EL COLEGIO QUE NO QUIERE SER BILINGÜE: "ES MUY DIFÍCIL EXPLICAR LA FOTOSÍNTESIS EN INGLÉS"
Padres, profesores y dirección de la escuela Palomeras Bajas, en Vallecas, coinciden en su postura contra la enseñanza en dos idiomas tal y como está instaurada en Madrid.
El colegio Palomeras Bajas, en Vallecas, es una isla en la marea de centros bilingües que se expande cada año en la Comunidad de Madrid. Casi la mitad de las escuelas públicas ya imparten varias de sus asignaturas en la lengua de Shakespeare, pero este centro, situado en una zona humilde de la capital, alega numerosos motivos para no aceptar el “caramelo envenenado” que creen que es este proyecto educativo con más de diez años de trayectoria.
Las características de su propio alumnado, el impacto que tiene estudiar algunas asignaturas en inglés, así como la segregación que consideran que genera entre los estudiantes, unen a profesores, padres y dirección en la misma postura. Juntos, exhiben orgullosos un cartel sin el extendido 'Colegio Bilingüe' que tan común empieza a ser en la región.
DISCRIMINADOS POR EL INGLÉS
“Cuando se ha debatido el tema entre padres y profesores todos coincidimos en la importancia de conocer otra lengua, pero creemos que esta forma no es la adecuada, es agresiva y muy dañina para un grupo muy importante del alumnado”, asegura Inma Cañas, profesora de inglés con 19 años de experiencia en este centro.
Tal y como explica la directora, Natalia Gómez, el colegio cuenta con un grupo de etnia gitana entre su población estudiantil, algo muy común en la zona, así como una treintena de alumnos con necesidades especiales: “Son niños que ya tienen cierta dificultad para adquirir los conocimientos, y hacerlo en ingles es ponérselo más difícil”.
Pero según padres y profesores, no solo los alumnos con necesidades especiales o de etnias minoritarias tienen más dificultades para aprender en este idioma. Todos coinciden en que en una misma clase hay 'alumnos de todo tipo'. “Cada familia es diferente y tenemos hijos con ritmos y necesidades distintas”, explica Javier Arcediano, presidente del AMPA.
Eva Bajo es una madre del centro con dos niños que este año cursarán 2º y 4º de primaria. Antes de pasar por Palomeras Bajas, inscribió a su hija mayor en un colegio bilingüe, según explica, “fruto del engaño por el que han pasado muchas familias”. Las consecuencias en la autoestima que mostraba por no poder seguir el ritmo la llevaron a sacarla del centro: “Me decía cosas como: 'Mamá, ojalá hubiera nacido sabiendo inglés, mis compañeros entienden, pero yo no'. Veíamos que en primero de primaria ya se estaba sintiendo incapaz, que pensaba que había hecho algo mal, y eso como madre es un sufrimiento atroz, sobre todo porque es mentira, con solo seis años tienes toda la vida para aprender”. Esther Muñoz, otra de las profesoras del centro, explica que en esos casos la consecuencia puede ser justamente la contraria a la que se quiere conseguir: “Repercute en su autoestima y aprenden a una edad cada vez más temprana a odiar el inglés”.
CONOCIMIENTO DEL MEDIO, EL TALÓN DE AQUILES
Según la legislación, los centros de Educación Primaria deben impartir al menos un 30% de las horas lectivas en lengua inglesa “con carácter preferente el área de Ciencias de la Naturaleza”. Sin embargo, se ha demostrado que hacerlo en este idioma tiene consecuencias en su aprendizaje. En un estudio realizado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en 2013, se constató que aquellos alumnos de centros con dos idiomas tenían peores calificaciones en esta área que los que habían estudiado en un no bilingüe. Como referencia tomaron la prueba de 6º de primaria que realizan todos los centros de la Comunidad en castellano.
“El área de Conocimiento del Medio es riquísima para el desarrollo de toda su lengua materna: el aprender a sintetizar, esquematizar, redactar, debatir una idea con los compañeros… Todo eso se desarrolla a través de esta asignatura y si lo hacen en inglés lo pierden”, considera la profesora Inma sobre esta materia que interesa especialmente a los niños porque les explica su entorno más cercano. “No se puede intentar ayudar a los alumnos a mejorar una determinada área de su conocimiento a costa de machacar otros”, añade en referencia al uso del inglés.
“Los libros de Conocimiento en inglés están llenos de frases estereotipadas: frase-sujeto-predicado. No hay argumentación, y eso sin duda empobrece”, considera Eva basándose en su experiencia antes de cambiar a su hija de colegio.
Ante la dificultad de adquirir conceptos como la gravedad, la prehistoria o el sistema nervioso en un idioma extranjero, muchos niños deben recurrir a la ayuda de sus padres para entender la asignatura, un motivo que también echa para atrás a los miembros de Palomeras Bajas porque condiciona el aprendizaje a un elemento externo a la educación reglada: “Yo puedo saber inglés, pero me costaría explicar la fotosíntesis a mi hijo”, cuenta Javier.
