"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

CAN BATLLÓ ACOGERÁ LA PRIMERA ESCUELA AUTOGESTIONADA DE CATALUNYA

SUMARIO DEL LIBRO

Ubicada en terrenos del Ayuntamiento de Barcelona, la futura 'Arcadia' abriría puertas en 2018 y llegaría hasta 4º de ESO.

Sin deberes para hacer en casa, con pocos profesores que "conozcan muy bien a cada alumno", sin "grupos clase" por edad ni exámenes trimestrales, con "laboratorios" comunes para aprender desde la experiencia, con contacto diario con las asociaciones y actividades del entorno… El proyecto de la escuela Arcadia dibuja un modelo educativo muy alejado del mayoritario. Apuesta por un modelo "comunitario", que definen como una tercera vía ante el binomio público-privado. Se ubicará en una nave de propiedad municipal en el recinto industrial de Can Batlló –el faro de los movimientos vecinales y cooperativos del área metropolitana de Barcelona– y, si los preparativos avanzan con fluidez como hasta ahora, abriría en 2018 como la primera escuela 100% autogestionada de Catalunya.

Noemí Valero y Joan Bardella son dos de los seis maestros que impulsan el proyecto. La primera presentación, este junio (2015) en Can Batlló, despertó un gran interés y desde 2011 cuentan con un pequeño núcleo de familias que les apoyan. Este julio el Consorcio de Educación de Barcelona –formado por ayuntamiento y Generalitat– ha validado su propuesta educativa y ya la ha remitido al consistorio para que reciba el siguiente visto bueno. En materia urbanística, esperan firmar "en unos meses" el preacuerdo de cesión del suelo para poder empezar las obras de la futura escuela, que se ubicaría en el Bloc 11 de la reconvertida fábrica de Sants-La Bordeta. Aunque el gobierno municipal de Xavier Trias ya había avalado su propuesta de forma oficiosa, el trámite formal depende del nuevo gobierno de Ada Colau, muy cercano a las tesis de Can Batlló.

"El concepto de la escuela es el de una gran ciudad, Arcàdia –que toma el nombre del paraíso bucólico de Virgilio–, con tres 'barrios' para las etapas de Infantil, Primaria y ESO", detalla Noemí Valero. En cada barrio habrá "laboratorios" comunes para todos los alumnos, como el de Salud, que incluiría educación física; Social, desde el que se articularía la relación con el resto de colectivos de Can Batlló; o Medio, que integraría Música. También habrá "laboratorios de aula", con material didáctico adaptado a cada edad, por ejemplo sobre las letras y los números en la etapa Infantil. Todas las clases –unos 2.000 m 2 – tendrán acceso directo al patio –de unos 1.000 m 2 – y los pequeños podrán entrar y salir cuando quieran. "Se comprometerán a realizar un aprendizaje intelectual y manual, a veces en grupo y a veces solos, en el laboratorio o en el espacio que crean más conveniente", explica. "Así, si tienen que leer media hora al día, podrán hacerlo en una aula, en el patio o en casa", ejemplifica. Para las tareas no individuales, podrán trabajar con alumnos de otras edades, por 'barrios' o por afinidad. Entre los valores centrales de la escuela estará la cooperación y la 'libertad responsable'.

¿Y los controles? "Hay muchas maneras de comprobar que el trabajo se va haciendo y si se ha entendido bien un contenido", responde. "Los alumnos adquirirán compromisos a muy corto plazo, por ejemplo una semana, por lo que haremos una especie de 'evaluación muy continua' con herramientas como las fichas de observación, la autoevaluación o la exposición de resultados a los compañeros", responde. Estos materiales servirán también para rellenar los documentos estandarizados de la conselleria de Educación y acreditar el aprendizaje. "La escuela tendrá su número de centro y expedirá las titulaciones oficiales, con los mismos contenidos curriculares que el resto de escuelas, la diferencia estará en cómo se adquirirán estos conocimientos", recalca Valero. La clave, advierte, será "conocer muy bien a cada niño": "Los profesores no terminaremos la jornada a las cinco como los estudiantes, sino que nos reuniremos cada día las horas que haga falta para compartir qué ha hecho cada alumno, qué aprende más rápido o menos, cómo podemos motivarle…". La escuela será de una única línea, con 15 alumnos "como máximo" de cada edad.

