Los estudiantes de educación primaria bilingüe tienen peores resultados académicos de media en las asignaturas que se imparten en inglés que aquellos que solo cursan sus estudios en castellano. Esa es una de las principales conclusiones de un estudio en el que ha participado la Universidad Carlos III de Madrid.
Los programas de educación bilingüe, en los que una parte sustancial de la enseñanza se realiza en un idioma diferente a la lengua materna y del entorno de los alumnos, se encuentran plenamente implantados desde hace años en países como India, España o Estados Unidos.
Para analizar sus efectos, un equipo de investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid, (UC3M), la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Colegio de Londres han evaluado el programa que la Comunidad de Madrid introdujo en la enseñanza primaria en un conjunto de escuelas públicas en 2004.
“Hemos encontrado un efecto negativo sobre el nivel de competencias y conocimientos de los alumnos que han seguido este programa bilingüe en aquellas materias que se han enseñado en inglés”, explica Jesús Carro, investigador del departamento de Matemáticas de la UC3M y uno de los autores.
El estudio, publicado recientemente en la revista Economic Inquiry, usa los datos de la prueba de conocimientos indispensables que realiza la Comunidad de Madrid al terminar la educación primaria.
“Estos alumnos y profesores están haciendo un esfuerzo adicional por el hecho de tener que enseñar y aprender las materias en un idioma que no es el suyo. Tienen que dedicar más tiempo y esfuerzo al aprendizaje del inglés, lo que puede afectar al aprendizaje de los contenidos específicos de materias como ciencia, historia o geografía”, explican los investigadores.
Otra cuestión que hay que valorar es que estos alumnos realizan los exámenes oficiales en castellano, dado que es la misma prueba para todos los alumnos de la comunidad madrileña. “Aun así sigue siendo un resultado relevante, porque en su progreso en el sistema educativo en España estos alumnos van a ser evaluados en castellano y necesitan, además de tener unos conocimientos, ser capaces de expresarlos también en este idioma”.
Nivel educativo de los padres
Este resultado negativo aparece sobre todo en aquellos alumnos cuyos padres tienen un menor nivel educativo, mientras que apenas se aprecia en los estudiantes cuyos progenitores tienen un mayor nivel de estudios.
“Podemos establecer muchas hipótesis sobre las razones por las que ocurre, como que reciben más ayuda en casa, tienen más recursos, están más expuestos a entornos donde se usan más otras lenguas o donde hay mayor riqueza linguïstica”, comenta Carro. “Como el efecto negativo está tan localizado en un grupo específico de alumnos, sería fácil establecer algún programa de refuerzo que lo solucionara”, agrega.
Además, destaca que ninguno de estos alumnos del programa bilingüe obtiene peores resultados en su capacidad de comprensión lectora en lengua española.
Esta evaluación se refiere solo al programa bilingüe que se ha realizado en centros públicos. “Con el paso de los años, se ha ido implementando un programa similar en centros privados concertados, pero los resultados del estudio no son extrapolables a los mismos porque no está claro que cuenten con el mismo nivel de docentes preparados para implementar el programa”, indica el profesor.
Efecto negativo
Hay varias cuestiones muy importantes por abordar, según los investigadores. La primera, saber qué ha pasado con estos alumnos en las siguientes etapas educativas. “Es posible que ese efecto negativo que hemos detectado desaparezca entonces, porque en educación secundaria el nivel de inglés ya es mejor en el alumno”, señala Carro, que apunta otra cuestión por analizar: conocer los factores que pueden influir en el resultado del programa, como la importancia del nivel de inglés de los maestros.
“Esto es relevante tanto para ver si eso podría mejorar los resultados, como para tener una mejor idea de lo que puede estar pasando con el programa en los años siguientes a los que nosotros analizamos. Con el paso de los años, el programa se ha expandido mucho y muy rápidamente tanto en centros públicos como en centros privados concertados, pero no está claro que cuenten con el mismo número de docentes preparados para aplicar el programa como en los primeros años de implementación en los centros públicos. Nadie ha estudiado esto que yo sepa”, concluye el autor.
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Los programas de educación bilingüe, en los que una parte sustancial de la enseñanza se realiza en un idioma diferente a la lengua materna y del entorno de los alumnos, se encuentran plenamente implantados desde hace años en países como India, España o Estados Unidos.
Para analizar sus efectos, un equipo de investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid, (UC3M), la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Colegio de Londres han evaluado el programa que la Comunidad de Madrid introdujo en la enseñanza primaria en un conjunto de escuelas públicas en 2004.
“Hemos encontrado un efecto negativo sobre el nivel de competencias y conocimientos de los alumnos que han seguido este programa bilingüe en aquellas materias que se han enseñado en inglés”, explica Jesús Carro, investigador del departamento de Matemáticas de la UC3M y uno de los autores.
El estudio, publicado recientemente en la revista Economic Inquiry, usa los datos de la prueba de conocimientos indispensables que realiza la Comunidad de Madrid al terminar la educación primaria.
“Estos alumnos y profesores están haciendo un esfuerzo adicional por el hecho de tener que enseñar y aprender las materias en un idioma que no es el suyo. Tienen que dedicar más tiempo y esfuerzo al aprendizaje del inglés, lo que puede afectar al aprendizaje de los contenidos específicos de materias como ciencia, historia o geografía”, explican los investigadores.
Otra cuestión que hay que valorar es que estos alumnos realizan los exámenes oficiales en castellano, dado que es la misma prueba para todos los alumnos de la comunidad madrileña. “Aun así sigue siendo un resultado relevante, porque en su progreso en el sistema educativo en España estos alumnos van a ser evaluados en castellano y necesitan, además de tener unos conocimientos, ser capaces de expresarlos también en este idioma”.
Nivel educativo de los padres
Este resultado negativo aparece sobre todo en aquellos alumnos cuyos padres tienen un menor nivel educativo, mientras que apenas se aprecia en los estudiantes cuyos progenitores tienen un mayor nivel de estudios.
“Podemos establecer muchas hipótesis sobre las razones por las que ocurre, como que reciben más ayuda en casa, tienen más recursos, están más expuestos a entornos donde se usan más otras lenguas o donde hay mayor riqueza linguïstica”, comenta Carro. “Como el efecto negativo está tan localizado en un grupo específico de alumnos, sería fácil establecer algún programa de refuerzo que lo solucionara”, agrega.
Además, destaca que ninguno de estos alumnos del programa bilingüe obtiene peores resultados en su capacidad de comprensión lectora en lengua española.
Esta evaluación se refiere solo al programa bilingüe que se ha realizado en centros públicos. “Con el paso de los años, se ha ido implementando un programa similar en centros privados concertados, pero los resultados del estudio no son extrapolables a los mismos porque no está claro que cuenten con el mismo nivel de docentes preparados para implementar el programa”, indica el profesor.
Efecto negativo
Hay varias cuestiones muy importantes por abordar, según los investigadores. La primera, saber qué ha pasado con estos alumnos en las siguientes etapas educativas. “Es posible que ese efecto negativo que hemos detectado desaparezca entonces, porque en educación secundaria el nivel de inglés ya es mejor en el alumno”, señala Carro, que apunta otra cuestión por analizar: conocer los factores que pueden influir en el resultado del programa, como la importancia del nivel de inglés de los maestros.
“Esto es relevante tanto para ver si eso podría mejorar los resultados, como para tener una mejor idea de lo que puede estar pasando con el programa en los años siguientes a los que nosotros analizamos. Con el paso de los años, el programa se ha expandido mucho y muy rápidamente tanto en centros públicos como en centros privados concertados, pero no está claro que cuenten con el mismo número de docentes preparados para aplicar el programa como en los primeros años de implementación en los centros públicos. Nadie ha estudiado esto que yo sepa”, concluye el autor.
Educación bilingüe
EL COLEGIO QUE NO QUIERE SER BILINGÜE: "ES MUY DIFÍCIL EXPLICAR LA FOTOSÍNTESIS EN INGLÉS"
Padres, profesores y dirección de la escuela Palomeras Bajas, en Vallecas, coinciden en su postura contra la enseñanza en dos idiomas tal y como está instaurada en Madrid.
El colegio Palomeras Bajas, en Vallecas, es una isla en la marea de centros bilingües que se expande cada año en la Comunidad de Madrid. Casi la mitad de las escuelas públicas ya imparten varias de sus asignaturas en la lengua de Shakespeare, pero este centro, situado en una zona humilde de la capital, alega numerosos motivos para no aceptar el “caramelo envenenado” que creen que es este proyecto educativo con más de diez años de trayectoria.
Las características de su propio alumnado, el impacto que tiene estudiar algunas asignaturas en inglés, así como la segregación que consideran que genera entre los estudiantes, unen a profesores, padres y dirección en la misma postura. Juntos, exhiben orgullosos un cartel sin el extendido 'Colegio Bilingüe' que tan común empieza a ser en la región.
DISCRIMINADOS POR EL INGLÉS
“Cuando se ha debatido el tema entre padres y profesores todos coincidimos en la importancia de conocer otra lengua, pero creemos que esta forma no es la adecuada, es agresiva y muy dañina para un grupo muy importante del alumnado”, asegura Inma Cañas, profesora de inglés con 19 años de experiencia en este centro.
Tal y como explica la directora, Natalia Gómez, el colegio cuenta con un grupo de etnia gitana entre su población estudiantil, algo muy común en la zona, así como una treintena de alumnos con necesidades especiales: “Son niños que ya tienen cierta dificultad para adquirir los conocimientos, y hacerlo en ingles es ponérselo más difícil”.
Pero según padres y profesores, no solo los alumnos con necesidades especiales o de etnias minoritarias tienen más dificultades para aprender en este idioma. Todos coinciden en que en una misma clase hay 'alumnos de todo tipo'. “Cada familia es diferente y tenemos hijos con ritmos y necesidades distintas”, explica Javier Arcediano, presidente del AMPA.
Eva Bajo es una madre del centro con dos niños que este año cursarán 2º y 4º de primaria. Antes de pasar por Palomeras Bajas, inscribió a su hija mayor en un colegio bilingüe, según explica, “fruto del engaño por el que han pasado muchas familias”. Las consecuencias en la autoestima que mostraba por no poder seguir el ritmo la llevaron a sacarla del centro: “Me decía cosas como: 'Mamá, ojalá hubiera nacido sabiendo inglés, mis compañeros entienden, pero yo no'. Veíamos que en primero de primaria ya se estaba sintiendo incapaz, que pensaba que había hecho algo mal, y eso como madre es un sufrimiento atroz, sobre todo porque es mentira, con solo seis años tienes toda la vida para aprender”. Esther Muñoz, otra de las profesoras del centro, explica que en esos casos la consecuencia puede ser justamente la contraria a la que se quiere conseguir: “Repercute en su autoestima y aprenden a una edad cada vez más temprana a odiar el inglés”.
CONOCIMIENTO DEL MEDIO, EL TALÓN DE AQUILES
Según la legislación, los centros de Educación Primaria deben impartir al menos un 30% de las horas lectivas en lengua inglesa “con carácter preferente el área de Ciencias de la Naturaleza”. Sin embargo, se ha demostrado que hacerlo en este idioma tiene consecuencias en su aprendizaje. En un estudio realizado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en 2013, se constató que aquellos alumnos de centros con dos idiomas tenían peores calificaciones en esta área que los que habían estudiado en un no bilingüe. Como referencia tomaron la prueba de 6º de primaria que realizan todos los centros de la Comunidad en castellano.
“El área de Conocimiento del Medio es riquísima para el desarrollo de toda su lengua materna: el aprender a sintetizar, esquematizar, redactar, debatir una idea con los compañeros… Todo eso se desarrolla a través de esta asignatura y si lo hacen en inglés lo pierden”, considera la profesora Inma sobre esta materia que interesa especialmente a los niños porque les explica su entorno más cercano. “No se puede intentar ayudar a los alumnos a mejorar una determinada área de su conocimiento a costa de machacar otros”, añade en referencia al uso del inglés.
“Los libros de Conocimiento en inglés están llenos de frases estereotipadas: frase-sujeto-predicado. No hay argumentación, y eso sin duda empobrece”, considera Eva basándose en su experiencia antes de cambiar a su hija de colegio.
Ante la dificultad de adquirir conceptos como la gravedad, la prehistoria o el sistema nervioso en un idioma extranjero, muchos niños deben recurrir a la ayuda de sus padres para entender la asignatura, un motivo que también echa para atrás a los miembros de Palomeras Bajas porque condiciona el aprendizaje a un elemento externo a la educación reglada: “Yo puedo saber inglés, pero me costaría explicar la fotosíntesis a mi hijo”, cuenta Javier.
RODEADOS DE BILINGÜISMO
En la actualidad existen casi 800 centros públicos de primaria en la Comunidad de Madrid, de los cuales 359, casi la mitad, se han unido al proyecto bilingüe. En el caso de los institutos la proporción es menor: de 315, solo 135 enseñan en dos idiomas. Es decir, en los once años de proyecto (se puso en marcha en el curso 2005/2006 con 26 colegios), de media unos 45 centros han colgado cada periodo lectivo el cartel que les acredita para la enseñanza en inglés.
Desde las coloreadas vallas del Palomeras Bajas ven cómo poco a poco los colegios de la zona se suman al que fue el 'proyecto estrella' de Esperanza Aguirre durante su presidencia de la Comunidad. Según denuncian, el programa educativo está generando dos redes de colegios, que conllevan una segregación del alumnado. Mientras que los estudiantes con mejores habilidades o predisposición a aprender en otro idioma se quedan en los centros bilingües, los “no capaces” se ven relegados a abandonarlos y buscar alternativas en la educación convencional. “Está generando una discriminación social que si se hiciera de otra manera, la sociedad la habría rechazado totalmente, pero así está quedando muy camuflada”, apunta Esther. “Va en contra del espíritu de la escuela pública donde debemos entrar todos”, añade Eva.
Según lo que ven en su entorno, esto provoca, además, que los colegios que enseñan en un solo idioma estén perdiendo en el nivel y cantidad de su alumnado, lo que los obliga a unirse al proyecto para no sufrir recortes y ser más atractivos para las familias. De hecho, recientemente han visto cómo un colegio cercano ha acabado cediendo a 'pasarse de bando' por ese motivo: “Estaba perdiendo solicitudes por tener colegios bilingües cerca y ya le habían quitado uno de los grupos por curso que tenía”, explica Javier, quien no teme que pase lo mismo con el colegio de sus hijos por contar con un proyecto propio basado en la enseñanza individualizada “que lo hace atractivo”.
“CHANTAJES” PARA CAMBIAR SU POSTURA
La Comunidad de Madrid les ha propuesto en varias ocasiones que se incorporen a la enseñanza en dos idiomas a cambio de otras 'concesiones': “La administración nos bombardea de forma periódica. Nos convoca a reuniones para motivar al claustro y las familias para que elijan esa opción. Y además chantajean diciendo, por ejemplo, que tendremos más profesorado de apoyo”, explica Inma, que ha sido miembro de la dirección en el pasado.
Ante su inamovible postura, están viendo cómo se les niegan otras cuestiones necesarias para el centro: “Te dicen que no hay dinero, pero resulta que para otros centros sí lo hay, es una excusa. Si a nosotros han tardado diez años en pintarnos el centro, en otros han tardado cinco”, explica Esther. Como prueba más palpable, tienen aprobada la construcción de un gimnasio desde hace diez años pero sin construir por falta de presupuesto, aunque otros de la zona sí lo han obtenido. “Si eres díscolo y no entras por donde ellos quieren, no cuentes con su ayuda”, cuenta Inma sobre esta y otras cuestiones que les han enfrentado a la Administración en el pasado.
FALTA DE DEBATE Y EVALUACIÓN
Mientras un año más limpian las aulas y ordenan libros y juguetes para dar la bienvenida al nuevo curso, los miembros de este colegio vallecano ponen la vista en el futuro con cierto pesimismo y resignación, solos en una batalla que casi nadie comparte. “La situación está bastante enquistada, la opinión general sigue siendo que la enseñanza bilingüe es la panacea”, cuenta Inma. “No ha habido ningún tipo de reflexión o evaluación que valore los pros y contras del proyecto”, denuncia Esther.
En su opinión, una buena enseñanza del inglés no va necesariamente ligada al método bilingüe, sobre todo en España, donde la realidad social es que fuera de las horas lectivas no hay una inmersión real en la lengua anglosajona. Apuestan más bien por “mejorar las competencias”, con grupos reducidos que faciliten la interacción e invirtiendo en el profesorado. “Por mucho que lo llamen 'bilingüe' es falso, porque la realidad es que es imposible que un niño hable y redacte en inglés igual que en castellano. Hacen falta muchas cosas más y mientras se está perdiendo otro conocimiento”, apunta Javier.
“Hay mucho sufrimiento de familias que se han sentido 'engañadas', porque nos lo han vendido como lo mejor. Y todos queremos lo mejor para nuestros hijos”, añade Eva. En su caso, ahora tiene que hacer media hora cada día en coche para llevarle a este centro porque en Vicálvaro, donde reside, solo queda un colegio que no sea bilingüe. Aun así, lo hace “encantada” por el cambio que ha visto en su hija: “Es una niña totalmente diferente, siente que puede, se comunica con los demás, no tiene nada que ver”.
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El colegio Palomeras Bajas, en Vallecas, es una isla en la marea de centros bilingües que se expande cada año en la Comunidad de Madrid. Casi la mitad de las escuelas públicas ya imparten varias de sus asignaturas en la lengua de Shakespeare, pero este centro, situado en una zona humilde de la capital, alega numerosos motivos para no aceptar el “caramelo envenenado” que creen que es este proyecto educativo con más de diez años de trayectoria.
Las características de su propio alumnado, el impacto que tiene estudiar algunas asignaturas en inglés, así como la segregación que consideran que genera entre los estudiantes, unen a profesores, padres y dirección en la misma postura. Juntos, exhiben orgullosos un cartel sin el extendido 'Colegio Bilingüe' que tan común empieza a ser en la región.
DISCRIMINADOS POR EL INGLÉS
“Cuando se ha debatido el tema entre padres y profesores todos coincidimos en la importancia de conocer otra lengua, pero creemos que esta forma no es la adecuada, es agresiva y muy dañina para un grupo muy importante del alumnado”, asegura Inma Cañas, profesora de inglés con 19 años de experiencia en este centro.
Tal y como explica la directora, Natalia Gómez, el colegio cuenta con un grupo de etnia gitana entre su población estudiantil, algo muy común en la zona, así como una treintena de alumnos con necesidades especiales: “Son niños que ya tienen cierta dificultad para adquirir los conocimientos, y hacerlo en ingles es ponérselo más difícil”.
