"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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Saber o no saber, esa es la cuestión

El ESPECTRO DE LA CONCIENCIA

Este artículo es una reproducción de la nota 3 de la obra FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL.

Wilber, en su obra El espectro de la conciencia , aborda de un modo epistemológico dos modos de saber : el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no-dualidad entre sujeto-objeto), dos modos de saber diferentes pero complementarios. Según Wilber (2005a: 55-56):

Esos dos modos de conocer son universales, es decir, han sido reconocidos de una forma u otra en diversos momentos y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, desde el taoísmo hasta William James, desde el Vedanta hasta Alfred North Whitehead y desde el Zen hasta la teología cristiana. (…) También con toda claridad en el hinduismo.

Sin embargo, la civilización occidental es la historia del primer modo de saber que ha evolucionado hasta la extenuación de su “rígida estructura” dualista con el surgimiento de la mecánica cuántica. Esos dos modos de saber también son contemplados por los padres fundadores de la relatividad y de la física cuántica (Wilber, 2013) y, correlativamente, aluden los mundos antagónicos entre la ciencia y la religión, respectivamente, entre el saber racional y el metafísico, ambos aunados por los “místicos cuánticos” en un racionalismo espiritual adoptado como filosofía transpersonal y convirtiéndose en un fundamento epistemológico para un nuevo paradigma de conocimiento integrador de la filosofía con la espiritualidad (Martos, 2015).

Dicho cambio de paradigma cognitivo es imperceptible para muchos coetáneos, sin embargo, va a incidir irremediablemente en la transformación de la conciencia colectiva, y generará consecuentemente cambios de paradigmas pensativos en el “yo” (psicología), el “nosotros” (moral y culturalmente) y el “ello” (ciencia y naturaleza). Y esos cambios psicológicos, sociológicos, culturales, morales y científicos van a ser una tarea ingente por descifrar desde el actual nivel de ignorancia colectiva (Mayos et al., 2011), pues las instituciones sociales y cognitivas (científicas y educativas) están siendo ninguneadas por Los amos del mundo (Navarro, 2012), unos mercaderes sin escrúpulos que anteponen el “yo” al “nosotros”. De ese atasco de la conciencia colectiva, de esa crisis cultural, de ese mundo chato (1), solo se puede salir colectivamente mediante un cambio de paradigma cognitivo que afecta a nuestro tradicional sistema de pensamiento occidental (capitalismo), y que requiere de una integración entre el “yo”, el “nosotros” y el “ello”. Y para dicho fin, es más necesario que nunca hacer metafísica, buscar las causas primeras en palabras de Aristóteles, y no quedarnos en la planicie de un mundo chato donde la razón se disocia del espíritu, como si tal cosa fuera posible, pues los que así piensan no han vislumbrado aún que separar la razón del espíritu es crear los dualismos que han llevado a la deriva del pensamiento occidental, buscando asir la “realidad” mediante el desprecio de la trascendencia espiritual, así como una disociación del “nosotros” y un reduccionismo positivista del “yo”. Desolador pensamiento occidental.

NOTA:

(1) Wilber (2005b: 177):

Los grandes e innegables avances de las ciencias empíricas que tuvieron lugar en el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustración, nos hicieron creer que toda realidad podía ser abordada y descrita en los términos objetivos propios del lenguaje monológuico del “ello” e, inversamente, que si algo no podía ser estudiado y descrito de un modo objetivo y empírico, no era “realmente real”. Así fue como el Gran Tres terminó reducido al “Gran Uno” del materialismo científico, las exterioridades, los objetos y los sistemas científicos [denominado por Wilber como una visión chata del mundo].

BIBLIOGRAFÍA:

Martos, Amador. La educación cuántica. Un nuevo paradigma de conocimiento. España: Amazon, 2015 (1ª ed.), 2017 (2ª edición revisada y ampliada).

Mayos, G., Brey, A., Campàs, J., Innerarity, D., Ruiz, F. y Subirats, M. La sociedad de la ignorancia. Barcelona: Ediciones Península, 2011.

Navarro, Vinçens. Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero. Barcelona : Espasa libros, 2012.

Wilber, Ken. El espectro de la conciencia. Barcelona: Kairós, 2005a.

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005b.

Wilber, Ken. Cuestiones cuánticas. Barcelona: Kairós, 2013.
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conciencia transpersonal

LA CONCIENCIA TRANSPERSONAL

Este artículo es una reproducción del capítulo 4-5 La conciencia transpersonal de la segunda parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Hasta aquí la argumentación, pienso, magistralmente expuesta por Ken Wilber respecto a los dos modos de saber. Desde el surgimiento de la física cuántica, tal es el debate entre los materialistas científicos (método científico) y los mal llamados “místicos cuánticos”(método trascendental). Dicha dicotomía cognitiva, en realidad, es una réplica epistemológica entre la ciencia como medio de conocimiento objetivo y el misticismo como conocimiento revelado que plantean las diversas religiones. Por tanto, el debate que se plantea desde el surgimiento de la física cuántica es el encontronazo entre la racionalidad y la espiritualidad (Laszlo, 2007), una cuestión de hondo calado abordada pedagógicamente como La educación cuántica y que propugna ese nuevo paradigma de conocimiento donde el “misticismo cuántico” debe ser reconsiderado como filosofía transpersonal.

