan y corrompen. Illich, que era sacerdote, dejó de hablar o escribir de Dios a finales de los sesenta, pero se puede interpretar que alude a Él constantemente, a su creación y a la dignidad personal de los hombres. Es desde esta clave que el pensador austriaco efectuaría su labor. Un punto de vista algo pobre para entender a Illich cabalmente, indica Igelmo, pero lleno de interés, afirma él y yo suscribo. Como ocurre con el pensamiento en general labrado en occidente, hay en sus ideas una raíz teológica que lo nutre y aviva. Muchos planteamientos e incluso praxis cristianos, más allá de la Iglesia, tienen, seguramente, un hondo paralelismo con Illich. Para esclarecer esto quizás debamos, además de los ochenta, leer al Illich más reciente de finales de los noventa. En eso estamos.
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LA EDUCACIÓN COMO BÚSQUEDA (Libro)

Acabo de publicar el libro cuya portada muestro en la fotografía. Su referencia es Santos, M. La educación como búsqueda. Filosofía y pedagogía, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008. Pronto estará en las librerías. Es una obra que surge a partir de la mezcla indisoluble de mi docencia con mi investigación más reciente. Está en ella todo lo que he estudiado y reflexionado en torno a la educación como proceso humano y formativo, a partir de los temas surgidos en mis clases de la universidad y mis lecturas. Su método y tono es de tipo ensayístico y pretende ser una síntesis que aborda temas básicos de los fundamentos de la tarea educativa, en un sentido amplio. Abordo la educación como problema que ha de resolverse en una búsqueda continua. Cada capítulo se centra en un aspecto que va desembocando en el siguiente. Así, el comienzo de la “búsqueda” es el problema acarreado en nuestro tiempo por la pérdida del viejo sentido para la existencia y del fundamento de la ética.

Siguiendo sobre todo a Albert Camus, nos situamos en una confrontación con el absurdo de la existencia humana, en cuanto carencia de fines y respuestas firmes, que en el caso del autor francés conduce desde una cierta autocomplacencia nietzscheana a su superación en una admirable y difícil ética cuyo fundamento es la compasión (como si de Nietzsche volviera al Schopenhauer de la unidad del género humano en el sufrimiento). Camus nos conduce a un heroísmo del ejercicio de bien porque sí, contra corriente y trágico, ante la permanente amenaza de las ratas y la epidemia que disuelve cualquier esperanza ilusoria y fantasía. Es decir, una ética con los pies en la tierra, con todo lo que eso supone. La tarea del educador tendría, y por eso mi alusión a este tema, mucho de ese heroísmo ético, en cuanto apuesta por una humanidad huérfana y retornada a su propia finitud.

He visto algunas afinidades entre el discurso de la finitud camusiano y esa vieja escuela filosófica de la antigüedad que fue denominada “estoicismo”: La felicidad y el bien como resistencia, como apuesta problemática en un mundo y sociedad radicalmente opuestas a ello. En este sentido, la educación para la humanidad huérfana de que hablaba antes implica una cierta fortaleza del carácter y de las propias convicciones. Se trata de la firmeza y la perseverancia en la realización de ciertos valores sin fundamento, para Camus, pero en los que la humanidad se juega su realización (e incluso supervivencia). Estos valores (que apuntan a los derechos humanos) los describo mejor cuando, más adelante, me refiero a Iván Illich o Paulo Freire, en la pedagogía, y Lévinas, entre otros, en la filosofía.

Buscamos el motor de una nueva humanidad, el sentido perdido no ya tras la caída de la razón, sino tras una caída más estrepitosa y ancestral: la pérdida de la posibilidad de hacer justicia con quienes sufrieron, con quienes fueron brutalmente negados: pueblos conquistados, mártires del holocausto o de Hiroshima, etc. Precisamente en la recuperación de estos fracasos es donde, como señala Walter Benjamin, la humanidad se juega su futuro, futuro que se vislumbra borrosamente gracias al pasado recuperado por la triste memoria de la historia de dolor que ha ido conduciéndonos a lo que, falsamente, denominamos “progreso”.