Pero según padres y profesores, no solo los alumnos con necesidades especiales o de etnias minoritarias tienen más dificultades para aprender en este idioma. Todos coinciden en que en una misma clase hay 'alumnos de todo tipo'. “Cada familia es diferente y tenemos hijos con ritmos y necesidades distintas”, explica Javier Arcediano, presidente del AMPA.
Eva Bajo es una madre del centro con dos niños que este año cursarán 2º y 4º de primaria. Antes de pasar por Palomeras Bajas, inscribió a su hija mayor en un colegio bilingüe, según explica, “fruto del engaño por el que han pasado muchas familias”. Las consecuencias en la autoestima que mostraba por no poder seguir el ritmo la llevaron a sacarla del centro: “Me decía cosas como: 'Mamá, ojalá hubiera nacido sabiendo inglés, mis compañeros entienden, pero yo no'. Veíamos que en primero de primaria ya se estaba sintiendo incapaz, que pensaba que había hecho algo mal, y eso como madre es un sufrimiento atroz, sobre todo porque es mentira, con solo seis años tienes toda la vida para aprender”. Esther Muñoz, otra de las profesoras del centro, explica que en esos casos la consecuencia puede ser justamente la contraria a la que se quiere conseguir: “Repercute en su autoestima y aprenden a una edad cada vez más temprana a odiar el inglés”.
CONOCIMIENTO DEL MEDIO, EL TALÓN DE AQUILES
Según la legislación, los centros de Educación Primaria deben impartir al menos un 30% de las horas lectivas en lengua inglesa “con carácter preferente el área de Ciencias de la Naturaleza”. Sin embargo, se ha demostrado que hacerlo en este idioma tiene consecuencias en su aprendizaje. En un estudio realizado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en 2013, se constató que aquellos alumnos de centros con dos idiomas tenían peores calificaciones en esta área que los que habían estudiado en un no bilingüe. Como referencia tomaron la prueba de 6º de primaria que realizan todos los centros de la Comunidad en castellano.
“El área de Conocimiento del Medio es riquísima para el desarrollo de toda su lengua materna: el aprender a sintetizar, esquematizar, redactar, debatir una idea con los compañeros… Todo eso se desarrolla a través de esta asignatura y si lo hacen en inglés lo pierden”, considera la profesora Inma sobre esta materia que interesa especialmente a los niños porque les explica su entorno más cercano. “No se puede intentar ayudar a los alumnos a mejorar una determinada área de su conocimiento a costa de machacar otros”, añade en referencia al uso del inglés.
“Los libros de Conocimiento en inglés están llenos de frases estereotipadas: frase-sujeto-predicado. No hay argumentación, y eso sin duda empobrece”, considera Eva basándose en su experiencia antes de cambiar a su hija de colegio.
Ante la dificultad de adquirir conceptos como la gravedad, la prehistoria o el sistema nervioso en un idioma extranjero, muchos niños deben recurrir a la ayuda de sus padres para entender la asignatura, un motivo que también echa para atrás a los miembros de Palomeras Bajas porque condiciona el aprendizaje a un elemento externo a la educación reglada: “Yo puedo saber inglés, pero me costaría explicar la fotosíntesis a mi hijo”, cuenta Javier.
RODEADOS DE BILINGÜISMO
En la actualidad existen casi 800 centros públicos de primaria en la Comunidad de Madrid, de los cuales 359, casi la mitad, se han unido al proyecto bilingüe. En el caso de los institutos la proporción es menor: de 315, solo 135 enseñan en dos idiomas. Es decir, en los once años de proyecto (se puso en marcha en el curso 2005/2006 con 26 colegios), de media unos 45 centros han colgado cada periodo lectivo el cartel que les acredita para la enseñanza en inglés.
Desde las coloreadas vallas del Palomeras Bajas ven cómo poco a poco los colegios de la zona se suman al que fue el 'proyecto estrella' de Esperanza Aguirre durante su presidencia de la Comunidad. Según denuncian, el programa educativo está generando dos redes de colegios, que conllevan una segregación del alumnado. Mientras que los estudiantes con mejores habilidades o predisposición a aprender en otro idioma se quedan en los centros bilingües, los “no capaces” se ven relegados a abandonarlos y buscar alternativas en la educación convencional. “Está generando una discriminación social que si se hiciera de otra manera, la sociedad la habría rechazado totalmente, pero así está quedando muy camuflada”, apunta Esther. “Va en contra del espíritu de la escuela pública donde debemos entrar todos”, añade Eva.
Según lo que ven en su entorno, esto provoca, además, que los colegios que enseñan en un solo idioma estén perdiendo en el nivel y cantidad de su alumnado, lo que los obliga a unirse al proyecto para no sufrir recortes y ser más atractivos para las familias. De hecho, recientemente han visto cómo un colegio cercano ha acabado cediendo a 'pasarse de bando' por ese motivo: “Estaba perdiendo solicitudes por tener colegios bilingües cerca y ya le habían quitado uno de los grupos por curso que tenía”, explica Javier, quien no teme que pase lo mismo con el colegio de sus hijos por contar con un proyecto propio basado en la enseñanza individualizada “que lo hace atractivo”.
“CHANTAJES” PARA CAMBIAR SU POSTURA
La Comunidad de Madrid les ha propuesto en varias ocasiones que se incorporen a la enseñanza en dos idiomas a cambio de otras 'concesiones': “La administración nos bombardea de forma periódica. Nos convoca a reuniones para motivar al claustro y las familias para que elijan esa opción. Y además chantajean diciendo, por ejemplo, que tendremos más profesorado de apoyo”, explica Inma, que ha sido miembro de la dirección en el pasado.
Ante su inamovible postura, están viendo cómo se les niegan otras cuestiones necesarias para el centro: “Te dicen que no hay dinero, pero resulta que para otros centros sí lo hay, es una excusa. Si a nosotros han tardado diez años en pintarnos el centro, en otros han tardado cinco”, explica Esther. Como prueba más palpable, tienen aprobada la construcción de un gimnasio desde hace diez años pero sin construir por falta de presupuesto, aunque otros de la zona sí lo han obtenido. “Si eres díscolo y no entras por donde ellos quieren, no cuentes con su ayuda”, cuenta Inma sobre esta y otras cuestiones que les han enfrentado a la Administración en el pasado.
FALTA DE DEBATE Y EVALUACIÓN
Mientras un año más limpian las aulas y ordenan libros y juguetes para dar la bienvenida al nuevo curso, los miembros de este colegio vallecano ponen la vista en el futuro con cierto pesimismo y resignación, solos en una batalla que casi nadie comparte. “La situación está bastante enquistada, la opinión general sigue siendo que la enseñanza bilingüe es la panacea”, cuenta Inma. “No ha habido ningún tipo de reflexión o evaluación que valore los pros y contras del proyecto”, denuncia Esther.
En su opinión, una buena enseñanza del inglés no va necesariamente ligada al método bilingüe, sobre todo en España, donde la realidad social es que fuera de las horas lectivas no hay una inmersión real en la lengua anglosajona. Apuestan más bien por “mejorar las competencias”, con grupos reducidos que faciliten la interacción e invirtiendo en el profesorado. “Por mucho que lo llamen 'bilingüe' es falso, porque la realidad es que es imposible que un niño hable y redacte en inglés igual que en castellano. Hacen falta muchas cosas más y mientras se está perdiendo otro conocimiento”, apunta Javier.
“Hay mucho sufrimiento de familias que se han sentido 'engañadas', porque nos lo han vendido como lo mejor. Y todos queremos lo mejor para nuestros hijos”, añade Eva. En su caso, ahora tiene que hacer media hora cada día en coche para llevarle a este centro porque en Vicálvaro, donde reside, solo queda un colegio que no sea bilingüe. Aun así, lo hace “encantada” por el cambio que ha visto en su hija: “Es una niña totalmente diferente, siente que puede, se comunica con los demás, no tiene nada que ver”.
Educación bilingüe
“LOS PADRES SUELEN ACEPTAR LOS PROGRAMAS DE BILINGÜISMO, SEA CUAL SEA SU NIVEL DE CALIDAD”
Entrevista de Adrián Arcos a Xavier Gisbert.
El director del I Congreso Internacional de Enseñanza de Inglés (EICE 2016), Xavier Gisbert, advierte de que, si en vez de conformarse con lo que reciben, las familias exigieran mayor implicación a las administraciones educativas, éstas desarrollarían programas bilingües mejor diseñados, más rigurosos y exigentes.
Tanto la enseñanza de idiomas como su aprendizaje son grandes retos a los que se tiene que seguir enfrentando el sistema educativo español. De ahí surge EICE 2016 –el I Congreso Internacional de Enseñanza en Inglés en Centros Educativos–, que se celebrará en Valencia los días 6, 7 y 8 de mayo con el fin de contribuir al desarrollo de una enseñanza de idiomas de máxima calidad, que contemple los distintos modelos que utilizan los centros, mediante conferencias, talleres y comunicaciones de expertos. Su director, Xavier Gisbert, nos da más detalles sobre la enseñanza del inglés.
A nivel general, ¿cuál es la situación de la enseñanza del inglés en nuestro país?
La enseñanza del inglés en nuestro país ha ido mejorando en la última década, aunque de manera muy irregular. La puesta en marcha de programas bilingües ha supuesto un avance cualitativo en la mejora de los niveles lingüísticos de muchos de nuestros jóvenes, aunque esos programas han sido muy variados, con notables diferencias en cuanto a su calidad. Hay comunidades que han apostado fuerte por la enseñanza bilingüe, pero para que los resultados sean los adecuados el esfuerzo debe ser mantenido. La impresión general que la sociedad tiene de la enseñanza bilingüe es favorable, cualquiera que sea la región o el programa, ya que para los padres, cualquier añadido, cualquier oferta, cualquier mejora, por pequeña que sea, es buena.
¿Cuál es la situación de los programas de bilingüismo en las distintas comunidades autónomas?
La situación de la enseñanza bilingüe es muy variada en las distintas comunidades autónomas. Como he indicado antes, los padres lo aceptan y lo valoran todo, sea cual sea su calidad, y eso hace que los responsables políticos no necesiten esforzarse mucho. Aunque basados todos ellos en la buena voluntad, no todos los programas bilingües que se desarrollan en España son iguales y entre ellos hay notables diferencias. Pero, en general, la enseñanza bilingüe se mide por el nivel de satisfacción de los padres, indicador enormemente subjetivo, pero válido. Si las familias fueran conscientes de que se les podría ofrecer a sus hijos una enseñanza de mucha mayor calidad simplemente desarrollando un programa bilingüe bien diseñado, riguroso y exigente, en vez de conformarse con lo que reciben, exigirían a las administraciones educativas una mayor implicación.
¿Pero son realmente efectivos los centros bilingües?
Los centros bilingües son la mejor opción que existe para garantizar que los alumnos alcancen unos adecuados niveles de competencia lingüística. De las dos modalidades de enseñanza de idiomas que tenemos, inglés como lengua extranjera o a través del Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lengua (Aicole), ésta última es, sin duda alguna, la más eficaz.
¿Deberían evaluarse los programas bilingües?
Llama la atención el empeño que existe desde ciertos sectores por exigir una evaluación del único programa bilingüe que contempla la evaluación como uno de sus ejes, que es el de la Comunidad de Madrid. No les importa ni les interesa que se evalúen otros de los muchos programas que existen –Bachillerato de Excelencia, Bachillerato Internacional, FP dual, FP Básica...–; quieren evaluar el único programa que evalúa a sus alumnos tres veces en Primaria y dos en Secundaria. Los resultados de las pruebas CDI y diversos estudios avalan los resultados que corroboran año tras año las evaluaciones externas del programa. La evaluación de un programa bilingüe debe centrarse en el nivel de competencia lingüística de los alumnos. Todo lo demás que se quiera evaluar se debe realizar por igual a todos los alumnos tanto de centros bilingües como no bilingües. La evaluación es necesaria y, en mi opinión, habría que evaluar todos los programas y a alumnos de centros bilingües de toda España.
¿Qué metodologías están implantándose con éxito en las aulas en cuanto a la enseñanza bilingüe?
En la enseñanza bilingüe el marco metodológico es el Aicole, es decir la enseñanza de asignaturas –o contenidos– en otro idioma y, para ello, las recomendaciones generales que deben aplicarse son que los profesores hagan uso de las tecnologías y basen su trabajo en la elaboración propia de materiales.
¿Es útil la presencia de auxiliares de conversación?
Los auxiliares de conversación son, sin duda, uno de los mejores recursos con los que puede contar un programa bilingüe. No presentan ningún inconveniente. Solo ventajas. Disponer en las aulas de jóvenes nativos cuya misión es contribuir al desarrollo del programa aportando su lengua y su cultura en un ambiente real, es garantizar parte del éxito de la oferta educativa.
¿Realmente no presentan ningún inconveniente?
Es cierto que algunos críticos del bilingüismo, especialmente del de Madrid, llegan a criticar incluso la figura de los auxiliares de conversación, prueba de que en la guerra todo vale. La presencia de estos jóvenes produce al menos dos efectos directos muy positivos. Uno es en relación con los alumnos, ya que les permite oír la lengua que deben utilizar en clase, hablarla y practicarla con un nativo. Y otro, por supuesto, con los maestros y profesores, ya que no solamente les ayudan y apoyan en clase, sino que les sirven de estímulo para seguir esforzándose y mejorando.
¿Cuál es la situación de la formación del profesorado en inglés en nuestro país?
El plan de formación en lengua inglesa que se puso en marcha en la Comunidad de Madrid en el año 2008, y que se sigue aplicando, ha dado muy buenos frutos. Consiste simplemente en utilizar todos los recursos posibles y ponerlos a disposición de los profesores. Éstos necesitan que se les ofrezca formación, pero no una formación cualquiera. Debe ser de calidad, variada, específica, personalizada, que atienda los intereses y las necesidades reales de los profesores. La formación lingüística no consiste en ofrecer clases de inglés. Es mucho más. La formación del profesorado es una de las asignaturas pendientes de las administraciones. Debe centrarse de manera prioritaria en la mejora de las competencias profesionales, que es lo que de verdad produce impacto en la formación de los alumnos.
¿Cómo está el campo de las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza de idiomas?
Este es un terreno pantanoso en el que hay que aprender a moverse. El uso de pizarras digitales, de dispositivos tecnológicos dan a la enseñanza de idiomas todo su sentido ya que la desarrolla en su contexto real. Otra cosa es su uso relacionado con la formación. Si bien la formación en línea tiene grandes ventajas en ciertas áreas, soy escéptico en cuanto a su utilidad para la enseñanza de idiomas. El contacto directo, la presencia, la interacción, son elementos fundamentales para el aprendizaje de idiomas. Alguna formación en línea realizada de manera puntual y con una orientación y unos objetivos determinados puede resultar positiva, pero yo sería muy prudente con el abuso de la enseñanza de idiomas en línea.
¿Por qué los españoles tenemos tantos problemas con los idiomas?
Los españoles no tenemos más problemas con los idiomas que la mayoría de los países de nuestro entorno. Lo que ocurre es que, a pesar de los esfuerzos de las familias y de muchos profesores, la enseñanza de idiomas pocas veces ha sido una prioridad política en nuestro país y cuando lo ha sido, se ha basado más en la voluntad que en el conocimiento. A nivel nacional, tampoco ninguna ley de Educación ha sabido establecer mecanismos de mejora.
¿Hasta qué punto ha llegado la importancia de saber hablar inglés?
Hoy en día el conocimiento de idiomas, especialmente el inglés, se asocia de manera directa con el futuro profesional y laboral. Pero el objetivo no debe ser limitar esos conocimientos a una sola lengua. Cada vez será más necesario el dominio de varios idiomas y no conviene dormirse en los laureles.
¿Cuál es su consejo para acercarse a los idiomas de una forma más natural?
Cualquier persona medianamente sensata entiende que la forma más natural de aprender un idioma es en casa, en el ámbito familiar, y que es una falacia pretender que en ese ámbito se pueda aprender, con carácter general, dos idiomas, y que uno de ellos sea el inglés. Lo que hacen las administraciones y la escuela es ofrecer la posibilidad de que los alumnos puedan acceder a una enseñanza hasta hace poco reservada a ciertas élites.
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El director del I Congreso Internacional de Enseñanza de Inglés (EICE 2016), Xavier Gisbert, advierte de que, si en vez de conformarse con lo que reciben, las familias exigieran mayor implicación a las administraciones educativas, éstas desarrollarían programas bilingües mejor diseñados, más rigurosos y exigentes.
Tanto la enseñanza de idiomas como su aprendizaje son grandes retos a los que se tiene que seguir enfrentando el sistema educativo español. De ahí surge EICE 2016 –el I Congreso Internacional de Enseñanza en Inglés en Centros Educativos–, que se celebrará en Valencia los días 6, 7 y 8 de mayo con el fin de contribuir al desarrollo de una enseñanza de idiomas de máxima calidad, que contemple los distintos modelos que utilizan los centros, mediante conferencias, talleres y comunicaciones de expertos. Su director, Xavier Gisbert, nos da más detalles sobre la enseñanza del inglés.
A nivel general, ¿cuál es la situación de la enseñanza del inglés en nuestro país?
La enseñanza del inglés en nuestro país ha ido mejorando en la última década, aunque de manera muy irregular. La puesta en marcha de programas bilingües ha supuesto un avance cualitativo en la mejora de los niveles lingüísticos de muchos de nuestros jóvenes, aunque esos programas han sido muy variados, con notables diferencias en cuanto a su calidad. Hay comunidades que han apostado fuerte por la enseñanza bilingüe, pero para que los resultados sean los adecuados el esfuerzo debe ser mantenido. La impresión general que la sociedad tiene de la enseñanza bilingüe es favorable, cualquiera que sea la región o el programa, ya que para los padres, cualquier añadido, cualquier oferta, cualquier mejora, por pequeña que sea, es buena.
¿Cuál es la situación de los programas de bilingüismo en las distintas comunidades autónomas?
La situación de la enseñanza bilingüe es muy variada en las distintas comunidades autónomas. Como he indicado antes, los padres lo aceptan y lo valoran todo, sea cual sea su calidad, y eso hace que los responsables políticos no necesiten esforzarse mucho. Aunque basados todos ellos en la buena voluntad, no todos los programas bilingües que se desarrollan en España son iguales y entre ellos hay notables diferencias. Pero, en general, la enseñanza bilingüe se mide por el nivel de satisfacción de los padres, indicador enormemente subjetivo, pero válido. Si las familias fueran conscientes de que se les podría ofrecer a sus hijos una enseñanza de mucha mayor calidad simplemente desarrollando un programa bilingüe bien diseñado, riguroso y exigente, en vez de conformarse con lo que reciben, exigirían a las administraciones educativas una mayor implicación.
