"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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conciencia

SABER O NO SABER, ESA ES LA CUESTIÓN

Puedo afirmar, con poco riesgo a equivocarme, de que el verdadero sentido que hay que dar cada cual a su vida, depende en gran medida del determinismo histórico, las circunstancias exógenas sociales y biológicas, así como de una certera educación que permita el empoderamiento consciente de esos condicionantes, de modo que el educando sea un ser libre en sus decisiones con conocimiento de causa sobre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad.

En este respecto, los dos mil años de cristianismo solo han reportado un sometimiento de la razón a la fe. Podríamos creer que la razón colectiva ha logrado su máxima expresión mediante las democracias. Sin embargo, es innegable que vivimos bajo una plutocracia en connivencia con las jerarquías eclesiásticas. Los mercaderes y los curas, sin olvidar a las monarquías, como siempre en la historia, tienen el dominio sobre la humanidad, esclavizando a esta ultima en la caverna platónica mediante el materialismo científico como único modo de saber. El pasado es la historia del hombre esclavizado a la fe hasta el desvelamiento del cogito cartesiano y, desde entonces, la libertad generada con el surgimiento del racionalismo, ha estado en manos del ego plutocrático. Sin embargo, el presente es la lucha por la genuina libertad cooperativa frente al libertinaje del egocentrismo, y el futuro solo puede pertenecer a los hombres que luchan por la libertad con conocimiento de causa. Y en ese camino liberador, la física cuántica ha jugado un crucial papel al girar la mirada desde el “ver para creer” (método científico) al “creer para ver” (método trascendental), dos modos de saber que diferencian epistemológicamente al viejo mundo del nuevo mundo, respectivamente.

Gracias a la física cuántica, las cuestiones espirituales ya no son del pleno dominio de las religiones, sino que son los propios científicos quienes postulan una integración de la razón con el espíritu. Así, el giro copernicano que se está produciendo en la historia del pensamiento, es que el viejo mundo sustentado en el materialismo científico y el racionalismo pragmático está agotado, y un nuevo mundo emerge gracias a un racionalismo espiritual, una integración de la razón y el espíritu tal como postula la filosofía transpersonal. Enseñar ello en una clase de filosofía, y además en un solo folio, es dar al estudiante un conocimiento contextual de la historia del pensamiento para que pueda ubicarse existencial, racional y espiritualmente con conocimiento de causa. Así, fuera las imposiciones educativas orientadas a satisfacer las demandas de un sistema de producción que solo crea miseria; también fuera de la educación el adoctrinamiento ideológico desde los dogmas religiosos. Saber y educar ello hará a todo estudiante un ser libre con conocimiento de causa para dar el mejor de los sentidos a su vida. Cada uno hace lo que puede con lo que sabe para dar el mejor de los sentidos a su vida, pero cuando ese saber es reconvertido en una democracia secuestrada, entonces no hay duda que se vive en una ignorancia inducida histórica y socialmente por las misma castas que se transmiten el poder generacionalmente entre ricos, y entre papas en la curia eclesiástica. Saber ello es la antesala de la libertad y la preconización de la muerte del viejo mundo. Porque solo el saber hará de nosotros hombres libres. Entre la vida y la muerte solo hay saber: nacemos para aprender y moriremos con alguna lección aprendida.

Entonces, ¿Tiene sentido la vida?

Cuando algo muere, inherentemente en el plano psicológico, se tiende a pensar que ha desaparecido para siempre, siendo una concepción materialista de la vida. Por otro lado, hay personas que creen que hay vida tras la muerte, siendo entonces una concepción idealista o espiritual. Esa dicotomía psicológica entre el materialismo y el idealismo, los contrarios por antonomasia, es una apertura ontológica para que toda persona tenga que dar un sentido a su vida, libre e inexorablemente, en función de sus propias creencias así como los conocimiento adquiridos. Pero la cuestión fundamental en la interpretación de lo que es la vida, es que debe ser comprendida desde una correcta lectura del pasado e interpretación del presente para poder decidir certeramente sobre el futuro. Por tanto, la primera regla es tener un “mapa” lo suficientemente fidedigno, emulando a Descartes, para no perderse en el camino de la investigación de la verdad. Tal fue la primera regla que aprendí en el Discurso del método. El mundo tan complejo en el cual vivimos es una maraña que presenta confusión y nihilismo en las personas, principalmente, porque la actividad filosófica ha sido denostada, pisoteada y arrinconada. Sin un referente educativo fiable que invite a la reflexión, ¿cómo emprender la reconstrucción pensativa sobre este viejo mundo moribundo? ¿Cómo dar el mejor de los sentidos a la nueva vida?
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¿Y SI ESTAMOS AHOGANDO LA SED DE APRENDER DE LOS NIÑOS CON UN BOMBARDEO DE ESTÍMULOS?

Un artículo de Catherine L'Ecuyer, investigadora y divulgadora de temas relativos a la educación y autora de Educar en el asombro y de Educar en la realidad.

Los incentivos externos saturan los sentidos, empachan y anestesian la capacidad de saborear lo lento de lo ordinario.


Qué curioso que el niño de 18 meses vaya corriendo hacía el enchufe y tire del mantel sin que tengamos que prometerle recompensas a cambio. Ni los castigos, ni los más severos, pueden contra el poderoso deseo de conocer, ese asombro, esa curiosidad innata que lleva en sí el joven aprendiz. "En cada una de esas deliciosas cabezas se estrena el mundo por primera vez, como en el séptimo día de la creación", decía Chesterton. Cabe preguntarnos lo que ocurre años después y adonde se marchitó el interés para aprender, que hace elucubrar a tantos gurús de la educación sobre los métodos más indicados para paliar su ausencia.

Estamos asistiendo a un desencanto por la educación formal, que desencadena un juicio en el que se la acusa de mecanicismo y de conductismo, por lograr sus objetivos cortoplacistas a través de premios y castigos externos que nunca llegan, como es lógico, a modelar el interior de la persona. Con razón, se salta con entusiasmo al mantra del protagonismo del alumno en el aprendizaje. Pero habrá que ver si todos entendemos lo mismo por ello y si los medios que se proponen son los adecuados para revertir la situación. Montessori ya decía que no era lo mismo que el niño quiera hacer todo lo que hace, que dejarle hacer todo lo que quiere. Menudo matiz.

Cabe ampliar la mirada y preguntarse por el papel que tienen esas gafas en dos dimensiones a través de las cuales los niños estrenan la realidad, como lo hacían aquellos personajes encadenados de la caverna de Platón que se contentaban con las sombras. ¿Son reales aquellas sombras? Por supuesto, pero empobrecidas reducciones de la realidad. Es curioso que el cine en tres dimensiones nos emocione tanto —quizás anhelamos secretamente re-inventar el teatro—, mientras nos empeñamos en quitar la tercera dimensión de la vida misma, convirtiendo el mundo en un lugar plano y sin profundidad, con más pantallas que ventanas.

Cabe levantar la mirada. Cabe preguntarse por el efecto de desplazar el locus de control —ese secreto lugar desde el que arranca la acción de cada uno— hacía fuera de la persona, convirtiendo al niño en un periférico más y el aula en una diversión continua. Con ese parche, ¿no estaríamos generando más de lo mismo, es decir un conductismo disfrazado de apetecible? Denunciamos el rígido proceso educativo que llena al niño como si fuera un cubo vacío. ¿Y si fuera el mismo niño ahora el que se llena a sí mismo —"a ver lo que me echan"— de todo aquello que encuentra navegando felizmente? ¿Eso nos pasará por confundir diversión con juego, o fascinación con asombro?

Hace miles de años, Platón dijo que educar es ayudar a desear lo bello. Hace unos años, Steve Jobs dijo que había que diseñar los teléfonos inteligentes de forma que le entren "ganas al usuario de lamerlos". ¿Que sobre gustos no hay nada escrito? Sobre belleza hay mucho escrito, lo que pasa es que la generación que viene lee muy poco. Como decía Gisela, en el opera de Chaikovski del mismo nombre, "¿cómo puedo desear ardientemente lo que solo puedo ver confusamente?"

Y si volviésemos a la primera causa de todas y nos preguntáramos: ¿dónde marchitó aquel asombro? ¿Y si la sed de aprender se hubiera ahogado en un océano de información sin sentido, en un bombardeo de estímulos externos compuestos por ruidos, contenidos y horarios que no respetan el orden interior de los niños, y por qué no decirlo también, de nosotros sus padres? Para que la sed sea sostenible, es preciso dejar beber poco a poco a la persona de una fuente que se ajuste a sus necesidades reales. ¿Hay que sorprenderse si uno se ahoga intentando tomar un sorbo de una boca de incendio? El asombro es lento, saborea la realidad a la que se acerca por primera vez, o como si fuera por primera vez. En cambio, los estímulos externos que saturan los sentidos empachan, embotan, anestesian el deseo, la sensibilidad y la capacidad de saborear la dimensión estética y lo lento de lo ordinario.

Ya lo decía Christakis, el neuropediatra con más publicaciones científicas sobre el efecto pantalla: "Una exposición prolongada a cambios rápidos de imágenes durante el periodo crítico de desarrollo condiciona la mente a niveles de estímulos más altos, lo que lleva a una falta de atención más adelante en la vida". En otras palabras, la mente del niño se acostumbra a una realidad que no existe normalmente en la vida real. Y entonces, cuando la mente del niño o del adolescente vuelve a experimentar la vida ordinaria real, todo le parece extraordinariamente aburrido o agobiante, porque no puede ver la belleza en la vida cotidiana. Como no capta la belleza, el niño no se siente atraído por nada y se distrae fácilmente —la distracción es lo opuesto a la atracción—, haciéndose así completamente dependiente del entorno externo. Como decía Edith Stein, uno siente esta insensibilidad como algo que no está de acuerdo con lo que debiera ser la realidad, y eso hace sufrir, o agobia.

Ante el embote y la insensibilidad, el umbral de sentir del niño sube a niveles dramáticamente altos, lo que le deja en un estado que oscila entre la apatía, la hiperactividad y la inatención. En un desesperado intento de reconectar con la realidad, el niño busca compulsivamente y a ciegas sensaciones nuevas, que le introducen en un círculo vicioso que le desconecta aún más de la lentitud de la realidad y le impide dejarse medir por ella.

Ahora bien, aprender consiste esencialmente en dejarse medir por lo real. Y la principal condición que favorece esa introducción en la realidad total es la atención sostenida, que no es lo mismo que la fascinación ante estímulos llamativos e intermitentes, por mucho que algunos los llamen "métodos activos de aprendizaje". Si esos métodos están fundamentados en llamar la atención de forma artificial, en el mejor de los casos paliarán la ausencia del interés por aprender, pero no irán más allá. Es preciso volver a la causa, la primera de todas: el asombro. Ya lo profetizó Chesterton cuando dijo que "el mundo nunca tendrá hambre de motivos para asombrase; pero si tendrá hambre de asombro". La educación en el asombro es un intento de dar la vuelta a la profecía de Chesterton para que, en el medio de tantas distracciones, nuestros hijos puedan otra vez asombrarse ante lo irresistible de la belleza que les rodea.
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LOS PARADIGMAS DE LA HUMANIDAD

Por antonomasia, al hablar de paradigma es ineludible referirse a Thomas Kuhn, quien en 1962 publicó La estructura de las revoluciones científicas, un libro en el que proporcionaba una visión sociológica de la evolución científica. Según Kuhn, en el avance científico hay largos períodos de estabilidad en los que la comunidad científica comparte un modelo consensuado al que denominó “paradigma”. En esos períodos, los científicos exploran el paradigma vigente, buscan su aplicación a situaciones aún no estudiadas cada vez más complejas o extremas. En ese proceso se van encontrando desajustes, resultados que no encajan con el paradigma. Esos resultados se van acumulando y, cuando son muchos, generan una sensación de inestabilidad que concluye con una revolución, realizada por algunos científicos especiales y que da lugar a un nuevo paradigma mejorado, que es capaz de explicar los resultados del anterior más los que no encajaban. Tras la revolución comienza un nuevo período de estabilidad basado en el nuevo paradigma.

En la física de principios del siglo XX se pueden encontrar multitud de ejemplos que encajan bien en esa explicación, y que son explicitados en La educación cuántica. Sin embargo, dicha teoría sociológica sobre el cambio de paradigma también puede extenderse más allá de la ciencia como al actual modelo social, a su educación, la filosofía y la espiritualidad. Como se puede comprobar, la humanidad no solo se halla ante un cambio de paradigma epistemológico desde el materialismo científico al “misticismo cuántico” sino que, también, se está produciendo un cambio de paradigma social debido a la creciente divergencia entre los ricos y los pobres; otro cambio de paradigma a sumar es el secuestro de la libertad y de los derechos naturales de las personas mediante leyes al servicio de los poderes fácticos y, por tanto, es una clara conciencia de esclavitud económica (plutocracia) frente a la natural libertad de las personas que se halla secuestrada mediante la política y la religión. Es harto evidente que vivimos bajo dogmas científicos (materialismo científico), intelectuales (neoliberalismo) y religiosos (la razón obnubilada por la fe) que, pienso, están dando sus últimos coletazos en la historia de la humanidad, pero a qué precio. Consecuentemente, se ha secuestrado el pensamiento crítico, es decir, la humanidad vive en una caverna platónica manipulada por unos poderes fácticos que ahogan el libre pensamiento de los ciudadanos. Así, sin pensamiento crítico y en cautividad, tal es el actual estado de la humanidad, a merced del imperialismo económico sustentado en guerras por los recursos naturales y en el eterno endeudamiento de los pueblos y las personas por la oligarquía financiera que domina el planeta.

Inadvertidamente para muchos, la humanidad se halla ante varios cambios de paradigmas: del materialismo científico al “misticismo cuántico” (epistemológico), los ricos frente a pobres (existencial), de la esclavitud económica a la libertad personal (moral), y de la ignorancia hacia la sapiencia (filosófico). Tantos cambios de paradigma que afectan no solo a las instancias sociales, económicas y políticas sino, fundamentalmente, a la ideología intelectual (neoliberalismo) y espiritual (dogmas religiosos) dominantes en el mundo. Así pues, nos hallamos ante un cambio de paradigma pensativo de tal calibre como fue el primer renacimiento humanístico. Entonces, la razón se zafó de las garras de la fe, pero dirigió la mirada hacia la materia, hasta descomponerla en tantas partes como disciplinas científicas existan. Sin embargo, con la física cuántica se produjo un deslumbramiento espiritual en muchas mentes científicas, siendo muchos de estos genios denostados como “místicos cuánticos” por la ortodoxa comunidad científica. Este incipiente cambio de paradigma científico desde el materialismo científico al racionalismo espiritual pasa desapercibido para muchos de mis congéneres, pues son elucubraciones filosóficas de hondo calado que, seguramente, no interesa al común de los mortales.