A partir de aquí, los siguientes capítulos estudian opciones pedagógicas que suponen una alternativa a la visión más ingenua de lo que es el progreso, ese falso progreso basado en el olvido del sufrimiento sobre el que habitamos. Una buena y lúcida alternativa, que devuelve a los hombres su responsabilidad en la elección del propio destino, es la Iván Illich. También, preocupado por la supervivencia y la realización de la humanidad como diálogo y horizontalidad de la cultura, tenemos a Paulo Freire. En él se halla, aplicada a la pedagogía, esa recuperación de la memoria de opresión, capaz de transformar utópicamente nuestro presente. La actitud de búsqueda colectiva y horizontal y de conformación dialógica de la cultura es nuestro punto final.

En general, voy perfilando a lo largo del libro una cierta propuesta en relación con el bien educar. Si educar (bien) pretende esas cosas que se dicen: humanizar, hacer personas felices, mejorar la sociedad, entonces la propuesta razonada en el libro es que habría que apuntar a lo que llamo, siguiendo a Freire, una horizontalidad de las instituciones educativas y de la sociedad, de las relaciones humanas en su conjunto y en todos los niveles, en las estructuras e incluso en las cualidades a desarrollar en los educandos. Trato de fundamentar esta respuesta de índole freiriana y perfilarla como alternativa a los muchos fracasos de todo tipo que nos desafían y que han originado la búsqueda desarrollada en el libro.
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"CREER EN LA EDUCACIÓN", DE VICTORIA CAMPS

Un artículo de Marcos Santos Gómez, Profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.

Libro de referencia:

Camps, V. (2015). Creer en la educación. La asignatura pendiente. Barcelona: Península. Primera edición 2008.


Creer en la educación es un opúsculo de la conocida filósofa Victoria Camps, dedicado a la educación, en la cual, según su diagnóstico, se ha dejado de creer. Qué es lo que hay que creer cuando se cree en la educación será lo que desarrolle ampliamente a lo largo del libro. En él emprende una cierta recuperación de una forma de paideia que podemos vincular con la tradición clásica, pero también con la modernidad. Es decir, se apunta al discurso pedagogicista o, como lo nombramos en la entrada anterior, educacionalista, que ha inventado la educación y la escuela como una forma de regulación del aprendizaje y el conocimiento, que ella aprueba y no cuestiona, como valores más o menos mensurables y clasificables, y que sigue por tanto la tradición pedagógica, aun siendo crítica con algunos principios que han fundado recientes frustradas experiencias educativas. Es decir, no se sitúa en la metapedagogía, más allá de ella, sino que la presupone, que es lo que hacemos todos la mayoría de las veces. El libro es antes una terapia y diagnóstico desde premisas internas, desde los presupuestos originales que cimentan la escuela y la educación actuales, que se explican y justifican a sí mismos, como ya señalara Iván Illich, que crean su propia necesidad. No se cuestiona si existe un error en el mismísimo adn de la institución. Para ello habría que emprender una historia de la educación, pero no al uso, sino como meta discurso, como valoración y perspectiva exterior y crítica, al estilo de Foucault o Illich. No es, por tanto, ni mucho menos un libro radical, que aborde el sentido de las instituciones educativas, su arqueología e historia, de los que me gustan y más me interesan, es decir, una aproximación “recelosa” a lo que se nos presenta como hechos consumados, más allá de esos propios hechos como hechos, y que además analice el propio discurso que las fundamenta. Pretende corregir una dirección pero siguiendo, básicamente, un mismo curso, el de la modernidad. Por tanto, es un plan de mejora o proyecto interno para la propia escuela, que emana de ella y a ella se dirige, de lo mucho que se escribe al respecto, desde un punto de vista en el fondo técnico.

Siguiendo esta pista, manifiesta que han de enseñarse contenidos concretos, desde un cierto prestigio, desde la admiración y asimetría con los educadores adultos; inculcar contenidos y valores encarnados en las personas educadoras, y desde la superioridad de la cultura, efectuando la necesaria socialización previa a la individualización crítica y exteriorizante capaz de juzgar su mundo social, que ha de llegar en la madurez. Hay cosas concretas, contenidos, normas, en los que creer, para los que debe recuperarse cierta fe. O sea, es preciso apostar por una educación que es formación, lo que implica dar una forma desde ciertos parámetros y cánones establecidos como punto de partida del largo proceso hacia la madurez del hombre autónomo. Da por sentado la profesora el valor de la escuela, como institución de la modernidad vinculada a la necesidad de alfabetizar para la sociedad de textos (frente al paradigma anterior de la oralidad) que surgió sobre todo con la invención de la imprenta. Hay que civilizar al niño. Con relación a la escuela se trata de que continúe fiel a su labor primigenia y a un modelo social basado en el texto y en la alfabetización como socialización (el Illich de los ochenta añadiría que hoy se ha producido un giro esencial hacia otro mundo, el del ordenador y la pantalla).