¿Pero son realmente efectivos los centros bilingües?
Los centros bilingües son la mejor opción que existe para garantizar que los alumnos alcancen unos adecuados niveles de competencia lingüística. De las dos modalidades de enseñanza de idiomas que tenemos, inglés como lengua extranjera o a través del Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lengua (Aicole), ésta última es, sin duda alguna, la más eficaz.
¿Deberían evaluarse los programas bilingües?
Llama la atención el empeño que existe desde ciertos sectores por exigir una evaluación del único programa bilingüe que contempla la evaluación como uno de sus ejes, que es el de la Comunidad de Madrid. No les importa ni les interesa que se evalúen otros de los muchos programas que existen –Bachillerato de Excelencia, Bachillerato Internacional, FP dual, FP Básica...–; quieren evaluar el único programa que evalúa a sus alumnos tres veces en Primaria y dos en Secundaria. Los resultados de las pruebas CDI y diversos estudios avalan los resultados que corroboran año tras año las evaluaciones externas del programa. La evaluación de un programa bilingüe debe centrarse en el nivel de competencia lingüística de los alumnos. Todo lo demás que se quiera evaluar se debe realizar por igual a todos los alumnos tanto de centros bilingües como no bilingües. La evaluación es necesaria y, en mi opinión, habría que evaluar todos los programas y a alumnos de centros bilingües de toda España.
¿Qué metodologías están implantándose con éxito en las aulas en cuanto a la enseñanza bilingüe?
En la enseñanza bilingüe el marco metodológico es el Aicole, es decir la enseñanza de asignaturas –o contenidos– en otro idioma y, para ello, las recomendaciones generales que deben aplicarse son que los profesores hagan uso de las tecnologías y basen su trabajo en la elaboración propia de materiales.
¿Es útil la presencia de auxiliares de conversación?
Los auxiliares de conversación son, sin duda, uno de los mejores recursos con los que puede contar un programa bilingüe. No presentan ningún inconveniente. Solo ventajas. Disponer en las aulas de jóvenes nativos cuya misión es contribuir al desarrollo del programa aportando su lengua y su cultura en un ambiente real, es garantizar parte del éxito de la oferta educativa.
¿Realmente no presentan ningún inconveniente?
Es cierto que algunos críticos del bilingüismo, especialmente del de Madrid, llegan a criticar incluso la figura de los auxiliares de conversación, prueba de que en la guerra todo vale. La presencia de estos jóvenes produce al menos dos efectos directos muy positivos. Uno es en relación con los alumnos, ya que les permite oír la lengua que deben utilizar en clase, hablarla y practicarla con un nativo. Y otro, por supuesto, con los maestros y profesores, ya que no solamente les ayudan y apoyan en clase, sino que les sirven de estímulo para seguir esforzándose y mejorando.
¿Cuál es la situación de la formación del profesorado en inglés en nuestro país?
El plan de formación en lengua inglesa que se puso en marcha en la Comunidad de Madrid en el año 2008, y que se sigue aplicando, ha dado muy buenos frutos. Consiste simplemente en utilizar todos los recursos posibles y ponerlos a disposición de los profesores. Éstos necesitan que se les ofrezca formación, pero no una formación cualquiera. Debe ser de calidad, variada, específica, personalizada, que atienda los intereses y las necesidades reales de los profesores. La formación lingüística no consiste en ofrecer clases de inglés. Es mucho más. La formación del profesorado es una de las asignaturas pendientes de las administraciones. Debe centrarse de manera prioritaria en la mejora de las competencias profesionales, que es lo que de verdad produce impacto en la formación de los alumnos.
¿Cómo está el campo de las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza de idiomas?
Este es un terreno pantanoso en el que hay que aprender a moverse. El uso de pizarras digitales, de dispositivos tecnológicos dan a la enseñanza de idiomas todo su sentido ya que la desarrolla en su contexto real. Otra cosa es su uso relacionado con la formación. Si bien la formación en línea tiene grandes ventajas en ciertas áreas, soy escéptico en cuanto a su utilidad para la enseñanza de idiomas. El contacto directo, la presencia, la interacción, son elementos fundamentales para el aprendizaje de idiomas. Alguna formación en línea realizada de manera puntual y con una orientación y unos objetivos determinados puede resultar positiva, pero yo sería muy prudente con el abuso de la enseñanza de idiomas en línea.
¿Por qué los españoles tenemos tantos problemas con los idiomas?
Los españoles no tenemos más problemas con los idiomas que la mayoría de los países de nuestro entorno. Lo que ocurre es que, a pesar de los esfuerzos de las familias y de muchos profesores, la enseñanza de idiomas pocas veces ha sido una prioridad política en nuestro país y cuando lo ha sido, se ha basado más en la voluntad que en el conocimiento. A nivel nacional, tampoco ninguna ley de Educación ha sabido establecer mecanismos de mejora.
¿Hasta qué punto ha llegado la importancia de saber hablar inglés?
Hoy en día el conocimiento de idiomas, especialmente el inglés, se asocia de manera directa con el futuro profesional y laboral. Pero el objetivo no debe ser limitar esos conocimientos a una sola lengua. Cada vez será más necesario el dominio de varios idiomas y no conviene dormirse en los laureles.
¿Cuál es su consejo para acercarse a los idiomas de una forma más natural?
Cualquier persona medianamente sensata entiende que la forma más natural de aprender un idioma es en casa, en el ámbito familiar, y que es una falacia pretender que en ese ámbito se pueda aprender, con carácter general, dos idiomas, y que uno de ellos sea el inglés. Lo que hacen las administraciones y la escuela es ofrecer la posibilidad de que los alumnos puedan acceder a una enseñanza hasta hace poco reservada a ciertas élites.
Un artículo de César Rendueles, profesor en el Departamento de Teoría Sociológica de la Universidad Complutense de Madrid.
La educación española está marcada por una anomalía insólita en los países de nuestro entorno: el sistema de conciertos educativos. El 32% de los estudiantes españoles de primaria y secundaria estudian en colegios e institutos de gestión privada, en su mayor parte centros concertados subvencionados en su práctica totalidad con fondos públicos. Muy a grandes rasgos, la escuela concertada es un pilar de los privilegios de los que disfrutan las familias que ocupan aproximadamente el tercio superior de la distribución de rentas y cuyos intereses están manifiestamente sobrerrepresentados en las políticas públicas, los medios de comunicación y los programas de los partidos.
La historia española de la financiación con fondos públicos de la enseñanza de titularidad privada es bien conocida. En los años ochenta, el gobierno del PSOE estableció el sistema de conciertos educativos como una vía para asegurar una universalización rápida de la educación en un contexto en el que no existía suficiente oferta de educación pública. Esa medida, supuestamente transitoria, se encabalgó sobre una larga tradición franquista de subvención a fondo perdido a los colegios religiosos. Por eso los debates en torno a la escuela concertada se han desarrollado casi siempre en torno a la cuestión ideológica de la presencia de la religión en las aulas y el poder que el sistema de conciertos otorga a la iglesia.
En realidad, si ni los gobiernos del PSOE ni los del PP se han planteado jamás un proceso de incorporación de los centros concertados a la red pública no ha sido por razones religiosas sino políticas. La red de enseñanza concertada constituye un elemento central en el sistema de lealtades sociales que durante décadas ha vertebrado el régimen político español. Aún más, aunque la iglesia controla una parte significativa de la red concertada, la confesionalidad es una cuestión importante sólo para un porcentaje relativamente pequeño de las familias que acuden a esos centros. El sistema de conciertos educativos ha sido la forma en que el Estado ha asegurado a la clase media la transmisión de su patrimonio social y cultural, del mismo modo que la burbuja especulativa fue la forma en que le ofreció una vía individual de movilidad social intergeneracional a través de la transmisión del patrimonio inmobiliario. A menudo se señala que una vez igualadas las condiciones socioeconómicas la enseñanza concertada española no ofrece mejores resultados académicos. Es cierto, ofrece algo mucho más importante: la reproducción de las condiciones socioeconómicas.
El resultado es que en España la clase media real (no la aspiracional) disfruta de los privilegios sociales de la educación privada a un coste muy reducido. Este amplio grupo social ha podido esquivar una parte significativa de los problemas asociados a la escolarización de las clases populares y acumular un valioso capital social. El anecdotario sobre las vías de segregación que ponen en marcha los colegios concertados –que en teoría deberían garantizar las mismas condiciones de acceso que los colegios públicos– es inagotable. Abarcan desde los filtros económicos –como las famosas cuotas “voluntarias” o las actividades “complementarias” (añádanse cuantas comillas se considere necesario)– hasta la selección explícita y sin tapujos: en numerosos colegios concertados un criterio de admisión importante es ser hijo de un antiguo alumno.
¿Por qué desde la izquierda se pasa de puntillas sobre este problema? Me temo que la razón de esta timidez es muy antipática: la izquierda española está radicalmente atravesada por el clasemedianismo. La enseñanza concertada –sobre todo, por medio de las cooperativas de profesores o padres– se ha ido convirtiendo cada vez más en un refugio para familias laicas y progresistas con suficientes recursos económicos que buscan modelos educativos alternativos a los que ofrece la educación pública y una mayor capacidad de intervención en su comunidad educativa. No hay ningún motivo para dudar de la sinceridad de esas motivaciones, pero lo cierto es que la realidad de las cooperativas educativas laicas es también la de una profundísima segregación social.
Es un proceso aún minoritario y característico de las grandes ciudades, en especial en Madrid, Cataluña y País Vasco, pero apunta a una tendencia que posiblemente se acelerará en el futuro. El desembarco de la izquierda en la concertada con su discursos acerca de la innovación educativa, las pedagogías blandas o la transversalidad proporciona a esta red una cierta imagen de marca de la que carecía (hasta ahora su principal valor consistía sencillamente en que no era la pública). De hecho, la red de colegios laicos y progresistas es más elitista que la religiosa, que tienen su propio circuito low cost en el que tienen cabida algunos inmigrantes y personas procedentes de las clases populares.
Aún peor, la maquinaria segregadora de la concertada están contaminando cada vez más a la red pública. Empieza a ser frecuente que los centros públicos establezcan triquiñuelas en los procesos de admisión para promover una bunquerización social. Tanto en la Comunidad de Madrid como en el País Vasco, cada vez más centros públicos “prestigiosos” dan puntos en los procesos selectivos a los hijos de antiguos alumnos. Otros renuncian voluntariamente a tener comedor escolar para ahuyentar a los alumnos de bajos ingresos que optan a becas de comedor.
Pero seguramente la herramienta de discriminación social más ambiciosa que se ha ideado en España es el programa de bilingüismo de la Comunidad de Madrid (CAM), una auténtica pesadilla elitista. En la actualidad, la mayor parte de los colegios de educación primaria madrileños son bilingües –hay distritos enteros donde no hay ni un solo colegio no bilingüe– y los que no lo son sufren fortísimas presiones de la administración para que entren al redil. Hay que estar muy alienado por la anglofilia para no percibir que el programa bilingüe de la CAM es un delirio pedagógico sin parangón en ningún lugar del mundo, que ha convertido los centros educativos en academias de idiomas donde una parte significativa de las materias son imposibles de impartir porque alumnos y profesores no comparten las herramientas comunicativas mínimas. Es algo tan sencillo como que los profesores de primaria dan clase de ciencias naturales, historia o ciencias sociales en inglés (y sólo en inglés) a niños de 6, 7 u 8 años que… no hablan inglés.
Hay un dato curioso que permite entender el auténtico objetivo del bilingüismo en los centros públicos de la CAM. En educación secundaria los resultados académicos de los estudiantes del programa bilingüe son peores en las materias impartidas en inglés pero mejores en matemáticas y lengua española. Es decir, aparentemente dar clase de ciencias en inglés, mejora tu rendimiento en lengua española. La explicación es que los programas bilingües expulsan a las familias más pobres y con menos recursos culturales y que obtienen peores resultados académicos. Al igual que la red de enseñanza concertada, los programas bilingües en educación primaria tiene un objetivo social: permiten que al llegar a la ESO los estudiantes puedan ser distribuidos en función de su nivel de inglés. Poco sorprendentemente, esta criba hace que los estudiantes de las aulas bilingües sean de piel más clara, más ricos y con mayor capital cultural que los demás.
El sistema educativo español, al menos en su tramo obligatorio, parece cada vez más el experimento de un discípulo loco de Bourdieu para observar la reproducción social a gran escala. Madrid es su laboratorio.
[Este texto es un extracto de un artículo más amplio (“Reescolarizar la escuela”) que he publicado en el número 16 de La maleta de Port Bou]
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La educación española está marcada por una anomalía insólita en los países de nuestro entorno: el sistema de conciertos educativos. El 32% de los estudiantes españoles de primaria y secundaria estudian en colegios e institutos de gestión privada, en su mayor parte centros concertados subvencionados en su práctica totalidad con fondos públicos. Muy a grandes rasgos, la escuela concertada es un pilar de los privilegios de los que disfrutan las familias que ocupan aproximadamente el tercio superior de la distribución de rentas y cuyos intereses están manifiestamente sobrerrepresentados en las políticas públicas, los medios de comunicación y los programas de los partidos.
La historia española de la financiación con fondos públicos de la enseñanza de titularidad privada es bien conocida. En los años ochenta, el gobierno del PSOE estableció el sistema de conciertos educativos como una vía para asegurar una universalización rápida de la educación en un contexto en el que no existía suficiente oferta de educación pública. Esa medida, supuestamente transitoria, se encabalgó sobre una larga tradición franquista de subvención a fondo perdido a los colegios religiosos. Por eso los debates en torno a la escuela concertada se han desarrollado casi siempre en torno a la cuestión ideológica de la presencia de la religión en las aulas y el poder que el sistema de conciertos otorga a la iglesia.
En realidad, si ni los gobiernos del PSOE ni los del PP se han planteado jamás un proceso de incorporación de los centros concertados a la red pública no ha sido por razones religiosas sino políticas. La red de enseñanza concertada constituye un elemento central en el sistema de lealtades sociales que durante décadas ha vertebrado el régimen político español. Aún más, aunque la iglesia controla una parte significativa de la red concertada, la confesionalidad es una cuestión importante sólo para un porcentaje relativamente pequeño de las familias que acuden a esos centros. El sistema de conciertos educativos ha sido la forma en que el Estado ha asegurado a la clase media la transmisión de su patrimonio social y cultural, del mismo modo que la burbuja especulativa fue la forma en que le ofreció una vía individual de movilidad social intergeneracional a través de la transmisión del patrimonio inmobiliario. A menudo se señala que una vez igualadas las condiciones socioeconómicas la enseñanza concertada española no ofrece mejores resultados académicos. Es cierto, ofrece algo mucho más importante: la reproducción de las condiciones socioeconómicas.
El resultado es que en España la clase media real (no la aspiracional) disfruta de los privilegios sociales de la educación privada a un coste muy reducido. Este amplio grupo social ha podido esquivar una parte significativa de los problemas asociados a la escolarización de las clases populares y acumular un valioso capital social. El anecdotario sobre las vías de segregación que ponen en marcha los colegios concertados –que en teoría deberían garantizar las mismas condiciones de acceso que los colegios públicos– es inagotable. Abarcan desde los filtros económicos –como las famosas cuotas “voluntarias” o las actividades “complementarias” (añádanse cuantas comillas se considere necesario)– hasta la selección explícita y sin tapujos: en numerosos colegios concertados un criterio de admisión importante es ser hijo de un antiguo alumno.
¿Por qué desde la izquierda se pasa de puntillas sobre este problema? Me temo que la razón de esta timidez es muy antipática: la izquierda española está radicalmente atravesada por el clasemedianismo. La enseñanza concertada –sobre todo, por medio de las cooperativas de profesores o padres– se ha ido convirtiendo cada vez más en un refugio para familias laicas y progresistas con suficientes recursos económicos que buscan modelos educativos alternativos a los que ofrece la educación pública y una mayor capacidad de intervención en su comunidad educativa. No hay ningún motivo para dudar de la sinceridad de esas motivaciones, pero lo cierto es que la realidad de las cooperativas educativas laicas es también la de una profundísima segregación social.
Es un proceso aún minoritario y característico de las grandes ciudades, en especial en Madrid, Cataluña y País Vasco, pero apunta a una tendencia que posiblemente se acelerará en el futuro. El desembarco de la izquierda en la concertada con su discursos acerca de la innovación educativa, las pedagogías blandas o la transversalidad proporciona a esta red una cierta imagen de marca de la que carecía (hasta ahora su principal valor consistía sencillamente en que no era la pública). De hecho, la red de colegios laicos y progresistas es más elitista que la religiosa, que tienen su propio circuito low cost en el que tienen cabida algunos inmigrantes y personas procedentes de las clases populares.
Aún peor, la maquinaria segregadora de la concertada están contaminando cada vez más a la red pública. Empieza a ser frecuente que los centros públicos establezcan triquiñuelas en los procesos de admisión para promover una bunquerización social. Tanto en la Comunidad de Madrid como en el País Vasco, cada vez más centros públicos “prestigiosos” dan puntos en los procesos selectivos a los hijos de antiguos alumnos. Otros renuncian voluntariamente a tener comedor escolar para ahuyentar a los alumnos de bajos ingresos que optan a becas de comedor.
Pero seguramente la herramienta de discriminación social más ambiciosa que se ha ideado en España es el programa de bilingüismo de la Comunidad de Madrid (CAM), una auténtica pesadilla elitista. En la actualidad, la mayor parte de los colegios de educación primaria madrileños son bilingües –hay distritos enteros donde no hay ni un solo colegio no bilingüe– y los que no lo son sufren fortísimas presiones de la administración para que entren al redil. Hay que estar muy alienado por la anglofilia para no percibir que el programa bilingüe de la CAM es un delirio pedagógico sin parangón en ningún lugar del mundo, que ha convertido los centros educativos en academias de idiomas donde una parte significativa de las materias son imposibles de impartir porque alumnos y profesores no comparten las herramientas comunicativas mínimas. Es algo tan sencillo como que los profesores de primaria dan clase de ciencias naturales, historia o ciencias sociales en inglés (y sólo en inglés) a niños de 6, 7 u 8 años que… no hablan inglés.