Sin embargo, la anterior reflexión es de una importancia extrema pues afecta a la visión que cada cual tiene sobre el sentido que tiene que dar a su vida. ¿Acaso alguien nos ha enseñado a pensar para actuar con conocimiento de causa y dentro de una libertad moral al tiempo que se le da el mejor de los sentidos a nuestra vida? En otras palabras: ¿alguien nos ha enseñado a pensar certeramente en el ejercicio de la libertad hasta hallar la felicidad como propósito supremo de todo ser humano? Este reto vital se presenta como inaccesible pues la asignatura del pensamiento, otrora llamada filosofía, tiene que ser rehabilitada por la sapiencia humana para evitar la más que presumible decadencia civilizatoria. Es decir, más que nunca no solo hay que pensar, sino pensar bien para actuar con conocimiento de causa y en libertad. Y en esa cuestión del pensar también hay un cambio de paradigma desde la filosofía tradicional (racionalismo pragmático) a la filosofía transpersonal (racionalismo espiritual). Tantos cambios que afectan, inexorablemente, a la psicología humana, también en tránsito de paradigma desde la psicología positivista (ego) a la psicología transpersonal (trascendencia del ego).

Por todo ello, el fundamental cambio de paradigma propugnado es la transformación interior de las personas mediante la trascendencia del ego hacia una genuina espiritualidad atolondrada en el fondo de su ser. Todo un cambio de paradigma en la profunda psicología a descubrir por toda persona que se precie de saber pensar. La filosofía, por antonomasia la ciencia del pensamiento, es un humilde rescoldo donde se puede propugnar tantos cambios de paradigmas que afectan a nuestro modo de vivir, pensar y amar, todo un segundo renacimiento desde el racionalismo pragmático (la razón enfrascada en la materia) al racionalismo espiritual (la razón ensimismada con el amor). Quien aprehenda cognitiva, sapiencial y espiritualmente dicha reflexión sobre los cambios de paradigmas antes expuestos, se hallará casi con toda seguridad en el camino ascendente de su conciencia hacia la sabiduría.
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¿DE VERDAD HAY QUE ESTUDIAR FILOSOFÍA?

Un artículo de José Antonio Marina.

¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cómo ser felices? ¿Necesitan todas estas preguntas tener respuesta? ¿Se debe impartir esta asignatura para averiguarlo?


En otro de los bandazos a los que nos tiene acostumbrados el Ministerio de Educación, ahora quiere volver a introducir la filosofía en la Educación Secundaria. Los lectores saben que soy partidario del Método Base Cero para redactar los programas educativos. Antes de incluir una asignatura, hay que justificar rigurosamente para qué hace falta, y cuáles son sus objetivos y sus contenidos. Eso implica huir del pensamiento inercial y políticamente correcto y de los intereses corporativos.

Aunque soy catedrático de Filosofía de Secundaria —o, tal vez, por ello—, creo que no se debe recuperarla sin responder previamente a una pregunta: ¿por qué es mejor estudiar filosofía que dedicar esas horas al inglés, la informática, las matemáticas, la música o el deporte? Si nuestro tiempo fuera infinito, podríamos estudiar todo, pero por desgracia está tasado, y es escaso.

Empecemos por los contenidos. Con frecuencia se dice que lo importante de la filosofía son las preguntas. Sin duda, preguntar está en el comienzo de todas las ciencias. Pero estas se ocupan no solo de plantearse cuestiones, sino de resolverlas. Y en la filosofía parece que se acoge este segundo paso con cierto recelo, que conduce con frecuencia a un escepticismo posmoderno, al elogio del pensamiento débil y de la modernidad líquida. No parece que la filosofía haya progresado. Seguimos estudiando con fervor a los presocráticos, y el estudio de esta se parece más al de la historia de la literatura que al de una disciplina científica.

¿EXPERIENCIA POÉTICA O CIENTÍFICA?

Creo que sufrimos una confusión, fomentada por muchos pensadores, que consideran que la filosofía es un estilo conceptual de exponernos su mundo biográfico. Sin embargo, una cosa es la experiencia filosófica, que es una actitud personal de búsqueda de la verdad, y otra el contenido científico alcanzado por esa actividad. ¿La filosofía se parece más a la experiencia poética o a la experiencia científica? Ambas producen obras magníficas, pero aquellas solo nos hablan del mundo del poeta, mientras que las científicas intentan fundamentar verdades universales acerca de la realidad. El haberse posicionado más cerca de la poesía que de la ciencia ha planteado problemas a la introducción de la filosofía en las aulas.

Para el alumno, la historia de la filosofía es un desfile de opiniones en el que unos autores contradicen lo que han dicho los anteriores, sin que consigan ponerse de acuerdo. Después de haber aprendido trabajosamente lo que eran las ideas para Platón, tienen que estudiar cómo su discípulo Aristóteles desmonta su sistema, y propone otro que después será desmontado por los empiristas, que a su vez serán corregidos por Kant, y luego por Hegel, que dijo una frase fúnebre: "La filosofía, como el búho de Minerva, emprende el vuelo al anochecer, y siempre llega tarde". Su discípulo Marx pensó que eso era un disparate y que la filosofía debía adelantarse y transformar el mundo, etcétera, etcétera, etcétera. Por supuesto que esta aventura de la inteligencia humana en busca de la verdad es apasionante y merece ser estudiada, lo mismo que la aventura de la creación artística o religiosa. Pero ¿tiene algo más que ofrecer la filosofía a nuestros alumnos?

Sí. La filosofía puede proporcionar en este momento un conjunto de conocimientos suficientemente justificados. Estudia dos temas principales: (1) el funcionamiento de la inteligencia humana, en sus dimensiones teórica y práctica. La primera dimensión se ocupa de los problemas del conocimiento y de la verdad. La segunda, de la acción. Y en ambos casos, de los criterios de evaluación científicos y morales. (2) La filosofía aspira a comprender las creaciones de esa inteligencia. A lo largo de la historia, los seres humanos nos hemos dedicado con perseverancia a crear lenguajes, inventar religiones, hacer música, pintar, organizar la convivencia, explicar el mundo, elaborar técnicas, etc.

Esta aspira a comprender esas actividades, relacionándolas con la inteligencia que las ha producido. Por eso hay una filosofía del derecho, de la ciencia, de la política, del arte, etc. Su objetivo final es conocer para comprender, comprender para tomar buenas decisiones, tomar buenas decisiones para actuar. El conocimiento está al servicio de la acción. Reconocerán el lema del nuevoHUMANISMO del que tanto les hablo.

NOVENA COMPETENCIA

A partir de la cumbre de Lisboa, la Unión Europea ha seleccionado ocho competencias básicas que deben transmitirse a través de los sistemas educativos, y que la legislación española recogió en la LOE : lingüística, científica, numérica, tecnológica, cultural, aprender a aprender, aprender a emprender, y educación para la ciudadanía. Cuando apareció, critiqué duramente esta selección, porque me parecía que tenía dos defectos: ofrecía una visión fragmentada y parcial de la cultura humana, y carecía de un nivel crítico. Ambas cosas las proporciona la filosofía, y por eso pedí, sin éxito, la introducción de una novena competencia, que ahora vuelvo a reclamar.

Comprender las realizaciones humanas significa conocer los valores, los problemas, los éxitos y fracasos que han dirigido la evolución humana, para estar en condiciones de comprender nuestro presente y de organizar nuestro futuro. El pensamiento crítico es necesario para librarse de dogmatismos, lavados de cerebro, fanatismos. En un momento como el actual, en el que los sistemas de adoctrinamiento son poderosísimos, y en el que la celeridad y potencia tecnológica nos obliga a tomar decisiones sobre el futuro de nuestra evolución, creo que la introducción de la filosofía —de la novena competencia— es necesaria, desde el punto de vista personal y social. Incluso debería estudiarse la introducción en Primaria de los programas de 'filosofía para niños', que tienen una historia de éxitos. La filosofía, he dicho muchas veces, es un servicio público, porque pone a disposición de la ciudadanía recursos intelectuales para vivir libre y responsablemente. Y debemos defenderla como tal.

Ninguna medida educativa tendrá éxito si no se consigue antes convencer a la sociedad de su necesidad. Por eso, una vez más, hablo de este tema, aun a riesgo de aburrir… Espero que solo a las ovejas.
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LOS NIÑOS QUE CUESTIONAN LAS COSAS SERÁN ADULTOS SEGUROS Y EXITOSOS

Hay niños que lo cuestionan todo y no se dan por satisfechos con cualquier respuesta. Estos pequeños a menudo desafían las normas porque les gusta ir más allá de lo establecido, cuestionan las respuestas de los adultos y en más de una ocasión les pueden poner en una situación embarazosa haciéndoles notar sus incongruencias o sinsentidos. Esta actitud puede exasperar a algunos padres haciendo que pierdan la paciencia. Sin embargo, ese comportamiento llega con una buena noticia: los niños que cuestionan las cosas suelen convertirse en adultos más seguros y exitosos.

Los niños desafiantes desarrollan un pensamiento crítico

El hecho de que los niños no se den por satisfechos con la primera respuesta y quieran seguir profundizando no es malo, al contrario. Tampoco es malo que los niños reflexionen sobre las respuestas de los adultos y no las asuman sin más, como si fuera una verdad absoluta.

Esta actitud denota que el niño piensa por sí mismo y que le interesa profundizar en los fenómenos y hechos. No darse por satisfecho con una respuesta hasta que no la ha entendido es sinónimo de inteligencia y autoconfianza. Sería mucho peor que el pequeño aceptase una respuesta que no comprende, solo porque tiene miedo a que crean que no es lo suficientemente listo como para captarlo a la primera.

Cuando un niño discute algo, es una muestra de que está poniendo en marcha su pensamiento crítico, y eso siempre es bueno. Estos pequeños simplemente necesitan más argumentos o una explicación más detallada que les convenza.

Esa actitud también represente, de cierta forma, un desafío a las normas y la autoridad. El niño le arrebata durante unos momentos el “control” al adulto al rebatir sus argumentos. Esto tampoco es negativo ya que le ayuda a consolidar su identidad y a practicar esa habilidad de manera que cuando crezca será menos propenso a creer en algo a pies juntillas, solo por el poder del referente o porque lo ha dicho alguien o un medio “importante”.

Así lo confirman psicólogos de la Universidad de Luxemburgo, quienes analizaron los rasgos de personalidad de 700 niños durante varias décadas, desde que tenían 9 años hasta que cumplieron 40 años. Curiosamente, las personas que tenían mejores empleos y que más ganaban eran aquellos que de niños habían sido más desafiantes y que a veces ignoraban las reglas de los padres. No solo eran niños más competitivos sino que también demandaban más del mundo, por lo que al crecer no se daban por vencidos y luchaban por sus intereses.

Estos resultados están vinculados con un estudio más antiguo sobre la relación padre-hijo de los alemanes que protegieron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Aquellos investigadores descubrieron que esos padres habían estimulado el pensamiento libre de sus hijos y le habían educado en el respeto a la diversidad. Por tanto, respetar las opiniones diferentes de los niños aumenta las probabilidades de que estos piensen por sí mismos cuando sean adultos, adopten una actitud crítica y no se dejen llevar por los demás tan fácilmente.

La forma en que reaccionen los padres marca a sus hijos

Psicólogos de la Universidad de Virginia analizaron a 157 adolescentes de 13 años, a quienes grabaron en una cinta de vídeo mientras describían cuáles habían sido las situaciones en las que más habían disentido de sus padres y habían cuestionado sus decisiones, comportamientos y/o reglas.

Cuando los padres veían las imágenes de sus hijos contando la historia, reaccionaban de manera diferente. Algunos sonreían pero otros se sentían incómodos y se enfadaban.

Estos psicólogos volvieron a la carga dos años más tarde. Entrevistaron de nuevo a los adolescentes, que esta vez tenían 15 o 16 años. Descubrieron que los adolescentes de los padres que adoptaron una actitud más calmada y persuasiva cuando estos les contradecían eran menos propensos a consumir drogas y alcohol. Estos adolescentes habían aprendido a disentir de manera calmada pero firme. De hecho, eran un 40% más propensos a decir “no” a sus amigos cuando no les interesaba la propuesta.

Al contrario, cuando los padres imponían su opinión, los adolescentes asumían conductas más pasivas que les llevaban a sumarse a grupos de riesgo. Por tanto, estos psicólogos están convencidos de que la actitud de los padres cuando sus hijos los cuestionan es fundamental para que más tarde esos niños aprendan a disentir con los demás y desarrollen una autoestima sólida. Cuando los niños se sienten cómodos para expresar su inconformidad ante los padres, también lo harán con sus amigos y más tarde con su pareja o en el trabajo.

¿Cómo lidiar adecuadamente con un niño que lo cuestiona todo?

Cuando los niños cuestionan, los padres pueden aprovechar la ocasión para darles una pequeña lección de vida y enseñarles a disentir asertivamente.

- Escucha. Cuando los padres escuchan a sus hijos, los niños también aprenden a escuchar. No siempre hay que estar de acuerdo, pero si alguien presenta un buen argumento, es válido reconocerlo. No se trata de ganar sino de comunicar.

- Mantén la calma. A medida que los niños crecen, desafían los límites y la autoridad de los padres. Es normal. La tarea de los padres es mantener la calma y responder de manera asertiva, para que los niños aprendan a relacionarse adecuadamente. Si pierdes el control, le enseñas que se trata de un comportamiento válido. Si le gritas, es probable que en el futuro tenga miedo a expresar sus ideas y a disentir. Si le prestas atención, comprenderá que sus ideas son válidas y dignas de ser tenidas en cuenta.

- Deja de aferrarte a la idea del control. A medida que los pequeños crecen, los padres deben ir dejándoles una mayor autonomía y permitiendo que decidan por su cuenta. De hecho, en muchos casos respondemos mal ante sus provocaciones porque nos sentimos inseguros y pensamos que debemos mantener la autoridad, en parte, porque ese es el modelo con el que nos educaron.

- Negocia. La vida es una negociación perenne, quien no tiene esta habilidad social parte con desventaja. Por tanto, si tu hijo te cuestiona, lo mejor es no entrar en una lucha de poder ni entablar una guerra de voluntades que te alejará de él, negocia y busca un acuerdo donde todos podáis ganar. A medida que tu hijo crezca debe sentir que gana paulatinamente en control y que es capaz de tomar sus propias decisiones.

- Recuerda que estás educando a un niño que se convertirá en un adulto. Tus hijos, en algún momento de su vida tendrán que seguir su propio camino. De hecho, no importa que tenga 3, 5, 10 o 15 años, cada vez que disiente contigo te está transmitiendo un mensaje muy claro: es una persona independiente que tiene sus propias ideas, sentimientos y deseos. Tu tarea es ayudarle a desarrollarse y convertirse en una persona autónoma y segura de sí.

¿Cuándo el desafío se convierte en un problema de conducta?

Hay casos en los que las conductas desafiantes y oposicionistas son un problema de comportamiento que afecta profundamente la dinámica familiar. La diferencia estriba en que estos niños no desean dialogar, no brindan argumentos ni desean profundizar sino simplemente hacer su voluntad. Además, estos pequeños parecen estar molestos continuamente y disfrutan molestando deliberadamente a otras personas.


Fuentes:

Spengler, M. et. Al. (2015) Student characteristics and behaviors at age 12 predict occupational success 40 years later over and above childhood IQ and parental socioeconomic status. Developmental Psychology; 51(9): 1329-1340.

Allen, J. P. et. Al. (2012) Predictors of Susceptibility to Peer Influence Regarding Substance Use in Adolescence. Child Development; 83(1): 337–350.

Oliner, S. P. (1992) Altruistic Personality: Rescuers Of Jews In Nazi Europe. New York: The Free Press.
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MAESTRO NO ESTÁS SOLO: EDUCAR ES COSA DE TODOS

Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.

Ya es hora de revertir la afirmación de Recalcati que encabeza este post: hay que acabar con la soledad del maestro. Pero esta es una tarea tan necesaria como complicada.


Decía César Bona (@cccesssarrr) en una entrevista que "es un error pensar que en casa se educa y en la escuela se enseña". No puedo estar más de acuerdo con él, hace tiempo que esa afirmación es errónea. En el mundo actual la transmisión de conocimiento está directamente vinculada con la transmisión de valores, emociones...

Creo que es importante no perder de vista que si el papel del maestro se limita exclusivamente a la transmisión del conocimiento propio de las distintas asignaturas, la docencia será una de las muchas profesiones en las que los robots sustituyan a las personas. Y eso sucederá en un futuro inmediato.

Necesitamos que familia y escuela remen en la misma dirección. De nada sirve que en el hogar se digan y se hagan unas cosas, se transmitan unos valores, y en el aula se digan y hagan cosas distintas. Educar es una tarea colectiva, una labor social. El maestro que pretenda enseñar en la soledad de su aula, no podrá cumplir con su función. Se acabaron las puertas cerradas en las aulas.

En una sociedad donde el conocimiento está siempre disponible, donde Google se ha convertido en el depositario del saber y lo ha convertido en algo fácilmente accesible, la propensión a intentar adquirirlo sin esfuerzo es muy fuerte, genera lo que Massimo Recalcati llama "anorexia mental". La labor del maestro debe ser luchar contra ella. El conocimiento solo puede adquirirse con esfuerzo (no confundir con sacrificio y angustia).

Ya no podemos permitirnos educar en soledad, la soledad en educación es cosa del pasado. El saber compartido se amplifica, la experiencia educativa compartida, también. Por tanto, el acto de educar debe ser horizontal (todos debemos participar con responsabilidad) y no vertical (traspasar el conocimiento del maestro al aprendiz).

En conclusión, educar en el mundo actual tiene estas características:

1. Perder el miedo a compartir. De hecho, hay que compartir siempre.

2. No existe un único espacio donde educar, se educa en todo tiempo y lugar.

3. No hay transmisión de conocimiento sin valores, no hay valores sin conocimiento.

4. Hay que preparar para el presente, dotar de las herramientas que permitan vivir el ahora, para poder afrontar el futuro con garantías de éxito.
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¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LAS ESCUELAS?

Un artículo de Jorge Gaupp, estudiante de doctorado en estudios culturales hispánicos en la Universidad de Princeton. Escribe una tesis sobre vida y cultura libertaria en España a inicios del siglo XX.

En España proliferan los centros –tanto privados como públicos– de educación libre o no convencional, basados en la búsqueda de un papel más activo de cada niño en la construcción de su propio aprendizaje y convivencia.


“En 2013 había 40 escuelas libres en España. Hoy son más de 600 y no cubren ni de lejos la demanda” (1), subtitulaba Ángel Villarino su artículo en El Confidencial en noviembre de 2015. Su fuente es Almudena García, creadora de la web Ludus, que incluye el mapa más exhaustivo de proyectos de estas demandadas pedagogías no convencionales o activas. A 24 de febrero de 2017, los proyectos listados han aumentado hasta 841 y “no están todos, aunque sí la mayoría”, reconoce García. Su reciente libro comienza con una cita de Adolphe Ferrière:

“Al niño le gusta la naturaleza y le encerraron en un aula; al niño le gusta comprobar que su quehacer tiene sentido y le llevaron a realizar tareas sin objetivo; le gusta moverse y le ataron a la inmovilidad; le gusta manejar objetos y le pusieron en contacto con el mundo de las ideas; le gusta usar las manos y solo le dejaron trabajar con su cerebro; le gusta hablar y le obligaron al silencio; quisiera razonar y le hicieron memorizar; quisiera buscar la ciencia y se la dieron ya masticada, quisiera entusiasmarse e inventaron el castigo”.

Educación libre, viva, democrática, popular, activa, libertaria, creadora, lenta, en casa (homeschooling); Montessori, Freinet, Freire, Sudbury, Reggio-Emilia, Amara-Berri, Waldorf… cada modelo es diferente y cada escuela es única. Pero la mayoría comparte técnicas más cercanas a esos deseos infantiles de los que habla Ferrière: trabajo colectivo por proyectos antes que por asignaturas; deliberación y creación de normas en asamblea; aprendizaje basado en experiencias reales; respeto a los ritmos de avance de cada estudiante; trabajo con las emociones; libertad de movimientos y de elección de tareas; pensamiento, convivencia y solución de problemas antes que memorización. En definitiva, la búsqueda de un papel más activo de cada niño o adolescente en la construcción de su propio aprendizaje y convivencia.

Pero detrás de todo esto, ¿qué espacio queda para los conocimientos, la disciplina y el respeto? ¿No es todo esto un plan perfecto del neoliberalismo y los pedagogos para “entontecer” al alumnado? ¿Qué pasa cuando llegan al instituto sin haber hecho un examen? ¿Estas escuelas no son siempre caras y elitistas? Casi todas las personas que están en contacto con este mundo han experimentado por sí mismas o en su entorno alguno de estos recelos.

¿Qué ocurre en estas escuelas?

Entre todas las fuentes consultadas el tema del respeto origina un gran consenso. En ninguno de los proyectos listados en Ludus, por ejemplo, el niño o niña hace completamente lo que quiere en cada momento. Ni siquiera la que se autodenomina “Educación Libre” prescinde (salvo raras excepciones) de la existencia de límites y normas compartidas. La Xarxa de Educació Lliure, que agrupa 25 proyectos levantinos, incluye entre sus requisitos la existencia de “límites que ofrecen un marco de seguridad y comprensión”. La diferencia es que estos límites suelen construirse y consensuarse incluyendo al alumnado. “La norma única es el respeto, de ahí salen otras como no hablar por encima de ti, etc.” apunta Mar Español, maestra en el colegio público La Llacuna de Poblenou (Barcelona).

El también reciente libro sobre el tema del maestro aragonés César Bona cuenta con un testimonio impresionante en este sentido: “Te voy a dar un dato: llevamos cinco años sin hacer un solo parte de disciplina, y esta es una escuela con una gran diversidad de alumnos”. Lo explica María José, maestra de la escuela pública La Biznaga (Málaga): “Es de una lógica aplastante: si a un niño le dices: ‘Pon tú las reglas, porque este sitio te pertenece’, quien primero respetará el lugar y las normas establecidas será el niño”. Cuenta, además, que en las asambleas nunca se vota nada. Al igual que en las asambleas del 15M, las decisiones de La Biznaga se toman por consenso, lo que implica que cada cual tiene que argumentar su postura. “Si no estás de acuerdo con esta norma, no puedes decir: ‘Porque no me da la gana’. Deben explicar sus motivos”.

Un padre de esta misma escuela entiende las asambleas como una parte más del conocimiento: “¿Tú crees que yo traería a mi hijo a un colegio para que se lo pasara bien y no aprendiese? Quizá para alguien sea más importante sentarse quince minutos para llenar una ficha o hacer un examen, pero lo que sale de la asamblea, la riqueza del aprendizaje global más allá del individual, tiene un valor brutal”. El libro de Bona también recuerda que no hay ninguna prueba PISA ni de otro tipo que valore el nivel de bienestar de los alumnos.

Pero… ¿y los conocimientos curriculares? ¿qué pasa si tras una escuela alternativa toca ir a un instituto convencional? Esta posibilidad es real, pues hay muy pocos institutos basados en pedagogías alternativas o activas: la mayoría de los proyectos se concentran en los niveles inferiores, donde la exigencia burocrática es menor.

"Si a mí me dicen que metiendo deberes, haciendo exámenes … todo lo que está estandarizado, voy a conseguir formar a una persona capaz, competente, con recursos, equilibrada emocionalmente, que sepa lo que quiere hacer con su vida, yo lo hago. Pero, carajo, es que lo he probado y no pasa. Los niños hacen un examen y a los dos meses no se acuerdan de nada", afirma Francisco Gómez, fundador de la Escuela Activa Savia (Valladolid). "En la carrera te dicen que la abstracción y la teoría no son compatibles con la madurez del cerebro de un niño, con su forma de funcionar, con lo que es capaz de interiorizar”, recalca. Mar Español tampoco lo duda: “He estado en colegios con ambas metodologías y no salen menos preparados, lo único de lo que saben menos aquí es sobre el proceso de hacer un examen. El contenido lo tienen, simplemente no tienen esa mecánica”.

Esta fue precisamente la experiencia de Luisjo Sánchez (seudónimo), hijo de Cristina Unquera (seudónimo). Ella decidió desafiar a la ley no llevándolo a la escuela: “Como no me cuadraba ninguna escuela, y menos una que pudiera pagar, me decidí por el homeschooling (educación en casa)”. Ahora, Luisjo ha decidido ir al instituto. “Su primer curso ha sido 4º de la ESO. En la primera evaluación le quedaron cuatro y entró en crisis: ¡Es que en el cole no se aprende nada, solo tienes que saber hacer los exámenes!, decía. Pero después pensó: vale, este profe pide el examen así y asá... y al final ha acabado sacando una de las mejores notas de la clase". La mayoría de los testimonios recogidos para este artículo van en esta línea: el estudiante educado en pedagogías activas, incluso en esta modalidad más radical, lo suele pasar mal al inicio de la transición, pero se termina adaptando a la enseñanza convencional si tiene que acabar en ella, pues ha sido entrenado en resolver problemas de la vida real, incluidos los emocionales.

Educación de élite y escuela pública

Es por ello que una parte de estas técnicas las aplican desde hace mucho tiempo escuelas de élite como el Colegio británico de Soto de Viñuelas (Madrid). Allí trabajó durante 5 años Yohanna Acero, en un ambiente “elitista y competitivo” en el cual se trabajaba por proyectos y se comenzaba a ensayar el aprendizaje cooperativo. Después pasó por centros de segunda oportunidad y por la cárcel de Alcalá-Meco: “Lo aprendido en el British me sirvió, por ejemplo en prisión, para hacer grupos cooperativos para incluir a los chavales que entraban cuando llevábamos dos meses o tres meses de curso ya iniciado y no podía dedicarme únicamente a ellos. Lo pones en práctica en sitios totalmente antagónicos, y aun así sigue funcionando. Yo en prisiones, de hecho, no podría haber hecho una educación tradicional”.

Según la experiencia de Acero en Madrid, las pedagogías activas son especialmente útiles en entornos complejos: “La Navata, Fresnedilla de la Oliva, Nuñez de Arenas, El Boalo, Trabenco, los colegios de la FUHEM... todos incluyen muchas cosas interesantes. Normalmente son colegios pequeños, y más en ambientes rurales o, si están en ciudad, zonas con población desfavorecida”. Un ejemplo paradigmático es el colegio público Joaquim Ruyra, que aprovecha la diversa comunidad del barrio para lograr resultados de excelencia en uno de los lugares más pobres de Barcelona: “Este cole tiene una forma expertísima de trabajar, que es interactuar y ayudar a los otros. Antes éramos solitarios. Aquí podemos ayudar hasta a los padres, porque a lo mejor sabemos cosas que ellos ya han olvidado” dice una alumna en el muy recomendable artículo de Alba Muñoz en El Mundo. En Barcelona sí hay cada vez centros más grandes basados netamente en pedagogías activas, como los institutos de Quatre Cantons o Viladomat. Sin embargo, el modelo de mayor extensión en la red pública hasta el momento es el Amara-Berri, en el País Vasco y alrededores, con 21 centros cuya enseñanza se basa en adaptación de experiencias de la vida cotidiana, juego y atención individual.

Pero muchos centros públicos grandes, aunque no puedan ser calificados de alternativos, sí incorporan programas concretos basados en educación activa y horizontalidad. Algunos, con gran repercusión en los últimos años. El proyecto de convivencia del IES Madrid Sur, surgido hace ya más de diez años, con 103 estudiantes y 16 profesores voluntarios, se ha convertido en referente en la resolución de conflictos. Su éxito ha provocado réplicas en otros centros y ha hecho surgir otros proyectos horizontales en el propio centro: EnlazHadas, Compañerismo Activo o Pigmalión proveen espacio, recursos y dinámicas para que los estudiantes puedan ayudarse mutuamente a solucionar problemas de relaciones sociales, autoestima o acoso escolar incluso en redes sociales.

