"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

LA ESCUELA QUE CASTIGA EL ERROR: ¡NADIE ES PERFECTO!

SUMARIO DEL LIBRO

Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.

"Aprendió tanto de sus errores que cuando tropezaba, en lugar de caer, volaba." (Álex Rovira)

La vida consiste en aprender, aprender y volver a aprender; en escoger, seleccionar, decidir y, en ocasiones, equivocarse para aprender, aprender y volver a aprender.


Siempre he creído que una de las cosas que aprendí en mi paso por la educación formal (escuela, instituto y universidad), y que más me ha costado superar, es el miedo al error. Aún hoy en día me sorprendo, de vez en cuando, lamentándome amargamente por haberme equivocado al tomar una decisión, todo y que sé que esa equivocación me lleva a aprender, me acerca un poco más al éxito.

Los centros educativos no deberían centrarse en lo que han hecho sus alumnos sino en lo que pueden llegar a hacer. El error no es, por supuesto, un objetivo de la escuela, pero sí su gestión para alcanzar el aprendizaje.

La escuela enseña a sentir vergüenza por cometer errores, por equivocarse: ¡Qué gran error! Cometer errores no debería verse como un problema sino como una oportunidad. Actualmente, en nuestros centros educativos se aprende a ver el error como fracaso (como pérdida), se castiga con el suspenso (con la exclusión). Claro que el error debe tender a evitarse (debemos equivocarnos lo menos posible), pero si se produce (e inevitablemente se va a producir en un momento u otro, es una situación u otra) debe aprovecharse su potencial como un paso más en el camino del éxito.

Castigar el fallo tiene un efecto inhibidor, te impide intentar cosas distintas, lleva a una baja autoestima y a la búsqueda de atajos para lograr el éxito (en el caso de la escuela: aprobar sin que en realidad se produzca aprendizaje).

En una educación que tiene como propósito enseñar a los alumnos y alumnos a ser críticos, emprendedores y creativos hay que gestionar de otra manera el error. Los errores deben analizarse para establecer estrategias para subsanarlos. El miedo al error lleva al bloqueo, al inmovilismo, al pensamiento único e imposibilita la posibilidad de adaptación a nuevas situaciones. La educación debe proporcionar las herramientas para revertir las consecuencias del error. Cada fallo debería suponer el reconocimiento de la necesidad de mejorar y la responsabilidad de buscar respuestas efectivas para subsanarlo.

Es cada día más necesario que al salir de la educación formal sigamos pensando en lo que Charles Chaplin expresó con tanta belleza: "Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme."