"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

CÓMO DETECTAR EL ACOSO ESCOLAR EN LAS AULAS

DESCARGAR ESTE ARTÍCULO EN PDF DESCARGAR ESTE ARTÍCULO EN PDF

Un artículo de Mario Álvarez Lafuente, Psicólogo Experto en Psicología Jurídica, Forense y Penitenciaria y Máster en Criminología y Ciencias Forenses.

Seguramente muchos de los que estáis leyendo esto habéis escuchado alguna vez en los medios o a un profesor de un colegio decir algo parecido a “en este colegio no hay casos de bullying”, así como estoy seguro de que muchos de vosotros habéis presenciado, sido víctima o cometido acoso cuando estabais en el colegio. Entonces, ¿qué pasa realmente con el profesorado? ¿Nos mienten para no manchar la reputación de los centros o no son conscientes de lo que ocurre entre los escolares? Te recomiendo seguir leyendo para saberlo, seas profesor o no.


Con la noticia del suicidio de Diego, y su carta de despedida, el acoso escolar ha vuelto a ser noticia en los medios de comunicación. Incluso parece que el Gobierno va a llevar a cabo un proyecto para instalar un teléfono de asistencia a las víctimas de acoso escolar, similar al 016. Esto puede resultar de gran ayuda, pero lo realmente importante es la detección del problema en las aulas y centros escolares.

El acoso escolar viene siendo objeto de estudio de la Psicología desde los años setenta (Olweus, 1973) del siglo pasado. En España, los primeros estudios se remontan a 1989 (Viera, Fernández y Quevedo, 1989). Desde entonces, se han realizado muchas investigaciones que demuestran que el acoso no ha desaparecido de las aulas, sino todo lo contrario.

Además, las conductas de acoso escolar son cada vez más frecuentes en edades tempranas. Un estudio de 2007 mostró que se dan más conductas de acoso en primaria que en la ESO.

Sabiendo todo esto, ¿cómo puede un profesor detectar casos de acoso escolar entre sus alumnos? Hay bastantes signos que pueden indicarnos que un niño está siendo víctima de acoso por parte de su/s compañero/s y es posible que, pasando tantas horas al día con ellos, hayas notado que algo raro está pasando entre tus alumnos. Aquí van algunos ejemplos de lo que has podido notar.

Es muy posible que un alumno que antes sacaba muy buenas notas comience a bajar el rendimiento académico a causa de la ansiedad y el estrés constante. También puede ser que comience a faltar a clase de forma injustificada o presente síntomas de enfermedades (simulados o no) como: dolor de cabeza, malestar gastrointestinal, mareos, etc. Además, es posible que el chaval o la chavala que se llevaba bien con todos los profesores y alumnos se vuelva más irritable y agresivo. Estos son algunos elementos que el profesor o tutor de los alumnos puede detectar con relativa facilidad. También se podrá observar que el joven se encontrará generalmente solo cuando está en el patio o en Educación Física.

Por otro lado, para encontrar a posibles agresores entre los alumnos hay que buscar estudiantes que tengan un comportamiento agresivo, y no solo refiriéndonos a los posibles insultos o agresiones, sino a faltas de respeto, ignorar a los profesores cuando les hablan, no dejar hablar a los demás; que tengan poco autocontrol respondiendo de forma exagerada cuando se les llama la atención (por ejemplo, gritando) y que suelan dañar la propiedad, partiendo libros, cuadernos o el propio material de la escuela.

Una herramienta al alcance de todos los docentes (y de cualquiera) y que resulta útil para detectar posibles casos es la utilización de un sociograma. Un sociograma es una representación gráfica de las relaciones entre un grupo de personas. Estas relaciones se determinan mediante la elaboración de una serie de preguntas tales como: ¿Con qué tres personas te gusta más estar en clase? ¿Con quién no te sentarías en clase? Estas preguntas pueden elaborarse de forma escrita, aunque yo recomendaría hacerlo como una entrevista o charla con tus alumnos. Hablar un poco con ellos preguntándoles este tipo de cosas también puede ayudarte a acercarte más a tus estudiantes. Con los datos extraídos de estas preguntas, se puede saber si algún niño está excluido, si hay alumnos a los que los demás consideran malos, etc. Para la elaboración de los esquemas hay muchos programas informáticos como Sociomet o Ucinet.