Un programa de tutorización permite que los alumnos mayores motiven a los pequeños en su aprendizaje. El estudiante es el protagonista de todos estos programas, mientras que los profesores son los encargados de dinamizar y darles continuidad. Una muestra del funcionamiento y la potencia antidiscriminación de los proyectos de mediación y convivencia puede apreciarse en este vídeo. Marisa Gismero, directora del centro, recuerda que “una buena convivencia favorece, además, la mejora de los resultados académicos”.

Políticas de educación

“Como trabajadora de la pública, es una de las cosas que todavía me pregunto: Si sabemos todas esas teorías, que hay tantas cosas que funcionan, ¿por qué no lo podemos usar en el beneficio de los niños?”, continúa Acero. Dos son, para ella y para muchas de las personas entrevistadas, las trabas principales: los compañeros que prefieren métodos más convencionales y las administraciones autonómica y central. Unquera recalca “el trabajazo que supone trabajar por proyectos”. “Aquí tienes que estar constantemente pensando en que lo que hagas sea significativo, que tenga sentido para ellos”, cuenta Español. Los recortes (en el curso 2012-2013 la escuela pública perdió más de 20.000 profesores), la precarización y la falta de formación profesoral de calidad no ayudan en este sentido, perjudicando especialmente a la pública. “El aumento de horas lectivas de 2011 nos ha quitado precisamente eso: el tiempo para hablar con otros profesores y desarrollar ideas y proyectos para los estudiantes. Solo para cumplir con la burocracia y el currículo que se ha legislado, un profe de la pública ya está saturado”, protesta Gismero.

La Comunidad de Madrid es el ejemplo paradigmático de intentos activos de sabotaje de la escuela pública en favor de la privada, no solo con la financiación. El pasado mes de julio, el gobierno de Cristina Cifuentes se amparó en la LOMCE para cesar a 47 directores de colegios públicos, sustituyéndolos por cargos a dedo. “Ahora con la entrada de la LOMCE lo están poniendo todo más difícil, y la gente que está fuera de la educación no ha sabido verlo. Yo antes al director lo veía como a un compañero más, presentaba un proyecto, el claustro tenía voto... Ahora ya no. Ahora se puede elegir a dedo desde la Administración y puede decirme qué hacer” protesta Acero. Al mismo tiempo, la Comunidad de Madrid es la que más proyectos privados Waldorf y Montessori tiene, prácticamente todos en barrios y pueblos de renta alta. Solamente el ayuntamiento, con muy pocas competencias y no sin problemas, se ha fijado en las escuelas infantiles navarras de sistema Reggio-Emilia y en los programas de convivencia escolar de los institutos públicos.

El caso de Cataluña es diferente. A pesar de ser la segunda comunidad que más gasto educativo ha recortado (20%), su actuación es similar a la del resto de comunidades: inacción y alguna ligera modificación normativa a rebufo de lo que ocurre en los centros. Pero también en Cataluña el movimiento educativo es más fuerte y de mayor tradición (un buen ejemplo es la Asociació de Mestres Rosa Sensat, fundada en 1965, o la propia Xarxa d’educació lliure), lo que abona el campo para la aparición de iniciativas singulares, como el programa Escola Nova 21: 485 centros públicos y concertados catalanes han iniciado una acción de cambio hacia una “educación avanzada” inspirada en 25 centros impulsores.

Financiada por entidades como la Fundación La Caixa o la Diputación de Barcelona, la iniciativa ha sido criticada, entre otras cosas, por lo exiguo de sus criterios mínimos. Tanto es así que en ellos cabrían proyectos perfectamente autoritarios en los que el niño no tuviera ninguna participación en la elaboración de su propio aprendizaje (salvo parcialmente en la evaluación), a pesar de que esta participación en la toma de decisiones es un eje básico de casi todos los proyectos que están surgiendo.

Eduard Vallory, director del programa, defiende que el principio es el de sumar el máximo posible de escuelas, importante para lograr modificar el marco normativo y evitar así, por ejemplo, la continua rotación de docentes: “Si no hacemos nada, los proyectos innovadores en escuelas públicas creadas en la última década desaparecerán dentro de 5 años. Los concursos de traslados, basados en simple veteranía, destrozan los proyectos educativos al impedir claustros cohesionados. Vete a Congrés-Indians [escuela referencia en educación activa] y pregunta cuánta gente de su plantilla tiene la plaza en propiedad. La directora no la tiene, la jefa de estudios no la tiene, la secretaria no la tiene… porque si tienes menos de 40 años difícilmente ganarás la plaza a alguien mayor”.

A pesar de ello, la demanda de la comunidad educativa no para. No solo los maestros encuentran vías para formarse en educación activa, sino que las familias buscan centros diferentes. Incluso crean plataformas para que haya más escuelas alternativas. Hay cientos de escuelas infantiles con pedagogías activas y esos niños y padres quieren continuar así en primaria, y los de primaria en secundaria. ¿Será suficiente? En los setenta y ochenta los vecinos y estudiantes que pedían escuelas para los barrios también querían otro tipo de educación. A la vez, al menos 24.000 maestros se sumaron a ambiciosos Movimientos de Renovación Pedagógica para compartir técnicas como las que se han descrito aquí. Qué fue de aquello y por qué ya casi ni nos acordamos será el tema de la segunda parte de esta serie.

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[1] La mayoría de estos proyectos no son de autodenominadas “escuelas libres”, sino de aquellos basados en técnicas de pedagogía activa.

NOTA: Por mucho que se prolongara, esta serie de artículos siempre estaría incompleta por la cantidad de proyectos y perspectivas que merecen visibilidad. En cualquier caso, este artículo sería mucho peor sin las críticas y aportaciones de Germán Labrador, Almudena García, Berta del Río, Sebastiaan Faber y Ana Pérez.
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LA EDUCACIÓN ESTÁ CAMBIANDO: ¿ESTAMOS PREPARADOS?

Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.

"Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que en ella se aprendan fechas y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que ocurre fuera de ella." Umberto Eco


Da igual si eres docente, alumno, padre, madre, pedagogo, director de escuela, orientador...: ¿Estás realmente preparado/a para aceptar y asumir los cambios que se están produciendo en el mundo de la educación?

Porque es un hecho indiscutible que la educación está cambiando. Queramos o no, nos guste o no, nos parezca bien o no... la transformación del paradigma educativo vigente es una realidad. Es algo que podemos ver en el día a día, pero también en las jornadas y congresos educativos.

En el último mes he asistido a dos grandes eventos sobre educación. El primero organizado por WISE y el Banco de Santander tenía como tema Imaginando el futuro de la educación. El segundo evento fue el ITworldEdu, al que puede asistir invitado por @educaixa, que tenía como tema Transformando la escuela. Los temas que se trataron en ambos eventos nos muestran sin discusión que estamos en un proceso de transformación imparable.

¿Cuáles son esas cosas que están cambiando?

- La primera de ellas es la personalización del aprendizaje con la ayuda de la tecnología digital. La transversalidad de los contenidos que se enseñan en las aulas y su conexión con lo que los alumnos aprenden fuera de ella.

-La aplicación de metodologías que según los principios de la neurodidáctica mejoran los procesos de enseñanza aprendizaje, que requieren de una participación activa y responsable de los alumnos. Se ha demostrado la inoperancia de las clases magistrales y las bondades del ABP (aprendizaje basado en proyectos), del trabajo colaborativo, de la identificación y control de las emociones, del Flipped Classroom, la gamificación...

-La creatividad como motor del aprendizaje. En el mundo actual tenemos que formar a personas capaces de dar respuestas nuevas, disruptivas, diferentes a los retos y desafíos que el futuro nos deparará.

Está cambiando la función misma de la escuela. Antes la escuela debía asegurar el acceso al conocimiento mínimo indispensable a todas las personas. Ahora el acceso a ese conocimiento se ha facilitado enormemente y la función de la escuela es, según autores como Marc Prensky, hacer un mundo mejor.

Pero la mejor prueba de que la escuela está cambiando es el trabajo diario de miles de profesores que demuestran que otra educación no solo es posible, sino que es una realidad que mejora el aprendizaje de los alumnos al hacerlos participar de su construcción, al motivarlos al despertar su curiosidad y al empujarlos a que sean ellos los que se enfrenten a retos donde tengan que elaborar cosas, resolver problemas que tengan incidencia en el mundo real y no se queden solo en el plano de la teoría.

La educación está cambiando y ahora eres tú quien debe decidir qué actitud tomar ante esta situación: ¿me subo al carro y me adapto porque mejora mi labor como educador o me lamento de forma trágica porque estos cambios me obligan a salir de mi zona de confort?
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meditación

LA EDUCACIÓN QUE TRASCIENDE DE LAS AULAS

Un artículo de Elvira Fernández Pena, profesora de música.

La educación, como elemento vivo en evolución constante, nos muestra a diario nuevas facetas y extensiones de sí misma. Años ha, que no es una institución rígida que se encierra en aulas y encerados, que se transmite unidireccionalmente y en exclusividad desde el libro o la escuela. Por el contrario y de hecho, evoluciona a pasos agigantados desde la educación no formal, desde el acompañamiento de las familias y con el apoyo de las nuevas tecnologías, desde las voces de la reflexión y de la inteligencia colectiva.


Citando a Inmanuel Kant: "La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz."

La simple y pura transmisión de conocimientos no es educación propiamente tal y como la vivimos en la actualidad, no es la explotación óptima de recursos, no es el aprovechamiento total de la materia prima de la que disponemos y este es el principal motivo por el cual a día de hoy, la educación transciende de las aulas.

TRASCENDENCIA EDUCATIVA

Pero déjame que comience con esta historia budista que probablemente conozcas. La parábola del elefante.

Un grupo de personas invidentes querían saber cómo era un elefante. En el momento en que toparon con uno, emplearon sus sentidos en analizar al animal con lo que llegaron a las siguientes conclusiones:

El que tocó sus orejas, dijo que un elefante era como un abanico.

El que halló sus colmillos, dijo que un elefante era una lanza.

Aquel que se topó con su costado, declaró que un elefante era una como una pared.

El que sostuvo su cola admitió que el elefante se parecía a una serpiente.

Y el que sintió su rodilla dijo que era como el tronco de un árbol.

El caso es que ninguno de ellos tuvo acceso al animal entero, con lo cual ninguno supo con toda certeza lo que era un elefante. Esta parábola se emplea para expresar la relatividad, la necesidad de comunicación y la importancia del respeto a las perspectivas de cada uno.

En la educación pasa un poco lo mismo que con el elefante de la parábola. Por un lado están los docentes que se encargan de lo pedagógico y por otro lado las familias que se encargan de lo emocional y de los valores, del afecto y de la tradición. También tenemos la cultura, que muestra su influencia desde la evolución de las nuevas tecnologías, desde la música, el arte, las expresiones humanas, etc. Y en la actualidad, mil condicionantes más que añaden su versión de lo que debiera ser educativo y necesario para el desarrollo integral del niño.

La moraleja que se desprende de la historia de los invidentes y el elefante es que no se puede tener una certeza de algo si no se tiene una visión general y completa del todo sometida a análisis. En el caso del elefante es relativamente fácil, desde nuestra visión completa (teniendo en cuanta también que hasta que se tiene uno delante, tampoco se conoce igualmente); pero en el caso de algo cambiante y complejo como es el proceso educativo, esto resulta ser mucho más difícil.

En los últimos años, solapamos nuestros conocimientos educativos de un modo u otro sin el menor ánimo de intrusismos, pero ahí estamos. Los valores y la educación emocional que parecían relegadas a la educación en familia, han pasado a ser un importante pilar de la educación formal. Así mismo, las familias de hoy, con una alta demanda de conocimientos, más formadas, más preparadas, más concienciadas y motivadas con la educación de sus hijos han pasado a formar una parte activa de la educación reglada, mediante su opinión y su participación diaria en el proceso. Si en esta ecuación metemos a Google, como sabes la resolución del problema se complica. Nuevas tecnologías, extraescolares, centros culturales, cine y televisión, literatura, ludotecas, bibliotecas, conciertos, teatro y mil formas de acceder al conocimiento también se suman a lo que hoy en día se puede valorar como educativo.

Y yo me pregunto, ¿estamos dando palos de ciego?

REFLEXIÓN EDUCATIVA

Para alguien que como yo se pasa el día reflexionando sobre la sociedad y sobre cómo es posible su transformación mediante la educación, la moraleja es más que clara. Si todos los invidentes se unen y comparten sus conclusiones, tendrán la idea más aproximada de lo que supone un elefante. Pero claro, esto en la realidad es difícil de atender. Porque un abanico es totalmente diferente al tronco de un árbol y aun así, ¡los dos son elefante!

Por este motivo, escribo.

Es el momento de compartir cada visión del elefante y hacer que la educación se muestre en su versión más completa. Que se conozca la voz del maestro, que trascienda del aula su influencia. Que educar no sea una simple transmisión de conocimientos sino también una filosofía social. Que nuestras ideas vayan acordes con nuestro trabajo y que la educación sea más que lo que mostramos en la aulas. Y que trascienda la opinión de las familias, que participen más activamente en la educación de sus hijos, y no solamente en lo relativo a la mera transmisión de valores sino también en relación al conocimiento.

No existe una única escuela. Al menos, así aprendí yo hasta donde conozco. Un día en una granja, una tarde en el río, un viaje, pueden ser más educativos que la hora de ciencias. Un padre o una madre que son ingenieros pueden aportar a la clase de matemáticas tanto como el docente y quizás te sorprenda hasta qué punto su creatividad aporta el elemento diferenciador. Y así, mil ejemplos. Educar debiera ser un trabajo en equipo, donde cada elemento fuera importante.

Si pienso en el futuro que marcará los pasos en educación, concluyo en que la manera más acertada estará en abrir sus puertas y salir. Sacar a los niños fuera para que puedan ver el elefante. Y entrar. Dejar entrar al elefante. Dejar entrar a la gente en la escuela, porque educar es algo que no puede ser privilegio del docente.

Cuando era estudiante de magisterio, para explicarnos lo que suponía la educación no formal, el profesor de didáctica de la educación nos ponía también un ejemplo con un elefante. Para conocer un elefante, decía no con estas palabras, lo normal no es meter al elefante en las aulas sino salir afuera con los niños e ir al zoo. Yo jamás contradeciré a un maestro excelente y un pensador como he conocido pocos, pero la sociedad ha cambiado, y ya es hora de pasear al alefante...
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GABRIELA LEVATO: “LOS PROFESORES SON LOS ARTESANOS DE NUESTROS PENSAMIENTOS”

Entrevista a Gabriela Levato, politóloga y activista por una educación pública y de calidad.