Hay un dato curioso que permite entender el auténtico objetivo del bilingüismo en los centros públicos de la CAM. En educación secundaria los resultados académicos de los estudiantes del programa bilingüe son peores en las materias impartidas en inglés pero mejores en matemáticas y lengua española. Es decir, aparentemente dar clase de ciencias en inglés, mejora tu rendimiento en lengua española. La explicación es que los programas bilingües expulsan a las familias más pobres y con menos recursos culturales y que obtienen peores resultados académicos. Al igual que la red de enseñanza concertada, los programas bilingües en educación primaria tiene un objetivo social: permiten que al llegar a la ESO los estudiantes puedan ser distribuidos en función de su nivel de inglés. Poco sorprendentemente, esta criba hace que los estudiantes de las aulas bilingües sean de piel más clara, más ricos y con mayor capital cultural que los demás.
El sistema educativo español, al menos en su tramo obligatorio, parece cada vez más el experimento de un discípulo loco de Bourdieu para observar la reproducción social a gran escala. Madrid es su laboratorio.
[Este texto es un extracto de un artículo más amplio (“Reescolarizar la escuela”) que he publicado en el número 16 de La maleta de Port Bou]
El bilingüismo presenta aspectos positivos sobre la inteligencia. Algunos padres consideran que el aprendizaje de un segundo idioma puede representar un freno e incluso un retraso en el desarrollo lingüístico del niño, aunque no existen pruebas concretas a respeto.
Alguna que otra vez, el niño podrá mezclar alguna que otra palabra entre los dos idiomas, pero esos casos son normales al principio, principalmente cuando los idiomas presentan palabras semejantes. Sin embargo, esos pequeños fallos suelen desaparecer con el tiempo.
El éxito de aprender dos idiomas para los niños
Según algunos investigadores, los niños expuestos desde muy temprano a dos lenguas, crecen como se tuviesen dos seres monolingües alojados dentro de su cerebro. Cuando dos idiomas están bien equilibrados, los niños bilingües tienen ventaja de pensamiento sobre niños monolingües, lo que quiere decir que el bilingüismo tiene efectos positivos en la inteligencia y en otros aspectos de la vida del niño.
El aprendizaje de dos lenguas a la vez no representa ningún tipo de contaminación lingüística ni retraso en el aprendizaje. Los expertos coinciden al afirmar que es mucho mejor el aprendizaje precoz, es decir, hablar a los niños ambos idiomas desde su nacimiento, pues permite el dominio completo de ambas lenguas, al contrario de lo que sucede si se enseña la segunda lengua a partir de los tres años de edad.
Equilibrio entre dos lenguas o idiomas
Algunos expertos sostienen que los niños expuestos a varios idiomas son más creativos y desarrollan mejor las habilidades de resolución de problemas. Hablar un segundo idioma, aunque sólo sea durante los primeros años de vida del niño, le ayudará a programar los circuitos cerebrales para que le sea más fácil aprender nuevos idiomas en un futuro. La introducción del bilingüismo en la educación de los niños debe hacerse de forma natural.
Nunca se debe obligar al niño a hablarlo. Lo importante, al principio, es que el niño lo escuche siempre y se familiarice con él poco a poco, sin prisas ni obligaciones. No obstante, existen algunos científicos que recomiendan que el niño aprenda una segunda lengua solo cuando tenga suficiente conocimiento de la materna.
Ventajas de ser un niño bilingüe
1 - Comunicación. La capacidad de comunicación con personas de distintas nacionalidades cuando viajan o conviven con personas extranjeras. Los niños bilingües tienen doble capacidad para leer y escribir en dos idiomas distintos y, por tanto, su conocimiento puede ser más amplio por su mayor acceso a la información global.
2 - Cultural. El acceso a dos culturas diferentes enriquece la educación del niño (literatura, historia, comportamientos, tradiciones, conversaciones, medios de comunicación, etc).
3 - Conocimiento. El acceso a la diversidad estimula la capacidad de desarrollo intelectual de un niño bilingüe. Por ello, pueden ser más creativos, más flexibles, y adquirir una mente más abierta al mundo y a los demás.
4 - Oportunidades de trabajo. Las puertas del mercado de trabajo se abrirán y ofrecerán más oportunidades a las personas bilingües.
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Alguna que otra vez, el niño podrá mezclar alguna que otra palabra entre los dos idiomas, pero esos casos son normales al principio, principalmente cuando los idiomas presentan palabras semejantes. Sin embargo, esos pequeños fallos suelen desaparecer con el tiempo.
El éxito de aprender dos idiomas para los niños
Según algunos investigadores, los niños expuestos desde muy temprano a dos lenguas, crecen como se tuviesen dos seres monolingües alojados dentro de su cerebro. Cuando dos idiomas están bien equilibrados, los niños bilingües tienen ventaja de pensamiento sobre niños monolingües, lo que quiere decir que el bilingüismo tiene efectos positivos en la inteligencia y en otros aspectos de la vida del niño.
El aprendizaje de dos lenguas a la vez no representa ningún tipo de contaminación lingüística ni retraso en el aprendizaje. Los expertos coinciden al afirmar que es mucho mejor el aprendizaje precoz, es decir, hablar a los niños ambos idiomas desde su nacimiento, pues permite el dominio completo de ambas lenguas, al contrario de lo que sucede si se enseña la segunda lengua a partir de los tres años de edad.
Equilibrio entre dos lenguas o idiomas
Algunos expertos sostienen que los niños expuestos a varios idiomas son más creativos y desarrollan mejor las habilidades de resolución de problemas. Hablar un segundo idioma, aunque sólo sea durante los primeros años de vida del niño, le ayudará a programar los circuitos cerebrales para que le sea más fácil aprender nuevos idiomas en un futuro. La introducción del bilingüismo en la educación de los niños debe hacerse de forma natural.
Nunca se debe obligar al niño a hablarlo. Lo importante, al principio, es que el niño lo escuche siempre y se familiarice con él poco a poco, sin prisas ni obligaciones. No obstante, existen algunos científicos que recomiendan que el niño aprenda una segunda lengua solo cuando tenga suficiente conocimiento de la materna.
Ventajas de ser un niño bilingüe
1 - Comunicación. La capacidad de comunicación con personas de distintas nacionalidades cuando viajan o conviven con personas extranjeras. Los niños bilingües tienen doble capacidad para leer y escribir en dos idiomas distintos y, por tanto, su conocimiento puede ser más amplio por su mayor acceso a la información global.
2 - Cultural. El acceso a dos culturas diferentes enriquece la educación del niño (literatura, historia, comportamientos, tradiciones, conversaciones, medios de comunicación, etc).
3 - Conocimiento. El acceso a la diversidad estimula la capacidad de desarrollo intelectual de un niño bilingüe. Por ello, pueden ser más creativos, más flexibles, y adquirir una mente más abierta al mundo y a los demás.
4 - Oportunidades de trabajo. Las puertas del mercado de trabajo se abrirán y ofrecerán más oportunidades a las personas bilingües.
Trabajo de fin de grado en Magisterio de Educación Infantil titulado "“El bilingüismo en Educación Infantil”, realizado por Marta Bespín Moliner en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Teruel, Universidad de Zaragoza, durante el año académico 2013-2014.
1 - Resumen
El presente Trabajo Fin de Grado, se basa en una revisión teórica acerca del bilingüismo. Este trabajo recoge información sobre el bilingüismo en la Escuela actual, los diferentes métodos utilizados en las aulas, las ventajas e inconvenientes de esta enseñanza, y el proceso de enseñanza-aprendizaje, todo ello enmarcado en la legislación educativa vigente. Se abarcan también las teorías sobre la adquisición de un segundo idioma según un enfoque psicológico, así como las ventajas y desventajas que pueden darse con este tipo de enseñanza.
Además de la información recogida de diversas fuentes tales como libros, revistas e Internet, también se han plasmado en el trabajo las respuestas a una entrevista realizada a docentes en activo de un Centro bilingüe.
2 - Introducción
El bilingüismo es un tema que en la actualidad se debate a menudo y que tiene muy preocupados a los colaboradores de los centros bilingües. ¿Es el bilingüismo una buena opción para la educación de nuestros alumnos?, ¿Es adecuada la educación bilingüe en la etapa de Educación Infantil? Estas y otras cuestiones serán tratadas en este Trabajo Fin de Grado para Educación Infantil.
Son muchos los centros educativos españoles que han decidido implantar el bilingüismo en sus aulas, bien sea inglés, francés o alemán, y que ahora ven peligrar esta modalidad, por lo que además de trabajar sobre el bilingüismo como proceso de enseñanza-aprendizaje, también se plantearán en este trabajo los problemas ligados a esta modalidad, para tratar de sacar una conclusión sobre la calidad y la necesidad de esta enseñanza. Contaré con la colaboración de maestros de Centros bilingües que aportarán su punto de vista y comentarios, lo cual me permitirá ver desde la posición de los maestros este tipo de enseñanza.
Además de esto, he podido ver durante mis prácticas un Centro bilingüe y un Centro ordinario, lo que me ha permitido observar ambas modalidades y llevarlas a comparación.
3 - Justificación
A día de hoy, gran cantidad de Centros educativos se acogen a la modalidad de enseñanza bilingüe, por lo que sentí la necesidad de informarme y observar esta nueva metodología.
Mi educación tuvo lugar en un Centro público ordinario, con resultados satisfactorios pero en comparación con compañeros que han asistido a Centros bilingües, mi formación en idiomas puede evaluarse de media-baja. Esta comparación me llevó a cuestionar lo siguiente: ¿la educación en Centros bilingües beneficia únicamente a la hora de conocer idiomas, pero no ofrece los mismos resultados en el resto de materias?
Durante mis primeras prácticas escolares, decidí escoger un Centro bilingüe francés para resolver las dudas que tenía acerca de la metodología utilizada, de la repartición del horario escolar al llevar a cabo tantas horas de idioma, de la calidad de este tipo de enseñanza y el nivel adquirido en estos Centros, para así tener ciertas nociones básicas que considero necesarias para mi futuro docente. Tras las prácticas escolares, saqué conclusiones personales sobre esta modalidad de enseñanza, pero todavía me surgían dudas referentes a la legislación, y dudas que necesitaban de estudio y búsqueda de información en el ámbito psicológico. A estas preguntas sin resolver, se les sumó la situación de los maestros colaboradores de la que tuve consciencia durante ese periodo en prácticas (la cual posteriormente explicaré).
Desde que tomé la decisión de documentarme sobre esta temática, he podido escuchar diferentes opiniones, que me han llevado a plantear la duda de si es adecuada esta enseñanza, y en especial en la etapa de Educación Infantil. Todas estas cuestiones me animaron a seleccionar este tema para mi Trabajo Fin de Grado.
4 - Hipótesis
Antes de dar comienzo a esta búsqueda de información y de soluciones en esta investigación, y al trabajo sobre el tema, considero adecuado plantear las concepciones o hipótesis más comunes sobre el bilingüismo en la Escuela. Al final del trabajo, estas hipótesis serán confirmadas o desechadas en la medida de lo posible a partir de la contrastación con la información recogida. Dichas hipótesis son las siguientes:
- La enseñanza bilingüe debe comenzar en Educación Infantil, ya que a menor edad del alumno, más facilidad y plasticidad cerebral para el aprendizaje.
- Los alumnos bilingües tienen problemas a la hora de hablar y redactar por la mezcla de los dos idiomas.
- Un alumno que recibe enseñanza bilingüe comete más faltas de ortografía.
- La enseñanza bilingüe perjudica el aprendizaje de otras materias ya que resta tiempo en el horario.
- Son necesarios maestros-colaboradores nativos en las aulas bilingües.
- La conversación y la lectura son el mejor método de enseñanza-aprendizaje en el bilingüismo.
- Los maestros-colaboradores deberían variar en el aula porque si no los alumnos se acostumbran solo a su forma de hablar y su entonación, provocando que no comprendan a nadie más.
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1 - Resumen
El presente Trabajo Fin de Grado, se basa en una revisión teórica acerca del bilingüismo. Este trabajo recoge información sobre el bilingüismo en la Escuela actual, los diferentes métodos utilizados en las aulas, las ventajas e inconvenientes de esta enseñanza, y el proceso de enseñanza-aprendizaje, todo ello enmarcado en la legislación educativa vigente. Se abarcan también las teorías sobre la adquisición de un segundo idioma según un enfoque psicológico, así como las ventajas y desventajas que pueden darse con este tipo de enseñanza.
Además de la información recogida de diversas fuentes tales como libros, revistas e Internet, también se han plasmado en el trabajo las respuestas a una entrevista realizada a docentes en activo de un Centro bilingüe.
2 - Introducción
El bilingüismo es un tema que en la actualidad se debate a menudo y que tiene muy preocupados a los colaboradores de los centros bilingües. ¿Es el bilingüismo una buena opción para la educación de nuestros alumnos?, ¿Es adecuada la educación bilingüe en la etapa de Educación Infantil? Estas y otras cuestiones serán tratadas en este Trabajo Fin de Grado para Educación Infantil.
Son muchos los centros educativos españoles que han decidido implantar el bilingüismo en sus aulas, bien sea inglés, francés o alemán, y que ahora ven peligrar esta modalidad, por lo que además de trabajar sobre el bilingüismo como proceso de enseñanza-aprendizaje, también se plantearán en este trabajo los problemas ligados a esta modalidad, para tratar de sacar una conclusión sobre la calidad y la necesidad de esta enseñanza. Contaré con la colaboración de maestros de Centros bilingües que aportarán su punto de vista y comentarios, lo cual me permitirá ver desde la posición de los maestros este tipo de enseñanza.
Además de esto, he podido ver durante mis prácticas un Centro bilingüe y un Centro ordinario, lo que me ha permitido observar ambas modalidades y llevarlas a comparación.
3 - Justificación
A día de hoy, gran cantidad de Centros educativos se acogen a la modalidad de enseñanza bilingüe, por lo que sentí la necesidad de informarme y observar esta nueva metodología.
Mi educación tuvo lugar en un Centro público ordinario, con resultados satisfactorios pero en comparación con compañeros que han asistido a Centros bilingües, mi formación en idiomas puede evaluarse de media-baja. Esta comparación me llevó a cuestionar lo siguiente: ¿la educación en Centros bilingües beneficia únicamente a la hora de conocer idiomas, pero no ofrece los mismos resultados en el resto de materias?
Durante mis primeras prácticas escolares, decidí escoger un Centro bilingüe francés para resolver las dudas que tenía acerca de la metodología utilizada, de la repartición del horario escolar al llevar a cabo tantas horas de idioma, de la calidad de este tipo de enseñanza y el nivel adquirido en estos Centros, para así tener ciertas nociones básicas que considero necesarias para mi futuro docente. Tras las prácticas escolares, saqué conclusiones personales sobre esta modalidad de enseñanza, pero todavía me surgían dudas referentes a la legislación, y dudas que necesitaban de estudio y búsqueda de información en el ámbito psicológico. A estas preguntas sin resolver, se les sumó la situación de los maestros colaboradores de la que tuve consciencia durante ese periodo en prácticas (la cual posteriormente explicaré).
Desde que tomé la decisión de documentarme sobre esta temática, he podido escuchar diferentes opiniones, que me han llevado a plantear la duda de si es adecuada esta enseñanza, y en especial en la etapa de Educación Infantil. Todas estas cuestiones me animaron a seleccionar este tema para mi Trabajo Fin de Grado.
4 - Hipótesis
Antes de dar comienzo a esta búsqueda de información y de soluciones en esta investigación, y al trabajo sobre el tema, considero adecuado plantear las concepciones o hipótesis más comunes sobre el bilingüismo en la Escuela. Al final del trabajo, estas hipótesis serán confirmadas o desechadas en la medida de lo posible a partir de la contrastación con la información recogida. Dichas hipótesis son las siguientes:
- La enseñanza bilingüe debe comenzar en Educación Infantil, ya que a menor edad del alumno, más facilidad y plasticidad cerebral para el aprendizaje.
- Los alumnos bilingües tienen problemas a la hora de hablar y redactar por la mezcla de los dos idiomas.
- Un alumno que recibe enseñanza bilingüe comete más faltas de ortografía.
- La enseñanza bilingüe perjudica el aprendizaje de otras materias ya que resta tiempo en el horario.
- Son necesarios maestros-colaboradores nativos en las aulas bilingües.
- La conversación y la lectura son el mejor método de enseñanza-aprendizaje en el bilingüismo.
- Los maestros-colaboradores deberían variar en el aula porque si no los alumnos se acostumbran solo a su forma de hablar y su entonación, provocando que no comprendan a nadie más.
Un artículo de Primitivo Abella Cachero, Profesor de Secundaria en el IES de Pravia. Miembro de la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI).
Pasado ya un tiempo desde su implantación, la llamada enseñanza bilingüe no parece haber demostrado ser especialmente efectiva en el desarrollo de las competencias comunicativas en inglés, la lengua que monopoliza los programas. Y sin embargo se convierte en un lastre para los objetivos de otras materias y en un elemento de segregación social en las aulas.
La economía española está definiendo, cada vez con más claridad, el papel que le toca en este mundo globalizado. La precarización y los bajos costes laborales son, como diría David Ricardo, la ventaja comparativa, el polo de atracción para inversiones y transferencias internacionales. Viejas y nuevas multinacionales considerarán España entre grupos de países como Rumanía, Turquía o Chequia y en el futuro que imagina la casta político/sindical podrá disputar localizaciones hasta con China. Los bajos precios en los paquetes turísticos aumentará la afluencia de turistas y el desplome de precios en el sector inmobiliario creará condiciones para la adquisición de viviendas por los fondos buitre a la espera de una nueva burbuja. Por otra parte, la “sobreformación” determinará la emigración de trabajadores cualificados a los países europeos más desarrollados. En ese contexto la competencia en una lengua extranjera se convierte en la reina de las competencias. Los poderes públicos insisten y los partidos tradicionales juegan al “y yo más” respecto al fomento del uso de lenguas extranjeras en la escuela. Las familias son conscientes de su importancia en esta nueva realidad. El bilingüismo se convierte en un producto que todos los vendedores quieren ofrecer y todos los usuarios comprar.
Llamaremos “programa bilingüe” a un sub-currículo escolar que, en esencia, refuerza el aprendizaje de una lengua extranjera (casi siempre el inglés) mediante la impartición de varias materias no lingüísticas en esa lengua extranjera. Comenzó a desarrollarse hace diez años en la Comunidad de Madrid y actualmente se extiende con fuerza por todo el Estado, atrayendo cada vez más recursos y detrayendo otros de los programas de compensación de desigualdades. En el pasado curso, una resolución de la Consejería de Educación asturiana “relajaba” el programa en Secundaria al suprimir la hora lingüística adicional, reducir los mínimos del programa a una materia no lingüística en la que se use la lengua extranjera en el 50% del tiempo, suprimir el límite de admitidos y también la ratio máxima de los grupos “bilingües” y recomendar a los equipos directivos la formación de grupos heterogéneos. La medida fue criticada por la Junta de Personal y algunos docentes implicados en los programas incluso recogieron firmas contra la resolución. Probablemente lo que explica estos cambios sea la necesidad de dar una respuesta a la creciente demanda y garantizar la continuidad con Primaria (donde el programa ya es masivo) sin aumentar los costes de personal. La cuestión es analizar con un poco de rigor y profundidad la oportunidad de estos programas desde un punto de vista pedagógico y de defensa de una educación inclusiva.