Para pensar esa revitalización de la escuela que hace falta es preciso, siguiendo su planteamiento, repensar y decidir qué entendemos por educación. Hay, pues, una institución escolar, hecha desde una idea concreta de educación, ideal que postula con el fin de emprender la crítica del presente anómico y desvirtuado que la desprestigia. La educación es para ella rasero y norma. Es decir, necesita creer en la educación, como condición para creer y apostar por el mundo social y político que habitamos, y por la escuela, claro. Para ella, esa educación cuyo fin es el individuo crítico y de pensamiento autónomo, funda y salva lo social, corrigiendo sus patologías. Su tesis es que la escuela daba, en su planteamiento original, la talla y cumplía las condiciones para educar bien (para el hombre que emerge con la modernidad). Es una institución válida, útil e imprescindible, en cuanto organiza y aporta un orden necesario para realizar lo educativo.

Pero ¿qué es la educación? ¿Cómo ha de darse ese proceso humano que ha de retornar a la escuela? Educar es, en primer lugar, enseñar algo, es decir, Camps relaciona educación con enseñanza, afirmando que “No es posible educar sin enseñar, aunque es muy posible enseñar sin, a la vez, educar” (p. 26). Hay que concretar y decidir lo que enseñar para educar, y fijar un norte claro para todo el proceso. Es lo que se ha perdido, según ella, el necesario componente orientador que debe acompañar la conducción pedagógica, que no es líquida (Bauman), posmoderna ni espontánea. Se trata, aun más, de proporcionar unos necesarios asideros al niño. Una idea básica del libro es que resulta necesario un orden para ir a la libertad que se ha de conquistar, y, en un aparente oxímoron, afirma que la educación debe tener un comienzo autoritario imprescindible para devenir, finalmente, en la no necesidad de conducción heterónoma, es decir, en la autonomía del educando que ha debido interiorizar ese cierto suelo y abono que en él se ha depositado, para florecer.

Apela a la clásica auctoritas del maestro. Una autoridad que obra un acontecimiento que funda la humanidad en el educando. Esta autoridad sobre todo se basa en el ejemplo y la coherencia, en una intención valiosa en la conducción del niño y que, de un modo muy estoico y clásico, procurará la felicidad del futuro hombre. En su pedagogía hay verdades que sembrar en el suelo desierto que son los niños, y certezas que como señales apuntan a un final feliz y lo preparan.

La profesora es muy crítica con el espontaneísmo de la que se ha considerado educación o escuela libre. El niño necesita una conducción para aprender a conducirse. Nos indica: “la intención de educar no en el autoritarismo, sino en la libertad, la independencia y la autonomía, ha derivado en no educación” (p. 32). El niño en realidad, y esta es su premisa básica, no tiene nada que expresar, ni lleva en su interior todo lo requerido para educarse sin fortalezas exteriores y heteronomías. Es una suerte de vacío que hay que situar y activar con contenidos concretos.

Cuestiona la profesora, por tanto, el rousseanismo y todos sus correlatos románticos, dice, que están en la base de la educación libre. Pero yo no creo que el estado de naturaleza al que alude la filosofía y la pedagogía de Rousseau sea equiparable con un bucólico exilio en un origen salvaje, visto así, de un modo literal. Creo que el estado de naturaleza es un constructo de la razón que pretende hacer al hombre dueño de sí mismo y reconciliarlo con su circunstancia aun a costa de su sociedad pre-racional, previa al contrato. Ciertamente, la vida es buena como tal, sin necesidad de añadidos dogmáticos. El espontaneísmo sigue esta lógica, haciendo emerger la virtud de unas facultades humanas que tienden a ella, que son buenas.