¿Tenemos un buen sistema educativo, en España?

Si pensamos en la educación como un proceso vital de aprendizaje permanente estamos ante la amenaza de que se transforme en una carrera competitiva, egoísta que estimula el individualismo y por tanto una sociedad injusta e insolidaria. Debemos transformar nuestra forma de vida para cambiar la educación. Es un nuevo modelo social para un nuevo modelo educativo.

Señalemos tres de las principales amenazas de la educación hoy en día

Las principales amenazas: apropiación privada del conocimiento, por ejemplo patentes o investigación que favorece el negocio de corporaciones, sentido mercantilista de la educación entendida como producto para el consumo y el beneficio y donde centros, profesorado y alumnado se ven sometidos a obtener resultados para recibir financiación y por lo tanto vulneración del derecho reconocido en la CE y la obligación de los poderes públicos de hacerlo efectivo generando una brecha cognitiva con mayorías poco cualificadas y una minoría de excelencia.

¿Qué soluciones propones o promueves para hacer frente a estas amenazas?

Las más inmediatas: Derogar las leyes y los decretos que transforman la educación en instrumental al servicio de una economía de mercado y limitan acceso y ejercicio de este derecho. Legislar para blindar la educación a intereses privados, aumentar la inversión pública en educación y en ciencia y orientar la investigación en beneficio de la sociedad, destinar el dinero público sólo a la red pública, instalar un debate social sobre qué educación queremos, garantizar la educación infantil y la educación superior.

¿Por qué cree que es tan importante el consenso en las políticas de educación para el progreso de un país?

El consenso es difícil si se trabaja sobre bases tan disímiles, por ejemplo la laicidad, la desaparición de la red concertada, la educación crítica y emancipadora, son definiciones que dificultan el consenso, quizá deberíamos priorizar las razones que significarán dignidad y bienestar para las mayorías.

¿Por qué cree que en España no existe un consenso alrededor de las políticas de educación, como sí pasa en otros países?

Porque hay cuestiones pendientes que deben ser debatidas, vuelvo sobre lo anterior, la educación no puede estar atravesada por una confesión religiosa cuando el estado es aconfesional y cuando sus valores no reflejan a sociedades plurales y diversas, esto revierte en adoctrinamiento y discriminación.

¿Qué ejes estratégicos señalaría usted para avanzar, a través de la educación, hacia una sociedad más justa?

Entenderla como derecho de todos y bien de todos, como un común que como dice la UNESCO debe ser compartido y no re-partido.

Garantizar el acceso, la permanencia y la pertenencia, esto es acceder al conocimiento, contar con las condiciones materiales y sociales para poder permanecer en la escuela y generar en cada espacio un sentido de pertenencia, no nos sirve la inclusión excluyente y aquí tenemos el ejemplo de la etnia gitana y su discriminación en la escuela pública.

Vivir una educación que trabaje valores como igualdad, justicia, solidaridad, pensamiento crítico, autonomía, libertad y democracia, y que sea atravesada por múltiples dimensiones en la cual la rigurosidad científica se entrelace con los saberes ancestrales, donde la tecnología una voluntades para avanzar en el conocimiento compartido, interactuar con la naturaleza que es más que respetarla, convivir y aprender de la diversidad más allá de la “tolerancia”, reflexionar sobre las guerras para entender por qué la paz y para que ese significado no se traduzca en simbólicos días cruzados entre fuegos, para desear saber a través de medios de información responsables, comprometidos y no condicionados por intereses empresariales, que pretenda siempre llegar a la verdad y que recupere la historia para volver sobre las huellas y evitar en el futuro tomar caminos parecidos.

Democratizar la vida académica de centros y universidades y abrirlos a su entorno como referentes colectivos y espacios de construcción de conocimientos para el buen vivir.

¿Considera que los profesores están suficientemente reconocidos, que su labor se tiene considerada como se merece?

El profesorado es la piedra angular del sistema y es prioritario que se encuentre valorado desde las instituciones y desde la sociedad, son los artesanos de nuestros pensamientos y por ello deben trabajar en libertad, con reconocimiento y también con el compromiso social que esta profesión lleva implícito.

¿Crees que a los jóvenes, a los propios alumnos, debemos involucrarlos en la lucha por una educación de calidad? Debemos crear consciencia?

Lo considero imprescindible porque esa respuesta al presente educa, nutre nuestro pensamiento y nuestra acción de manera crítica y liberadora, supone conciencia social y nos hace partícipes de una construcción colectiva de la que ninguno puede estar ajeno ya que de ello depende que nuestros proyectos de vida y el de las futuras generaciones sea una realidad en una sociedad justa e igualitaria.

Las nuevas tecnologías nos han ayudado a compartir experiencias de distintos lugares, ¿Crees que pueden tener un papel importante en el futuro por la lucha de una educación pública y de calidad?

Las tecnologías nos facilitan los instrumentos para tener más información y más conocimientos, son fundamentales y por ello debemos garantizar la alfabetización digital para evitar la brecha y enseñar a trabajar con la información, es decir cómo obtenerla, cómo procesarla y cómo transmitirla.
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LA EDUCACIÓN DEL FUTURO QUE DEBERÍA SER PRESENTE

Un artículo de Marta Ruiz Galloso, pedagoga.

Muchos son los artículos que vemos publicados sobre la Educación del Futuro, los cambios que necesita nuestro modelo educativo, las reformas constantes que se producen y que no benefician a nuestros hijos, la necesidad de introducir cambios en el aula para adaptarla a los nuevos tiempos, etc… Llevamos años pensando en ese futuro que nunca llega. Y aunque hay un pequeño boom de escuelas innovadoras o alternativas, aún queda mucho por avanzar, sobre todo en la educación pública.


La educación, por deformación profesional, siempre ha estado presente en mi vida, y desde que soy madre, aún más, puesto que me preocupa muy mucho el mundo que estamos construyendo para nuestros hijos, el legado que le vamos a dejar, y cómo ellos se tienen que formar para su desarrollo como personas. Si queremos cambiar “algo” o “todo” de la sociedad que nos rodea, debemos empezar desde la base. Y esa base se encuentra en dos ámbitos: en la familia y en la escuela. Cada uno de ellos con sus funciones básicas, pero conectadas entre sí, estableciendo puentes, abriendo puertas y derribando los muros que las separan actualmente.

¿QUÉ FUNCIONES DEBE TENER LA FAMILIA?

Bajo mi punto de vista la familia debe proporcionar seguridad, confianza y sobre todo amor incondicional. Y esto debe trabajarse el día a día y desde que los niños son pequeños, a través de la comunicación positiva, la escucha activa, el diálogo y el respeto. Muchos son los patrones que venimos arrastrando y que no son otra cosa que mitos que no tienen solidez alguna, pero que se han introducido en el pensamiento y en la manera de tratar a nuestros hijos sin beneficiar en absoluto a su desarrollo como personas. Por ello, nosotros como padres y madres, también debemos cambiar, debemos formarnos, debemos aprender constantemente, ocuparnos de conocer qué ocurre en cada etapa de los más pequeños, y actuar en consecuencia. Debemos exigirnos a nosotros mismos, la perfección que constantemente le pedimos a nuestros hijos. Nos preparamos durante nuestra vida para muchas cosas, menos para lo más importante, ser padres y madres

¿Y CÓMO DEBERÍA SER LA ESCUELA?

La escuela debería, en primer lugar, eliminar barreras, muros y “papeleo administrativo”, para evolucionar en tres aspectos básicos:

* El alumno como protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje. Una escuela donde se tengan en cuenta las necesidades de los más pequeños, su ritmo de aprendizaje y su manera de aprender. No todos los niños aprenden de la misma manera, ni al mismo ritmo.

* Hacer más que escuchar. Está más que probado que los niños aprenden mucho más haciendo, que con una explicación teórica. Por ello, habría que adaptar la distribución de las aulas, los materiales (menos papel, más juego y aprendizaje manipulativo).

* El docente como guía, dinamizador o entrenador, eliminándose la concepción de transmisor del conocimiento. Actualmente, la información está a disposición de todos, ya no existe la concepción de acumular conocimiento puesto que está fácilmente al alcance. Pero sí hace falta el docente como ayuda, como guía para tratar esa información y desarrollar el conocimiento.

Las escuelas actuales nacieron con unos objetivos concretos, en la época industrial, pero ahora todo ha cambiado, y las necesidades son completamente distintas. Ahora debemos fomentar lo que nos hace realmente humano, las relaciones. Y es aquí donde entran en juego las emociones, la educación emocional, y como objetivo último la inteligencia emocional. Durante muchos años, las emociones se han dejado de lado, incluso no se permitía la expresión de las mismas, y más si éstas eran negativas. Estamos acostumbrados a ver cómo se le dice a los niños “no llores”, “no pasa nada” (cuando le sucede algo, que seguramente sea lo más importante en su día); a no tener en cuenta la motivación y la ilusión en el aula, puesto que lo primordial son las calificaciones. Y esa energía que tienen los niños, y las ganas innatas de aprender, se van mermando conforme van avanzando por el sistema educativo. Y esto, como es evidente, nos ha llevado a una sociedad como la que tenemos, en la que “pensar” y “crear opinión” es un bien cotizado.

Por último, hay que avanzar en el entendimiento de los dos ámbitos, creando conexiones y sinergias entre los integrantes de los mismos con el fin de hacer iniciar cambios que propicien la mejora del sistema educativo, el crecimiento positivo de nuestros hijos, y por ende, una sociedad más sana, libre y responsable.

Llegar a este punto es mi sueño, y espero que pronto pueda ser una realidad.
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¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA (SI ES QUE TIENE QUE SERVIR PARA ALGO)?

Un articulo de Jaime Rubio Hancock.

¿La filosofía es inútil? ¿Es poco más que un pasatiempo sin aplicaciones prácticas? Parece que los legisladores españoles creen que sí: la asignatura ha perdido horas de clase en el instituto y solo será obligatoria en 1º de Bachillerato. Los estudios universitarios en esta materia tampoco pasan por su mejor momento: la tasa de paro se acerca al 30%, en un momento en el que estudiar cualquier carrera universitaria se ve casi en exclusiva como un paso hacia la incorporación en el mundo laboral.


En este contexto, ¿merece la pena estudiar filosofía o es mejor dedicar más horas a otras asignaturas?

Algo más que una salida profesional

"No podemos supeditar nuestra relación con el conocimiento a nuestra salida laboral", afirma a Verne la filósofa Marina Garcés, autora de Fuera de clase . En su opinión, las preguntas "cómo queremos formarnos" y "en qué queremos trabajar" no tienen por qué tener una misma respuesta. Es más, que no coincidan la formación y el empleo que finalmente desempeñamos no es algo que les ocurra solo a los filósofos.

“La universidad no es una expendeduría de títulos para el mercado laboral -nos explica Adela Cortina, filósofa y catedrática de la Universidad de Valencia-. No es el mercado el que ha de decidir qué carreras se implantan y cuáles no. El criterio debe ser el de las necesidades de la sociedad para construir un futuro más humano. Formar personas y ciudadanos con conocimientos y capacidad de innovación es la clave”.

Además de eso, la filosofía es un conocimiento importante incluso aunque nos decidamos por otras carreras o profesiones, ya que nos ayuda “a discernir qué metas queremos perseguir con los conocimientos técnicos -apunta Cortina-. Sin ese saber fecundo las técnicas pueden emplearse para sanar o para matar, para destrozar países y personas o para erradicar la pobreza y reducir las desigualdades”. Es decir, nos invita a una “reflexión profunda sobre las metas, las actitudes y las convicciones que necesita una sociedad flexible”.

Como recuerda Garcés, la filosofía no tiene un objeto de estudio propio, por lo que puede "abrir distancia entre lo que sabemos y lo que no sabemos". Los filósofos se cuestionan lo que damos por hecho, buscando inconsistencias. Por este motivo, esta autora opina que la filosofía es una asignatura fundamental en intitutos e incluso en educación básica, ya que es "un lenguaje fundamental" para aprender a pensar de forma crítica. No se puede hablar de una formación completa sin contar con esta herramienta básica. "La filosofía no es útil o inútil -concluye Garcés-. Es necesaria".

Un manual de instrucciones para la vida

Una de las críticas habituales que se hace a la filosofía es que no hay progreso: llevamos más de dos mil años haciéndonos las mismas preguntas sin llegar a ninguna conclusión. ¿Por qué necesitamos seguir insistiendo con ellas? ¿Alguna vez sabremos lo que es la justicia, por qué hay algo en lugar de no haber nada o si somos de verdad libres?

Pero en realidad, y como recuerda Marina Garcés en Filosofía inacabada, no estamos dándole vueltas a los mismos temas: el discurso filosófico se ocupa de “problemas para los que siempre necesitamos forjar nuevos conceptos. No porque no tengan solución, sino porque cambian de situación existencial y de contexto histórico, social, cultural y político”.

En ética, por ejemplo, hay que mencionar los esfuerzos de Peter Singer por los derechos animales, años antes de que se popularizaran movimientos sociales en este sentido, además de su trabajo para aumentar las donaciones a países del tercer mundo. Todo eso tras estudiar estos problemas desde un punto de vista filosófico y haciéndose las mismas preguntas éticas que nos hemos hecho a lo largo de la historia.

Y si hablamos de política y economía, gran parte del debate de las últimas décadas ha venido marcado por las ideas sobre la justicia distributiva de John Rawls y la respuesta, desde el liberalismo, de Robert Nozick, ambos filósofos.

Además de todo esto, a menudo también es necesario reflexionar sobre problemas completamente nuevos, como hacen, por ejemplo, Nick Bostrom con la inteligencia artificial y Byung-Chul Han al preguntarse cómo la tecnología influye en la sociedad contemporánea.

Es decir, la filosofía no se encarga de preguntas sin respuesta, sino que, como nos dice Cortina, se ocupa de “las preguntas que nos constituyen como seres humanos. Si dejáramos de planteárnoslas, perderíamos nuestra humanidad”. Cortina además apunta que sí hay progreso y que ha dado "una gran cantidad de respuestas que conviene conocer porque sirven realmente para vivir mejor”. Como recuerda Garcés, "pensar es repensar, pero no de cero". Hay un diálogo constante con la tradición.

