"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

EMILIO O LA SUBVERSIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO

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Cuesta entender que tantos que han estado involucrados en colusiones y otros cárteles de baja estofa, hayan tenido la mejor educación que brinda Chile a los hijos nacidos en su territorio. La educación de colegios ingleses o bajo la tutela eclesiástica ha dado a nuestra Patria un prototipo de empresario o ejecutivo cuyos valores están anclados en el lucro a como dé manera.

La educación de nuestros niños y niñas debiera ser la más alta tarea que nos convocara como sociedad. La formación de los hombres y las mujeres del mañana debiera ser una ofrenda para la tierra que nos vio nacer. Inexplicablemente, la educación es un tema que preocupa a unos pocos, en su mayoría a los mismos jóvenes que la reciben, que no aceptan este legado y rechazan convertirse en esos seres en los que sus padres de han transformado: bestias de trabajo y esfuerzo que transpiran para pagar la cuota de fin de mes, sea de la tarjeta de crédito o de la universidad y cuya mayor recompensa es el sueño de cada noche para despertar en la pesadilla de otro día. El panorama no es feliz. No se puede estar feliz hoy en Chile cuando el abuso se ha convertido en la norma.

Por eso es que vale la pena preguntarse sobre la educación y cuál fue la formación de aquellos dueños, directores y altos ejecutivos, esta vez de la paradigmática Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, conocida hace décadas como la Papelera y hoy como CPMC. Como también los de La Polar, de la empresa de Super Pollo o de las farmacias Ahumada y Salcobrand que, parapetados en sus altos cargos y en los diplomas de prestigiosas universidades chilenas y extranjeras, escondían su verdadera vocación de ladrones y estafadores. Cuesta entender que tantos, porque no son pocos, los que han estado involucrados en colusiones y otros cárteles de baja estofa, hayan tenido la mejor educación que brinda Chile a los hijos nacidos en su territorio. La educación de colegios ingleses o bajo la tutela eclesiástica que coincidentemente son los mas onerosos han dado a nuestra Patria un prototipo de empresario o ejecutivo cuyos valores están anclados en el lucro a como dé manera.

Por eso frente a la polémica de la selección de libros que sean parte de las Bibliotecas Públicas escolares aparece con toda propiedad un tratado de filosofía sobre la educación publicado hace más de 200 años. Su nombre original es Emilio o De la Educación, como lo tituló Jean-Jacques Rousseau y el libro que merece ser revisado es una versión ilustrada en lenguaje manga y editado por la prestigiosa editorial alemana especializada en filosofía Herder.

El libro en cuestión es una edición de tamaño bolsillo y que en sus casi 100 páginas realiza un perfecta síntesis en torno a una de las grandes preocupaciones de uno de los padres de la Ilustración y autor de uno de los más importantes libros de ese movimiento como es El Contrato Social.

En Emilio, Rousseau defiende los principios de la educación natural que en esa época eran revolucionarios y que, sin embargo, muchos de ellos siguen siéndolo hasta hoy.

Llama la atención cómo Rousseau se compadece de los más pequeños que viven sometidos a una instrucción continua basada en el aprendizaje de conceptos y memorización de lecciones.

Fiel a su idea de que el contacto con la naturaleza es la mejor manera de formar a un ser humano, Rousseau propone para Emilio una educación fuera del aula y en un ambiente amoroso. Lo que más importa para este ilustrado es la educación moral, en hacer seres humanos que hayan desarrollado los valores más esenciales a nuestra especie, como es la comprensión, la compasión, la honestidad. “La única enseñanza moral que debería impartirse a un niño es la de no hacer mal a nadie”, dice Rousseau.

Un precepto tan simple como inexplicablemente ausente del mundo que hemos heredado y desarrollado. Una ola de mal que pareciera cernirse sobre la humanidad, desplazando a esos millones de Emilios que parecieran estar perplejos y absolutamente inermes frente a la eficiencia y poder de los malvados.

Este libro en código ilustrado para la lectura de jóvenes es una manera de mostrarles la preocupación histórica sobre este tema de parte de uno de los más grandes pensadores de la cultura occidental que tanto se venera en la educación chilena. De modo que sus reclamos tienen un asidero, están anclados en la filosofía política y social de nuestra cultura. Entonces, que desconfíen de lo que la educación actual quiere hacer con ellos en cuanto a darles para leer cualquier cosa que no los haga reflexionar. Sobre todo que desconfíen de esos colegios de tanto prestigio que han descuidado la educación moral. Que estén atentos porque la subversión la tienen al alcance de la mano y de parte de un tipo que se llamó Jean- Jacques Rousseau.