Para Camps puede hablarse de virtud como fortaleza del carácter, como el ejercicio de un control (no represivo) de las emociones (llamadas por los antiguos “pasiones”) que es preciso aprender. Debe aprenderse a esclarecer los propios fines, priorizando la eudaimonía o felicidad como objeto de la paideia. No hay virtud previa, pues topamos con la nada que es el niño, sino que lo bueno y el instrumento (juicio, razón) para lograrlo se materializan a posteriori. Sugiere la filósofa que el espontaneísmo rousseauniano es final, no origen (en el origen ella sitúa una tabula rasa o vacío), porque se postula como algo en el fondo emanado de razones, de contenidos, de prejuicios, de ideología, en suma. El niño está “lleno” antes de formarse, para las pedagogías menos directivas, aunque sea de la tendencia a lo bueno. Pero en el origen del individuo hay solo una nada, parece suscribir la profesora.

Sospecho que, contra lo que ella cree, muchos de los educadores de las escuelas libres suscribirían la tesis, polémicamente lanzada por la filósofa, de que la libertad requiere un orden. En las escuelas libres existe un orden y en absoluto coinciden con el desorden actual de la escuela. Sin embargo, en otras cuestiones es verdad que Camps y A. S. Neill, por ejemplo, coincidirían poco. Es el caso de la atribución de “plenos poderes” al niño para regir, políticamente, su escuela o comunidad. La profesora ve aquí una desmesura y un error, ya que el niño no es igual al adulto. Hay, del mismo modo que la necesidad de un orden, metas y modelos, la necesidad de una desigualdad con lo exterior, de un venir de fuera lo que no es en absoluto una norma autoimpuesta. “Y es que hay que repetir que padres e hijos no son iguales, tiene que haber una separación mínimamente jerárquica entre unos y otros” (p. 39). El niño ni puede ni debe ser igual a sus educadores, de manera que estos sean encarnación de unos deberes no necesariamente represivos pero imprescindibles para la futura conquista de derechos. “Por definición, los niños son inmaduros” (p. 67). Otorgar derechos absolutos porque sí no es, afirma, el camino razonable. Apela al modelo de las reglas de cortesía y la urbanidad, que obligan pero para sustentar el respeto al otro, para guardar a cada uno un espacio de autonomía. Hay que emplear una dosis apropiada de obligaciones y normas para, de nuevo de manera paradójica en apariencia, obtener la gradualmente ganada autonomía.

Respecto a la espontaneidad, dice más aun: “Pero el caso es que ‘educar’ significa, entre otras cosas, ‘reprimir la espontaneidad’. (…) La fascinación por la espontaneidad es, en efecto, uno de los mitos que han hecho que los fundamentos de la educación se tambaleen” (p. 47). La educación, aun más, procura que el niño llegue a desear sus fines, mediante una estoica autorregulación de sus emociones que llegaría tras el entrenamiento deportivo o la milicia, por emplear la vieja y típica metáfora del estoicismo(p. 94). Y “Rousseau se ha impuesto a Locke, que pensaba que la mente, al nacer, no es sino una tabula rasa y que un niño ignorante e indisciplinado es un fracaso de los adultos que han renunciado a educarlo” (p. 98). Un niño se “llena” desde fuera, heterónomamente y hay que enseñarle, con normas, a regularse: “Formar la voluntad o un carácter fuerte (…) quiere decir enseñar a hacer frente a la adversidad y saber resistirla equilibradamente para que, poco a poco, los niños dejen de creer que las imágenes y las narraciones del mundo en el que viven son modelos que hay que imitar” (p. 99).

La cacareada “espontaneidad” del niño es la antesala de un mal. Es decir, cuando el niño, supuestamente, es sin cortapisas, se cuela la “televisión”, el consumismo, la exaltación de la constante novedad, del juego, etc., que pronto pueblan, tal como está sucediendo, al niño, sustituyendo lo que la carencia de “autoridad” ha desistido de colocar en el alma inmadura. El niño no es maduro ni un modo sustantivo y acabado de ser el hombre, frente al rousseaunismo. El hombre, si lo dejamos ser desde su nada infantil, desarrollando supuestamente esa “nada”, se torna malo por “naturaleza”, porque el mal emerge con la ausencia de restricciones (pp. 69-70). La autonomía y la resistencia al gregarismo necesita, una vez más, de la norma y de un orden exterior. Por eso, “Lo que los menores esperan de los adultos, aunque no sepan formularlo así, es que les enseñen a ser felices. Los adultos tienen más años, es decir, más experiencia, más conocimientos y más criterio. Tienen el deber de transmitirles todo lo que han aprendido, en lugar de consentirles todos los caprichos estúpidos que se les ofrecen” (p 89). Así, Camps propone este proyecto pedagógico que conduce a una logificación de la vida inocente que está en el origen; una gradual racionalización de la inocencia primigenia que no es buena ni mala en sí, y cuyo valor concreto es fabricado por la educación.
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PENSAMIENTO OCCIDENTAL

PESTALOZZI Y LA EDUCACIONALIZACIÓN DEL MUNDO

Un artículo de Marcos Santos Gómez, Profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.

