"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

CONSUMO Y EDUCACIÓN

Amigo virtual

Fanny Trylesinski
Licenciada en economía, docente e investigadora.


Un reciente trabajo del Banco Mundial que trata las consecuencias para América Latina del cese del viento de cola que la ha beneficiado en los últimos años, señala que así como los indicadores sociales han sido afectados positivamente por el crecimiento económico, podrían resentirse en el futuro.

El documento se pregunta en qué medida el aumento de ingreso de las capas medias ha sido ahorrado para tiempos de “vacas flacas” o para el retiro, o invertido en la educación de los niños o si simplemente fue destinado al incremento del gasto en consumo. Estas cuestiones son particularmente relevantes para dimensionar la vulnerabilidad de estos grupos a una desaceleración económica que podría estar acompañada de una disminución del salario real y del empleo.

Nos interesa detenernos en el tema de la educación. Pero no para encararlo desde el punto de vista de en qué medida el gobierno destina recursos a la enseñanza pública, o si estos se asignan al gasto corriente y en menor medida a la inversión, o si los resultados que se obtienen están en concordancia con el esfuerzo. En Uruguay coexiste un sistema de enseñanza público con uno privado tanto en primaria como en secundaria y, desde hace ya décadas, en la educación terciaria.

Existiendo la posibilidad de acceder a la enseñanza gratuita, las razones por las cuales un hogar decide destinar una parte de sus ingresos para pagar una matrícula son diversas: sociales, religiosas, pero fundamentalmente porque consideran que la calidad que ofrece la enseñanza privada es superior.

Debería esperarse que cuando mejoran los ingresos de los hogares, la disposición de los mismos a gastar en educación aumente y, por lo tanto, debería incrementarse la matrícula del sector privado. Hay que tener en cuenta además que la gama de precios de los colegios privados es muy variada y, por lo tanto, no solamente las capas altas pueden acceder a ellos.

Si nuestro razonamiento es correcto, dado el importante aumento de ingresos de las familias uruguayas en los últimos años eso es lo que debería haber sucedido. Si además agregamos el notable deterioro de la enseñanza pública, especialmente la de Secundaria, deberíamos apreciar un fuerte aumento de la matrícula en esta rama de la educación.


Sin embargo, las cifras que se conocen no muestran nada parecido a esto. Existen datos de número de alumnos en la enseñanza media pública y privada desde el año 1992. En ese año la participación de la matrícula privada en el total era de 13% mientras que el año 2012 era de 12%. O sea que la participación privada se mantuvo incambiada en un período de 20 años. Es cierto que la crisis del 2002 implicó una disminución en la misma que la llevó al 10% pero en los últimos años la misma se recuperó para quedar en similares guarismos que en 1992.

Surge entonces la interrogante acerca de las razones de esta conducta. ¿Será que la mayoría de los uruguayos sigue imbuida de la idea de que lo público es mejor que lo privado? ¿o decididamente consideran que no vale la pena sacrificar el consumo presente en aras de invertir en capital humano? En todo caso el camino para mejorar la formación de las generaciones jóvenes seguirá dependiendo primordialmente de lo que el Estado provea en este aspecto. Amarga conclusión y menudo desafío para el futuro del país.