"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

“ENTRE EL 50 Y EL 60% DE LOS NIÑOS DIAGNOSTICADOS DE TDAH NO LO TIENE”

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Una entrevista de Isabel García al psiquiatra José Luis Pedreira.

El conocido como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad se ha convertido en algo común en las sociedades modernas. El psiquiatra infantil José Luis Pedreira Massa alerta en esta entrevista de los riesgos derivados del ‘maldiagnóstico’ y apunta a las farmacéuticas como las principales interesadas en el negocio de los fármacos prescritos.


El prestigioso psiquiatra infantil José Luis Pedreira Massa lleva más de 40 años investigando el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Pedreira, que en la actualidad ejerce de tutor en la UNED compaginándolo con su trabajo en el Hospital La Luz, nos habla en esta entrevista de los riesgos derivados del sobrediagnóstico de esta enfermedad y las contraindicaciones de los fármacos prescritos en niños de corta edad.

¿Qué se conoce como TDAH?

Es un trastorno mental de expresión fundamentalmente comportamental y relacional, que aparece en la infancia y cuyos síntomas son INESPECÍFICOS, pues pueden aparecer también en el curso del desarrollo normal o deberse a otro tipo de trastornos.

¿Se trata de una enfermedad de nuevo cuño, en qué momento histórico se originó su diagnóstico?

No. No es una nueva enfermedad. Se la ha conocido de múltiples formas. A principios del siglo XX un autor español August Vidal i Parera (catedrático de Psicopatología Infantil en la Universidad de Barcelona) escribió un libro que se denominaba “Compendio de Psiquiatría Infantil” cuya segunda edición de 1908, ya incluye este tipo de trastornos con el nombre de niño atolondrado y debilidad de la atención, lo describe de una forma muy precisa y clara, exponiendo la clínica y el tipo de abordaje que debería tener, lo cierto es que ha cambiado poco en relación a aquella descripción. Luego se le denominó Disfunción Cerebral Mínima (fue el tema del Prof. JJ López-Ibor Aliño en la toma de posesión de su Cátedra de Psiquiatría en la Universidad de Salamanca, allá por los años 1972-73). Luego se habló de Hiperkinesia, de hiperactividad…. Hasta que Leon Eisenberg lo centra en TDAH y aparece en los sistemas de clasificación de la American Psychiatric Association (APA) a partir del DSM-III/DSM-III-R(*) en la década de los ochenta del siglo pasado.

¿Cuál es el perfil de un niño diagnosticado de TDAH?

Es muy variable, tiene en común: un chico difícil de manejar, con cierta inquietud motriz y que va a su bola. En estas circunstancias se habla de TDAH, pero es así de inespecífico.

¿Hay una epidemia de TDAH? ¿O el problema está en el sobrediagnóstico?

El mayor problema consiste en la inespecificidad de los síntomas y en la tranquilidad que produce poner un diagnóstico que, aparentemente, explique todo lo que acontece de disfuncional en un niño. Por lo tanto, lo que aparece es un sobrediagnóstico, una epidemia de diagnósticos, algunos profesionales lo denominan con otro eufemismo: maldiagnóstico. No sé cuál es más preocupante.

¿En qué porcentaje de casos se puede hablar de sobrediagnóstico?

Entre el 50-60% de los niños diagnosticados no lo tienen. Hay conductas normales en niños de determinada edad que a veces están muy exageradas y que producen síntomas desagradables de adaptación, pero no todo niño que responde a esto tiene TDAH. Con certeza, se puede decir que 1 de cada 3 niños diagnosticados sufre esta enfermedad. Por ejemplo, en una clase de 30 niños, no debería haber más que un caso, y resulta que hay 4, 5 o 6 que toman fármacos.

¿Cuáles son las pruebas para diagnosticar TDAH?

No existe ninguna prueba para el diagnóstico de TDAH. El único diagnóstico es clínico y por la clínica, por lo que se necesita formación y experiencia para poder diagnosticarlo.

¿Son homogéneos los criterios diagnósticos?

No son homogéneos, pues su valoración no es cuantitativa, sino que es cualitativa y se debe adecuar a la etapa del desarrollo del niño o la niña, por lo que se necesita mucha experiencia y una formación específica en hacer una buena semiología de los síntomas mentales.

¿Qué dicen los distintos organismos internacionales al respecto? (ONU, OMS)

Fundamentalmente llaman a la sensatez y a la prudencia, estimulan a trabajar de forma alternativa con padres y profesores y luego ya se verá. Si se utiliza el sistema de clasificación CIE-10 de la OMS (153 países) se diagnostica casi la mitad que utilizando el DSM-IV de la APA (un solo país: USA), pero es que con criterios del propio DSM-III se diagnostica la mitad que con el DSM-IV-TR.