Libro de referencia:
Tröhler, D. (2014). Pestalozzi y la educacionalización del mundo. Barcelona: Octaedro .


El suizo Pestalozzi (1746-1827) en vida y durante aproximadamente medio siglo tras su muerte, ha conocido una veneración unánime (salvo algún escaso enemigo o difamador en su época) por parte de los interesados por la educación que desde entonces, con la “educacionalización” del mundo, en palabras de Daniel Tröhler, proliferamos en nuestros tiempos más inmediatos y en los presentes. En su libro, Tröhler, gran experto en la figura del pedagogo suizo, detalla numerosos aspectos de su biografía, vinculada a los distintos lugares en los que fundara y dirigiera proyectos educativos. Lo central y a mi juicio muy acertado de este libro es que cuestiona la idea de que Pestalozzi es la causa inmediata y la fuente de la pedagogía moderna. Una tesis de Perogrullo porque, en efecto, los cambios en la historia no son nunca cuestión de sujetos aislados que los causan o voluntades singulares. Pero esto hay que repetirlo siempre. Es evidente, a poco que pensemos y comprendamos la historia. En todo caso, como decía Hegel, sí puede haber personas catalizadoras de las fuerzas que constituyen su tiempo, pero no auténticos fundadores de nada. Podíamos decir que la historia, vista hegelianamente, nos sobrepasa.

En época de Pestalozzi su obra tuvo eco y se le buscó, imitó y estudió porque esa misma época inventó que los problemas sociales y el avance de la historia y el progreso, se debían abordar como problemas educacionales. Es decir, el muy actual prurito de que para que las cosas vayan bien, para que las sociedades sean prósperas y más justas, para que la ciencia como la mayor de las píldoras continúe su avance productivamente (y las empresas, y las naciones… etc.) hay que invertir y fijarse en la educación. Todo problema, todo mal en la historia, debe tratarse como un problema de educación, y la educación debe resolver y salvar la historia. Naturalmente hablamos de una educación cada vez más formal y regulada, de los sistemas educativos. Este interés viene desde la segunda mitad del siglo XVIII, y se constata en la abundante elaboración decimonónica de historiografías de la educación, disciplina cuyo auge comienza en medio de este proceso y en el cual cobra sentido (p. 194). Estas primeras historias de la educación son más que una exposición de hechos, un desarrollo y propuesta moral con exposición de ejemplos y modelos, entre los cuales a veces aparecía, ensalzado, Pestalozzi. “En torno a 1900, Pestalozzi era el héroe de la historiografía, el hombre que con su amor y entrega había dejado tan profunda huella en la escuela moderna que fue elegido padre de la educación moderna (…)” (p. 196).

La “elección” de la educación como solución tiene su base ideológica en el contraste entre, por una parte, un mundo cada vez más materialista y secularizado, el de la economía clásica y el capitalismo moderno, que se antoja amoral y que, aun más, desmoraliza a la sociedad. De hecho, recordemos que Adam Smith fue profesor de ética y dedica apartados de La riqueza de las naciones a una preocupación por limar desde la ética las asperezas de su programa económico. Se da, pues, y a pesar del sr. Smith una amoralidad en el funcionamiento y progreso (comercial, industrial, científico…) que chocaba, y esta es la otra parte, con los coetáneos ideales del republicanismo de origen ilustrado y revolucionario (Revoluciones americana y francesa). La ideología moralizante que había creado los Derechos del hombre y del ciudadano, que todo lo arreglaba, estoicamente, desde la virtud personal.

