"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

ESTUDIO CONFIRMA QUE NIÑOS A LOS QUE SE LES ENGAÑA SON MÁS PROPENSOS A MENTIR Y HACER TRAMPA

1º Premio - Manuscrito número 9: “Con este mapa que se abre ante los ojos”

Un estudio de la “Universidad de California”: confirmó lo que mucho sospechábamos por sentido común, los niños a los que se les miente son más propensos a mentir y hacer trampa.

La afirmación se basa en un experimento por la estudiante de pregrado Chelsea Hays y la profesora Leslie Carver que involucró a 186 niños entre las edades de 3 a 7.

Entre los menores participantes, un grupo fue objeto de una mentira por parte de la persona que dirigía el experimento. Este les dijo que había un tazón lleno de dulces en el cuarto, aunque pronto confesó que era una artimaña para que los niños participaran en el ‘juego’. Otro grupo aceptó jugar sin mención de caramelos.

Como parte de los experimentos, los niños tenían que identificar una serie de juguetes solo por el sonido que emitían, como por ejemplo el Tickle Me Elmo. El último de los objetos emitía la canción de Beethoven Fur Elise, intencionalmente difícil para que los participantes no pudieran identificarla ya que no está asociado a ningún personaje, destacó Science Daily.

Durante esta pregunta la persona que controlaba el experimento hacía el ademán de que tenía que salir para contestar una llamada, por lo que se ausentaba por unos 90 segundos, lo suficiente para que los menores puedan ver detrás de la mampara que objeto es el que hacía el sonido.

Los resultados no pudieron ser más claros. Entre los participantes de entre 5 a 7 años, 60% de los que no fueron mentidos cedió a la tentación y miró a hurtadillas el último objeto. Luego, cuando fue preguntado si hizo trampa, otro 60% mintió.

Sin embargo, las cifras incrementaron notablemente al grupo que fue mentido: cerca de 80% hizo trampa y casi el 90% mintió después.

Los investigadores suponen que puede haber varios motivos para esta falta de honestidad por parte de los niños que fueron mentidos. Puede ser que imitan el comportamiento de la figura adulta o supusieron que la veracidad no era un valor muy importante para la persona. También puede ser que no sintieron la necesidad de honrar un acuerdo con alguien que percibieron como deshonesto.

Este fenómeno no se tradujo entre los participantes de entre 3 y 4 años, quienes mintieron e hicieron trampa en el mismo porcentaje sin importar si el científico fue veraz respecto a los caramelos.

Los investigadores notaron que su estudio no estuvo diseñado para encontrar las razones del incremento del número de mentiras por parte de los que son mentidos, sino para señalar que el fenómeno existe. Sin embargo, hicieron un pedido para que las personas sean honestas con sus hijos ya que esto puede tener un gran impacto en cómo crecen en el futuro.