"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
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Un artículo de Fernando Trujillo, profesor de la Universidad de Granada.

“La actualidad es la eclosión de las fuerzas impersonales que dominan el mundo e imponen lo que toca.” Josep Maria Esquirol. 2015. La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad. Barcelona: Acantilado.

Y así, de repente, todo el mundo comenzó a hablar de Aprendizaje basado en Proyectos. No fue de la noche a la mañana, desde luego. Ha hecho falta más de un siglo desde los trabajos de Dewey o Kilpatrick en el contexto norteamericano o de Giner de los Ríos y de Bartolome Cossío en España pero finalmente podemos hablar de una importante presencia, aun minoritaria pero creciente, del ABP en el sistema educativo español.

Las señales están claras. Una lectura perspicaz de la normativa permite ver puertas y ventanas abiertas al ABP en los decretos de currículo y en una enorme variedad de órdenes e instrucciones emanadas de la Administración. En el ámbito de la formación, tenemos cursos, discretos y masivos, sobre ABP y los centros del profesorado no dan abasto a programar más ponencias y seminarios sobre proyectos. En un plano más social, todo tipo de premios reconocen el valor y las aportaciones de los docentes y los centros que hacen ABP y en las redes sociales es difícil no encontrarse cada día con un nuevo proyecto seguido de su correspondiente hashtag. Creo que podemos afirmarlo sin ambages: ha llegado la hora del #ABP.

¿Me hace esto feliz? Sí. Por un lado, creo que he contribuido humildemente a difundir y popularizar el ABP a través de diversas iniciativas, cursos, ponencias y publicaciones tanto en la red como en papel. Mi compromiso en los últimos años con el Aprendizaje basado en Proyectos ha sido total así que su actual popularidad debe hacerme feliz.

En la raíz de tal compromiso está el convencimiento de que ha llegado el momento de pasar del paradigma de los contenidos a un paradigma distinto, que bien podría ser el paradigma de la acción. La escuela no puede seguir siendo una institución dedicada a la doma y selección de menores con la memorización de contenidos como principal actividad. Esa escuela, hoy, es agente de frustración, desigualdad y fracaso: no contribuye a la felicidad ni presente ni futura de buena parte del alumnado, y la felicidad debe ser el objetivo de todo ser humano a lo largo de la vida - mal que le pese a algunos que prefieren hablar de esfuerzo cuando en realidad piensan en una escuela para unos pocos marcada por el sufrimiento o el aburrimiento.

Sin embargo, como dice Esquirol en la cita que abre esta entrada, lo que llamamos la actualidad no es un hecho fortuito sino más bien una eclosión. Como he dicho anteriormente, ha llegado la hora del ABP... ¿pero se debe a que esas fuerzas impersonales que dominan el mundo han decidido que así sea?

Hay señales que debemos analizar y que provocan mis sospechas. Sobre todas ellas, el hecho de que el ABP esté siendo tan bien recibido por todo tipo de perfiles ideológicos, tanto desde la perspectiva de los centros como de los docentes y otros agentes externos (administración y otras instituciones públicas y privadas), me hace pensar que, por un lado, parece una herramienta neutra ideológicamente cuando en realidad lo que ocurre es que encaja bien en el marco ideológico imperante.

Diversos autores han señalado esta posibilidad. Así, Richard Sennett (2006)(1) ve en los proyectos "el elemento que sustituye al puesto de trabajo en la nueva economía flexible". Dado este paso, Christian Laval (2004), quien analiza en su libro La escuela no es una empresa , cómo la ideología neoliberal ha ido ocupando la escuela pública de manera absoluta, afirma, citando a Danièle Blondel, que (2) “hay una manera muy sencilla de lograr que los enseñantes accedan a esta cultura de empresa, que consiste en impregnarlos con la idea de proyecto en la medida en que la empresa moderna se define esencialmente por esta noción. El término empresa ¿no es acaso sinónimo de realización de un proyecto? Igualmente para la OCDE, la pedagogía del proyecto se presenta como el mejor aprendizaje de la empresa”.

¿Puede, por tanto, el ABP ser la estrategia formativa para el nuevo capitalismo - en palabras de Richard Sennett - como la instrucción directa lo fue para la economía industrial? Entiendo que así puede ser: el ABP encaja con el marco cultural e ideológico del nuevo capitalismo y eso explica su actual popularidad y su más que probable establecimiento como metodología imperante en los sistemas educativos de las sociedades “avanzadas”.

La pregunta que resta por hacer es si el ABP, además de ser una herramienta del nuevo capitalismo, puede ser algo más: ¿puede el ABP ser una estrategia de emancipación y para la búsqueda de la felicidad? Pienso que sí pero no será fácil y tiene que darse las cuatro condiciones que señala Esquirol en el libro que comenzamos citando: toma de conciencia, memoria, esperanza y acción.

Así pues, si haces ABP te hago abiertamente cuatro preguntas. En primer lugar, ¿sirven tus proyectos para tomar conciencia de las estructuras de dominación a las cuales estamos sometidos y sobre las consecuencias de tal dominación? Si te preguntas cuáles son esas estructuras de dominación y sus consecuencias, te recomiendo que leas, entre otros, a Byung- Chul Han y su libro La Sociedad del Cansancio, donde explica cómo nos hemos convertido en sujetos de rendimiento que se autoesclavizan hasta la extenuación - como también logramos hacer con nuestros estudiantes hoy en la escuela.

En segundo lugar, ¿sirven tus proyectos para lanzar la mirada atrás y adelante para comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos? Si el proyecto no permite a los estudiantes empoderarse a través del conocimiento - lo cual implica lectura, reflexión, diálogo, discrepancia y debate sereno e ilustrado -, entonces tus proyectos están vacíos de contenido relevante por muy sorprendentes y atractivos que parezcan.

Y en tercer y cuarto lugar, ¿sirven tus proyectos para despertar la esperanza en nuestra capacidad de transformación de eso que llamamos realidad y que no es más que una construcción social?¿Demuestran tus proyectos a tus estudiantes que es posible el cambio y que el futuro no puede ni debe estar determinado, por muy difícil que parezca abandonar el individualismo, conciliar voluntades, pensar en el bien personal como un elemento del bien común y disponernos para la acción transformadora? Si es así, ese ABP es emancipador y merece la pena; si no es así, estarás preparando buenos trabajadores para el nuevo capitalismo pero puede que no estés preparando ni buenos ciudadanos ni buenas personas.

En conclusión, ha llegado la hora del ABP pero ahora tenemos que conseguir repensarlo para que se convierta en una estrategia de emancipación y de transformación de la sociedad. Hemos dicho en repetidas ocasiones que el ABP contribuye a promover un aprendizaje memorable(3) para el alumnado; ahora es necesario que consigamos que el ABP sea también una experiencia memorable para toda la sociedad: la reforma pendiente no consiste en cambiar la escuela, consiste en cambiar la sociedad.

Referencias:

1 Sennett, R. 2006. La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona: Anagrama

2 Laval, C. 2004. La escuela no es una empresa. El ataque neoliberal a la enseñanza pública. Barcelona: Paidós.

3 Véase http://fernandotrujillo.es/stoner-tu-seras-maestro-la-ensenanza-como-enamoramiento/