"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

LA EDUCACIÓN DE LA ERA INDUSTRIAL A LA DIGITAL

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Ken Robinson, Francesco Tonucci, Bernardo Stamateas, y la ministra de Ciencia y Tecnología de Argentina, Alicia Bañuelos, opinan sobre la educación. Del modelo para la era industrial debe hoy desarrollarse dentro de la nueva exigencia de la era digital.

En el artículo de Cristian Sortinon publicado por El Diario de la República (Argentina) opinan y plantean serios interrogantes sobre el futuro educativo, y que compartimos con fines educativos – pastorales.

“Bajo este esquema se pensó la institución educativa, pero de aquellos años. Cincuenta, sesenta, setenta años después, la metodología de enseñanza y muchos de sus programas son casi idénticos, con los pupitres de siempre, tan duraderos como cualquier ideología conservadora” ¿Qué opina?

La educación escolar, un sistema cada vez más aburrido y atrasado

Especialistas locales y extranjeros coinciden en que la escuela hace tiempo que atraviesa una profunda crisis. Los chicos perdieron el interés, los padres chocan con los docentes, y en el medio queda un saber que no responde a estos tiempos.

Todos los países del mundo están reformando su educación pública. El problema es que tratan de llegar al futuro haciendo lo mismo que en el pasado, alienando a millones de niños que no ven el propósito de ir a la escuela”. La visión del escritor y conferencista británico, Ken Robinson describe un modelo tradicional e histórico de escuela que hace tiempo que está en crisis. Así también lo ven diversos analistas, profesionales y directivos nacionales y provinciales, quienes explicaron que hace tiempo que los chicos tienen intereses, actitudes y prácticas distintas a la de sus padres y abuelos, además de estar atravesados por celulares, computadores, redes sociales y estímulos permanentes. Ante este escenario, como un pequeño paso hacia adelante, San Luis ofrece una alternativa a través de las Escuelas Públicas Digitales, las Escuelas Digitales Multilingüe y las futuras Escuelas Innovadoras.

Uniformes de punta en blanco, planillas de asistencias y timbres que en realidad nacieron para organizar los tiempos en las industrias. Bajo este esquema se pensó la institución educativa, pero de aquellos años. Cincuenta, sesenta, setenta años después, la metodología de enseñanza y muchos de sus programas son casi idénticos, con los pupitres de siempre, tan duraderos como cualquier ideología conservadora.

“El cuaderno que yo usé hace muchísimos años, y que conservaron mis padres, es similar al que usa hoy mi nieta”, asegura el reconocido psicopedagogo italiano, de 75 años, Francesco Tonucci, quien a su vez dijo que hay estudios norteamericanos que demuestran que “no hay una relación entre la evaluación escolar y el éxito en la vida. Ser buenos alumnos, no lo garantiza. Y tenemos claros ejemplos, incluso de gente que ganó premios Nobel, como Albert Einstein, quien fue suspendido durante la escuela incluso en la misma disciplina donde después ganó uno. Es decir, son mundos totalmente separados”, agregó el especialista.

Pero más allá de ser testigo del paso de varios alumnos “burros” o “indisciplinados”, que luego de abandonar o terminar el ciclo a duras penas, lograron cumplir sus sueños y ser reconocidos mundialmente, el colegio mantiene sus metodologías y cada vez pierde mayor relación con los chicos y se enfrenta un poco más a los padres. “Es más, hoy los papás se pelean con los docentes. Y nunca hay que descalificarlos, porque ya los mismos maestros viven la educación con una enorme dosis de estrés. Tenemos que armar una alianza con la familia”, dijo Bernardo Stamateas.

En diálogo con El Diario de la República, el reconocido psicólogo y escritor argentino explicó que el cambio depende del nivel de rigidez y flexibilidad que cada uno tenga para adaptarse. Por ello, al verlo como una amenaza, se lo enfrenta con una resistencia; mientras que si es considerado una oportunidad de crecimiento, será aceptado libremente.

“Años atrás había una relación asimétrica entre padres e hijos, donde los grandes enseñaban y los chicos escuchaban el saber. Hoy se modificó, porque cualquier niño tiene el acceso al conocimiento a través de las redes sociales, incluso ellos son los que enseñan en tecnología por ejemplo. A su vez, hay otros intereses, porque al simetrizarse esa relación, ellos tienen más presencia virtual que real. El problema es que hay una gran falla en las habilidades afectivas”, introdujo Stamateas y siguió: “Es decir, cada vez tienen menos tolerancia al fracaso. Por eso duran poco en el trabajo, porque conocen de los sucesos, pero no de los procesos. Algunos piensan que es un tema sólo de suerte. Entonces, no le encuentran utilidad al largo plazo, sino que viven en el eterno aquí y ahora. Y en conclusión, si no le encuentran un sentido a lo que están estudiando en ese momento, lo viven como una molestia y se aburren. No lo quieren. Tomemos el caso de Messi (por la renuncia a la Selección tras perder la final de la Copa América). El otro día me consultaba una mamá porque su hija quería dejar la universidad porque había desaprobado un examen. Y le respondí: decile que primero apruebe la evaluación y después abandone. No hay que irse en la frustración, sino, en todo caso, en el éxito”.

