"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

EL PROFESOR QUE QUIERE ENSEÑAR, PERO NO LE DEJAN...

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"En verdad, mi papel como profesor, al enseñar el contenido a o b, no es solamente esforzarme por descubrir la sustantividad del contenido para que el alumno lo grabe. Mi papel fundamental, al hablar con claridad sobre el objeto, es incitar al alumno para que él, con los materiales que ofrezco, produzca la comprensión del objeto en lugar de recibirla, íntegramente, de mí." Paulo Freire

Enseñar es siempre una tarea compleja que se complica aún más cuando debe hacerse dentro de un sistema perverso. Hay una conocida viñeta del gran Forges, basada en una idea de Lourdes Miquel y texto de Nieves Alarcón, en la que un señor con aspecto de funcionario le pregunta a una mujer cuál es su profesión. A lo que ella contesta: "Animadora, educadora, actriz, maestra, psicóloga, guía turística, acompañante, traductora, ponente, lingüista, psiquiatra, diseñadora, formadora, escritora, dibujante, gesticulante y paseante". O lo que es lo mismo "profe de español".

Esto que Forges expresa con humor es la prueba de la gran cantidad de funciones que se han ido incorporando a la función docente con el paso de los años. Algunos se sienten incómodos ante esta realidad y reclaman que su única función es la transmisión de los contenidos de su asignatura. Otros, al contrario, reclaman situarse en el extremo opuesto y reclaman que en su función como docentes la transmisión de los contenidos de las materias de currículo es la menos importante de sus tareas.

Entre los dos extremos que he comentando existe una gran mayoría de docentes que pretenden enseñar los contenidos de las diferentes asignaturas pero de forma que resulten relevantes a sus alumnos, que sepan que hacer con esos contenidos, habilidades, destrezas y competencias para que les ayuden a tener una vida mejor. Pero, como ya he dicho antes, estos docentes quieren enseñar, pero el perverso sistema educativo no les deja.

Un sistema educativo que se caracteriza por un currículo excesivo, por la transmisión de unos contenidos distribuidos en compartimentos estancos alejados de los intereses reales de los alumnos, por un exceso de burocracia, por una deficiente formación pedagógica de los docentes para atender la diversidad en el aula y los conflictos de disciplina, por una ineficaz incorporación de las TIC, por una evaluación meritocrática basada en unas pruebas que premian el aprendizaje fingido... Todo esto dificulta enormemente la tarea de aquellos docentes que pretenden dotar a sus alumnos de las herramientas que les permitan tener una vida plena.

La mejor manera de dejar de ser un docente que quiere enseñar, pero no le dejan es no olvidar nunca que para enseñar es necesario no dejar de aprender nunca y que el verdadero sentido de la enseñanza viene dado por el aprendizaje de sus alumnos. La función de la escuela es preparar la vida y para ello son necesarios los contenidos de las diferentes materias (a los que se llega mejor si se trabaja de forma global o por
proyectos) pero también otras habilidades no cognitivas como la perseverancia, la gratitud y la meticulosidad.