"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

EL ALTO PRECIO QUE PAGAN LOS NIÑOS CON TRASTORNOS DE APRENDIZAJE

El nacimiento del yo conceptual

Un artículo de Mario Valdez.

Todas las notas que se escriben sobre patologías que provocan trastornos del aprendizaje, refieren con machacona insistencia a los problemas que presentan los niños que las padecen, las características neurológicas de cada patología, cómo se ven estos chicos afectados y qué debe hacerse para solucionar el problema. Y está bien que así sea, ya que es prior informar a padres y docentes sobre cada uno de estos ítem, ya que en forma permanente se experimentan y descubren nuevos aspectos que enriquecen el conocimientos de las neurociencias, una ciencia tan nueva como maravillosa. Pero en esta nota, deseo referirme a otro costado de esta problemática, cual es el precio que pagan estos niños. Un alto precio en frustraciones, reclamos de adultos, caída de autoestima, necesidad de esfuerzo redoblado y tiempo robado a la merecida distracción.


Es común escuchar que antes de ser diagnosticados, los niños con déficit de atención son tratados en su casa de “colgados”, “tontos”, “distraídos”, “aplastados o terribles”, (si agregan hiperactividad o no), “vagos” y un sinnúmero de motes más, todos tan peyorativos, como demandantes y arbitrarios. Podría también agregar lo que sucede con los niños que padecen patologías del espectro autista, con Trastorno apracto-agnósico o disléxicos, quienes son sobre-exigidos, cuestionados y hasta castigados, por no responder a las expectativas que se tienen de ellos, de su respuesta y de los sueños previos de los padres.

Ahora bien, estos mismos niños, una vez que cuentan con un diagnóstico neuropsicológico adecuado y las correspondientes indicaciones de los médicos neurólogos; una vez que padres y docentes son informados de las características de la patología que padece; una vez que se le realizan las adecuaciones necesarias en la escuela y la familia entiende las particularidades de su hijo; y una vez que el niño comienza con el tratamiento neuropsicológico y neuropedagógico que necesita, “mágicamente” cambia en gran forma su calidad de vida. Atrás queda el alto precio pagado en castigos, tratamientos peyorativos por parte de hermanos, padres y en algunos casos, docentes; atrás quedan las frustraciones por no poder cumplir lo que los papis le piden, por haber empezado a creer que en efecto, él o ella es una persona inferior, sin inteligencia o sin futuro. Pero a partir de ese momento, no deviene el final feliz de los cuentos de hadas. No, claro que no. Comienza una nueva etapa en la que es más respetado, más comprendido y alentado, pero… ¡Está todo por hacer! Ya no alcanza con ir a la escuela, hacer los deberes en un rato, mientras mira la televisión y a olvidarse de las obligaciones hasta mañana. Ese niño, quien pagó precios humillantes antes del diagnóstico, será a partir de ahora una persona muy ocupada. Al horario normal de la escuela, deberá agregarse la hora de la maestra particular, la hora del tratamiento neurocognitivo, el tiempo de los deberes en casa, etc, etc. Todo resulta más largo, más gravoso y requiere de mayor paciencia, tanto para él como para los padres, ya que estos niños deben esforzarse más que cualquier otro, deben pensar más y dedicarle todo el tiempo posible a lograr, lo mismo que los demás consiguen sin proponérselo.

CONSIDERACIONES FINALES

Por todo lo expuesto, deseo resaltar y premiar a todos estos futuros hombres y mujeres, que crecerán sabiendo que el camino de la vida está sembrado de dificultades, pero ninguna lucha habrá de resultarle imposible, porque desde muy pequeños han debido esforzarse enormemente para conseguir los objetivos. Cuando algunos de sus pares, ya adultos, se sientan deprimidos por los obstáculos que se les presentan, aquellos niños que fueron llamados: “tontos, distraídos, hiperactivos, disléxicos o torpes”, recibirán su justo premio por el precio pagado. Mientras tanto, es primordial no agobiarlos con exigencias de doble escolaridad, estudios complementarios extra-curriculares, deportes que no desean practicar o cualquier otra actividad que no sea recreativa. Nunca debemos olvidar que son niños y que deben vivir una vida de niños. Es fundamental alentarlos permanentemente en sus logros, aunque sus tiempos no concuerden con nuestras expectativas y por sobre todo, los papis deben recordar que la detección temprana de patologías de origen neurobiológico, como son la mayoría de las que provocan dificultades de aprendizaje, les ahorrará a sus hijos lágrimas y dolores que no merecen.