Vicios fonéticos del spanglish
La primera reflexión para ese debate tendría que ver con la propia eficacia de los programas bilingües respecto del objetivo que persiguen. No está claro que la mejor forma de aprender una lengua extranjera sea usarla como lengua vehicular al enseñar Matemáticas, Ciencias de la Naturaleza o Historia de España. La ilusión bilingüe se convierte así en simulacro. El aprendizaje intencional de las lenguas no es igual que su adquisición natural en entornos efectivamente bilingües. En el empeño por desarrollar los programas a toda costa, más por rentabilidad política que por necesidades del mercado, las autoridades educativas daban por válidas (hasta el pasado curso) certificaciones privadas que, como la del Trinity, distan mucho de acreditar una adecuada calificación del profesorado. Pueden convertirse los programas, en muchos casos, en una manera involuntaria de dar por buenos para los oyentes ciertos vicios fonéticos del spanglish.
Otro aspecto del programa bilingüe es su efecto en la comunicación entre el docente y el estudiante en las materias impartidas en lengua extranjera. La limitación resulta trivial. La capacidad -aunque solo sea léxica- del comunicador está limitada, la comprensión del oyente está limitada, la interacción está limitada. Se está usando un vehículo más lento porque no es el propio. El objetivo es mejorar la capacidad de comunicación en otra lengua pero en ese objetivo el vehículo habrá dado menos viajes.
El informe FEDEA [Evaluación de un programa de educación bilingüe en España: El impacto más allá del aprendizaje del idioma extranjero. Brindusa Anghel, Antonio Cabrales, Jesús M. Carro. Fundación de Estudios de Economía Aplicada, 2013] compara colegios bilingües desde el 2004 con colegios que no se incorporaron al programa. La evaluación se basa en los resultados de las pruebas que realiza anualmente la Comunidad de Madrid al alumnado de 6º de Primaria. En este caso se toman las de los años 2010 y 2011. Se presentan, a modo de resumen, los datos en Lengua y Matemáticas (impartidas en castellano) y Cultura General (que casi se corresponde con Conocimiento del Medio que se imparte en lengua extranjera en los programas bilingües). Los datos son de diferencias en diferencias: es la variación de la puntuación estandarizada de 25 colegios antes y después de ser bilingües.
Los datos confirman lo que algunos intuíamos. Los resultados en Lengua y Matemáticas mejoran un 3% y un 5 % respectivamente mientras que los de Cultura general empeoran hasta un 11 %. Lo significativo es que los objetivos vinculados a Conocimiento del Medio empeoran sustancialmente después de trabajar en esta materia 6 años usando el inglés como lengua vehicular.
¿Por qué esa leve mejoría en Lengua y Matemáticas, las impartidas en castellano? Para encontrar una explicación plausible tenemos que entrar en un tercer aspecto: la segregación social implícita en el programa.
Las familias entienden que una consecuencia de matricular a sus hijos en un programa bilingüe es la necesidad de un apoyo externo, bien sea en el propio entorno familiar, bien en academias o clases particulares. El programa complica el acceso a los contenidos para muchos alumnos así que sus padres no optan por ese modelo. En el informe FEDEA se observó que en los centros que se incorporaron al programa bilingüe las características de su alumnado variaron de la siguiente manera:
Aumentó el porcentaje de alumnos de padres con estudios universitarios (del 33% al 39%). Aumentó el número de alumnos con padres de ocupaciones profesionales (24% al 29%). Disminuyó el porcentaje de alumnos inmigrantes (del 19% al 13%), en particular los de origen latino (que pasaron del 10% al 6%) y el de alumnos de necesidades (del 11% al 6%).
Al formarse grupos en los que los factores socioeconómicos favorecen el “éxito escolar” se crea la falsa ilusión en las virtudes del bilingüismo. Algunas familias y algunos profesionales hacen la asociación inversa y confunden causa y consecuencia.
Es en esa modificación de las características familiares del alumnado donde hay que encontrar explicación a la tímida mejora de resultados en Matemáticas y Lengua, las materias impartidas en castellano. Se dan entonces dos tendencias contrarias. Una que favorece el éxito escolar de los que están dentro del programa porque el programa es segregador y otra que empeora los resultados en las materias impartidas en lengua extranjera. Un último estudio del mismo informe confirma esta idea.
En este caso se toman los 54 colegios que se incorporan al programa en el curso 2005/2006 que según los autores del informe “tienen características socio-demográficas mejores que los primeros 25 colegios bilingües para los cuales detectamos un efecto negativo y significativo en Cultura General”. Los resultados finales concluyen que no hay diferencias significativas en los resultados globales en ninguna competencia. En el camino, al igual que en el caso anterior, hay huida de inmigrantes y alumnos de necesidades pero, al generalizarse el programa, los cambios ya no son tan sustanciales. Sin embargo, la cosa cambia cuando se analizan los resultados en correlación con la formación académica de sus padres.
Cuando en la familia no hay un nivel de formación que permita compensar el déficit educativo, los resultados retroceden sustancialmente llegando a un descenso cercano al 20% para el nivel de estudios primarios. El informe concluye: “Nuestros resultados indican que hay un claro efecto negativo en el aprendizaje de la asignatura enseñada en inglés para los niños cuyos padres tienen, como máximo, estudios secundarios obligatorios”. Aquellos niños y niñas que viven en entornos de menor capital cultural, asociados en general a entornos socioeconómicos más desfavorables, están empeorando su competencia en las materias no lingüísticas de los programas.
Dentro y fuera
En estos momentos, el éxito de los programas bilingües entre las familias se explica ya por una ley de masas: se elige estar dentro para no estar fuera. Las agrupaciones a que obligan las secciones bilingües tienen un efecto segregador evidente y los padres perciben nítidamente la distinción que supone incorporarse a esos grupos y el riesgo que entraña quedar fuera de ellos. La propaganda institucional alimenta también el pretendido prestigio social del “bilingüismo” y son muchos los que presumen de la categoría bilingüe del colegio de su prole. Entre los docentes tiene mucho defensor y mucho beneficiario. Plazas en el concurso de traslados, oportunidades de empleo interino, reducciones horarias, ofertas formativas, viajes, acreditaciones y, en algunas Comunidades, complementos salariales.
Para terminar, una última reflexión. Ni siquiera el programa “bilingüe” tiene a nivel internacional muchos defensores. En Europa no hay muchas experiencias similares, o no existe o la incorporación de la lengua extranjera como vehicular es más tardía. En Alemania hay un programa similar limitado a las zonas fronterizas con Francia en la que existe mutua influencia por la historia de las dos naciones, con territorios que han pertenecido a ambos Estados. En Francia, además del programa franco-germano, existen las “Secciones europeas” a partir del equivalente a 4º de ESO consistentes en una hora de refuerzo en lengua extranjera y una materia impartida en lengua extranjera. En Italia el programa se limita a las zonas fronterizas con Francia y Austria y afecta a menos de 3.000 estudiantes. En otros países, como Polonia, se introducen los programas en la última fase de secundaria (el equivalente a nuestro bachillerato). En Finlandia y Holanda se comienzan a ofertar materias en lengua extranjera en la primera etapa de secundaria y en la etapa superior se amplía la oferta. En el Reino Unido o Irlanda, como cabía esperar, no existe.
El argumento que emplean los defensores de este sistema es muy simplón: el nivel de competencia en una lengua extranjera en el Estado español es muy bajo comparativamente con otros países, por tanto la solución pasa por incrementar su importancia en el currículo usándolo como lengua vehicular desde edades tempranas.
Las causas objetivas que explican el bajo nivel de competencia de una segunda lengua en una comunidad lingüística están en la propia importancia internacional de la lengua propia (los ingleses son los que menos y los letonios o los suecos los que más), la exposición a diferentes lenguas ambientales (la competencia lingüística está más desarrollada en Euskadi que en Madrid y en Luxemburgo que en Francia) o las relaciones históricas, culturales o económicas con otras comunidades lingüísticas (la competencia es mayor en México que en Argentina). Para no plantearse objetivos absurdos, se puede iniciar un debate de cómo mejorar esa competencia. Debería ser un debate serio y con participación de toda la comunidad escolar. En este debate debería entrar la situación legal de la llingua asturiana, cuyo aprendizaje inicial junto con el castellano, en la medida de que se trata de una segunda lengua del entorno, favorecería la capacidad general de aprendizaje lingüístico. Por otra parte, la alternativa clara de exposición es la inmersión, estancias en otros países, intercambios de estudiantes, etc. Por supuesto, cualquier cambio curricular o de desarrollo del currículo debe ser comprehensivo para cualquiera y por tanto dotado de suficientes recursos para compensar las desigualdades de partida.
No se niegan las ventajas de una mayor capacidad de comunicación con personas de otros países, lo que aquí se plantea es que el mal llamado “programa bilingüe” no desarrolla adecuadamente la competencia lingüística, afecta negativamente a otras competencias y tiene un efecto segregador.
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Pasado ya un tiempo desde su implantación, la llamada enseñanza bilingüe no parece haber demostrado ser especialmente efectiva en el desarrollo de las competencias comunicativas en inglés, la lengua que monopoliza los programas. Y sin embargo se convierte en un lastre para los objetivos de otras materias y en un elemento de segregación social en las aulas.
La economía española está definiendo, cada vez con más claridad, el papel que le toca en este mundo globalizado. La precarización y los bajos costes laborales son, como diría David Ricardo, la ventaja comparativa, el polo de atracción para inversiones y transferencias internacionales. Viejas y nuevas multinacionales considerarán España entre grupos de países como Rumanía, Turquía o Chequia y en el futuro que imagina la casta político/sindical podrá disputar localizaciones hasta con China. Los bajos precios en los paquetes turísticos aumentará la afluencia de turistas y el desplome de precios en el sector inmobiliario creará condiciones para la adquisición de viviendas por los fondos buitre a la espera de una nueva burbuja. Por otra parte, la “sobreformación” determinará la emigración de trabajadores cualificados a los países europeos más desarrollados. En ese contexto la competencia en una lengua extranjera se convierte en la reina de las competencias. Los poderes públicos insisten y los partidos tradicionales juegan al “y yo más” respecto al fomento del uso de lenguas extranjeras en la escuela. Las familias son conscientes de su importancia en esta nueva realidad. El bilingüismo se convierte en un producto que todos los vendedores quieren ofrecer y todos los usuarios comprar.
Llamaremos “programa bilingüe” a un sub-currículo escolar que, en esencia, refuerza el aprendizaje de una lengua extranjera (casi siempre el inglés) mediante la impartición de varias materias no lingüísticas en esa lengua extranjera. Comenzó a desarrollarse hace diez años en la Comunidad de Madrid y actualmente se extiende con fuerza por todo el Estado, atrayendo cada vez más recursos y detrayendo otros de los programas de compensación de desigualdades. En el pasado curso, una resolución de la Consejería de Educación asturiana “relajaba” el programa en Secundaria al suprimir la hora lingüística adicional, reducir los mínimos del programa a una materia no lingüística en la que se use la lengua extranjera en el 50% del tiempo, suprimir el límite de admitidos y también la ratio máxima de los grupos “bilingües” y recomendar a los equipos directivos la formación de grupos heterogéneos. La medida fue criticada por la Junta de Personal y algunos docentes implicados en los programas incluso recogieron firmas contra la resolución. Probablemente lo que explica estos cambios sea la necesidad de dar una respuesta a la creciente demanda y garantizar la continuidad con Primaria (donde el programa ya es masivo) sin aumentar los costes de personal. La cuestión es analizar con un poco de rigor y profundidad la oportunidad de estos programas desde un punto de vista pedagógico y de defensa de una educación inclusiva.
Vicios fonéticos del spanglish
La primera reflexión para ese debate tendría que ver con la propia eficacia de los programas bilingües respecto del objetivo que persiguen. No está claro que la mejor forma de aprender una lengua extranjera sea usarla como lengua vehicular al enseñar Matemáticas, Ciencias de la Naturaleza o Historia de España. La ilusión bilingüe se convierte así en simulacro. El aprendizaje intencional de las lenguas no es igual que su adquisición natural en entornos efectivamente bilingües. En el empeño por desarrollar los programas a toda costa, más por rentabilidad política que por necesidades del mercado, las autoridades educativas daban por válidas (hasta el pasado curso) certificaciones privadas que, como la del Trinity, distan mucho de acreditar una adecuada calificación del profesorado. Pueden convertirse los programas, en muchos casos, en una manera involuntaria de dar por buenos para los oyentes ciertos vicios fonéticos del spanglish.
Otro aspecto del programa bilingüe es su efecto en la comunicación entre el docente y el estudiante en las materias impartidas en lengua extranjera. La limitación resulta trivial. La capacidad -aunque solo sea léxica- del comunicador está limitada, la comprensión del oyente está limitada, la interacción está limitada. Se está usando un vehículo más lento porque no es el propio. El objetivo es mejorar la capacidad de comunicación en otra lengua pero en ese objetivo el vehículo habrá dado menos viajes.
El informe FEDEA [Evaluación de un programa de educación bilingüe en España: El impacto más allá del aprendizaje del idioma extranjero. Brindusa Anghel, Antonio Cabrales, Jesús M. Carro. Fundación de Estudios de Economía Aplicada, 2013] compara colegios bilingües desde el 2004 con colegios que no se incorporaron al programa. La evaluación se basa en los resultados de las pruebas que realiza anualmente la Comunidad de Madrid al alumnado de 6º de Primaria. En este caso se toman las de los años 2010 y 2011. Se presentan, a modo de resumen, los datos en Lengua y Matemáticas (impartidas en castellano) y Cultura General (que casi se corresponde con Conocimiento del Medio que se imparte en lengua extranjera en los programas bilingües). Los datos son de diferencias en diferencias: es la variación de la puntuación estandarizada de 25 colegios antes y después de ser bilingües.
Los datos confirman lo que algunos intuíamos. Los resultados en Lengua y Matemáticas mejoran un 3% y un 5 % respectivamente mientras que los de Cultura general empeoran hasta un 11 %. Lo significativo es que los objetivos vinculados a Conocimiento del Medio empeoran sustancialmente después de trabajar en esta materia 6 años usando el inglés como lengua vehicular.
¿Por qué esa leve mejoría en Lengua y Matemáticas, las impartidas en castellano? Para encontrar una explicación plausible tenemos que entrar en un tercer aspecto: la segregación social implícita en el programa.
Las familias entienden que una consecuencia de matricular a sus hijos en un programa bilingüe es la necesidad de un apoyo externo, bien sea en el propio entorno familiar, bien en academias o clases particulares. El programa complica el acceso a los contenidos para muchos alumnos así que sus padres no optan por ese modelo. En el informe FEDEA se observó que en los centros que se incorporaron al programa bilingüe las características de su alumnado variaron de la siguiente manera:
Aumentó el porcentaje de alumnos de padres con estudios universitarios (del 33% al 39%). Aumentó el número de alumnos con padres de ocupaciones profesionales (24% al 29%). Disminuyó el porcentaje de alumnos inmigrantes (del 19% al 13%), en particular los de origen latino (que pasaron del 10% al 6%) y el de alumnos de necesidades (del 11% al 6%).
Al formarse grupos en los que los factores socioeconómicos favorecen el “éxito escolar” se crea la falsa ilusión en las virtudes del bilingüismo. Algunas familias y algunos profesionales hacen la asociación inversa y confunden causa y consecuencia.
Es en esa modificación de las características familiares del alumnado donde hay que encontrar explicación a la tímida mejora de resultados en Matemáticas y Lengua, las materias impartidas en castellano. Se dan entonces dos tendencias contrarias. Una que favorece el éxito escolar de los que están dentro del programa porque el programa es segregador y otra que empeora los resultados en las materias impartidas en lengua extranjera. Un último estudio del mismo informe confirma esta idea.
En este caso se toman los 54 colegios que se incorporan al programa en el curso 2005/2006 que según los autores del informe “tienen características socio-demográficas mejores que los primeros 25 colegios bilingües para los cuales detectamos un efecto negativo y significativo en Cultura General”. Los resultados finales concluyen que no hay diferencias significativas en los resultados globales en ninguna competencia. En el camino, al igual que en el caso anterior, hay huida de inmigrantes y alumnos de necesidades pero, al generalizarse el programa, los cambios ya no son tan sustanciales. Sin embargo, la cosa cambia cuando se analizan los resultados en correlación con la formación académica de sus padres.
Cuando en la familia no hay un nivel de formación que permita compensar el déficit educativo, los resultados retroceden sustancialmente llegando a un descenso cercano al 20% para el nivel de estudios primarios. El informe concluye: “Nuestros resultados indican que hay un claro efecto negativo en el aprendizaje de la asignatura enseñada en inglés para los niños cuyos padres tienen, como máximo, estudios secundarios obligatorios”. Aquellos niños y niñas que viven en entornos de menor capital cultural, asociados en general a entornos socioeconómicos más desfavorables, están empeorando su competencia en las materias no lingüísticas de los programas.
Dentro y fuera
En estos momentos, el éxito de los programas bilingües entre las familias se explica ya por una ley de masas: se elige estar dentro para no estar fuera. Las agrupaciones a que obligan las secciones bilingües tienen un efecto segregador evidente y los padres perciben nítidamente la distinción que supone incorporarse a esos grupos y el riesgo que entraña quedar fuera de ellos. La propaganda institucional alimenta también el pretendido prestigio social del “bilingüismo” y son muchos los que presumen de la categoría bilingüe del colegio de su prole. Entre los docentes tiene mucho defensor y mucho beneficiario. Plazas en el concurso de traslados, oportunidades de empleo interino, reducciones horarias, ofertas formativas, viajes, acreditaciones y, en algunas Comunidades, complementos salariales.
Para terminar, una última reflexión. Ni siquiera el programa “bilingüe” tiene a nivel internacional muchos defensores. En Europa no hay muchas experiencias similares, o no existe o la incorporación de la lengua extranjera como vehicular es más tardía. En Alemania hay un programa similar limitado a las zonas fronterizas con Francia en la que existe mutua influencia por la historia de las dos naciones, con territorios que han pertenecido a ambos Estados. En Francia, además del programa franco-germano, existen las “Secciones europeas” a partir del equivalente a 4º de ESO consistentes en una hora de refuerzo en lengua extranjera y una materia impartida en lengua extranjera. En Italia el programa se limita a las zonas fronterizas con Francia y Austria y afecta a menos de 3.000 estudiantes. En otros países, como Polonia, se introducen los programas en la última fase de secundaria (el equivalente a nuestro bachillerato). En Finlandia y Holanda se comienzan a ofertar materias en lengua extranjera en la primera etapa de secundaria y en la etapa superior se amplía la oferta. En el Reino Unido o Irlanda, como cabía esperar, no existe.