Una herramienta para la democracia

La filosofía no es solo una guía más o menos práctica para vivir mejor. La filósofa Martha C. Nussbaum afirma que las humanidades son fundamentales para la democracia. La filosofía proporciona herramientas de pensamiento crítico que nos ayudan a cuestionar la tradición y la autoridad. Es decir, lo mismo que hacía Sócrates, demostrando que a menudo no sabemos qué significan realmente los conceptos que manejamos.

Además de la labor de la filosofía, Nussbaum recuerda la importancia de los estudios de historia nos permiten identificar nuestro lugar en el mundo en relación con otras culturas, y el papel del arte y la literatura, que estimulan nuestra imaginación al ofrecernos puntos de vista diferentes.

Estos tres campos están interrelacionados y nos ayudan, por ejemplo, a participar en los debates políticos sin quedarnos solo en un intercambio de réplicas destinado a “ganar puntos” para lo que consideramos “nuestro bando”. Por ejemplo, podemos ver si estas posiciones enfrentadas tienen más aspectos en común de lo que parece o si alguna de estas propuestas ya ha intentado llevarse a cabo con anterioridad.

En ¿Para qué servimos los filósofos?, Carlos Fernández Liria nos recuerda algo similar. La democracia obliga a los ciudadanos a “tomar distancia respecto a su inmediata voluntad”, dándose a sí mismos “una oportunidad para razonar”. Y añade: “Este es, en realidad, el sentido profundo del famoso modelo político platónico: el del Rey Filósofo”. La razón nos permite cuestionar las decisiones políticas que van en contra de la libertad.

Eso sí, hay que recordar que la filosofía no es algo exclusivo de las universidades. Como escribe Garcés, se trata de la necesaria tensión entre la Academia de Platón y la tinaja (o el tonel) de Diógenes. El pensamiento filosófico necesita orden y método, pero también una buena dosis de caos.

“Los filósofos no existen -añade Adela Cortina-. Existen filósofos que se encierran en sus despachos y en las aulas, y cierran puertas y ventanas. Pero hay otros que saben que la filosofía nace de la sociedad para la sociedad y trabajan en los dos campos: en el aula y en la arena social. Estos últimos son los verdaderos filósofos”.
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Filosofia transpersonal

ASÍ CAMBIAN LAS TECNOLÓGICAS LAS AULAS DE CLASES

Empresas tecnológicas son principales actores en el avance del sistema educativo a través de plataformas que comparten con organizaciones.

Las empresas de tecnología como Lenovo, Dell EMC y Microsoft no son ajenas a las aulas de clase, por el contrario, se han vuelto un elemento importante en la transición tecnológica que está viviendo el sistema educativo.

Dell EMC en alianza con Territorium cuenta con la plataforma -para niños y maestros- de educación virtual en donde se cuelgan contenidos de diversas organizaciones, se le da seguimiento a lo que estudian los alumnos y se mapea lo que van aprendiendo para dar resultados personalizados.

“Tenemos convenios con varias organizaciones (Khan Academy, MIT Blossom, Eduspark, Busuu, entre otras) que han desarrollado contenidos. Estos contenidos están gratuitos en la nube, simplemente lo que hacemos es organizar todo este contenido con base en las competencias que están desarrollando los estudiantes”, dijo Alessio Hagen, director de innovación en educación de Dell, en entrevista con El Financiero.

La plataforma de la empresa está en la nube, pero si la escuela en donde se implementará no cuenta con una conectividad adecuada, se puede guardar la plataforma en un servidor dentro de la misma institución.

La solución con un servidor básico y la plataforma, en una escuela multinivel con 60 alumnos por grado puede llegar a costar mil 500 dólares; una infraestructura con más almacenamiento y procesadores para una escuela con aproximadamente mil 500 alumnos cuesta hasta 6 mil dólares.

APPS PARA ‘ALIMENTAR EL CEREBRO’

A pesar de que la base en materia de educación de esta empresa es el hardware, - Laptops, Desktops y Workstation- Samir Estefan, gerente de educación de Lenovo para Latinoamérica, asegura que actualmente se están enfocando en maximizar la experiencia en el uso de las máquinas, “nos estamos focalizando en aplicaciones embedidas dentro de la máquina que apoyen el proceso educativo”.

Las apps que desarrolló y está utilizando la tecnológica son dos: Lenovo Learning Suite y Lanschool (ambas funcionan sin internet).

La primera es un repositorio de contenidos que se organiza por áreas en donde los docentes pueden centralizar y personalizar su contenido; y cuenta con un modo de evaluación que permite realizar exámenes en línea que da respuestas y un análisis inmediato del desempeño por alumno, sección y área.

“Esto lo hace con un concepto que permite hacer exámenes tanto de lo cuantitativo como desde lo cualitativo, es decir, ir a lo que realmente busca el docente con un examen e identificar fortalezas y debilidades del estudiante”, comentó Estefan.

Lanschool es un software disponible para Macs, iOS, Android, Chromebooks y PCs y tabletas de Windows, instalado en más de 12 millones de dispositivos, que le posibilita al docente administrar y controlar la clase cuando se incluye tecnología uno a uno -un dispositivo por estudiante-. Su objetivo es abrir cualquier espacio de aprendizaje y dejar de lado las salas de cómputo.

UNA RED PARA LOS EDUCADORES

Microsoft considera que su rol en la educación es empoderar y reconocer a los docentes a través de su tecnología, ayudarlos a documentar sus prácticas y a que formen parte de una red en la que puedan compartir experiencias con otros docentes.

Microsoft in Education, es una plataforma que tiene 50 mil docentes activos en Latinoamérica en donde ellos comparten experiencias, establecen temas referentes en educación, suben tutoriales para los colegas, webinars, interactúan con instituciones como museos, entre otras cosas.

La empresa también cuenta con programas de licenciamiento para el sector gubernamental, educativo, de salud y organizaciones sin fines de lucro tanto de paga como gratuitos, en este caso la responsable de programas académicos de Microsoft para Latinoamérica, Mariana Maggio, menciona que una de sus ‘banderas’ es el Mooc de 4 módulos “Enseñando con tecnología”.

“Es un curso que fundamentalmente mira la relación entre pedagogía y tecnología y está alineado con el marco de competencias TIC de UNESCO, eso le permite a un docente que quiere iniciarse en el uso de la tecnología contar fundamentalmente con un marco”, dijo Maggio.
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Filosofia transpersonal

“LA ESCUELA NO TIENE QUE ADAPTARSE AL FUTURO, DEBE TRANSFORMARLO”

Hace 12 años, Virolai arrancó la que sería una profunda evolución de su modelo educativo. Cuando el conocimiento “lectivo” apenas se cuestionaba, la institución propuso una revolución que situó al alumno en el centro y planteó a los maestros el reto de renovar sus metodologías para decidir que la mayor enseñanza sería aprender a aprender. ¡Descubre esta nueva entrevista Education Insights!

¿Cuál es la propuesta de transformación del modelo educativo que hace Escola Virolai?

Nuestra apuesta viene de un proceso que nace hace 12 años y se basa en pasar de una escuela que enseña a una escuela que aprende, de una escuela centrada en los derechos y las formas de hacer de los profesores y los alumnos como objetos pasivos, a una escuela donde el alumno es el centro y es el protagonista de su proceso de aprendizaje. Hemos de enseñar a los alumnos a aprender a aprender. El alumno ha de ser consciente de sus estrategias de aprendizaje porque las necesitará durante toda la vida.

¿Cuál diría que son las bases imprescindibles para impulsar este cambio?

La escuela debe garantizar la educación en un marco valórico muy sólido, porque estamos delante de una generación que no tendrán apoyo exterior, sino que su estabilidad vendrá del interior. Antes la felicidad venía determinada por fases de la vida: acababas los estudios, tenías un título universitario, accedías a un trabajo para toda la vida, tenías una estructura familiar estándar, etc. y todo ello te aportaba una estabilidad personal. Yo iba haciendo las cosas que ‘tocaban’, con los reconocimientos externos que ello comportaba. Esto se ha acabado. El título universitario no sirve para encontrar trabajo, tendré que cambiar de trabajo muchas veces en la vida, posiblemente cambiaré de lugar de residencia otras tantas, las estructuras familiares han cambiado… Eso hace que necesites una estructura interior que te de seguridad para enfrentarte a todos estos cambios.

Por otra parte, es importante asegurar que se trabajan las competencias procedimentales. Garantizar que el alumno cuenta con estrategias para aprender durante toda su vida. Implica la comprensión lectora, la escrita, oral, capacidad de observación, razonamiento… Competencias que hemos de asegurar que se adquieran, y sobre todo, que los alumnos las podrán utilizar de manera autónoma durante toda su vida.

Otro de los pilares es velar porque no se pierdan las ganas de conocer y aprender. La educación en su afán de poner límites, ha creado marcos cerrados que hacen que los niños supriman su curiosidad natural. El método hasta ahora era: ‘ahora estudiaremos lengua y de lengua estudiaremos sólo esto y si te lo sabes bien aprobarás’. Eso tiene que cambiar. El niño tiene que darse cuenta que lo que se trabaja en la escuela no es útil para aprobar un examen, sino que lo es para su vida.

¿Cómo desarrolla la propuesta de Virolai en un marco educativo que poco tiene que ver con la flexibilidad que plantea este nuevo modelo?

La ley te da margen. No se trata de situarse al límite de la ley, sino de aprovechar al máximo el espacio que te entrega e ir más allá de lo que propone. La educación hoy necesita normas de mínimos, que den mucho margen para que las escuelas trabajen su propio proyecto educativo. De la misma manera digo que la ley debe ser exigente en lo que a rendición de cuentas se refiere. Por ejemplo, para nosotros, las pruebas de competencias básicas de 6º de Primaria y 4º de ESO son un indicador clave de la buena marcha del proyecto: nos muestra que nuestro sistema es tan bueno o mejor que el tradicional. Las escuelas tienen que ser organismos autónomos vivos y creativos, con unos mínimos legales pero con altas exigencias. Trabajamos con un bien común, la educación, y es nuestro deber hacer una rendición de cuentas a la sociedad.

Intentemos concretar el modelo ¿Cómo se plantean cuestiones básicas de todo sistema educativo como son las evaluaciones, por ejemplo?

Como parte de la red Escola Nova 21, uno de los retos que tenemos es buscar indicadores que sean más eficaces para valorar toda esta nueva propuesta de cambio. Garantizar que lo que estamos haciendo es eficiente y eficaz. Para ello, planteamos instrumentos de medición adaptados a nuestra realidad. Sin embargo, el sistema de evaluación de cara a las familias y las exigencias de evaluación legal son dos de los asuntos delicados, más que nada porque deben cerrar bien el círculo.

¿Y cómo lo estáis haciendo?

En Virolai hacemos pruebas –competenciales y de aplicación–, rúbricas –una herramienta que garantiza que el alumno sepa que se espera de él y le da protagonismo en el proceso–; portfolios –que permiten al alumno darse cuenta qué ha hecho bien y por qué, entrega conciencia del proceso de aprendizaje–; las insignias –relacionadas con el valor del feedback inmediato–, y gamificación.

Pero nuestra duda persiste ¿Cómo se traduce esta evaluación cualitativa en una escala tradicional?

Este ecosistema de evaluación tiene su equivalente formal/numérico para responder a las exigencias del Ministerio. Otro tema es qué se entrega a los padres: estamos trabajando en establecer modelos de comunicación con las familias que vayan más allá de un informe tradicional: evaluaciones mensuales compartidas con los padres, en el que todos los protagonistas del proceso educativo, incluido el alumno, participamos. En este enfoque es clave la evolución del papel del profesor. No limitar la entrega de información respecto a la evaluación, sino ayudar al alumno a descubrir y a hacerse responsable de su propio aprendizaje. Un maestro que acompaña en el proceso, no que dirige.

Sois una escuela concertada ¿Crees que es extrapolable vuestra experiencia a todos los tipos de instituciones?

El cambio de modelo educativo es una propuesta que nace en la escuela pública. El debate no está en los recursos o si es pública o privada. El debate está en asumir que hay un cambio de paradigma y tú como institución educativa tienes que cambiar. Es verdad que hay que mejorar procesos como son el “concurso de traslados” en las escuelas públicas, que hace que los derechos del profesor estén por encima de los derechos de la escuela y de los niños. Es una realidad perversa que no hace más que perjudicar al sistema, ya que una transformación sin estabilidad en la plantilla es muy difícil.

De la misma forma, las estructuras heredadas han de cuestionarse. Por ejemplo, las bibliotecas entendidas como hasta ahora no tienen ningún sentido. El conocimiento ya está al alcance ‘digital’ del alumno, por lo que la biblioteca ha de convertirse en un espacio para potenciar la experiencia de lectura, no en un lugar de consulta. Y esa es una evolución dolorosa para muchos maestros. ¡Implica un proceso de ‘duelo’ para muchos profesionales! Significa dejar atrás un modelo conocido y aventurarse en uno aún por descubrir. La transformación es dura, pero con un liderazgo y un proyecto consolidados es más fácil.

¿Qué instrumentos de seguimiento habéis diseñado para evaluar la buena marcha de los cambios que se impulsan en el modelo?

Para nosotros un indicador clave es que al menos el 70% de las prácticas del día a día están alineadas con los objetivos del plan. No pretendemos más porque siempre te encontrarás con un grupo de profesionales que se resisten al cambio, y evaluar que estamos desviados de los objetivos por ese 30%, que no es permeable, haría que la evolución se detuviese.

Entonces, ¿la transformación será siempre parcial?

No. Es una transformación por fases. Pasa mucho en la pública: que no se hace nada por la resistencia de ciertos profesionales. Nosotros trabajamos todas las nuevas propuestas con un grupo reducido de profesionales. A partir de ahí, los más proactivos lanzan el reto a otros profesores. Difundimos, evaluamos las prácticas y volvemos a empezar. En la primera rueda igual tienes sólo un 20% comprometido. En la segunda, igual pasas al 60% si ofreces una formación adecuada. ¡Y los conversos son los mejores!

Nos ha ido muy bien con proyectos de acompañamiento en el aula, tándems de profesores que colaboran para trabajar con los alumnos. Trabajando en equipo, el cambio no se ve como una amenaza, los miedos desaparecen y se descubre la oportunidad en la transformación, tanto para que los niños aprendan más como para que los profesionales mejoren su práctica.

