"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

DOCENTES POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO

DESCARGAR ESTE ARTÍCULO EN PDF

Un artículo de Jordi Martí, docente.

Ahora que hay miles de opositores que estos días se presentan para lograr una ansiada plaza, en libre concurrencia, que les permita optar a trabajar en la escuela pública, conviene recordar que, en nuestro país, hay algunos docentes que, sin pasar por ningún proceso selectivo y, simplemente siendo seleccionados por una determinada organización religiosa, se encuentran dando clase en la misma. Docentes que, a diferencia de los anteriores, no deberán sufrir el mes de junio y julio en procesos selectivos o preocuparse para obtener una determinada plaza en los concursos de traslados o esperar las ansiadas comisiones de servicio porque son docentes por obra y gracia del Espíritu Santo. Sí, para aquellos que lo intuíais, estoy hablando de los docentes de religión.


No entiendo cómo puede haber docentes en la pública que, sin ningún criterio conocido y cuya regulación se realiza al margen de la administración educativa, puedan cobrar del erario público y no puedan ser removidos de su puesto salvo que lo ordenen desde la diócesis a la cual pertenezcan. No, no me cuadra que, incluso en los casos en que el alumnado ya no haya optado por dar religión, no pueda ser suprimida su plaza y deban ser reasignados a otro tipo de actividades para completar su horario lectivo y seguir cobrando a final de mes incluso que no estén realizando ninguna actividad docente -o, en este caso, adoctrinadora-. Sí, si un docente de religión no puede cubrir su horario, no se le puede suprimir del centro y deben asignárseles actividades que no impliquen la docencia directa como puede ser encargarse de la biblioteca del centro o, incluso, regar las plantas del centro.

O sea que, docentes que en su inmensa mayoría sólo sirven para poner películas y calificaciones fantásticas -no sea que se queden sin personal- son recolocados, por acto divino, cueste lo que cueste. ¿Os imagináis que, por cuestiones horarias, desaparece una línea de la ESO y que, lo anterior obliga a que dos docentes, funcionarios con plaza definitiva, deban largarse del centro y, en cambio, que el docente de religión quede a 8 horas lectivas y se le permita seguir cobrando como si impartiera 20? Pues sí, lo anterior sucede. No es producto de ninguna imaginación calenturienta.

Y ya, cuando se usa a los docentes de religión para impartir apoyos, en detrimento de una plaza de un funcionario o interino que podría crearse, la situación ya es de traca. De traca y dice muy poco de bueno de los equipos directivos que lo permiten. Sí, yo trabajé en un centro educativo cuya docente de religión impartía lengua castellana en primero de ESO. Y no era un apoyo, era una asignatura curricular. Algo que denuncié en su momento y que, por cuestiones varias y poderes fácticos que todos conocemos, fue completamente escondido debajo de una gran alfombra que tiene la administración para esos temas que afectan a cuestiones eclesiásticas.

No, no entiendo que haya docentes elegidos a dedo cobrando de los impuestos de todos pero, aún menos entiendo que haya docentes contratados directamente por una cúpula eclesiástica que, sin pasar por ningún proceso transparente o aportar más mérito que ser declarados “aptos” (o idóneos) por el responsable de la iglesia de turno, puedan estar blindados en centros educativos públicos. Y ya, rizando el rizo, en algunos casos -especialmente aquellos que son curas- obligan a adaptar sus horarios por ley a las misas que deben celebrar con lo cual los horarios del resto de docentes quedan hechos unos zorros. Yendo mucho más allá de lo incomprensible.

Creo que ya empieza a ser hora de regular ciertos aspectos y, por desgracia, hay mucho trabajo que hacer en los centros educativos. Y no, no es una crítica al docente de religión que se busca la vida, es una crítica al sistema que permite lo anterior.