El argumento que emplean los defensores de este sistema es muy simplón: el nivel de competencia en una lengua extranjera en el Estado español es muy bajo comparativamente con otros países, por tanto la solución pasa por incrementar su importancia en el currículo usándolo como lengua vehicular desde edades tempranas.
Las causas objetivas que explican el bajo nivel de competencia de una segunda lengua en una comunidad lingüística están en la propia importancia internacional de la lengua propia (los ingleses son los que menos y los letonios o los suecos los que más), la exposición a diferentes lenguas ambientales (la competencia lingüística está más desarrollada en Euskadi que en Madrid y en Luxemburgo que en Francia) o las relaciones históricas, culturales o económicas con otras comunidades lingüísticas (la competencia es mayor en México que en Argentina). Para no plantearse objetivos absurdos, se puede iniciar un debate de cómo mejorar esa competencia. Debería ser un debate serio y con participación de toda la comunidad escolar. En este debate debería entrar la situación legal de la llingua asturiana, cuyo aprendizaje inicial junto con el castellano, en la medida de que se trata de una segunda lengua del entorno, favorecería la capacidad general de aprendizaje lingüístico. Por otra parte, la alternativa clara de exposición es la inmersión, estancias en otros países, intercambios de estudiantes, etc. Por supuesto, cualquier cambio curricular o de desarrollo del currículo debe ser comprehensivo para cualquiera y por tanto dotado de suficientes recursos para compensar las desigualdades de partida.
No se niegan las ventajas de una mayor capacidad de comunicación con personas de otros países, lo que aquí se plantea es que el mal llamado “programa bilingüe” no desarrolla adecuadamente la competencia lingüística, afecta negativamente a otras competencias y tiene un efecto segregador.
Educación bilingüe
NI BILINGÜE NI ENSEÑANZA: EL TIMO DE LA ENSEÑANZA BILINGÜE EN LA COMUNIDAD DE MADRID
Un artículo de Susana de la Nuez.
Hace tiempo que desde este blog me animaban a escribir un post sobre mi experiencia tras la instauración de la enseñanza bilingüe en el colegio de mis hijos. Lo cierto es que como asidua lectora que soy del blog, sé de buena tinta que los colaboradores conocen a fondo los temas sobre los que escriben. Por esa razón, me resistía a compartir mi opinión y mi experiencia como simple madre de dos alumnas de este perverso sistema al considerar que carecía de la suficiente autoridad para cuestionarlo, ya que no pertenezco a la comunidad educativa, no he formado parte del panel de “expertos” que debatió, rebatió (poco), diluyó, aprobó y, finalmente, bendijo la instauración de la enseñanza bilingüe en buena parte de los institutos y colegios concertados de la Comunidad de Madrid y no pertenezco, siquiera, a la AMPA (siempre con la tentación de incluir la H) del colegio de mis hijos.
Pero hoy, al leer el artículo de Javier Marías publicado en El País, no he podido resistirme a hacerlo. No porque crea que el Sr. Marías esté equivocado – ni mucho menos, comparto al cien por cien su opinión – sino porque al margen de su extraordinaria valía y sin querer poner en duda ninguno de sus méritos, me he dado cuenta de que yo tengo algo de lo que él carece: la experiencia de lo que realmente supone la “enseñanza bilingüe”. Comparto totalmente con él la opinión de que ni es enseñanza ni es bilingüe. Pero creo que se queda muy corto. No sabría decir de qué modo llegó el bilingüismo a nuestras vidas….
Una carta desde la Dirección del centro meses antes de que mi tercera hija cambiara de ciclo y pasara a Educación Primaria, una lista de los nuevos libros que debíamos comprar, una carta para informarnos de que la asignatura de Conocimiento del Medio pasaba a denominarse Science (“saiens”, para entendernos o mejor dicho, para que se entiendan los alumnos) y un estupendo cartel a la entrada del centro que lo identificaba como colegio de enseñanza bilingüe (en el que se intuye la consabida chulería de los “ideólogos” de la enseñanza bilingüe).
Es cierto que si entonces me hubieran consultado – aunque no lo hicieron – “¿Quiere usted que sus hijos sean bilingües?”, habría contestado que sí. ¿No queremos todos lo mejor para nuestros hijos? ¿No sería estupendo que todos fuéramos bilingües, trilingües, cuatrilingües y todo sin aparente esfuerzo? Pero también es cierto que les hubiera preguntado “¿Y cómo piensan hacerlo?”. Pues les voy a contar no tanto cómo pensaron hacerlo (if) sino cómo lo hicieron: Llamaron a los profesores de primaria del colegio, les presentaron el programa educativo y ante su manifiesto temor, les propusieron “trabajar” su inglés. Algunos se fueron becados a Irlanda (tres meses), otros recibieron clases intensivas de inglés (tres meses) y otros decidieron confiar en sus conocimientos o experiencia como docentes (superior a tres meses) y esperar a ver cómo iba la cosa.
A la profe Lola, tras llegar de Irlanda, se le asignó la clase de 1ºB. Y mi hija comenzó su andadura por el sistema bilingüe… El libro de inglés de primero de primaria – el de inglés como lengua extranjera – es de una prestigiosa editorial española. El primer capítulo recoge el primer día de colegio de los alumnos. Presenta a los que serán los “compañeros” de curso de los alumnos y les describe con frases simples. Son altos, están contentos o llevan un jersey a rayas. Son Lucy, Tom y Felicity. El libro de “Science” de primero de primaria es también de una prestigiosa editorial – en este caso británica – y desde el primer capítulo aborda la asignatura dando por hecho que su público nació siendo bilingüe o, en realidad, en un mundo angloparlante.
El primer tema, “El Reino Vegetal” consta de cinco páginas de “Conocimientos”, seguidas de dos de “Actividades” y una de “Resumen de lo que he aprendido”. Solo para llegar hasta allí (el “Resumen”) hace falta tener suficiente vocabulario, conocer bastante de las más básicas estructuras gramaticales, echarle muchas horas de clase y estudio y echarle algo más que desmedido entusiasmo. En definitiva, mientras en inglés trabajan el verbo to be y los más avanzados comienzan a preguntar por el tiempo (“Isitcloudy? Isitsunny?”), en “Science” estudian la fotosíntesis o el ciclo del agua. Pero entonces, ¿cómo es posible que los niños aprueben la asignatura? Muchos estudios hablan de fracaso y abandono escolar pero siempre en etapas posteriores y en ningún caso con relación a la enseñanza bilingüe, ¿por qué? Porque los niños no suspenden las asignaturas impartidas en inglés. “¿Y cómo es posible, si no saben inglés?” Pues muy fácil, porque no se trata de aprender ni mucho menos de razonar.
Se trata de que Miss Lola haga un examen tipo test. Con muchos dibujos. Y a ser posible que del dibujo – por ejemplo, de una planta – salgan flechas de diversas partes en diversas direcciones y, preferiblemente, con una pequeña pista… Por ejemplo, una enorme L al lado de una hoja o una R junto a sus raíces (¿Lo adivinan?) y luego ya, el niño, para subir nota, colorea el dibujo. Otras veces, se arriesga más y junto a una aseveración en inglés, el niño marca una F o una T a ver si, jugando al 50 por ciento, aprobamos con nota. En definitiva, no se adquieren conocimientos, basta con que el alumno ejercite la memoria y se aprenda todas las partes de una planta para dar por finiquitado el aburrido tema de la fotosíntesis y el mundo vegetal. Vale con que sepa decir (perdón, ¡escribir!) water, cloud, sun and evaporation para dar por terminado el tema.
Pero no solo es un sistema absolutamente perverso para los alumnos que no aprenden nada, sino también para los profesores. Veamos. El profe Paco lleva 25 años en el colegio; a él siempre le interesó el inglés y además de ser tutor de un grupo de 6º de Primaria imparte clases de inglés en varios cursos. Conoce el colegio, la metodología, a los alumnos… Le gusta impartir clases prácticas, que los alumnos participen y cuenten sus experiencias. Se ve que disfruta. Pero al profe Paco este año le han asignado un “teacher” de ayuda, un “assistant”, le dicen. Bilingüe. Y tanto: es de Dakota del Sur. Nick se lleva bien con los niños de la clase pero no tanto con Paco.
No se acaban de entender. Paco es maestro y Nick es solo de Dakota del Sur. Pero lo importante es que los niños saben decir “bladder” con un acento sorprendente (también para alguien nacido en Illinois) aunque no sepan lo que es o dónde está. Mi hija es muy nerviosa y puede ponerse muy pesada a la hora de pedir permiso para ir al servicio.
Miss Lola, firme defensora del bilingüismo, le anima a pedirlo en inglés. Como no sabe cómo hacerlo, la niña decide dejarlo para más tarde. Hace meses que se acostumbró a “retener líquidos”. Una lástima pues muy probablemente le ocasionará un daño en una parte de su cuerpo que, paradójicamente, gracias a Nick, podrá identificar perfectamente en inglés como su “bladder” (vejiga). Miss Lola seguirá ejerciendo de tutora y tras ella vendrán nuevas Misses sin experiencia pero con un título de inglés (vale cualquiera avalado por la CAM). La profe Charo, con 40 años de experiencia, prefiere jubilarse, la profe Alicia se queda, pero como profesora de música, plástica o religión. Qué más dan los treinta años de experiencia en el mundo de la LOGSE, la LOPEG, la LODE y las que estén por venir, sus años como tutoras o directoras de primaria… Y es verdad que en los pasillos empieza a hablarse inglés: el inglés de los profes de ayuda; chicos angloparlantes sí, pero sin ninguna titulación o vocación y que cambian cada año. Basta con ser de Dakota del Sur, lo que hay que reconocer que tampoco es fácil.
¿Y qué pasa si el sufrido progenitor tampoco sabe inglés? ¿Y si – casi peor aún – sí sabe inglés como es mi caso y se da cuenta de que su hijo no está adquiriendo conocimientos a pesar de las estupendas notas que trae? Pues que el primero no podrá ayudar a su hijo pero puede pensar que sabe inglés de verdad (cualquiera lo pensaría viendo su libro de “saiens”), en fin que es bilingüe de verdad. Y durante mucho tiempo nada ni nadie le sacarán de su error. El padre se hace pequeño y el zote se convierte en el nuevo “horáculo de los Elfos”. (Sí, así como lo leen). El segundo -como yo- se da cuenta de lo absurdo del sistema y pretende que el niño adquiera algún conocimiento, por lo que se acaba convirtiendo en profesor particular, atento seguidor de las explicaciones virtuales del CD de “Sciencie” y sufrido traductor que escucha atónito la respuesta de su progenie “bilingüe”: “Así no, Miss Lola ha dicho que solo hay que saberse lungs, breath and air”. Pues nada, so much for the respiratory system…
Al que le seguirán todos los demás, por supuesto. Pero no hay que preocuparse porque pasados dos años desde que el alumno comenzara su andadura bilingüe (y cada dos años desde entonces) se someterá a una prueba de evaluación de conocimientos (de inglés, of course). Pasado un mes, recibirá un precioso “mini diploma” certificando que el alumno tiene un nivel adecuado de inglés que le permite seguir adelante con sus estudios… Y algún incauto lo enmarcará. ¿Pero por qué hay que hacer ese examen?, ¿quién lo hace?, ¿quién lo evalúa? Una vez más, las respuestas las tiene la CAM y sus examinadores pero ¿qué pasa con esos resultados?, ¿dónde se publican?, ¿a quién o en qué modo afectan? Si el alumno no llega al nivel de inglés mínimo requerido, ¿debe repetir curso aunque obtenga magníficas notas en lengua o matemáticas? Opacidad total que apesta a paripé. Y aun así, hemos de admitir que este paripé, a diferencia de otros, no es de los que más caros nos han salido. Obviando la profusión de carteles, propaganda y publicidad, nunca se llegó a invertir mucho en este asunto. Salvo que contemos como coste el elevadísimo de tener una generación analfabeta en dos idiomas.
Una generación incapaz de expresarse correctamente en su propio idioma – las asignaturas de sociales y naturales, reconvertidas en science, no permiten reforzar la escritura, el vocabulario o la lectura- una generación que parece un enorme diccionario inconexo (no necesitarán google translator). Una generación realmente única porque es capaz de cometer errores gramaticales y ortográficos en varios idiomas. Leen mal en español y en inglés, escriben mal en español y son incapaces de hacerlo en inglés, no saben expresarse en ningún idioma pero se les ha inculcado desde pequeños que son especiales, tienen algo que sus padres no tuvieron: son “bilingües”. ¿Hay algo peor que la ignorancia atrevida? Sí, la ignorancia atrevida inculcada, instigada y aplaudida por los educadores, las instituciones, la sociedad.
Resulta curioso además que la implantación del bilingüismo haya dejado de lado la verdadera filosofía de la educación anglosajona. Si lo importante es hablar inglés, ¿por qué no dedicar mayores esfuerzos a la asignatura en sí? Pero si lo importante no es tanto el idioma sino el espíritu, ¿dónde quedan los aspectos propios de la educación británica o más ampliamente, anglosajona?, ¿las clases prácticas, el fomento de la opinión, la crítica, la expresión de la individualidad y la defensa del colectivo, el desarrollo de la creatividad y el deporte? Ah no, de eso nada. Todos mis hijos han ido al mismo colegio. Dos de ellos escaparon al bilingüismo. Han tenido que aprender inglés por otros medios pero aunque, hoy por hoy, no son bilingües, no son analfabetos.
Muchos pensarán que si tan descontenta estoy, por qué no saco a mis hijos de ese colegio. En ello estoy. A punto de conseguirlo. Pero no crean, no es fácil. Yo les reto a hacerlo: intenten buscar un instituto o colegio concertado en Madrid que no se vanaglorie de su condición de centro bilingüe y no le saque brillo a la chapa todos los días. Habrá encontrado un auténtico centro educativo. No lo dude.
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Hace tiempo que desde este blog me animaban a escribir un post sobre mi experiencia tras la instauración de la enseñanza bilingüe en el colegio de mis hijos. Lo cierto es que como asidua lectora que soy del blog, sé de buena tinta que los colaboradores conocen a fondo los temas sobre los que escriben. Por esa razón, me resistía a compartir mi opinión y mi experiencia como simple madre de dos alumnas de este perverso sistema al considerar que carecía de la suficiente autoridad para cuestionarlo, ya que no pertenezco a la comunidad educativa, no he formado parte del panel de “expertos” que debatió, rebatió (poco), diluyó, aprobó y, finalmente, bendijo la instauración de la enseñanza bilingüe en buena parte de los institutos y colegios concertados de la Comunidad de Madrid y no pertenezco, siquiera, a la AMPA (siempre con la tentación de incluir la H) del colegio de mis hijos.
Pero hoy, al leer el artículo de Javier Marías publicado en El País, no he podido resistirme a hacerlo. No porque crea que el Sr. Marías esté equivocado – ni mucho menos, comparto al cien por cien su opinión – sino porque al margen de su extraordinaria valía y sin querer poner en duda ninguno de sus méritos, me he dado cuenta de que yo tengo algo de lo que él carece: la experiencia de lo que realmente supone la “enseñanza bilingüe”. Comparto totalmente con él la opinión de que ni es enseñanza ni es bilingüe. Pero creo que se queda muy corto. No sabría decir de qué modo llegó el bilingüismo a nuestras vidas….
Una carta desde la Dirección del centro meses antes de que mi tercera hija cambiara de ciclo y pasara a Educación Primaria, una lista de los nuevos libros que debíamos comprar, una carta para informarnos de que la asignatura de Conocimiento del Medio pasaba a denominarse Science (“saiens”, para entendernos o mejor dicho, para que se entiendan los alumnos) y un estupendo cartel a la entrada del centro que lo identificaba como colegio de enseñanza bilingüe (en el que se intuye la consabida chulería de los “ideólogos” de la enseñanza bilingüe).
Es cierto que si entonces me hubieran consultado – aunque no lo hicieron – “¿Quiere usted que sus hijos sean bilingües?”, habría contestado que sí. ¿No queremos todos lo mejor para nuestros hijos? ¿No sería estupendo que todos fuéramos bilingües, trilingües, cuatrilingües y todo sin aparente esfuerzo? Pero también es cierto que les hubiera preguntado “¿Y cómo piensan hacerlo?”. Pues les voy a contar no tanto cómo pensaron hacerlo (if) sino cómo lo hicieron: Llamaron a los profesores de primaria del colegio, les presentaron el programa educativo y ante su manifiesto temor, les propusieron “trabajar” su inglés. Algunos se fueron becados a Irlanda (tres meses), otros recibieron clases intensivas de inglés (tres meses) y otros decidieron confiar en sus conocimientos o experiencia como docentes (superior a tres meses) y esperar a ver cómo iba la cosa.
A la profe Lola, tras llegar de Irlanda, se le asignó la clase de 1ºB. Y mi hija comenzó su andadura por el sistema bilingüe… El libro de inglés de primero de primaria – el de inglés como lengua extranjera – es de una prestigiosa editorial española. El primer capítulo recoge el primer día de colegio de los alumnos. Presenta a los que serán los “compañeros” de curso de los alumnos y les describe con frases simples. Son altos, están contentos o llevan un jersey a rayas. Son Lucy, Tom y Felicity. El libro de “Science” de primero de primaria es también de una prestigiosa editorial – en este caso británica – y desde el primer capítulo aborda la asignatura dando por hecho que su público nació siendo bilingüe o, en realidad, en un mundo angloparlante.
El primer tema, “El Reino Vegetal” consta de cinco páginas de “Conocimientos”, seguidas de dos de “Actividades” y una de “Resumen de lo que he aprendido”. Solo para llegar hasta allí (el “Resumen”) hace falta tener suficiente vocabulario, conocer bastante de las más básicas estructuras gramaticales, echarle muchas horas de clase y estudio y echarle algo más que desmedido entusiasmo. En definitiva, mientras en inglés trabajan el verbo to be y los más avanzados comienzan a preguntar por el tiempo (“Isitcloudy? Isitsunny?”), en “Science” estudian la fotosíntesis o el ciclo del agua. Pero entonces, ¿cómo es posible que los niños aprueben la asignatura? Muchos estudios hablan de fracaso y abandono escolar pero siempre en etapas posteriores y en ningún caso con relación a la enseñanza bilingüe, ¿por qué? Porque los niños no suspenden las asignaturas impartidas en inglés. “¿Y cómo es posible, si no saben inglés?” Pues muy fácil, porque no se trata de aprender ni mucho menos de razonar.