De qué se deriva este trastorno, ¿cuál es el origen en términos médicos o qué factores lo determinan?

Como en muchos trastornos mentales existe una base de posible origen genético, pero es inespecífico. La genética es un factor terreno, como diría el gran psiquiatra infantil español, Julián Ajuriaguerra. Hay que considerar que la coincidencia de clínica en gemelos univitelinos alcanza al 70-80%, si fuera genético debería ser en el 100% porque este tipo de gemelos son idénticos genéticamente. En este caso lo que de verdad sería de interés es investigar por qué hay un 20-30% que no lo padecen, ya que es un elevadísimo porcentaje, pero es un tema que no interesa, posiblemente porque afecta a “la cuota de mercado”. A este origen de base genética debe unirse la interacción con el contexto de desarrollo personal, familiar y social, sobre todo del marco educativo. Factores relacionados con figuras parentales en crisis casi permanente, entonces los comportamientos infantiles responden a estas crisis y no a procesos artificiales de diagnósticos brillantes. Lo importante es determinar si los síntomas están relacionados con algún proceso psíquico u orgánico o bien son primarios. Si se determina algún proceso psíquico u orgánico es que son síntomas de ese proceso, no es algo comórbido, sino que forma parte de ese proceso. La comorbilidad es, en la mayoría de las ocasiones, una excusa para evitar el compromiso diagnóstico y la dificultad terapéutica.

En muchos casos son los profesores e incluso los padres los que llegan a diagnosticar este problema adoptando criterios que deberían regirse por profesionales, en este caso de la psiquiatría. ¿Qué valoración hace al respecto?

El diagnóstico clínico debe ser realizado por un profesional con formación y experiencia en los trastornos comportamentales y psicopatológicos de la infancia, porque es preciso realizar la semiología detallada y de forma específica. Se necesita formación específica porque es una terminología psiquiátrica, tienes que hacer la semiología para saber: cómo se presenta, dónde, con quién intensidad, con qué circunstancias y qué lo condiciona, esas son las preguntas. Los padres y profesores señalan síntomas TDAH en un 15-20% de los chicos, pero cuando a estos chicos se les realiza una entrevista y exploración psiquiátrica resulta que obtienen diagnóstico TDAH entre el 4-6%.

¿Cuáles son los fármacos para tratar el TDAH?

Básicamente son los fármacos denominados como estimulantes, cuyo representante es un producto denominado Metilfenidato (MFD), en cualesquiera de sus presentaciones galénicas (acción rápida, MFD-oros, MFD-acción retardada). Es un producto químico que tiene una acción farmacológica de tipo anfetamínico. De hecho, en la actualidad ya se comercializa una anfetamina para el tratamiento del TDAH. Un segundo grupo se corresponde con la Atomoxetina (ATX), cuyo mecanismo de acción es de otro tipo.

¿Qué consecuencias pueden derivarse de la ingesta de dichos fármacos en la salud del paciente?

Tomar un fármaco no es inocuo, el MFD y las anfetaminas tiene efectos secundarios que afectan disminuyendo el apetito, alteran la conciliación del sueño, producen irritabilidad en personas vulnerables o cuando se han prescrito por debajo de los 6-7 años pueden provocar a medio plazo síntomas de la serie psicótica y trastornos del comportamiento. Si se prolonga mucho tiempo afecta a la estatura y hay que vigilar el sistema cardiaco. En cuanto a la ATX incrementa la irritabilidad, alteraciones comportamentales y del sistema cardiaco. Estos efectos secundarios son más patentes en aquellos casos que se incluyen en el sobrediagnóstico. En general no suelen aparecer de inmediato, sino que van apareciendo a partir de un tiempo. Además hay que saber que este tipo de medicamentos tiene sus contraindicaciones tanto de tipo biológico como clínico. La administración de estos fármacos en personas vulnerables puede desencadenar síntomas de la serie psicótica, por ello es imprescindible la correcta exploración psiquiátrica. Solamente con este proceso se puede realizar una planificación terapéutica, que nunca debería iniciarse por la psicofarmacología ni ser solamente la psicofarmacología.

¿A partir de qué edad se pueden administrar estos fármacos?

A nivel internacional está reconocido que por debajo de los 6 años a ningún niño y no se está cumpliendo, con 3 y 4 años les administran directamente Metilfenidato.

¿Cuántas recetas de TDAH se expiden al año en España?