Pestalozzi en sus inicios sostuvo, de hecho, un republicanismo que le hizo andar no lejos de los eventos revolucionarios en París, pero pronto asumió y se centró en un “interiorismo” pedagógico, en una suerte de bucólica cura de almas. Este republicanismo fue un cierto prurito moral que quiso rectificar la historia desde los valores, la moral y la política (luchando contra la tiranía). Como parece, ambas tendencias contemporáneas, capitalismo ciego y republicanismo liberal, colisionaron y finalmente, de ese juego, señala Tröhler, del fracaso de la actitud ética ante un capitalismo rampante que empezó a enseñar su peor cara, del prurito republicanista frustrado, emerge una ideología generalizada y jamás atribuible en exclusiva a Pestalozzi, por el desarrollo de la educación. Aún más, se inventa la educación a partir de esta preocupación: “De la pregunta de cómo podía desarrollarse la virtud en un entorno corrupto surgieron nuevos conceptos educativos. Si ya no era posible socializar a los jóvenes en un entorno virtuoso, habría que educarles específicamente en las virtudes” (p. 35).

En este sentido, Pestalozzi sí que ejemplifica e ilustra (y ciertamente se lo elogió e incluso veneró en vida, como hemos dicho) lo que se estaba dando en Europa. Parece personificar todo un pathos, una preocupación por los pobres y, en general, por todos los niños que debían ser educados teniendo como fin especialmente su moralización, en términos religiosos. Pestalozzi, como Rousseau, a quien lee e imita, aboga por métodos activos en la pedagogía, intenta corregir lo que ocurría en el Antiguo Régimen (aunque se situara ya al final de su vida en la imposible vuelta atrás que supuso la Restauración y el Congreso de Viena). Es decir, que la educación que se daba entre los aristócratas (preceptores escogidos y caros) o en los orfanatos, en el otro extremo, se extendiera a lo que hoy llamaríamos “clase media”, por tanto a un segmento ya mayoritario de infantes de los que sólo parte de ellos habrían aspirado a ir a la escuela. El modelo escolar es, de hecho, el que se elige, corrige y generaliza, en un esfuerzo sobre todo por llenar el hueco que el abandono fáctico de la ética en el capitalismo, había dejado. La idea clave y central es que toda la nación pasara por la escuela, que ya venía funcionando para muy pocas personas desde muchos años antes. Y además, Pestalozzi piensa en que muchos de sus alumnos se formen para ser maestros, en una época en la que no existía todavía la formación de maestros para una educación básica y generalizada de la población.

Tröhler pinta un Pestalozzi un poco maniático, con delirios de santidad, auto proclamado abnegado y sufriente (esta era la visión que tenía de sí mismo), que yo quisiera contrastar con una lectura atenta de sus cartas y tratadillos (cuya edición crítica completa está Tröhler, de hecho, llevando a cabo). Me ha dado una rara impresión de que incluso cae mal al estudioso. En todo caso, vale la tesis de que Pestalozzi, aunque no causa del mismo, sí fue encarnación del educacionalismo, es decir, vio y practicó la educación (escolar) como remedio. Apostó toda su vida por los distintos proyectos que le hicieron famosos y que le provocaron algún que otro quebradero de cabeza. Se esforzó en parir un método que fue pronto estudiado y copiado, en sobre todo dar amor y cariño, antes que férrea disciplina, en cuidar y curar las almas. En esto no sólo obedece al educacionalismo de su tiempo sino al fermento protestante que había también apostado en su Suiza natal, y antes de que él lo hiciera, y de un modo masivo, por educar (pp. 22-26). Este esfuerzo es, cada vez más me lo parece, la tensión que crea nuestra idea moderna de educación, en su vertiente escolar desde la más hasta la menos directiva. Preocuparse por un alma que hay que labrar para garantizar la salvación de la persona y de la humanidad, retomando el viejo estoicismo cristiano cuyo germen ya vimos hace unos días que está presente en San Pablo. Porque educar-se es, sobre todo, labrar-se, esculpirse y constituirse en sujeto de una verdad. A menudo he destacado la importancia esencial de la veta estoica y neo estoica que sigue habitando nuestro tiempo. Por señalar uno de sus momentos, aunque en el mundo católico, tenemos al barroco Baltasar Gracián. Es, sin embargo, y a juicio de Tröhler un fenómeno protestante, en la medida en que el fiel protestante debe hacerse a sí mismo en la constante relación con la verdad divina. Sólo hay su alma y Dios. Por tanto hay que extremar la purificación personal del alma, hay que asegurarse que pertenece a los elegidos, en un mundo de pecado que ya no tiene la mediación de la Iglesia. Para entender bien la educación y la escuela, la ideología escolar, hay que ir a estos lugares del individuo y del capitalismo incipiente, y de la corrupción generalizada.
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OTROS 23 LIBROS PARA DOCENTES

En esta ocasión comparto con vosotros otros 23 libros para docentes. Son libros amigos que nos susurran al oído los secretos de nuestra profesión y que nos permiten aprender a través de los ojos y de las palabras de sus autores. Podéis ver los otros posts de libros para docentes aquí: 12 libros que todo docente debe leer, Otros 10 libros que todo docente debe leer y Otros 15 libros que todo docente debe leer. ¡A leer se ha dicho!