Se trata de que Miss Lola haga un examen tipo test. Con muchos dibujos. Y a ser posible que del dibujo – por ejemplo, de una planta – salgan flechas de diversas partes en diversas direcciones y, preferiblemente, con una pequeña pista… Por ejemplo, una enorme L al lado de una hoja o una R junto a sus raíces (¿Lo adivinan?) y luego ya, el niño, para subir nota, colorea el dibujo. Otras veces, se arriesga más y junto a una aseveración en inglés, el niño marca una F o una T a ver si, jugando al 50 por ciento, aprobamos con nota. En definitiva, no se adquieren conocimientos, basta con que el alumno ejercite la memoria y se aprenda todas las partes de una planta para dar por finiquitado el aburrido tema de la fotosíntesis y el mundo vegetal. Vale con que sepa decir (perdón, ¡escribir!) water, cloud, sun and evaporation para dar por terminado el tema.
Pero no solo es un sistema absolutamente perverso para los alumnos que no aprenden nada, sino también para los profesores. Veamos. El profe Paco lleva 25 años en el colegio; a él siempre le interesó el inglés y además de ser tutor de un grupo de 6º de Primaria imparte clases de inglés en varios cursos. Conoce el colegio, la metodología, a los alumnos… Le gusta impartir clases prácticas, que los alumnos participen y cuenten sus experiencias. Se ve que disfruta. Pero al profe Paco este año le han asignado un “teacher” de ayuda, un “assistant”, le dicen. Bilingüe. Y tanto: es de Dakota del Sur. Nick se lleva bien con los niños de la clase pero no tanto con Paco.
No se acaban de entender. Paco es maestro y Nick es solo de Dakota del Sur. Pero lo importante es que los niños saben decir “bladder” con un acento sorprendente (también para alguien nacido en Illinois) aunque no sepan lo que es o dónde está. Mi hija es muy nerviosa y puede ponerse muy pesada a la hora de pedir permiso para ir al servicio.
Miss Lola, firme defensora del bilingüismo, le anima a pedirlo en inglés. Como no sabe cómo hacerlo, la niña decide dejarlo para más tarde. Hace meses que se acostumbró a “retener líquidos”. Una lástima pues muy probablemente le ocasionará un daño en una parte de su cuerpo que, paradójicamente, gracias a Nick, podrá identificar perfectamente en inglés como su “bladder” (vejiga). Miss Lola seguirá ejerciendo de tutora y tras ella vendrán nuevas Misses sin experiencia pero con un título de inglés (vale cualquiera avalado por la CAM). La profe Charo, con 40 años de experiencia, prefiere jubilarse, la profe Alicia se queda, pero como profesora de música, plástica o religión. Qué más dan los treinta años de experiencia en el mundo de la LOGSE, la LOPEG, la LODE y las que estén por venir, sus años como tutoras o directoras de primaria… Y es verdad que en los pasillos empieza a hablarse inglés: el inglés de los profes de ayuda; chicos angloparlantes sí, pero sin ninguna titulación o vocación y que cambian cada año. Basta con ser de Dakota del Sur, lo que hay que reconocer que tampoco es fácil.
¿Y qué pasa si el sufrido progenitor tampoco sabe inglés? ¿Y si – casi peor aún – sí sabe inglés como es mi caso y se da cuenta de que su hijo no está adquiriendo conocimientos a pesar de las estupendas notas que trae? Pues que el primero no podrá ayudar a su hijo pero puede pensar que sabe inglés de verdad (cualquiera lo pensaría viendo su libro de “saiens”), en fin que es bilingüe de verdad. Y durante mucho tiempo nada ni nadie le sacarán de su error. El padre se hace pequeño y el zote se convierte en el nuevo “horáculo de los Elfos”. (Sí, así como lo leen). El segundo -como yo- se da cuenta de lo absurdo del sistema y pretende que el niño adquiera algún conocimiento, por lo que se acaba convirtiendo en profesor particular, atento seguidor de las explicaciones virtuales del CD de “Sciencie” y sufrido traductor que escucha atónito la respuesta de su progenie “bilingüe”: “Así no, Miss Lola ha dicho que solo hay que saberse lungs, breath and air”. Pues nada, so much for the respiratory system…
Al que le seguirán todos los demás, por supuesto. Pero no hay que preocuparse porque pasados dos años desde que el alumno comenzara su andadura bilingüe (y cada dos años desde entonces) se someterá a una prueba de evaluación de conocimientos (de inglés, of course). Pasado un mes, recibirá un precioso “mini diploma” certificando que el alumno tiene un nivel adecuado de inglés que le permite seguir adelante con sus estudios… Y algún incauto lo enmarcará. ¿Pero por qué hay que hacer ese examen?, ¿quién lo hace?, ¿quién lo evalúa? Una vez más, las respuestas las tiene la CAM y sus examinadores pero ¿qué pasa con esos resultados?, ¿dónde se publican?, ¿a quién o en qué modo afectan? Si el alumno no llega al nivel de inglés mínimo requerido, ¿debe repetir curso aunque obtenga magníficas notas en lengua o matemáticas? Opacidad total que apesta a paripé. Y aun así, hemos de admitir que este paripé, a diferencia de otros, no es de los que más caros nos han salido. Obviando la profusión de carteles, propaganda y publicidad, nunca se llegó a invertir mucho en este asunto. Salvo que contemos como coste el elevadísimo de tener una generación analfabeta en dos idiomas.
Una generación incapaz de expresarse correctamente en su propio idioma – las asignaturas de sociales y naturales, reconvertidas en science, no permiten reforzar la escritura, el vocabulario o la lectura- una generación que parece un enorme diccionario inconexo (no necesitarán google translator). Una generación realmente única porque es capaz de cometer errores gramaticales y ortográficos en varios idiomas. Leen mal en español y en inglés, escriben mal en español y son incapaces de hacerlo en inglés, no saben expresarse en ningún idioma pero se les ha inculcado desde pequeños que son especiales, tienen algo que sus padres no tuvieron: son “bilingües”. ¿Hay algo peor que la ignorancia atrevida? Sí, la ignorancia atrevida inculcada, instigada y aplaudida por los educadores, las instituciones, la sociedad.
Resulta curioso además que la implantación del bilingüismo haya dejado de lado la verdadera filosofía de la educación anglosajona. Si lo importante es hablar inglés, ¿por qué no dedicar mayores esfuerzos a la asignatura en sí? Pero si lo importante no es tanto el idioma sino el espíritu, ¿dónde quedan los aspectos propios de la educación británica o más ampliamente, anglosajona?, ¿las clases prácticas, el fomento de la opinión, la crítica, la expresión de la individualidad y la defensa del colectivo, el desarrollo de la creatividad y el deporte? Ah no, de eso nada. Todos mis hijos han ido al mismo colegio. Dos de ellos escaparon al bilingüismo. Han tenido que aprender inglés por otros medios pero aunque, hoy por hoy, no son bilingües, no son analfabetos.
Muchos pensarán que si tan descontenta estoy, por qué no saco a mis hijos de ese colegio. En ello estoy. A punto de conseguirlo. Pero no crean, no es fácil. Yo les reto a hacerlo: intenten buscar un instituto o colegio concertado en Madrid que no se vanaglorie de su condición de centro bilingüe y no le saque brillo a la chapa todos los días. Habrá encontrado un auténtico centro educativo. No lo dude.
Un artículo de Mª Isabel López Márquez, maestra de inglés.
El mal llamado «bilingüismo» que se ha enseñoreado de nuestro sistema educativo no es otra cosa que una aberración académica. Paso a explicar esta contundente afirmación, que no es más que una opinión, aunque basada en la experiencia de muchos años siendo maestra de inglés.
Creo firmemente que no es «aprendiendo» áreas de conocimiento distintas a las lingüísticas, (Ciencias Naturales, Geografía e Historia, Matemáticas.), como los alumnos adquirirán la capacidad de comunicarse en lengua extranjera. Una lengua se aprende hablándola, usándola como medio de comunicación, que es para lo que han sido creadas. Ya me contarán para qué les podrá servir a los alumnos el conocer el nombre de las rocas y los minerales en inglés en un intercambio comunicativo con un nativo. Eso no va a mejorar su capacidad de comunicación en esa lengua, pero sí empeorará sobremanera su conocimiento de la materia, en clara desventaja con los alumnos que la estudian en lengua materna.
Lo que se necesita para que los alumnos alcancen el dominio de lo que ahora se llama «competencia lingüística en lengua extranjera» son otras cosas: más horas de inglés (o del idioma que sea), grupos de alumnos más reducidos, metodologías de aprendizaje atractivas para el alumnado, alejadas de los libros de texto al uso, utilización masiva de recursos audiovisuales, dotación suficiente de auxiliares de conversación nativos, al menos, uno por cada centro. Y sobre todo, la inmersión lingüística, la asignatura suspensa en esta desquiciada carrera hacia el bilingüismo. Una inmersión lingüística al alcance de todos, no sólo de aquellos alumnos cuyas familias tengan una situación económica que se lo permita (que son muy pocos), o de aquellos que figuran con las mejores notas en Inglés. Si el objetivo es que los alumnos sean capaces de comunicarse de modo fluido en lengua extranjera, les estamos privando a los que no llegan al sobresaliente o al notable alto de un recurso fundamental para conseguirlo. Que nadie se rasgue las vestiduras; no se trata de que las arcas públicas financien una estancia en el Reino Unido a todos. Hay otros modos, como los campamentos de verano, que podrían ser subvencionados según la renta familiar.
En estas lides, nuestros vecinos portugueses, ha mucho descubrieron la piedra filosofal y es de dominio público lo bien que les funciona: desde hace muchos años, las cadenas portuguesas emiten las películas, las series de dibujos animados y de TV, en versión original, algo muy alejado de los tristes y absurdos pastiches que en España se pusieron de moda, con series como «Dora, la exploradora» y engendros similares.
El esfuerzo y el sacrificio para el sistema educativo y para los profesores son enormes. El holocausto de plazas de maestros y profesores de especialidades básicas, como Primaria, Educación Infantil, Lengua, Geografía e Historia o Matemáticas, en aras de la búsqueda del profesorado bilingüe, terminará por pasar una factura al sistema y por ende, a la sociedad, que se me antoja inabordable e impagable. Con el sistema actual, es necesario dejar el hueco disponible en los centros educativos para que sea cubierto por personal docente con acreditación lingüística en lengua extranjera que, en el caso de Extremadura, siempre será profesorado eventual, ya sea en régimen de interinidad o en comisión de servicios. Esto provoca que haya un número tremendamente abultado de plazas bloqueadas permanentemente (en Badajoz capital son la friolera de cuarenta plazas), a las que no se pueden acceder mediante concurso de traslados ya que de modo surrealista, las plazas con perfiles bilingües no están legalmente creadas, lo que provoca que demasiados centros educativos no cuenten con una plantilla de profesionales estable, hecho que termina repercutiendo de modo inexorable en el alumnado. Eso por no hablar de los centros de nueva creación, donde la provisionalidad de prácticamente el cien por cien del profesorado se perpetúa 'per secula seculorum'. Todo sea por el divino y adorado bilingüismo.
También es importante el esfuerzo que debe hacer el profesorado, cuya profundización en los aspectos científicos de su materia o en otros aspectos educativos básicos (en un tiempo en que las metodologías son enormemente cambiantes y se precisa de un esfuerzo extra para no quedarse anclados en el anacronismo pedagógico), se ve seriamente dañado. El profesorado se embarca en una carrera contrarreloj para obtener el ansiado B2, que le permitirá impartir las áreas bilingües, en el mínimo tiempo posible, con el esfuerzo intelectual, personal, familiar y sobre todo económico, que requiere la adquisición de la ansiada acreditación lingüística. Una vez obtenida, pasará a formar parte del selecto club de «los reyes del mambo» y se le abrirán las puertas de los mejores centros de Extremadura a los que somos funcionarios de carrera y obtendrán su ansiada vacante los que son interinos, con independencia del puesto que puedan ocupar en su lista.
Mientras tanto, organizaciones como Cambrigde, Trinity y los Institutos de Lenguas Modernas se frotan las manos por la ingente demanda de sus certificados y sus cursos, que se pagan a precio de oro, algunos de los cuales sólo tienen una vigencia de dos años. Porque conseguir plaza en las Escuelas de Idiomas, que es lo más asequible para unos bolsillos mermados, se convierte en una odisea teniendo en cuenta la limitación de la oferta y la multitudinaria demanda.
Curso tras curso se va incrementando el número de centros y grupos en los que se imparten una o dos materias en lengua extranjera. Los gobiernos de turno muestran con orgullo las cifras y se cuelgan las medallas. Eso sí, sin haber llevado a cabo un riguroso seguimiento y evaluación de la implantación de este sistema, mal llamado «bilingüe» y, lo que es más grave, sin reflexionar y analizar acerca de las consecuencias que podrá tener, tanto a nivel educativo como social, sobre la persona de estos niños y jóvenes, falsamente convertidos en 'la nueva élite' de colegios e institutos.
Lo dicho, este «bilingüismo» que nos venden como la panacea se asemeja a las malas imitaciones de los perfumes caros, que no sólo no huelen igual que el perfume original, sino que con toda seguridad, terminará por provocarnos un indeseable sarpullido.
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El mal llamado «bilingüismo» que se ha enseñoreado de nuestro sistema educativo no es otra cosa que una aberración académica. Paso a explicar esta contundente afirmación, que no es más que una opinión, aunque basada en la experiencia de muchos años siendo maestra de inglés.
Creo firmemente que no es «aprendiendo» áreas de conocimiento distintas a las lingüísticas, (Ciencias Naturales, Geografía e Historia, Matemáticas.), como los alumnos adquirirán la capacidad de comunicarse en lengua extranjera. Una lengua se aprende hablándola, usándola como medio de comunicación, que es para lo que han sido creadas. Ya me contarán para qué les podrá servir a los alumnos el conocer el nombre de las rocas y los minerales en inglés en un intercambio comunicativo con un nativo. Eso no va a mejorar su capacidad de comunicación en esa lengua, pero sí empeorará sobremanera su conocimiento de la materia, en clara desventaja con los alumnos que la estudian en lengua materna.
Lo que se necesita para que los alumnos alcancen el dominio de lo que ahora se llama «competencia lingüística en lengua extranjera» son otras cosas: más horas de inglés (o del idioma que sea), grupos de alumnos más reducidos, metodologías de aprendizaje atractivas para el alumnado, alejadas de los libros de texto al uso, utilización masiva de recursos audiovisuales, dotación suficiente de auxiliares de conversación nativos, al menos, uno por cada centro. Y sobre todo, la inmersión lingüística, la asignatura suspensa en esta desquiciada carrera hacia el bilingüismo. Una inmersión lingüística al alcance de todos, no sólo de aquellos alumnos cuyas familias tengan una situación económica que se lo permita (que son muy pocos), o de aquellos que figuran con las mejores notas en Inglés. Si el objetivo es que los alumnos sean capaces de comunicarse de modo fluido en lengua extranjera, les estamos privando a los que no llegan al sobresaliente o al notable alto de un recurso fundamental para conseguirlo. Que nadie se rasgue las vestiduras; no se trata de que las arcas públicas financien una estancia en el Reino Unido a todos. Hay otros modos, como los campamentos de verano, que podrían ser subvencionados según la renta familiar.
En estas lides, nuestros vecinos portugueses, ha mucho descubrieron la piedra filosofal y es de dominio público lo bien que les funciona: desde hace muchos años, las cadenas portuguesas emiten las películas, las series de dibujos animados y de TV, en versión original, algo muy alejado de los tristes y absurdos pastiches que en España se pusieron de moda, con series como «Dora, la exploradora» y engendros similares.
El esfuerzo y el sacrificio para el sistema educativo y para los profesores son enormes. El holocausto de plazas de maestros y profesores de especialidades básicas, como Primaria, Educación Infantil, Lengua, Geografía e Historia o Matemáticas, en aras de la búsqueda del profesorado bilingüe, terminará por pasar una factura al sistema y por ende, a la sociedad, que se me antoja inabordable e impagable. Con el sistema actual, es necesario dejar el hueco disponible en los centros educativos para que sea cubierto por personal docente con acreditación lingüística en lengua extranjera que, en el caso de Extremadura, siempre será profesorado eventual, ya sea en régimen de interinidad o en comisión de servicios. Esto provoca que haya un número tremendamente abultado de plazas bloqueadas permanentemente (en Badajoz capital son la friolera de cuarenta plazas), a las que no se pueden acceder mediante concurso de traslados ya que de modo surrealista, las plazas con perfiles bilingües no están legalmente creadas, lo que provoca que demasiados centros educativos no cuenten con una plantilla de profesionales estable, hecho que termina repercutiendo de modo inexorable en el alumnado. Eso por no hablar de los centros de nueva creación, donde la provisionalidad de prácticamente el cien por cien del profesorado se perpetúa 'per secula seculorum'. Todo sea por el divino y adorado bilingüismo.
También es importante el esfuerzo que debe hacer el profesorado, cuya profundización en los aspectos científicos de su materia o en otros aspectos educativos básicos (en un tiempo en que las metodologías son enormemente cambiantes y se precisa de un esfuerzo extra para no quedarse anclados en el anacronismo pedagógico), se ve seriamente dañado. El profesorado se embarca en una carrera contrarreloj para obtener el ansiado B2, que le permitirá impartir las áreas bilingües, en el mínimo tiempo posible, con el esfuerzo intelectual, personal, familiar y sobre todo económico, que requiere la adquisición de la ansiada acreditación lingüística. Una vez obtenida, pasará a formar parte del selecto club de «los reyes del mambo» y se le abrirán las puertas de los mejores centros de Extremadura a los que somos funcionarios de carrera y obtendrán su ansiada vacante los que son interinos, con independencia del puesto que puedan ocupar en su lista.
Mientras tanto, organizaciones como Cambrigde, Trinity y los Institutos de Lenguas Modernas se frotan las manos por la ingente demanda de sus certificados y sus cursos, que se pagan a precio de oro, algunos de los cuales sólo tienen una vigencia de dos años. Porque conseguir plaza en las Escuelas de Idiomas, que es lo más asequible para unos bolsillos mermados, se convierte en una odisea teniendo en cuenta la limitación de la oferta y la multitudinaria demanda.
