"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

LA EDUCACIÓN EMOCIONAL MEJORA EL APRENDIZAJE Y LA MEMORIA

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Un artículo de Ana Díaz, periodista.

La emoción es esa energía codificada en la actividad de cientos circuitos del cerebro que nos mantiene vivos. Es nuestra energía base, sin ella nos encontraríamos deprimidos y apagados. Alguien con la emoción apagada no podría ver ni a un elefante que pasase junto a él. Y esa emoción puede apagarse por muchas y variadas circunstancias. Según afirma el neurocientífico Francisco Mora Teruel, “cuando se produce un apagón emocional en el niño, sus consecuencias para la vida en el colegio, para aprender y memorizar, son muy negativas”.



El profesor Mora asegura que “las emociones encienden y mantienen la curiosidad y la atención y con ello el interés por el descubrimiento de todo lo que es nuevo, desde un alimento o un enemigo a cualquier aprendizaje en el aula. Las emociones son la base más importante sobre la que se sustentan todos los procesos de aprendizaje y memoria”. Por eso, a nadie se le escapa que cualquier acontecimiento nuevo asociado a un episodio emocional, bien sea de placer o de dolor, permite un mayor y mejor almacenamiento y evocación de lo sucedido”.

Estudios que lo demuestran

Durante la presentación del IV Informe de la Fundación Botín sobre Educación Emocional y Social se puso de manifiesto que el bienestar es fundamental para adquirir de manera satisfactoria nuevos contenidos, ya que se ha comprobado que los resultados académicos mejoran cuando se trabajan las habilidades sociales, la resolución de conflictos y la gestión de emociones intensas.

Uno de los estudios que ilustran los efectos de la educación emocional y la interacción social de los niños en el colegio es el que se hizo con niños de ocho años que estaban internados en un orfanato en Bucarest, Rumanía. Este estudio contó con dos grupos de niños. Al primero de ellos se le puso en un programa de ayuda emocional intensa (afecto y empatía) y al segundo no. Al estudio se añadió un tercer grupo de niños de la misma edad (no pertenecientes al orfanato) y que seguían sus enseñanzas regladas en un colegio.

Pasado el tiempo del programa de entrenamiento todos los niños realizaron un test muy sencillo consistente en sentarse delante de un panel que contenía dos pequeñas ventanas iluminadas con luz neutra y un botón. La tarea (que se explicó a los niños) consistía en apretar un botón situado en el panel delante de ellos cada vez que la luz de una de las ventanas se encendía de color verde, pero no hacerlo si, paralelamente a la luz verde, se encendía una luz roja en la otra ventanita. Se trata de una tarea que requiere de una atención constante y sostenida y también de ejecutar o inhibir una conducta, funciones básicas para una función ejecutiva (ya que incluyen la atención y el control de impulsos).

Tanto los niños pertenecientes al grupo del orfanato que habían seguido el programa de ayuda, como los niños del grupo de control (escolarizados) mostraron una mejor atención sostenida, cometieron menos errores y utilizaron tiempos más cortos que los segundos, los que no recibieron el programa de ayuda.

Este estudio mostró dos cosas:

* Que los niños privados de afecto presentan déficits en la adquisición normal de funciones ejecutivas (atención sostenida y control de la impulsividad).

*Que una intervención temprana de afecto puede paliar los efectos.


Bibliografía:

Mora Teruel, Francisco. Neuroeducación. Alianza Editorial.

IV Informe sobre educación emocional y social de la Fundación Botín.