1 - ESCUELAS CREATIVAS: es un libro ameno y maravilloso que hace que nos replanteemos el sentido auténtico de la escuela, el aprendizaje y la creatividad.
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Autor: Sir Ken Robinson.

2 - CRONOS VA A MI CLASE: libro fantástico y muy útil. Nos permite comprender mejor cuál es la dimensión esencial del tiempo en educación. Un libro para sentirse maestros, para darse cuenta de la necesidad de mirar a los ojos, de escuchar, de dar tiempo al tiempo.
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Autora: Carmen Guaita.

3 - EDUCAR EN EL ASOMBRO: un libro directo y de fácil lectura. Nos da las claves para convertir el aprendizaje en un gran viaje que nace en el interior de la persona, para respetar los ritmos, el sentido del misterio y la sed de belleza de los niños.
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Autora: Catherine L' Ecuyer.

4 - LA NUEVA EDUCACIÓN: libro sincero y cercano que nos muestra la importancia que tiene creer en los niños para conseguir un mundo mejor. Las herramientas que nos propone para conseguirlo son: conocimiento, empatía, sensibilidad y resilencia.
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Autor: César Bona.

5 -DESPERTAD AL DIPLODOCUS: el autor nos convoca a una conspiración educativa para despertar al diplodocus (nuestro Sistema Educativo). Sumerge al lector en un universo educativo global, en ebullición, vital, creativo y lleno de talento.
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Autor: José Antonio Marina.

6 - EDUCAR NO ES FABRICAR GALLETAS: es un libro para todos. Nos ofrece una reflexión amena, interesante y crítica del sistema actual. Nos anima a cambiar aquellas cosas que no funcionan en educación.
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Autor: Jaume J. Josa.

7 - NIÑOS EXPLORADORES, NIÑOS CREATIVOS: libro que nos da todas las claves y explicaciones prácticas de qué es la creatividad. También nos muestra algunos de los hábitos más comunes que acaban frenando el potencial creativo de los más pequeños.
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Autor: Guzmán López.

8 - CREANDO INNOVADORES: lectura imprescindible para cualquier persona preocupada por el futuro. El autor se enfrenta a una de las cuestiones más urgentes de hoy en día: ¿cómo lograremos crear la siguiente generación de innovadores?
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Autor: Tony Wagner.

9 -APRENDO PORQUE QUIERO: en este libro podemos encontrar los diferentes pasos y elementos clave que deben tenerse en cuenta para aplicar en el aula el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP).
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Autor: Juan José Vergara.

10 - DE NEWTON A APPLE: libro que nos muestra cómo provocar el talento que cada uno de nosotros atesora y que todos necesitamos desarrollar.
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Autor: Fernando Alberca.

11 - FRANKENSTEIN EDUCADOR: el autor parte del mito de Frankenstein para cuestionar la concepción de la educación basada en "fabricar" a los alumnos. Apuesta por la necesidad de crear las condiciones que permitan al alumnado hacerse a sí mismos. Además, ofrece propuestas concretas orientadas a educar sin "fabricar".
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Autor: Philippe Meirieu.

12 - SMARTPHONES Y TABLETS, ¿ENSEÑAN O DISTRAEN?: este libro reúne valiosos conocimientos de especialistas en aplicaciones, tablets, entornos digitales, etc. Nos desvelan las tendencias dominantes en este sector y nos transmiten todo lo que se necesita saber para desarrollar proyectos de éxito en estos entornos y con estos dispositivos.
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Autores: Rodrigo Ron.

13 - METÁFORAS DE LA SOCIEDAD DIGITAL: colección de artículos en torno a la evolución de la tecnología en los centros educativos. Libro ideal para reflexionar sobre el papel de las TIC en la educación.
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Autor: Antonio Rodríguez.

14 -PEDAGOGÍA POSITIVA: en este libro encontraremos un planteamiento para aprender a aprender, para comprender y para estructurar el aprendizaje.
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Autoras: Audrey Akoun y Isabelle Pailleau.