Curso tras curso se va incrementando el número de centros y grupos en los que se imparten una o dos materias en lengua extranjera. Los gobiernos de turno muestran con orgullo las cifras y se cuelgan las medallas. Eso sí, sin haber llevado a cabo un riguroso seguimiento y evaluación de la implantación de este sistema, mal llamado «bilingüe» y, lo que es más grave, sin reflexionar y analizar acerca de las consecuencias que podrá tener, tanto a nivel educativo como social, sobre la persona de estos niños y jóvenes, falsamente convertidos en 'la nueva élite' de colegios e institutos.
Lo dicho, este «bilingüismo» que nos venden como la panacea se asemeja a las malas imitaciones de los perfumes caros, que no sólo no huelen igual que el perfume original, sino que con toda seguridad, terminará por provocarnos un indeseable sarpullido.
Un artículo de Mel, Educadora Infantil y futura pedagoga.
El otro día, me pasó algo increíblemente curioso. Pasé a casa de unos vecinos a ver a su hijo porque estaba enfermo (nada grave, había cogido un catarrillo). Hablando de su colegio que es bilingüe, me contó que no se enteraba de absolutamente nada en las clases. Y que Conocimiento del Medio, que antes era su asignatura preferida, ahora no le gustaba nada porque no entendía a su profesora. Me chocó muchísimo lo que dijo, ya que yo creía (ilusa de mí), que las clases se impartían con una metodología más flexible y atractiva para los niños. Pero se ve que no. Cuando fui con sus padres me lo contaron ellos: “Mel, queremos buscar un colegio que no sea bilingüe para nuestro hijo porque vemos que está perdiendo el interés y que se siente algo desmotivado por eso”. En ese momento, no quise ofenderlos. Pero actualmente, encontrar un centro educativo en la Comunidad de Madrid que no sea de ese estilo es verdaderamente complicado. Y creedme cuando os digo, que a cada paso que se de por la calle y se vea un colegio, todos llevan el cartel de “Centro Educativo Bilingüe”, como si eso fuese algo importante.
Hablando con más conocidos con hijos en Primaria, me dijeron más de lo mismo. Y es que los docentes, por lo visto, se dedican a explicar el temario de la asignatura en Inglés. No les culpo a ellos, ni mucho menos. Ellos han sido contratados para dar la asignatura de esa forma. Y yo me pregunto: ¿cómo se les ocurre semejante barbaridad? Es decir, un niño de tercero de primaria, no ha adquirido ni mucho menos un nivel medio del idioma extranjero. Y si no lo ha adquirido (como es normal), ¿cómo va a aprender una asignatura entera? Perdonadme el comentario, pero es muy absurdo. Con esto, lo único que consigue el Sistema Educativo, es que los alumnos pierdan el interés por aprender y se sientan tristes porque se aburren al no comprender nada en clase. Además de eso, sus calificaciones (eso que tanto preocupa a los centros y a algunos padres), podrían empeorar considerablemente. Pero claro, ¿quién no suspendería una asignatura o varias si no es capaz de asimilar lo que dice el profesor o profesora de la materia? Porque a mí también me pasaría.
Con este programa, los centros educativos no van a formar a estudiantes bilingües. No van a conseguir que los alumnos disfruten el idioma (que es en lo que debería consistir una educación así), y mucho menos que lo asimilen. Algunos padres que tienen adquiridos niveles altos de inglés, afirman que sus hijos no están aprendiendo nada y que la manera para que lo comprendan, no es impartir las asignaturas tradicionales en el idioma. Los progenitores que no sepan el idioma, se creerán que sus hijos están entendiendo algo y que están disfrutando en las clases, hasta que los propios niños les digan lo contrario. Reflexionemos un poco: es más que evidente que un niño de Educación Primaria tiene que aprender primero en castellano lo que son las rocas y los minerales, y luego, si procede la situación, en otro idioma. Pero, ¿cómo lo va a entender directamente en inglés si no lo comprende ni siquiera en español? No me quiero imaginar el caos que tienen que tener los cerebros de algunos niños.
Un idioma nuevo, jamás debería aplicarse de esta manera. No consiste en dar una asignatura en inglés. Consiste en introducirlo a través del juego, de forma práctica, con actividades que diviertan a los niños, que fomenten su creatividad e imaginación. Algunos centros de Educación Infantil, dedican media hora de días concretos a que los niños aprendan algunas palabras básicas en el idioma, pero mediante juegos ideados por los maestros y actividades divertidas y prácticas donde puedan disfrutar de lo más esencial del inglés. De esta manera, los niños están aprendiendo algo nuevo pero de forma creativa, les gusta, se lo pasan bien, se divierten y están siempre motivados a adquirir conocimientos. Pero claro, Educación Primaria no es Educación Infantil, y los centros tienen el doble de objetivos que cumplir para una correcta evaluación. Mientras tanto, los colegios se dan palmaditas en la espalda, estando orgullosos de que aplican una metodología bilingüe, cuando la mayoría de alumnos de esos centros, no están aprendiendo absolutamente nada. Pero oye, la chapa en la puerta del colegio, queda increíblemente bien. Mucho prestigio, sí.
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El otro día, me pasó algo increíblemente curioso. Pasé a casa de unos vecinos a ver a su hijo porque estaba enfermo (nada grave, había cogido un catarrillo). Hablando de su colegio que es bilingüe, me contó que no se enteraba de absolutamente nada en las clases. Y que Conocimiento del Medio, que antes era su asignatura preferida, ahora no le gustaba nada porque no entendía a su profesora. Me chocó muchísimo lo que dijo, ya que yo creía (ilusa de mí), que las clases se impartían con una metodología más flexible y atractiva para los niños. Pero se ve que no. Cuando fui con sus padres me lo contaron ellos: “Mel, queremos buscar un colegio que no sea bilingüe para nuestro hijo porque vemos que está perdiendo el interés y que se siente algo desmotivado por eso”. En ese momento, no quise ofenderlos. Pero actualmente, encontrar un centro educativo en la Comunidad de Madrid que no sea de ese estilo es verdaderamente complicado. Y creedme cuando os digo, que a cada paso que se de por la calle y se vea un colegio, todos llevan el cartel de “Centro Educativo Bilingüe”, como si eso fuese algo importante.
Hablando con más conocidos con hijos en Primaria, me dijeron más de lo mismo. Y es que los docentes, por lo visto, se dedican a explicar el temario de la asignatura en Inglés. No les culpo a ellos, ni mucho menos. Ellos han sido contratados para dar la asignatura de esa forma. Y yo me pregunto: ¿cómo se les ocurre semejante barbaridad? Es decir, un niño de tercero de primaria, no ha adquirido ni mucho menos un nivel medio del idioma extranjero. Y si no lo ha adquirido (como es normal), ¿cómo va a aprender una asignatura entera? Perdonadme el comentario, pero es muy absurdo. Con esto, lo único que consigue el Sistema Educativo, es que los alumnos pierdan el interés por aprender y se sientan tristes porque se aburren al no comprender nada en clase. Además de eso, sus calificaciones (eso que tanto preocupa a los centros y a algunos padres), podrían empeorar considerablemente. Pero claro, ¿quién no suspendería una asignatura o varias si no es capaz de asimilar lo que dice el profesor o profesora de la materia? Porque a mí también me pasaría.
Con este programa, los centros educativos no van a formar a estudiantes bilingües. No van a conseguir que los alumnos disfruten el idioma (que es en lo que debería consistir una educación así), y mucho menos que lo asimilen. Algunos padres que tienen adquiridos niveles altos de inglés, afirman que sus hijos no están aprendiendo nada y que la manera para que lo comprendan, no es impartir las asignaturas tradicionales en el idioma. Los progenitores que no sepan el idioma, se creerán que sus hijos están entendiendo algo y que están disfrutando en las clases, hasta que los propios niños les digan lo contrario. Reflexionemos un poco: es más que evidente que un niño de Educación Primaria tiene que aprender primero en castellano lo que son las rocas y los minerales, y luego, si procede la situación, en otro idioma. Pero, ¿cómo lo va a entender directamente en inglés si no lo comprende ni siquiera en español? No me quiero imaginar el caos que tienen que tener los cerebros de algunos niños.
Un idioma nuevo, jamás debería aplicarse de esta manera. No consiste en dar una asignatura en inglés. Consiste en introducirlo a través del juego, de forma práctica, con actividades que diviertan a los niños, que fomenten su creatividad e imaginación. Algunos centros de Educación Infantil, dedican media hora de días concretos a que los niños aprendan algunas palabras básicas en el idioma, pero mediante juegos ideados por los maestros y actividades divertidas y prácticas donde puedan disfrutar de lo más esencial del inglés. De esta manera, los niños están aprendiendo algo nuevo pero de forma creativa, les gusta, se lo pasan bien, se divierten y están siempre motivados a adquirir conocimientos. Pero claro, Educación Primaria no es Educación Infantil, y los centros tienen el doble de objetivos que cumplir para una correcta evaluación. Mientras tanto, los colegios se dan palmaditas en la espalda, estando orgullosos de que aplican una metodología bilingüe, cuando la mayoría de alumnos de esos centros, no están aprendiendo absolutamente nada. Pero oye, la chapa en la puerta del colegio, queda increíblemente bien. Mucho prestigio, sí.
Creen que el modelo bilingüe ha creado centros de primera y de segunda y piden un plan que garantice las plazas en los institutos públicos para los próximos cinco años.
Cientos de padres y madres de alumnos de Vicálvaro se han unido para denunciar lo que califican como un "caos" educativo en este distrito del sur de la capital. El foco de sus denuncias se centra en dos aspectos. Por un lado, el modelo bilingüe, el proyecto estrella en educación del PP en Madrid, que consideran que genera institutos y colegios de primera y otros de segunda. "Es un barrio adonde vienen parejas jóvenes. Muchos de estos padres matriculan a sus hijos en los centros bilingües. El problema es que no se ha planificado que haya plazas bilingües en la pública para cuando pasen a Secundaria. Se masifican así unos centros y pierden plazas los que no son bilingües", denuncia Alina Navas, representante de la Plataforma por la Escuela Pública de Vicálvaro.
Por este motivo, se plantean protestas y movilizaciones en las próximas semanas. Junto a esa crítica, suman que, según sus cálculos, dentro de cinco años no habrá plazas en centros públicos suficientes para dar clase en Secundaria a los alumnos que ahora están cursando Primaria. "Hay menos espacio, menos dinámicas, lo que redunda en menos control y seguimiento de los alumnos", añade Navas.
Fuentes de la Consejería de Educación, sin embargo, matizan todo este panorama que ha llevado a los padres y madres de siete colegios a unirse en la protesta. Aunque reconocen que habrá un incremento de 130 alumnos en Primaria de aquí a 5 años, consideran que el incremento futuro de alumnos en la Secundaria queda compensado por el descenso de alumnado en Infantil, lo que, según el Gobierno regional, "garantiza completamente las necesidades de escolarización". Niegan además un incremento de las ratios de alumnos por clase y apuntan a los centros educativos como responsables de pedir sumarse o no al programa bilingüe.
Desencuentro por tanto garantizado, al que se suma además la percepción que tienen los padres de que se está favoreciendo a la escuela concertada. Algunos denuncian que, al no tener plaza en un colegio público, se les ha derivado a un concertado sin estar ellos conformes. Tampoco en este caso parece posible un acercamiento, ya que la Consejería argumenta que el porcentaje de plazas públicas ofertadas ha crecido en cuatro años más que las de la escuela concertada.
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Cientos de padres y madres de alumnos de Vicálvaro se han unido para denunciar lo que califican como un "caos" educativo en este distrito del sur de la capital. El foco de sus denuncias se centra en dos aspectos. Por un lado, el modelo bilingüe, el proyecto estrella en educación del PP en Madrid, que consideran que genera institutos y colegios de primera y otros de segunda. "Es un barrio adonde vienen parejas jóvenes. Muchos de estos padres matriculan a sus hijos en los centros bilingües. El problema es que no se ha planificado que haya plazas bilingües en la pública para cuando pasen a Secundaria. Se masifican así unos centros y pierden plazas los que no son bilingües", denuncia Alina Navas, representante de la Plataforma por la Escuela Pública de Vicálvaro.
Por este motivo, se plantean protestas y movilizaciones en las próximas semanas. Junto a esa crítica, suman que, según sus cálculos, dentro de cinco años no habrá plazas en centros públicos suficientes para dar clase en Secundaria a los alumnos que ahora están cursando Primaria. "Hay menos espacio, menos dinámicas, lo que redunda en menos control y seguimiento de los alumnos", añade Navas.
Fuentes de la Consejería de Educación, sin embargo, matizan todo este panorama que ha llevado a los padres y madres de siete colegios a unirse en la protesta. Aunque reconocen que habrá un incremento de 130 alumnos en Primaria de aquí a 5 años, consideran que el incremento futuro de alumnos en la Secundaria queda compensado por el descenso de alumnado en Infantil, lo que, según el Gobierno regional, "garantiza completamente las necesidades de escolarización". Niegan además un incremento de las ratios de alumnos por clase y apuntan a los centros educativos como responsables de pedir sumarse o no al programa bilingüe.
Desencuentro por tanto garantizado, al que se suma además la percepción que tienen los padres de que se está favoreciendo a la escuela concertada. Algunos denuncian que, al no tener plaza en un colegio público, se les ha derivado a un concertado sin estar ellos conformes. Tampoco en este caso parece posible un acercamiento, ya que la Consejería argumenta que el porcentaje de plazas públicas ofertadas ha crecido en cuatro años más que las de la escuela concertada.
En las conversaciones que tenía con otros padres de la escuela a la que lleva a sus dos hijos pequeños, Susana de la Nuez veía un generalizado conformismo. Conscientes de las insuficiencias del sistema, era como si pensaran “esto es mejor que nada, que es lo que había”. Pero desde que escribió un durísimo artículo contando su experiencia personal en el blog 'Hay derecho', se ha dado cuenta de que muchos comparten su opinión. Quizás porque es bilingüe de verdad, traductora y socia de una empresa que se dedica a ello, sabía mucho mejor que nadie que en la escuela le estaban dando gato por liebre. No solo comparte con Javier Marías que lo que se ha implantado en Madrid no es “ni ensenseñanza, ni es bilingüe”. Ella opina que es, sin rodeos, “un timo”.
Empezando porque se implantó de sopetón, con una preparación improvisada de los maestros (“algunos los mandaron a Irlanda tres meses, en otros casos otros confiaron en su experiencia”). Su hija se encontró en primero de primaria que con un libro de Inglés en el que se empezaban a impartir los rudimentos del idioma mientras en Conocimientro del Medio la primera clase versaba sobre el reino vegetal y era necesario tener un vocabulario y un conocimiento gramatical del inglés mucho más avanzado para entender la materia. “Mientras en Inglés trabajaban el verbo 'to be' y los más avanzados comenzaban a preguntar por el tiempo ('Is it cloudy? Is it sunny?'), en “Science” estudiaban la fotosíntesis o el ciclo del agua”, ejemplifica para resumir.
NADIE SUSPENDE
Lo paradójico es que ningún niño suspendía la asignatura. ¿Cómo era posible?, se preguntaba. Hasta que descubrió que los exámenes “eran tipo test, con muchos dibujos, y a ser posible que del dibujo – por ejemplo, de una planta – salieran flechas de diversas partes en diversas direcciones y, preferiblemente, con una pequeña pista… Por ejemplo, una enorme L al lado de una hoja o una R junto a sus raíces”.
¿Y qué pasa si el progenitor tampoco sabe inglés? “Pues que no podrá ayudar a su hijo pero puede pensar que sabe inglés de verdad, en fin que es bilingüe de verdad. Y durante mucho tiempo nada ni nadie le sacarán de su error”. ¿Y si sabe inglés como Susana? “Casi peor. Te das cuenta de que tu hijo no está adquiriendo conocimientos a pesar de las estupendas notas, te das cuenta de lo absurdo del sistema y acabas convirtiéndote en su profesor particular”.
Hasta que decidió sacar a sus hijos del colegio con una sola consigna: que el nuevo no fuera bilingüe. Difícil, porque la marea del supuesto bilingüismo deja ya pocas opciones. “Intenten buscar un instituto o colegio en Madrid que no se vanaglorie de su condición de centro bilingüe y no le saque brillo a la chapa todos los días. Habrá encontrado un auténtico centro educativo. No lo dude”. Así acababa Susana su artículo. Pero no es el fin de la historia. Ahora ha encontrado trabajo en Londres y allí sus hijos tienen una inmersión de verdad.
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Empezando porque se implantó de sopetón, con una preparación improvisada de los maestros (“algunos los mandaron a Irlanda tres meses, en otros casos otros confiaron en su experiencia”). Su hija se encontró en primero de primaria que con un libro de Inglés en el que se empezaban a impartir los rudimentos del idioma mientras en Conocimientro del Medio la primera clase versaba sobre el reino vegetal y era necesario tener un vocabulario y un conocimiento gramatical del inglés mucho más avanzado para entender la materia. “Mientras en Inglés trabajaban el verbo 'to be' y los más avanzados comenzaban a preguntar por el tiempo ('Is it cloudy? Is it sunny?'), en “Science” estudiaban la fotosíntesis o el ciclo del agua”, ejemplifica para resumir.
NADIE SUSPENDE
Lo paradójico es que ningún niño suspendía la asignatura. ¿Cómo era posible?, se preguntaba. Hasta que descubrió que los exámenes “eran tipo test, con muchos dibujos, y a ser posible que del dibujo – por ejemplo, de una planta – salieran flechas de diversas partes en diversas direcciones y, preferiblemente, con una pequeña pista… Por ejemplo, una enorme L al lado de una hoja o una R junto a sus raíces”.
¿Y qué pasa si el progenitor tampoco sabe inglés? “Pues que no podrá ayudar a su hijo pero puede pensar que sabe inglés de verdad, en fin que es bilingüe de verdad. Y durante mucho tiempo nada ni nadie le sacarán de su error”. ¿Y si sabe inglés como Susana? “Casi peor. Te das cuenta de que tu hijo no está adquiriendo conocimientos a pesar de las estupendas notas, te das cuenta de lo absurdo del sistema y acabas convirtiéndote en su profesor particular”.
Hasta que decidió sacar a sus hijos del colegio con una sola consigna: que el nuevo no fuera bilingüe. Difícil, porque la marea del supuesto bilingüismo deja ya pocas opciones. “Intenten buscar un instituto o colegio en Madrid que no se vanaglorie de su condición de centro bilingüe y no le saque brillo a la chapa todos los días. Habrá encontrado un auténtico centro educativo. No lo dude”. Así acababa Susana su artículo. Pero no es el fin de la historia. Ahora ha encontrado trabajo en Londres y allí sus hijos tienen una inmersión de verdad.