Además, Stamateas planteó la diferencia entre el pensamiento convergente, que pone una respuesta ante una pregunta (¿quién descubrió América?; ¿quién cruzó Los Andes?), y el divergente, que busca la variedad de posibilidades (¿por qué lo hizo Colón?; ¿por qué es considerada una de las grandes hazañas de la historia militar universal?).

“Tenemos que sumar toda la modalidad de la inteligencia emocional, porque hoy no alcanza con las habilidades técnicas. Hoy no alcanza con tener una cámara para sacar una buena foto, hay que ser un buen fotógrafo. Por eso hay que unir la inteligencia intrapersonal, que es la capacidad de conocerse a uno mismo en sus debilidades y fortalezas; con la interpersonal, que es la de conectarse con el trabajo de equipo”, estableció el psicólogo argentino autor de “Quererme más” y “Emociones tóxicas”, entre otros libros.

Otro de los puntos que sostienen esta crisis apunta a la falta de adecuación de los contenidos y la estructura cuando los países ampliaron la obligación escolar hasta los 13 y 14 años, además de abrir más el sistema a todas las clases sociales sin tener en cuenta las diferencias culturales.

“La escuela no se interrogó cómo hacer para que sea para todos realmente. Porque pasó de recibir una minoría de estudiantes, de un gran nivel sociocultural, a niños de clase obrera que entraban y no sabían nada. Esto claro que produjo un desastre, en el sentido que la mayoría de los alumnos entran a una institución pensada para pocos, que son los que tienen las bases y saben qué significa leer y escribir, y el valor de manejar bien estos lenguajes. Y la mayoría no entiende nada. Por eso, según los datos internacionales, los pobres siguen siendo los suspendidos, los que expulsan, los que fracasan, etcétera”, dijo Tonucci.

Desconectados de la realidad

Si bien nadie desconoce la potencia de la tecnología en general, en muchas instituciones parecen tratar de tapar las redes sociales con la mano. Por lo menos así lo plantean muchos docentes que prefieren la tiza y el papel antes que la computadora, y castigan a los que sacan sus celulares durante la clase. Esto también forma parte de un modelo de antaño, según critica Robinson.

“Me parece que el incremento del síndrome de la poca atención va en paralelo al incremento de los estímulos. Los niños están viviendo el período de estímulos más intensos de la historia de la tierra. Están siendo asediados por información que llama su atención, desde computadoras, iPhones (una línea de teléfonos inteligentes), avisos publicitarios, cientos de canales de televisión. Y por eso son penalizados, porque se distraen, pero ¿de qué?, de cosas aburridas”, lanzó el conferencista inglés.

Pero no todos están desconectados, o por lo menos no les importa estarlo. Para la ministra de Ciencia y Tecnología, Alicia Bañuelos, la clave está en que los niños sepan leer de corrido y, en esta era, a partir de las plataformas digitales.

“Es el primer problema que tenemos en América Latina. Ya el informe PISA (evalúa el rendimiento de los estudiantes a partir de exámenes específicos, y así determina y establece un ranking internacional) establece que el 53% del alumnado tiene un nivel menor de 2 en esta área, es decir, que no sabe leer correctamente. Y el tema es que esa herramienta es básica, porque si uno no entiende lo que ve, se aburre; y más aún con los dispositivos digitales que se desarrollan a partir de imágenes y palabras”, contó Bañuelos y avisó que siempre es necesario garantizar, mantener y actualizar la infraestructura.

“Durante el gobierno anterior empezamos a quedarnos sin conectividad, y donde había, no era suficiente. Entonces, cuando el ancho de banda no es bueno ni estable, se genera un perjuicio tanto para el docente como para el alumno. Porque el profesor si quiere presentar una clase con algún video online y no puede hacerlo porque no se puede conectar, al tercer o cuarto intento directamente saca las filminas de siempre. Mientras que los chicos no llevan más la compu, si no pueden usar la red”, puntualizó Bañuelos, quien esta semana mantuvo reuniones en Estados Unidos en busca de nuevas capacitaciones y cursos online para los colegios puntanos.

Más allá de la falta de actualización de los contenidos y las metodologías, lo más paradójico es que el término ‘escuela’, para la Grecia antigua significaba tranquilidad, tiempo libre y “aquello que merece la pena hacerse”, nada más alejado de la realidad.