15 - NEUROEDUCACIÓN: libro que ofrece algunas ideas de lo que ha venido a llamarse neuroeducación y lo que esto implica en el debate acerca de la potencialidad de la neurociencia para propiciar una reforma en educación.
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Autor: Francisco Mora.

16 - LA PEDAGOGÍA CONTRA FRANKENSTEIN: este libro nos ofrece una mirada crítica a los problemas reales que nos acucian. Nos ayuda a clarificar las ideas sobre lo que debe ser la educación.
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Autor: Miguel Ángel Santos.

17 - APRENDIZAJE EMOCIONANTE: libro que nos acerca los descubrimientos más significativos de la neurociencia de una manera sencilla y práctica. Conociendo el cerebro y el mundo emocional de nuestros alumnos podremos mejorar el proceso educativo.
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Autora: Begoña Ibarrola.

18 - LA ESTRATEGIA DEL CABALLO: es una obra encaminada a la búsqueda de una escuela mejor. El autor reflexiona sobre el carácter dinámico de los centros educativos, sobre su compromiso social y sobre su necesidad de adaptarse a los nuevos retos y exigencias. Para ello utiliza varias fábulas.
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Autor: Miguel Ángel Santos.

19 - GAMIFICACIÓN: libro que nos ofrece nuevas fórmulas para enriquecer el aprendizaje. Una de las tendencias que se está consolidando con mucha fuerza es la gamificación. Con este libro descubriremos qué es y cómo diseñar proyectos de gamificación en el aula. Además, nos cuenta varios casos de éxito de la gamificación en la educación.
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Autor: Fernando Rodríguez.

20 - CREA: es un libro fresco que nos permite ver que todos podemos ser creativos en algún aspecto de nuestra vida. Aporta muchas ideas para aplicar en el aula con los alumnos.
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Autor: Siro López.

21 - CREER EN LA EDUCACIÓN: ensayo imprescindible para entender uno de los mayores retos del futuro, la educación. El libro recorre los principales problemas relativos a la educación e intenta aportar soluciones desde un punto de vista pedagógico.
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Autor: Victoria Camps.

22 - CARIÑO, HE CONECTADO A LOS NIÑOS: libro fácil de leer y muy cercano que permite a padres y educadores internarse en el apasionante mundo de los menores y las nuevas tecnologías. Podríamos decir que es una gran guía sobre salud digital.
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Autor: Guillemo Cánovas.

23 - LA INTELIGENCIA QUE APRENDE: este libro trae a la pedagogía la neurología, la psicología evolutiva y la antropología. Busca comprender mejor que hay detrás de las reacciones y comportamientos de los alumnos, y diseñar las aulas de una manera creativa y rigurosa para poder ayudarles a aprender mejor.
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Autores: Carmen Pellicer y José Antonio Marina.
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Libertad, sufrimiento y la razón tiránica

VIAJE A LA ESCUELA DEL SIGLO XXI (Libro)

"¿Qué es una escuela? ¿Un aula con sillas o es simplemente cualquier lugar en el que se aprende?" Cuestiones como estas se plantea 'Viaje a la Escuela del Siglo XXI', el estudio redactado por Alfredo Hernando y que Fundación Telefónica ha publicado en su afán de apoyar la educación.

Por ello, el libro se desliga de la enseñanza tradicional para proyectar nuevas maneras de educación, en la que el lugar toma una pertinente importancia: cada país es diferente y por ello, la educación también debe serlo. Por ello, el estudio refleja cómo metodologías didácticas alternativas de éxito de otros países pueden ser extrapoladas para mejorar el aprendizaje de los alumnos. Tal y como destaca el autor, "el gran objetivo al que se están enfrentando todas las escuelas es buscar la personalización del aprendizaje".

Descripción del libro:

Las tecnologías de la información están transformando la educación, configurando nuevos modos de trabajo en el aula, de búsqueda de información y de aprendizaje colaborativo, para lo que son necesarias nuevas competencias. Viaje a la escuela del siglo XXI es una guía para exploradores de innovaciones educativas en la que Alfredo Hernando nos ayuda a descubrir las escuelas más innovadoras del mundo. Además de dar a conocer nuevas metodologías educativas, este libro pretende animar al lector a que sea él mismo quien haga su propio viaje hacia la innovación a través de 80 acciones concretas.




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