¿Cuánto tiempo implica una transformación de este calado?

Llevamos trabajando en esto 12 años a través de 4 planes estratégicos. El primero centrado en la renovación docente, y a partir de ahí, el “Plan Estratégico de mejora de la educación competencial”, a continuación el “Plan Estratégico para una educación global y para todos”, y ahora, el “Plan Estratégico por una escuela que aprende, por una escuela que transforma”. Son la representación de una evolución natural que ha vivido nuestra institución. La escuela no tiene que adaptarse al futuro, debe transformarlo. Hemos de asumir la potencia de la educación para conseguir que el mundo sea diferente.

En la base de esta revolución tiene que estar el profesor. Si él o ella no creen, no funcionará. Yo como directora me he de asegurar que los docentes tengan la formación adecuada y que asumen el riesgo. Lo cierto es que el proceso de transformación del claustro es lento. No se trata de hacer un curso y ya somos una nueva escuela. No. El profesor debe asumir su cambio de rol y solo a partir de ahí veremos el nacimiento de una nueva escuela.
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capitalismo

LAS HUMANIDADES Y LAS CORPORACIONES

Un artículo de Aldo Mazzucchelli, Doctor en filosofía por la Universidad de Stanford.

Las profesiones humanísticas no tienen siquiera autonomía financiera: dependen de las dádivas entregadas por sus propios enemigos epistemológicos.



«He escrito un libro que sospecho no será de agradable lectura para los profesores y los estudiantes de doctorado, puesto que no sólo he indicado sino también fundamentado cuáles son las fuerzas de mercado y las prácticas institucionales profundamente entrelazadas que, eventualmente, nos destruirán. Pinto lo que podría llamarse un cuadro inequívocamente sombrío acerca de lo que depara el futuro para los profesores de humanidades, y no ofrezco nada en el sentido de soluciones estimulantes a los problemas que describo. Pienso que los profesores de humanidades han perdido ya la capacidad de rescatarse a sí mismos».

Lo que antecede es una cita textual extraída del prefacio de The Last Professor. The Twilight of the Humanities in the Corporate University, por Frank Donohue (La edición Kindle está disponible por doce dólares). Como se entiende enseguida al leer la cita, Donohue no cree que haya ninguna crisis, es decir, no cree que se trate de una coyuntura que plantea desafíos nuevos que pueden ser resueltos. Lo que él cree es que simplemente el proyecto histórico de enseñar las disciplinas humanísticas en una relación de estudiante-profesor ha muerto, y que no hay nada serio que hacer al respecto. Fin de la historia.

Los argumentos de Donohue son persuasivos, y resumen bien un costado de lo que se viene debatiendo en torno al posible o imposible futuro de las humanidades. Stanley Fish aventuraba que, ante el creciente desafío planteado a las humanidades por un contexto de mercado cada vez más radicalmente centrado en la utilidad y los resultados cuantificables (y beneficiosos financieramente), la única respuesta era reivindicar la autonomía y la belleza del desinterés: el saber no puede arbitrarse o juzgarse a partir del mundo de la utilidad, pues el saber tiene su virtud en sí mismo y no se lo busca para algo exterior a sí mismo.

Los administradores financieros de las universidades del mundo real -salvo unas pocas con muy anchas espaldas en términos tanto de tradición académica como de dinero, como Harvard, Stanford o Yale- no parecen haber sido mayormente persuadidos por tal argumento.

Es precisamente lo que argumenta Donohue a lo largo de las densas 180 páginas de su libro. El problema que la «universidad de las corporaciones» como la llama Donohue plantea a las humanidades tiene más de un siglo de existencia. Los ataques a las humanidades vienen de la visión que dice que cosas como la filosofía o la literatura son pérdidas de tiempo y carecen de utilidad en el mundo de los negocios. Andrew Carnegie, el magnate de la industria, dijo una vez que la educación tradicional en un college americano dejaba a los graduados «bien adaptados para la vida en otro planeta» y que el tiempo gastado en Shakespeare y Homero era tiempo perdido, mientras que Richard Teller Crane, fundador de una compañía con base en Chicago que es hoy parte de las 500 de Standard & Poor's, afirmó en 1909 que «nadie que tenga gusto por la literatura tiene derecho a ser feliz» puesto que «los únicos hombres con derecho a la felicidad en este mundo son los que resultan útiles para algo».

Observa Donoghue que ya defensores de la educación como Thorstein Veblen o Upton Sinclair arguyeron que tal aplicación de estándares comerciales era cruda e injusta. Sin embargo, los valores de las corporaciones han logrado estructurar el campo mismo de la universidad en el que todavía sobreviven los profesores y los departamentos de humanidades. Se trata de una situación en la que las profesiones humanísticas no tienen siquiera autonomía financiera: dependen, para poder desarrollar su trabajo, de las dádivas entregadas por sus propios enemigos epistemológicos.

Las citas de Carnegie o Teller, ¿son atrocidades y extremismos o son meramente la forma más expuesta y directa de decir exactamente lo mismo que piensa hoy la mayor parte de administradores y dirigentes de las universidades alrededor del mundo? Para contestar la incómoda pregunta basta mirar cuál es el espacio y los recursos dados a las humanidades en la universidad contemporánea. Enseguida se comprobará -siguiendo con el caso de Estados Unidos, que por muchas razones sirve de fundamental punto de referencia- que a partir especialmente de la crisis económica de 2008 ha abundado la información referida a cierres o severos cortes afectando a los departamentos de humanidades, y que el argumento subyacente es crudamente económico: si tengo que recortar, recorto primero lo más superfluo.

Esta relación entre la ideología de las corporaciones y la educación en humanidades tiene también una historia, y Donoghue propone una lectura de ella que hila más fino al definir etapas y contenidos.

Durante la etapa inicial de expansión del capitalismo monopólico y no regulado, las corporaciones meramente vieron a las humanidades como inútiles. En cambio, «los industrialistas maduros de los años cuarenta, cincuenta y tempranos sesenta en cierto modo apoyaron las humanidades como defensa contra lo que se veía como una desalmada Unión Soviética. […] La América de las corporaciones vio nuestro mensaje como útil durante esos años, y el boom que vivieron las humanidades en la segunda posguerra se debe en parte a la buena voluntad del gobierno y las corporaciones, por vago y mal examinado que haya sido el esfuerzo hecho en apoyarnos. Luego, desde el comienzo de la era Reagan, las corporaciones han visto a la educación superior como un fastidioso problema laboral. El desmontado del profesorado norteamericano es parte de la casualización del trabajo en general, un fenómeno que comenzó en 1980 y se ha acelerado desde entonces».

Lo paradójico es que debido al aumento del número de estudiantes en la educación superior, las universidades han seguido necesitando y contratando profesores, para desmayo de quienes desearían que las universidades funcionasen estrictamente como una empresa, optimizando eficacia, eficiencia y ganancias.

Ese aumento de contrataciones, sin embargo, ha ocurrido al tiempo que va ocurriendo un proceso de creciente «casualización» del contrato laboral: cada vez son menos los profesores con contratos estables, bien remunerados, y con buen equilibrio entre tiempo para la investigación y tiempo de docencia. En cambio, aumentan geométricamente los ayudantes, asistentes, profesores en relaciones laborales inestables, peor pagos, y con mucho menor tiempo para la investigación.

El taylorismo (eficiencia, productividad y utilidad) sigue estando en el trasfondo de las críticas contemporáneas a las humanidades, cuyo contenido no ha evolucionado demasiado desde los tiempos a su modo heroicos de Crane y Carnegie. Y la pregunta de Robert Zemsky citada por Donoghue es bastante incómoda aún hoy. Es la siguiente: «Empresa y mercado han demostrado ser exitosos, ¿por qué razón no pueden operar las universidades más como empresas? ¿Por qué no pueden tener inteligencia de mercado?» Donoghue teme que las humanidades sean completamente incapaces de responder a esta pregunta.

El 'caballo de Troya' de las Humanidades

Ahora bien, dejemos a Donoghue para observar un punto clave que hasta ahora ha quedado en el trasfondo de esta secuencia. Aunque la incapacidad de la Academia para responder la pregunta de Zemsky no signifique que la discusión teórica o filosófica, es decir, la discusión dada en el campo de batalla y según las armas de las humanidades, sea ganada por las corporaciones, sí podría significar que la discusión en sí misma se termine, lo cual es una derrota para las humanidades tout court. Es decir, que en los hechos, el asunto quede en el campo de batalla y según las armas de las corporaciones, para las cuales semejante discusión teórica y epistemológica no es algo en lo que haya que entrar, sino simplemente algo que carece de sentido de antemano. Dicho de otro modo, algo sobre lo que hay que actuar.

Esto último plantea un nuevo aspecto de la discusión, que se considerará en seguida. Me refiero a la medida en la cual la legitimación de la discusión misma acerca del futuro de las humanidades está en manos de la tradición humanística, o fuera de ella. Lo cual tiene que ver con una discusión más fundante, que atañe al tipo de teorías con el que las humanidades mismas han justificado su existencia y su razón de ser en los dos últimos siglos. Esa discusión teórica ha mostrado cómo el caballo de Troya (para usar una imagen de tradición humanística) de la utilidad y la objetivación del sujeto se ha metido dentro mismo de los fundamentos del campo, esencialmente enemigo, de las humanidades.

Los resultados están a la vista. Las humanidades parecen haber preparado, debido precisamente a su nobleza y su compromiso con el examen crítico de todos los aspectos de cualquier cuestión, su propia destrucción.
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Pensar en ser rico

LOS NIÑOS NO SON TONTOS: UN "DESCUBRIMIENTO" QUE CAMBIARÁ LA EDUCACIÓN

Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.

"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocos de ellos lo recuerdan." Antoine de Saint-Exupéry

¡Qué gran descubrimiento para el mundo educativo! Tras arduas investigaciones (leer este párrafo en modo "sarcasmo") hemos averiguado, al fin, que nuestros niños y niñas ni son tan tontos ni tan dependientes ni tan irresponsables como creíamos.

Y esto supone un grave problema porque la educación que les ofrecemos, en casa y en la escuela, está basada en este falso supuesto, con lo que nos vemos obligados a replantear nuestra forma de educar.

La primera consecuencia es que debemos dejar de educar a los niños para el futuro, para el adulto que serán, y debemos empezar a educarlos para el presente, para la persona que son. Nuestra forma de enseñar se basa erróneamente en que los niños son seres incompletos, imperfectos, que deben tomar forma para convertirse en hombres y mujeres de provecho. La infancia es una etapa de la vida que tiene valor por sí misma, no es solo un periodo de tránsito.

Hay que dejar de sobreproteger a los niños, de darles todo hecho, de hacerles las cosas demasiado fáciles. Hay que proponerles desafíos y retos a los que deban enfrentarse con autonomía. Hay que permitir que experimenten, que se equivoquen, que se levanten cuando hayan caído... hay que educarles para que participen de manera activa y responsable de su aprendizaje en la vida. Solo así serán adultos creativos, con capacidad de tolerar la frustración, tendrán espíritu crítico e iniciativa para emprender proyectos vitales que les permitan ser felices en la vida.

Antoine de Saint-Exupéry escribió también que "Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos" porque, aunque los educan como si fuesen incapaces de hacer nada por sí mismos, lo hacen con la mejor de las intenciones. Lo malo es que, aun haciéndolo con la mejor de las intenciones, el daño que se les hace repercute para toda su vida.

Los niños y las niñas no son tontos, nos lo demuestran cada día, aunque no parece que nos demos cuenta. Por eso hay que dejar de llevarles siempre de la mano para que no se pierdan y hay que empezar a enseñarles a que, como Pulgarcito, dejen pistas por el camino para que puedan regresar por ellos mismos. Hay que dejar de educar a los niños como si fueran incapaces de hacer nada por sí mismos, para que puedan ser creadores de su propio conocimiento y responsables de sus actos presentes y futuros.
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EL PROFESOR, EN EL EJE DE CUALQUIER REFORMA EDUCATIVA

Aunque sea un triste consuelo, los males que aquejan al sistema educativo no son exclusivamente españoles. Traspasan las fronteras y repiten defectos en distintos países. Así se refleja en la entrevista que publicamos hoy con el profesor y ensayista italiano Massimo Recalcati, experto en el análisis de los cambios que la hipermodernidad imprime en los ciudadanos. En su última obra estudia el papel de la educación en una sociedad que cuestiona hasta el propio concepto de autoridad.

El diagnóstico es revelador e incide en el problema más apremiante que debe solucionar el mundo educativo en la actualidad: el papel del profesor en las aulas, aunque parezca un sinsentido tener que plantearlo así. "Es un cambio inaudito: los padres, en lugar de apoyar el trabajo de los profesores se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos", dice Recalcati. En España acabamos de vivir la triste experiencia de la convocatoria de una huelga de deberes, por la que los padres agrupados en Ceapa, una de las grandes asociaciones de padres, animaban a sus hijos a no obedecer a los maestros que les ponían tareas para casa. La protesta no fue más allá, pero ha dejado bien clara la indefensión de los profesores ante las familias y, por tanto, la pérdida de respeto que sufren por parte de los alumnos: "El maestro está cada vez más solo y humillado", afirma el profesor italiano.

Con un profesorado despreciado, mal remunerado y desprestigiado por los propios padres de los alumnos es imposible que funcione cualquier modelo de enseñanza. Ahora que parece que los partidos políticos se plantean poner en marcha ese ansiado Pacto por la Educación -veremos de todas formas hasta dónde llegan estas intenciones iniciales- es imprescindible una redefinición del papel del maestro en la enseñanza obligatoria, tal y como piden también los principales expertos españoles en la materia.

En primer lugar, es imprescindible reevaluar el acceso a la profesión. En este sentido, nos parecen acertadas las propuestas presentadas por el filósofo y catedrático de instituto José Antonio Marina en el libro blanco solicitado por el Ministerio de Educación. Marina sugiere, por ejemplo, la implantación de un examen nacional tras finalizar los estudios universitarios, similar al MIR de los médicos, que una vez superado dé acceso a los centros específicos de formación del profesorado. También propone un sistema de evaluación periódica de los profesores que debe contar con la opinión de los alumnos y que la retribución se realice en función de los resultados de esa evaluación. El libro blanco recoge otro aspecto fundamental, que es la necesidad de otorgar a los centros de una autonomía curricular y organizativa, de forma que, por una parte, los directores puedan escoger a su equipo de formadores y, por otra, se establezca una competencia entre colegios.