RODEADOS DE BILINGÜISMO
En la actualidad existen casi 800 centros públicos de primaria en la Comunidad de Madrid, de los cuales 359, casi la mitad, se han unido al proyecto bilingüe. En el caso de los institutos la proporción es menor: de 315, solo 135 enseñan en dos idiomas. Es decir, en los once años de proyecto (se puso en marcha en el curso 2005/2006 con 26 colegios), de media unos 45 centros han colgado cada periodo lectivo el cartel que les acredita para la enseñanza en inglés.
Desde las coloreadas vallas del Palomeras Bajas ven cómo poco a poco los colegios de la zona se suman al que fue el 'proyecto estrella' de Esperanza Aguirre durante su presidencia de la Comunidad. Según denuncian, el programa educativo está generando dos redes de colegios, que conllevan una segregación del alumnado. Mientras que los estudiantes con mejores habilidades o predisposición a aprender en otro idioma se quedan en los centros bilingües, los “no capaces” se ven relegados a abandonarlos y buscar alternativas en la educación convencional. “Está generando una discriminación social que si se hiciera de otra manera, la sociedad la habría rechazado totalmente, pero así está quedando muy camuflada”, apunta Esther. “Va en contra del espíritu de la escuela pública donde debemos entrar todos”, añade Eva.
Según lo que ven en su entorno, esto provoca, además, que los colegios que enseñan en un solo idioma estén perdiendo en el nivel y cantidad de su alumnado, lo que los obliga a unirse al proyecto para no sufrir recortes y ser más atractivos para las familias. De hecho, recientemente han visto cómo un colegio cercano ha acabado cediendo a 'pasarse de bando' por ese motivo: “Estaba perdiendo solicitudes por tener colegios bilingües cerca y ya le habían quitado uno de los grupos por curso que tenía”, explica Javier, quien no teme que pase lo mismo con el colegio de sus hijos por contar con un proyecto propio basado en la enseñanza individualizada “que lo hace atractivo”.
“CHANTAJES” PARA CAMBIAR SU POSTURA
La Comunidad de Madrid les ha propuesto en varias ocasiones que se incorporen a la enseñanza en dos idiomas a cambio de otras 'concesiones': “La administración nos bombardea de forma periódica. Nos convoca a reuniones para motivar al claustro y las familias para que elijan esa opción. Y además chantajean diciendo, por ejemplo, que tendremos más profesorado de apoyo”, explica Inma, que ha sido miembro de la dirección en el pasado.
Ante su inamovible postura, están viendo cómo se les niegan otras cuestiones necesarias para el centro: “Te dicen que no hay dinero, pero resulta que para otros centros sí lo hay, es una excusa. Si a nosotros han tardado diez años en pintarnos el centro, en otros han tardado cinco”, explica Esther. Como prueba más palpable, tienen aprobada la construcción de un gimnasio desde hace diez años pero sin construir por falta de presupuesto, aunque otros de la zona sí lo han obtenido. “Si eres díscolo y no entras por donde ellos quieren, no cuentes con su ayuda”, cuenta Inma sobre esta y otras cuestiones que les han enfrentado a la Administración en el pasado.
FALTA DE DEBATE Y EVALUACIÓN
Mientras un año más limpian las aulas y ordenan libros y juguetes para dar la bienvenida al nuevo curso, los miembros de este colegio vallecano ponen la vista en el futuro con cierto pesimismo y resignación, solos en una batalla que casi nadie comparte. “La situación está bastante enquistada, la opinión general sigue siendo que la enseñanza bilingüe es la panacea”, cuenta Inma. “No ha habido ningún tipo de reflexión o evaluación que valore los pros y contras del proyecto”, denuncia Esther.
En su opinión, una buena enseñanza del inglés no va necesariamente ligada al método bilingüe, sobre todo en España, donde la realidad social es que fuera de las horas lectivas no hay una inmersión real en la lengua anglosajona. Apuestan más bien por “mejorar las competencias”, con grupos reducidos que faciliten la interacción e invirtiendo en el profesorado. “Por mucho que lo llamen 'bilingüe' es falso, porque la realidad es que es imposible que un niño hable y redacte en inglés igual que en castellano. Hacen falta muchas cosas más y mientras se está perdiendo otro conocimiento”, apunta Javier.
“Hay mucho sufrimiento de familias que se han sentido 'engañadas', porque nos lo han vendido como lo mejor. Y todos queremos lo mejor para nuestros hijos”, añade Eva. En su caso, ahora tiene que hacer media hora cada día en coche para llevarle a este centro porque en Vicálvaro, donde reside, solo queda un colegio que no sea bilingüe. Aun así, lo hace “encantada” por el cambio que ha visto en su hija: “Es una niña totalmente diferente, siente que puede, se comunica con los demás, no tiene nada que ver”.