"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

TDAH: LLEGAN LAS GOMINOLAS DE ANFETAMINA. ¿EN QUÉ MOMENTO NOS HEMOS VUELTO LOCOS?

Tesis Doctoral de Noemí Siverio en PDF

Cuando éramos críos nuestras madres tenían una insana obsesión con unos supuestos camellos que “regalaban droga en la puerta del colegio”. Nosotros oteábamos desde el patio con la esperanza de encontrarnos con los susodichos, pero no hubo suerte: un dealer nunca va a tener la paciencia de formar a una generación de adictos a los que proveer en el futuro.

Pero hete aquí que con varias décadas de retraso las pesadillas húmedas de las madres se hacen realidad, aunque ahora el traficante no es un matao con pit-bull sino un eminente doctor con bata blanca: los niños de EE.UU. ya pueden desayunar una dosis de anfetamina en forma de chuche. Su nombre es Adzenys, que suena como una marca de cereales, pero en realidad son unas píldoras de anfetamina con sabor a fruta para tratar a los niños con déficit de atención, que ya son legión, en Estados Unidos y también en España .

¿Gominolas de anfetamina? ¿En qué momento nos hemos vuelto locos? Según cuenta The Fix, un medio especializado en adicciones, “Adzenys es una anfetamina soluble de amplio espectro, el ingrediente activo en medicamentos como el Adderall. Viene en seis dosificaciones, entre 3,1 y 18,8 mg, y fue aprobado por la FDA [la agencia del medicamento de EE.UU.] en enero para pacientes a partir de seis años”. Efectivamente, no se trata de una broma.

Las gominolas de anfeta son el paso “lógico” para los niños diagnosticados con TDAH, entre un 5 y un 7% de los niños entre 6 y 16 años. A los niños no les gusta tragar pastillas, así que engullir unas chuches afrutadas entra dentro de lo normal, si definimos los estándares de normalidad dentro de la lógica de una sociedad enferma, claro: Neos Therapeutics, la farmacéutica detrás de Adzenys, tiene un ejército de 125 comerciales dispuestos a convencer a los médicos sobre la bonanza de recetar las gominolas espídicas.

El uso de anfetaminas para encauzar el déficit de atención puede resultar paradójico, pues “consigue el mismo efecto que busque alguien que tome café para concentrarse o el que tiene tomar un Red Bull para conducir”, según nos contaba en una entrevista el psicólogo Marino Pérez, firme detractor al propio concepto de déficit de atención: “El déficit de atención no existe. Es una enfermedad inventada por las farmacéuticas para vender anfetaminas”. El biólogo y divulgador científico Pepe Cervera va aún más lejos: “Durante el último cuarto de siglo se está llevando a cabo el experimento social no controlado más atroz de la historia: drogar con anfetaminas durante años a millones de niños a lo largo del periodo en el que su cerebro está creciendo y estructurándose”.

Cuando tres millones de niños (sólo en Estados Unidos, otros 400.000 en España) son diagnosticados con déficit de atención tal vez lo que deberíamos aplicar esa vieja máxima que dice “estar adaptado a una sociedad enferma es un síntoma de enfermedad” o, dicho de otro modo, ser tomado por loco (o su equivalente, el deficitario de atención) en una sociedad neurótica es un signo de lucidez. No droguen a sus párvulos, que ya lo harán ellos solitos cuando crezcan.