Pero todo ello no valdrá de nada si no se consigue una implicación real de las familias en el proceso educativo de sus hijos. En este sentido, habrá que dotar a los profesores de una cierta autoridad legal ante los padres y los propios alumnos, tal y como hizo hace unos años la Comunidad de Madrid. Porque no puede ser que, como se queja Recalcati, cuando un profesor suspenda a un esdiante o inicie un procedimiento disciplinario "las familias lo miren con sospecha". Claro que esto no se consigue con un mero cambio legislativo, por muy consensuado que esté por todo el espectro político. Es necesario todo un proceso de concienciación de la sociedad que queremos en el futuro. "Un país que no piensa a largo plazo no invierte en sus profesores", sentencia con toda la razón el ensayista italiano.
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HABLAMOS DE EDUCACIÓN. REFLEXIONES EDUCATIVAS PARA CAMBIAR EL MUNDO (Libro)

Hablamos de Educación. Reflexiones educativas para cambiar el mundo es el libro de El Blog de Educación y TIC, un recopilatorio de 30 entrevistas a algunos de los profesionales y expertos más destacados del panorama educativo actual. Todo ello introducido por un prólogo del pensador y psicopedagogo Francesco Tonucci.

Más de 140 entrevistas y más de 2.000 preguntas nos darían para unos cuantos libros. No obstante, para este ejemplar hemos seleccionado las entrevistas que, sea por la popularidad del entrevistado o por la fuerza de sus respuestas, más se han leído y han generado mayor impacto en nuestra comunidad.

En este libro encontrarás las reflexiones de algunos de los profesionales y expertos más destacados del mundo educativo actual, organizadas en seis bloques temáticos que hemos considerado que son los pilares fundamentales para reflexionar sobre otra manera de educar: motivación, innovación, cambio metodológico, TIC, aprendizaje competencial y valores.
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caverna

LA EDUCACIÓN QUE MERECEN NUESTROS HIJOS

Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.

En demasiadas ocasiones olvidamos que educar exige prestar atención incondicional a la persona con la que estamos. Es igual si es nuestro hijo o nuestro alumno... educar es un acto de amor incondicional.


No existen recetas infalibles para educar. Quizá por eso todo el mundo "sabe" de educación y se siente capacitado para decir a los docentes cómo tienen que hacer su trabajo. Me gusta pensar que lo hacen por ese sentimiento de sobreprotección que invade la relación de muchos padres con sus hijos. Pero, ¿le pedirías a un economista que te operara de apendicitis o a un médico que construyera un rascacielos? El respeto por la labor docente es fundamental para mejorar la educación, pero ese respeto también hay que ganárselo día a día ofreciendo la educación que merecen nuestros hijos.

¿Qué educación es la que merecen nuestros hijos? Aquella que entiende que las personas no tenemos una única forma de aprender, que tienen en cuenta que todos tenemos unas destrezas y habilidades distintas que deben ser tratadas de forma personalizada. Es imperativo ofrecer una educación que no excluya a nadie, en la que cada persona pueda llegar lo más lejos posible, alcanzar sus metas y, porque no, sus sueños.

Una educación que les enseñe a pensar y les dote de espíritu crítico, que les permita desarrollarse como seres humanos, que les dé las herramientas necesarias para ser autónomos en todos los sentidos, que sean capaces de adaptarse a los desafíos que les depara y les deparará la vida, que les prepare para la vida.

Además, esa educación debería hacerles disfrutar del proceso. Sí, disfrutar aprendiendo. La educación debe ser un camino lleno de cosas maravillosas por conocer, de lugares fantásticos por visitar, de personas increíbles por conocer. Por supuesto que aprender requiere de un esfuerzo por parte de los alumnos, de una constancia y una perseverancia... pero ese esfuerzo puede y debe ser gozoso y no un sacrificio.

La educación es inevitablemente imperfecta. Nada de lo que hacemos o enseñamos es eterno, todo cambia con el tiempo. Por eso es tan importante que la educación que reciban nuestros hijos vaya mucho más allá de prepararles para aprobar exámenes, de sacar notas excelentes. Nuestros hijos merecen que la educación que les ofrecemos les haga mejor persona, que les permita tener una vida los más plena posible. Decía Carl Rogers que "la única persona que está educada es la que ha aprendido cómo aprender y cambiar".

A veces tengo la sensación de que la educación actual es un gigante con pies de barro... y que se va a desplomar de un momento a otro. Solo con la máxima colaboración entre docentes y familias conseguiremos que la educación que ofrecemos a nuestros hijos tenga unos sólidos cimientos.
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“LO QUE DEMOS A LOS ALUMNOS EN LAS ESCUELAS, LOS ALUMNOS DARÁN A LA SOCIEDAD DE ADULTOS”

Javier Pericacho, profesor del Departamento de Educación de la Universidad Nebrija, es autor del libro Actualidad de la Renovación Pedagógica, publicado este año 2016 por la editorial Popular. Inmerso en la Semana de la Educación que organiza la Facultad de las Artes y las Letras, ha sacado tiempo para explicar en esta entrevista algunas de las claves para realizar una adecuada renovación pedagógica.

¿En qué situación se encuentra el sistema educativo en la actualidad en España?

Esta es una pregunta muy amplia que requeriría de mayor espacio. Realizando un esfuerzo de síntesis, se podría decir que España no obtiene buenos resultados en PISA, tiene muy instaladas prácticas didácticas negativas, es líder en desempleo juvenil, población NI-NI y abandono escolar temprano. Veamos con detenimiento: Población NI-NI, el 20,7% de los españoles de entre 15 y 29 años no estudió ni trabajó en 2014. Cifra alta si se compara con el 15% de la media de la OCDE. El porcentaje de paro juvenil es muy alto en términos comparativos, en el año 2013 fue del 57%. El rendimiento educativo de España en las pruebas PISA permanece por debajo de la media de la OCDE. Por otro lado, la tasa de abandono escolar temprano en 2013 fue del 23,5%, es decir, duplica la media europea. Uno de cada tres alumnos se aburre en la escuela y abandona los estudios, el doble de la media europea. Curiosamente, la principal razón aducida por los estudiantes para abandonar los estudios prematuramente es por rechazo. Estos datos y la situación que se genera son insostenibles.

Por otra parte, hay tradiciones didácticas muy implantadas en España (dictadas por la costumbre) que deberían sopesarse con detenimiento ya que, por ejemplo, el uso de procesos evaluativos del profesorado, la colaboración profesional y la enseñanza conjunta con otro u otros profesores es escasa en España. Así, por ejemplo, el 87% de los docentes de enseñanza secundaria nunca ha observado la clase de otro profesor, dato que casi duplica la media de la OCDE (45%).

Tanto en su libro como en un artículo recientemente publicado en la revista “Cuadernos de Pedagogía”, usted habla de la necesidad de una renovación pedagógica, ¿En qué consiste dicha renovación?

Hemos pasado de problemas cuantitativos a problemas cualitativos. Es decir, una vez asegurado una mesa, una silla y un profesor a cada alumno, ahora debemos asegurar una educación integral de calidad. La escuela debe educar en la vida, no para la vida como señalaba Dewey. No contemplar la necesidad de renovación constante de la escuela puede generar el distanciamiento, e incluso el no cumplimiento de las altas expectativas que la sociedad deposita en ella. Haciendo un juego de palabras, seguimos manteniendo una escuela del siglo XIX, con profesores del siglo XX y alumnos del siglo XXI.

Se ha normalizado el aburrimiento y la desafección de los alumnos. En referencia al estancamiento metodológico del modelo de escuela tradicional, hace tiempo escuché a un profesor a punto de jubilarse lo siguiente: “algunos niños salen adelante a pesar de la escuela, no gracias a ella”. Evidentemente, algo estamos haciendo mal en edades tan importantes para el correcto desarrollo de la persona. Algo hemos perdido en el camino.

El modelo de escuela tradicional se encuentra estancado en los requerimientos propios de la Revolución Industrial, no promoviendo el desarrollo integral de los alumnos. Cada vez es más urgente la creación de una nueva cultura escolar que favorezca la posibilidad en los estudiantes de ejercer de forma dinámica, crítica e integral el desarrollo de todas sus capacidades, no la mera respuesta mecánica a problemas desconectados de la realidad. Por ello, debe ser superado a través de una fundamentación científica acreditada y sobre todo, del ejemplo de prácticas metodológicas de reconocida calidad y solidez teórico-práctica. En este sentido, yo estudio la renovación pedagógica española ya que representa una larga trayectoria de compromiso socio-educativo docente, innovación pedagógica y crítica con criterio por la mejora de la educación, la cultura y la sociedad.

La renovación pedagógica es un concepto amplio y flexible que ha estado siempre íntimamente ligado al contexto histórico, político y social. Es la búsqueda de una escuela no sólo configurada como contexto académico, también entendida como motor de mejora personal, cultural y social. Ha sido promovido por parte de los sectores más críticos de la comunidad educativa, partiendo de la necesidad de buscar incesantemente mayor calidad y adecuación de la respuesta educativa a la realidad social. Por tanto, representa una actitud crítica, reflexiva, comprometida e innovadora constante, siempre favorable a la mejora de la institución escolar, y en última instancia, a la sociedad en su conjunto. Parte fundamental de la realidad que alberga podemos dividirla en dos puntos fundamentales: por un lado, diferentes colectivos docentes auto-organizados; por otro, diversos centros escolares críticos con el modelo pedagógico tradicional.

Usted habla de una renovación alejada de modas educativas transitorias e innovaciones huecas. ¿Cómo se lleva a cabo sin caer en estas prácticas?

En tiempos de ruido y velocidad, parece necesario parar y reivindicar la labor del profesor reflexivo, creativo, investigador, comprometido, ilusionado y de una gran talla intelectual. Profesores cuya cotidianidad sea ejemplo de ocupación y preocupación real por los alumnos. Debemos re-apasionar lo elemental, aunque parezca modesto, buscar fórmulas donde no haya tanta distancia entre el tiempo para vivir y el tiempo para aprender. Como docentes debemos ser sujetos críticos pero con criterio y no caer en etiquetas y modas educativas que van y vienen, algunas veces con más ruido que contenido.

Las recetas educativas no existen. La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes, por tanto, yo prefiero hablar de profesores ocupados y preocupados en generar una educación integral de calidad y con mayúsculas, no tanto de conceptos educativamente “cool” que van y vienen. Debemos estar totalmente receptivos a las nuevas innovaciones educativas que vayan surgiendo pero, igualmente, tener criterio para diferenciar el trigo de la paja. En educación hay algo muy sencillo: lo que demos a los alumnos en las escuelas, los alumnos darán a la sociedad de adultos.

En este sentido, ¿qué caracteriza su labor docente? ¿Cómo realiza sus clases en la universidad?

Creo que no hay que perder de vista nunca que la universidad es una institución fundamental en la elevación cultural, la evolución del saber y el progreso de la sociedad. Un centro superior de conocimiento con capacidad de formar personas de pensamiento y acción inteligente. Desde esta idea siempre intento promover en los alumnos un posicionamiento intelectual elevado y justificado.

La metodología que utilizo es variada, siempre conjugando teoría y práctica, potenciando aprendizajes significativos, fomentando la crítica con criterio y favoreciendo el intercambio de ideas y reflexiones. Fundamentalmente, la metodología se vertebra a través de lo siguiente: talleres, discusiones e investigaciones sobre temas históricos y actuales de relevancia, seminarios prácticos, debates, clases magistrales, cine fórum, role playing, todo tipo de prácticas y dinámicas individuales y de grupo y comentarios de lecturas.

¿Cuáles son los primeros pasos que deben tomar los profesores que quieran trabajar en esa renovación?

Uno no educa en lo que quiere, educa en lo que es. Desde nues­tro desempeño laboral debemos ser ejemplo de coherencia, revisar a fondo los esquemas teórico-prácticos en los que hemos sido for­mados y en los que se fundamenta y cobra sentido nuestra coti­dianidad. Hablo de permitir ejercer la palabra a los alumnos y no condenarlos al silencio; educar en la pregunta, no en la respuesta; educar para aprender a convivir en un mundo plural, la democracia no se aprende, la democracia se practica. En definitiva, pasar de una visión academicista centrada en la asignatura y el libro de texto a una visión centrada en la vida y el ser humano. Tal como señalaba Paulo Freire: la educación no debe brillar por su sonoridad sino por su fuerza transformadora.

¿Son las nuevas tecnologías una ayuda al respecto?

A la hora de implementar nuevos medios y conteni­dos en los procesos educativos que tienen lugar en las aulas, como las TIC y el segundo idioma, no debemos confundir entre el instru­mento con el que se trabaja algo y el fin que se pretende alcanzar. Es decir, el uso de uno u otro medio novedoso o la implementación de nuevas asignaturas, no constituyen en sí mismas una mejora o innovación si su puesta en práctica se sigue realizando desde un generalizado tradicionalismo pedagógico que condena al alumno al silencio y la apatía intelectual.

¿Es posible una reorganización de los centros en cuanto a espacios u horarios para favorecer a las nuevas pedagogías?

No solo es posible sino que se ha realizado (la historia de la educación está llena de iniciativas que muestran que casi todo está ya inventado) y se está realizando ahora mismo en una gran cantidad de centros, pero, evidentemente, cada centro a su forma, atendiendo a sus características y posibilidades, a sus debates internos y sin ser algo homogéneo. No hay llaves maestras o claves mágicas en educación, sí orientaciones más favorables que otras atendiendo al contexto socio-cultural, al momento histórico, a los profesores implicados, etc. Por tanto, cada claustro, en su realidad, debe reflexionar sobre cómo puede construir una escuela mejor, más educativa, una escuela con mayúsculas.

¿Qué valores, conocimientos, destrezas o habilidades deberían tener los estudiantes al finalizar su etapa formativa para poder hablar de un sistema educativo adecuado?

Tal como se señala en el artículo 27 de la Constitución española, en el artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos y en la legislación educativa vigente, la finalidad de la educación es el pleno desarrollo de los alumnos. Por tanto, para hablar de un sistema educativo adecuado la escuela debe educar y brindar a todos los alumnos una educación integral de calidad.
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