"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

"EL ENTORNO NO ESTÁ ADAPTADO PARA LOS NIÑOS SUPERDOTADOS Y ESO HACE QUE SUFRAN"

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Con un coeficiente intelectual de 160, la vida de este madrileño de 19 años no ha sido nada fácil. "Tendemos a ayudar a los que están por debajo de la media porque asumimos que los que están por encima no necesitan ayuda", lamenta. Él quiere ser profesor y contribuir a mejorar el sistema educativo para que los chavales con altas capacidades se sientan apoyados y motivados. Madrid acogió recientemente el IV Congreso Nacional de Superdotación y Altas Capacidades, el que expuso el problema del fracaso escolar entre estos niños.

Juan Julián Elola y su mujer pasaron meses angustiosos hasta que les comunicaron que los serios problemas, tanto de conducta como de salud, que tenía su pequeño se debían a que es superdotado. "Estas noticias suelen empezar por un aspecto negativo. Lo que nos dijeron los profesores de Guille fue que necesitaba un psicólogo y eso para los padres de un niño de cuatro años no es nada grato", cuenta. "Estuvo hasta en estudio en el hospital por vómitos y dolores de estómago y todo al final era una fobia escolar, que se debía a que tiene altas capacidades", recuerda.

La Organización Mundial de la Salud define a una persona superdotada como la que tiene un coeficiente intelectual superior a 130, a lo que solo llega el 2% de la población. El de Guille es de 160. Esto, que a priori parece positivo, puede convertirse en un calvario para un niño que desde muy corta edad se aburre en clase, no se ve motivado y se siente distinto, lo que le lleva a la rebeldía, al fracaso escolar y a dificultades para relacionarse.

"Ahora sabemos que es eso lo que suele ocurrir, pero cuando llegas de nuevas crees que una cosa es que tenga altas capacidades y otra lo que le pasa. No sabes relacionarlo", relata Juan Julián. Una de sus primeras reacciones en aquel 2002 fue acudir a internet y de esta forma contactaron con otros matrimonios en la misma situación. "Cuando logras saber qué le pasa a tu hijo, resulta que no encuentras dónde darle una solución. Por eso creamos la Asociación para el Apoyo Emocional a la Sobredotación Infanto-Juvenil [AAESI]", continúa, una organización que nació con ocho familias y que ahora ronda el medio centenar.

"Yo lo he llegado a pasar muy mal", reconoce Guille, hoy con 19 años. Él se enteró de que era superdotado a los seis, cuando le anunciaron que iban a adelantarlo de curso. "Llevaba un tiempo visitando a la psicóloga del colegio y en un momento dado me dijo lo que pasaba y que desde el equipo de orientación, junto con mis padres, habían tomado esa decisión", relata. Fue así como dio el salto de Primero a Tercero de Primaria. Este madrileño considera que en esa primera fase tuvo "mucha suerte". "El centro se portó bien. Lo pusieron con alumnos un año mayores, con los que se encontraba más a gusto", refiere su padre.

Las cosas cambiaron con el paso a Secundaria. Nuevo centro, nuevos compañeros y nuevos profesores que en muchos casos le dieron "un trato diferente". "Empecé a darme cuenta de que para encajar tenía que sacar peores notas y que ser listo no está bien visto en este país", lamenta este joven, quien denuncia haber sufrido bullying en la etapa del instituto, de compañeros y también de algún docente.

"Cuando un niño con altas capacidades pregunta algo que el profesor no ha dado o levanta la mano para corregirle no es para hacerse el listo, es porque realmente quiere saber más. Si cada vez que habla los compañeros le miran mal y el profesor le contesta mal, alguien que puede sobresalir y tener una carrera espectacular no llegará a nada", apunta.

Ese trato, unido a una falta de hábito de estudio, provocó que las notas de este chico cayeran, hasta el punto de que le llegó a quedar alguna asignatura para septiembre. "Aunque para estudiar una página haya gente que necesita tres horas y a mí me valga con una, si no estudio esa hora no llego al sobresaliente", explica. "Al principio sacan los cursos sin esfuerzo, pero cuando tiene que esforzarse carecen de esa costumbre", agrega su progenitor. Los estereotipos llevan a pensar erróneamente que las notas de estos chavales tienen que ser brillantes, lo que a su vez contribuye a su frustración si no llegan al diez.

Madrid acogió recientemente el IV Congreso Nacional de Superdotación y Altas Capacidades, en el que se puso de manifiesto que la mitad de estos niños fracasa en el colegio. Guille estudia Matemáticas porque quiere ser profesor y así, señala, contribuir a mejorar el sistema para que estos chicos se sientan apoyados y motivados. "Me parece increíble que en el máster que tengo que estudiar después de mi carrera para dar clase en Secundaria se dé Psicología pero no se dé apenas el tema de las altas capacidades", reclama. "Es mejor formar correctamente al personal docente para que sea capaz de detectar y de tratar con esas personas que aislarlas en institutos y colegios exclusivos para ellas", opina. Y pone como ejemplo que a él le resultó más beneficioso para aprender a integrarse en la sociedad apuntarse a un equipo de fútbol que las clases semanales del Programa de Enriquecimiento Extracurricular de la Comunidad de Madrid a las que asistió durante al menos dos años.

El debate sobre si es bueno o no crear centros de educación específicos para niños superdotados está abierto. "Lo adecuado sería no darle importancia. Normalizarlo", considera este universitario. "Si ya a un niño con altas capacidades le cuesta relacionarse, si lo aíslas y solo lo relacionas con otros niños como él, más aún", afirma. "Siempre me he relacionado mejor con adultos que con gente de mi edad. Afortunadamente conseguí pasar por ello y en la Universidad es otro cantar", señala.

Guille, que estuvo yendo al psicólogo hasta hace un año, habla ahora desde la perspectiva de quien lo ha pasado mal pero ha superado sus problemas y quiere apoyar a quienes estén en su misma situación: "El entorno no está adaptado para los niños con altas capacidades y eso hace que sufran. Tendemos a ayudar más a los que están por debajo de la media porque asumimos que los que están por encima no necesitan ayuda. El sistema educativo español tiene muchas cosas que mejorar, esa entre otras".

Desde AAESI abogan por una enseñanza lo más personalizada posible: "Se hace con determinados grupos y habría que extenderlo. Es cuestión de empezar a girar el concepto de educación".