Sobre los deberes, son tajantes: "Estamos radicalmente en contra, ¡es explotación infantil!". "Claro, como los niños no tienen convenio laboral, pues les hacemos trabajar todo el día, cuando estando bien motivados tienen más que suficiente con el horario escolar", sostiene Joan Bardella.

En otros puntos de Barcelona hay también proyectos educativos alternativos, que se autodefinen como 'educación libre' y suelen llegar hasta los 3 años o hasta los 6 como mucho. En otras ciudades grandes, como Esplugues de Llobregat o Tarragona, también hay grupos en marcha. Sin embargo, a los impulsores de la Arcàdia no les entusiasma el apelativo de 'escuela libre': "Es un paraguas muy amplio, que engloba experiencias muy distintas –señala Joan Bardella–; nosotros queremos una escuela de continuidad, que abarque todas las etapas educativas y se rija por métodos innovadores, rigurosidad científica y resultados medibles".

Un millón en obras y 350 euros mensuales por niño

La construcción de la escuela se hará por fases, para facilitar su financiación. Así, en septiembre de 2018 se inauguraría el centro con el barrio de Infantil y cinco profesores, cada curso entraría una promoción nueva hasta abrir el barrio de ESO en 2024 y llenar todas las franjas de edad –de 3 a 16 años– en 2028. En total, una década de puesta en marcha. La primera fase de obras calculan que costará un millón de euros, que financiarán con un crédito de una entidad de banca ética y con bonos participativos, es decir, préstamos de mil euros a cinco años –con intereses, como los bonos del tesoro o dela Generalitat– directamente de particulares. También buscarán partners, en especial universidades, para que cofinancien la construcción a cambio de hacer investigación y prácticas en el colegio cuando ya esté en marcha.

Además, desde 2011 un grupo de más de 20 familias simpatizantes realizan una aportación mensual de 50 euros que se deposita en Coop57 y servirá para becar a futuros alumnos sin recursos. Este punto, el de las becas, no es baladí. Al no ser una escuela pública y subvencionada, el coste de las cuotas de la escuela podría resultar excluyente y dificultar la vocación iniciar del proyecto, que se dirige en especial "a las clases populares". Si la escolarización pública supone para el ministerio de Educación un coste por alumno de 650 euros mensuales, en la Arcadia calculan que será de 350 euros, incluidas las obras y el material didáctico. "Hay que tener en cuenta que una escuela concertada ya cuesta alrededor de unos 400 euros...", justifica Noemí Valero. "Y haremos un gran esfuerzo para reducir todos los extras, por ejemplo no habrá libros de texto personales sino que serán parte del aula y se complementarán con dossiers elaborados por nosotros y búsquedas del alumno en la biblioteca e internet", subraya. "Hemos elegido Sants y no Pedralbes porque queremos que haya mezcla de perfiles y clases, así que invitaremos a las familias con más recursos a ayudar a las que tengan menos y los profesores nos hemos comprometido a retornar una parte del sueldo en forma de becas durante los primeros años", agrega.


'Made in' Can Batlló La filosofía de 'ayuda mutua' de la futura escuela ya tiene su expresión en los preparativos, en los que participan varios grupos vinculados a Can Batlló. Por ejemplo, el plan financiero y la asesoría legal –quieren constituirse como 'cooperativa de trabajo asociado sin ánimo de lucro'– lo han diseñado en colaboración con Coópolis, el grupo que impulsa la creación de una 'Barcelona Activa' de las cooperativas en la antigua fábrica. Y el preproyecto técnico lo ha hecho otro colectivo vinculado a Can Batlló, la cooperativa de jóvenes arquitectos LaCol. La escuela estará en una nave muy significativa, además, la número 11 que 'conquistaron' los vecinos y han rehabilitado con sus propias manos a base de matinales de trabajo voluntario y recolectas.

Incluso la definición del centro tiene mucho que ver con el ideal autogestionado que caracteriza a este 'hub' barcelonés. "El debate sobre qué es público y qué es privado lo hemos trabajado mucho estos años en Can Batlló, por eso nos definimos como comunitarios, porque no queremos desentendernos y delegar la gestión de todo lo público en el Estado", defiende Bardella. "Jurídicamente no podremos ser una escuela pública, pero tampoco nos consideramos privada porque no tendrá ánimo de lucro, será de acceso universal y con una gestión abierta al entorno y participativa", recalca. "Hay un gran número de familias que no se siente identificada con el sistema actual de escuelas públicas homogéneas y mientras no se diversifique será imposible cumplir con el ideal de la implicación de los padres en la educación", avisa.