No sabemos el dato del número de recetas, pero sí sabemos que el consumo de ATX permanece casi constante en torno al 0,5%. MFD de acción rápida entre los años 2000 y 2012 se ha multiplicado por 2,5, pues ha pasado desde el 1% al 2,5%. Pero el consumo de MFD de acción retardada se ha multiplicado casi por 11 pasando del 1% en el año 2004 al 10,98% en 2012. En USA se prescribían 20 millones de recetas de MFD y Anfetaminas en el año 2000, pero en el año 2010 se prescribieron 45 millones de recetas de estos productos.

¿Qué papel juegan las farmacéuticas?

La respuesta es muy compleja y tienen muchos matices. Desde los organismos oficiales se ha desistido, como característica general, a la hora de la formación de profesionales, tanto en la reglada (por ejemplo, las resistencias para reconocer la especialidad de Psiquiatría y Psicoterapia de la Infancia y la Adolescencia) como sobre todo en la formación continuada de los profesionales. Ante este doble vacío ha existido una ocupación por parte de la industria farmacéutica de este espacio y de estas funciones formativas, bien programando directamente según sus intereses o bien subvencionando a grupos de profesionales para actividades concretas. Pero la industria farmacéutica busca un beneficio, por lo tanto, ha realizado una formación sesgada, parcial y con claros intereses particulares. Ha seleccionado a los “docentes” que les eran más favorables, han sesgado la información, han potenciado unas informaciones con relación a otras, han conseguido que su visión formara parte a la hora de confeccionar los sistemas de clasificación (por ejemplo baste ver los problemas que aparecieron en New York Times de algunos profesionales americanos que elaboraban el DSM-V con conflicto de intereses con las casas comerciales y que defendían determinadas categorías diagnósticas), han limitado alguno de los resultados de trabajos de investigación sobre fármacos concretos y en el caso del TDAH es muy manifiesto. Por lo tanto, han cercenado las posibilidades de expresión de las voces discordantes, limitando incluso la progresión profesional de estas voces disidentes porque no financiaban sus posibles líneas de investigación o coartaban su voz, incluso con descalificaciones personales y profesionales.

¿Qué tiene que decir ante esto la Agencia Española del Medicamento?

Es una buena pregunta, pero habrá que preguntarle a este organismo. Estaría bien que respondieran para que nos enterásemos.

¿Cree que el Gobierno (Ministerio de Sanidad) debería tomar cartas en el asunto?

Depende. Si lo hace como hasta ahora, lo mejor es que se quede quietecito. La Guía de TDAH realizada por el Ministerio contempla que el 85% de los autores declaran conflictos de intereses precisamente con las casas comerciales que tienen este tipo de fármacos, así que para este viaje, no hacen falta más alforjas.

¿Qué papel deben jugar los profesionales de la psiquiatría?

El papel es fundamental: Primero es reconocer que la especialidad de Psiquiatría Infanto-juvenil es ya una urgencia perentoria, lo que podría asegurar unos profesionales mejor y más específicamente formados en los trastornos mentales de la infancia y la adolescencia. En segundo lugar, debe asumir el liderazgo en este tipo de trastornos sin ningún tipo de complejos. Lo debe hacer de una forma decidida y con criterios científicos, pero sabiendo cómo contextualizar esos conocimientos con cada niño o niña o adolescente en concreto y con sus características psicosociales. El profesional no puede formarse solamente en criterios biologicistas, porque la infancia no es solamente biología.

DATOS

- Las tasas de prevalencia del trastorno a nivel mundial son muy variables oscilando del 3 al 14%. Lo más aceptado es un 4-5%.

- En España la cifra aceptada se encuentra en torno al 5-6% de total de la población. Nos encontramos a la altura de Japón, China y Alemania.

- El país que más consume farmacología es EEUU, sobre todo en afroamericanos y latinos. Donde más se diagnostica es en New York.

- Puerto Rico también figura entre los primeros puestos, pero hay dos países donde el diagnóstico destaca sobremanera: Ucrania y la India.

- Francia diagnostica 20 veces menos que USA, porque utiliza un sistema de clasificación específico de trastornos en la infancia (*).

- En Reino Unido se diagnostica menos de la mitad que en USA, porque utilizan la clasificación de la OMS.

- En Europa se suele utilizar oficialmente la clasificación de la OMS, mucho más exigente que en EEUU.

* El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, abreviado DSM), editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (en inglés, American Psychiatric Association, abreviado APA).

* Classification française des troubles mentaux de l'enfant et de l'adolescent. En Francia se contemplan categorías relacionadas con el proceso de aprendizaje y el desarrollo infantil.