Aparte de los profesores, muchos colegios tienen ya psicólogos trabajando en ellos y, si no son fijos del centro, forman parte de un Equipo de Orientación Educativa, que son grupos de profesionales que trabajan para varios centros escolares de una zona. Los psicólogos cuentan con una gran variedad de pruebas que permiten detectar el acoso escolar en los centros y que pueden ser administradas tanto en grupo como de forma individual.

Para detectar y evaluar el acoso escolar, tenemos el cuestionario Acoso y Violencia Escolar (AVE) (Piñuel y Oñate, 2006). Es una herramienta imprescindible para prevenir, identificar, tratar y diagnosticar el acoso (bullying), el maltrato escolar y los daños psicológicos más frecuentemente asociados a estas conductas. Mediante un cuestionario que rellena el propio alumno de 94 preguntas se obtienen 22 indicadores.

También tenemos una prueba que sirve tanto para evaluar el acoso presencial como el tecnológico. Se llama Cyberbullying: Screening de Acoso entre Iguales (Garaigordobil, 2013) y es un instrumento diseñado para realizar un cribado rápido de la presencia de acoso escolar o violencia entre iguales en sus versiones presencial o tradicional (golpes, insultos, aislamiento) y tecnológica (subir fotos privadas, hacerse pasar por esa persona para humillarla por internet, insultarle en redes sociales…). El adolescente debe indicar si durante el último año ha sufrido violencia por parte de sus compañeros, si la ha ejercido sobre otros o si la ha observado. Ello permite alertar sobre posibles problemas de Victimización (sufren acoso), Agresión (llevan a cabo conductas de acoso), Observación (presencia conductas de acoso) y Victimización agresiva (víctimas que se convierten en agresores de otros) del evaluado, así como conocer sus reacciones subjetivas como consecuencia de los mismos.

Ahora que hemos visto posibles herramientas que puede usar el profesorado para detectar casos de bullying en sus centros, podemos tratar de responder a otra pregunta: ¿qué hacemos cuando sabemos que hay casos de acoso en nuestro colegio?

Por encima de todo debemos tener una máxima: nunca debemos restarle importancia a la situación. Frases como “esos son chiquilladas” o “si luego son tan amigos” deben quedar fuera de nuestro inventario. Que ahora, siendo adultos, consideréis que llamar a alguien tonto (siendo suave) es algo inocuo, pero puede hacer mucho daño a un niño en pleno desarrollo emocional.También debemos respetar la privacidad de quien nos los cuente. Ya sea la víctima o un mero espectador, tenemos que intentar mantener en el anonimato a quien ha denunciado el acoso, para evitar posibles represalias por parte de los agresores o de otros compañeros que dejen de confiar en nosotros, aislándonos por intentar ayudar.

El apoyo hacia la víctima debe de ser continuo y tratar de evitar que se repita la situación, incluso pidiendo a algunos profesores que “le echen un ojo” cuando el tutor no pueda, como en el patio o en excursiones.También debemos mantener una línea continua de comunicación con los padres, ya sea informando de todo lo que va sucediendo, para conocer los efectos de la situación más allá de la escuela o incluso ofreciéndoles información para buscar ayuda psicológica adicional para su hij@, si lo creen necesario.

Con respecto a los agresores, no es suficiente el castigo o la expulsión, ya que esto no suele afectarle porque, por lo general son alumnos que no quieren estar en el centro. La expulsión resulta entonces más un premio que un castigo. Hay que tratar de no incriminarlos, sino de tratarlos como alguien más afectado por la situación, tratando de hacerlo partícipe del cambio de la situación. Muchas veces, los agresores lo son por motivos más allá del mero odio o sentimiento de superioridad, como pueden ser problemas personales ajenos a la escuela, problemas familiares, etc.

La etapa escolar es muy importante en nuestras vidas, y sufrir una situación de acoso durante la misma puede marcarnos para toda la vida. Es responsabilidad de todos los adultos tratar de evitar este tipo de situaciones que pueden llegar a desenlaces tan trágicos como el del joven Diego. Ya seas profesor, padre, madre o el conserje del colegio, debes tratar de ayudar en todo lo posible para frenar esto cuanto antes.