"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

LA EDUCACIÓN DEL FUTURO QUE DEBERÍA SER PRESENTE

26

Un artículo de Marta Ruiz Galloso, pedagoga.

Muchos son los artículos que vemos publicados sobre la Educación del Futuro, los cambios que necesita nuestro modelo educativo, las reformas constantes que se producen y que no benefician a nuestros hijos, la necesidad de introducir cambios en el aula para adaptarla a los nuevos tiempos, etc… Llevamos años pensando en ese futuro que nunca llega. Y aunque hay un pequeño boom de escuelas innovadoras o alternativas, aún queda mucho por avanzar, sobre todo en la educación pública.


La educación, por deformación profesional, siempre ha estado presente en mi vida, y desde que soy madre, aún más, puesto que me preocupa muy mucho el mundo que estamos construyendo para nuestros hijos, el legado que le vamos a dejar, y cómo ellos se tienen que formar para su desarrollo como personas. Si queremos cambiar “algo” o “todo” de la sociedad que nos rodea, debemos empezar desde la base. Y esa base se encuentra en dos ámbitos: en la familia y en la escuela. Cada uno de ellos con sus funciones básicas, pero conectadas entre sí, estableciendo puentes, abriendo puertas y derribando los muros que las separan actualmente.

¿QUÉ FUNCIONES DEBE TENER LA FAMILIA?

Bajo mi punto de vista la familia debe proporcionar seguridad, confianza y sobre todo amor incondicional. Y esto debe trabajarse el día a día y desde que los niños son pequeños, a través de la comunicación positiva, la escucha activa, el diálogo y el respeto. Muchos son los patrones que venimos arrastrando y que no son otra cosa que mitos que no tienen solidez alguna, pero que se han introducido en el pensamiento y en la manera de tratar a nuestros hijos sin beneficiar en absoluto a su desarrollo como personas. Por ello, nosotros como padres y madres, también debemos cambiar, debemos formarnos, debemos aprender constantemente, ocuparnos de conocer qué ocurre en cada etapa de los más pequeños, y actuar en consecuencia. Debemos exigirnos a nosotros mismos, la perfección que constantemente le pedimos a nuestros hijos. Nos preparamos durante nuestra vida para muchas cosas, menos para lo más importante, ser padres y madres

¿Y CÓMO DEBERÍA SER LA ESCUELA?

La escuela debería, en primer lugar, eliminar barreras, muros y “papeleo administrativo”, para evolucionar en tres aspectos básicos:

* El alumno como protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje. Una escuela donde se tengan en cuenta las necesidades de los más pequeños, su ritmo de aprendizaje y su manera de aprender. No todos los niños aprenden de la misma manera, ni al mismo ritmo.

* Hacer más que escuchar. Está más que probado que los niños aprenden mucho más haciendo, que con una explicación teórica. Por ello, habría que adaptar la distribución de las aulas, los materiales (menos papel, más juego y aprendizaje manipulativo).

* El docente como guía, dinamizador o entrenador, eliminándose la concepción de transmisor del conocimiento. Actualmente, la información está a disposición de todos, ya no existe la concepción de acumular conocimiento puesto que está fácilmente al alcance. Pero sí hace falta el docente como ayuda, como guía para tratar esa información y desarrollar el conocimiento.

Las escuelas actuales nacieron con unos objetivos concretos, en la época industrial, pero ahora todo ha cambiado, y las necesidades son completamente distintas. Ahora debemos fomentar lo que nos hace realmente humano, las relaciones. Y es aquí donde entran en juego las emociones, la educación emocional, y como objetivo último la inteligencia emocional. Durante muchos años, las emociones se han dejado de lado, incluso no se permitía la expresión de las mismas, y más si éstas eran negativas. Estamos acostumbrados a ver cómo se le dice a los niños “no llores”, “no pasa nada” (cuando le sucede algo, que seguramente sea lo más importante en su día); a no tener en cuenta la motivación y la ilusión en el aula, puesto que lo primordial son las calificaciones. Y esa energía que tienen los niños, y las ganas innatas de aprender, se van mermando conforme van avanzando por el sistema educativo. Y esto, como es evidente, nos ha llevado a una sociedad como la que tenemos, en la que “pensar” y “crear opinión” es un bien cotizado.

Por último, hay que avanzar en el entendimiento de los dos ámbitos, creando conexiones y sinergias entre los integrantes de los mismos con el fin de hacer iniciar cambios que propicien la mejora del sistema educativo, el crecimiento positivo de nuestros hijos, y por ende, una sociedad más sana, libre y responsable.

Llegar a este punto es mi sueño, y espero que pronto pueda ser una realidad.