Sin embargo, dicha cuestión también puede ser consultada en Cuestiones cuánticas, una obra de Ken Wilber (2013) que recopila los escritos místicos de los físicos más famosos del mundo. Son unos escritos místicos de los científicos más eminentes de nuestra era, los padres fundadores de la relatividad y de la física cuántica. Todos ellos, con un lenguaje asequible y ajeno a la terminología técnica, expresan su convicción de que la física y la mística, de alguna manera, son complementarias. Sin lugar a dudas, son cada vez más los científicos que escapan de la exclusiva mirada del materialismo científico y abrazan a la espiritualidad.

Ken Wilber, en esta magistral clase de filosofía de la ciencia, nos demuestra que hay dos modos de conocer: el método científico y el trascendental, diferentes pero complementarios. El primero languidece con el pensamiento occidental al proyectarse el sujeto en el objeto, el materialismo, el poder de la razón destruyendo la biosfera, en definitiva, todo un racionalismo pragmático; y el segundo, el racionalismo espiritual, es el artífice de un nuevo mundo que vislumbra el empoderamiento consciente de las personas, y cuya primera condición es trascender el ego para ver la vida de un modo compasivo, y que para cambiar el mundo, hay que comenzar precisamente por uno mismo, uniendo la sabiduría (Droit, 2011) y el amor (Hüther, 2015) en una nueva percepción consciente no dual, pues conocimiento y amor son como dos caras de la misma moneda donde, el saber sin amor, es puro egoísmo.

Es dicho proceso de autopoiesis desde la razón al espíritu colectivo el causante del problema epistemológico entre los materialistas científicos y los místicos cuánticos. El método científico como único medio de llegar al conocimiento, mediante la física cuántica, ha llegado a los confines del universo: el propio sujeto, pues objeto y sujeto son una y la misma cosa. Todo un giro copernicano del “ver para creer” al “creer para ver”, uno nuevo paradigma de conocimiento propuesto por los místicos cuánticos al aunar ciencia y espiritualidad, restando así supremacía respectivamente a los poderes fácticos quienes controlan la ciencia, y a las religiones quienes obnubilan la razón de sus fieles. Dicha introspección inquiere, inexorablemente, de un nuevo paradigma de conocimiento, una tarea ya emprendida por científicos como Ken Wilber (2005a), Fritjof Capra (2000), Amit Goswami (2010), Rupert Sheldrake (1994), Deepak Chopra (2007), Joe Dispenza (2012), Jean-Pierre Garnier Malet (2012), Bruce Lipton (2007), Félix Torán (2011), Pim Van Lommel (2012), Alexander Eben (2013), Michio Kaku (2007), Eduardo Zancolli (2003), Francisco Barsonell (2012), José Miguel Gaona (2012), etcétera.

Hay dos modos de saber. Que cada cual, según sus convicciones, elija el suyo. Sin embargo, mediante la sabia argumentación de Ken Wilber, esos dos modos de saber se constituyen en sustratos epistemológicos y permiten diferenciar respectivamente entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable (Martos, 2015), entre la ciencia y la religión, entre la razón y el espíritu. Con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, el Espíritu comienza a tomar conciencia de sí mismo, lo cual, entre otras cosas, introduce en el mundo la conciencia moral, una moral, por cierto, completamente ajena al mundo de la naturaleza. Por tanto, el Espíritu está comenzando a despertar a sí mismo, conocerse a sí mismo a través de los símbolos, los conceptos, dando así origen al mundo de la razón y, en particular, al mundo de las morales conscientes. Así, pues, la naturaleza es Espíritu objetivo, mientras que la mente es Espíritu subjetivo. En ese momento histórico -en el momento en que la mente y la naturaleza se diferenciaron-, el mundo parece escindirse en dos, la mente reflexiva y la naturaleza reflejada, pero la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. En opinión de Shelling, esta síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento, es una intuición mística directa. Para Shelling, y también para su amigo y discípulo Hegel, el Espíritu se enajena de sí mismo para dar lugar a la naturaleza objetiva, despierta a sí mismo en la mente subjetiva y termina retornando así en la pura conciencia inmediata no dual en la que sujeto y objeto son uno, y la naturaleza y la mente se funden en la actualización del Espíritu. El Espíritu se conoce a sí mismo objetivamente como naturaleza, se conoce subjetivamente como mente y se conoce absolutamente como Espíritu. Esos tres momentos también son conocidos como subconsciente, consciente y supraconsciente, o dicho de otro modo, prepersonal, personal y transpersonal; o preracional, racional y transracional; o biosfera, noosfera y teosfera (Wilber, 2005b: 396-398).

Todo ello, traducido en términos evolutivos y psicológicos (Laszlo, 2004), equivale a decir que El gen egoísta (Dawkins, 2002) puede ser trascendido conscientemente Más allá del ego (Vaughan y Walsh,2000), dicho de otro modo, el egoísmo puede ser trascendido hacia la compasión y, respectivamente, la conciencia personal hacia la conciencia transpersonal (1) (Martos, 2008). Así, desde dicha perspectiva, la afirmación de Dawkins (2002: 3) de que “el amor universal y el bienestar de las especies consideradas en su conjunto son conceptos que, simplemente, carecen de sentido en cuanto a la evolución”, es un simple reduccionismo desde el materialismo científico, obnibulado por una prepotencia racional en cuanto causa explicativa al obviar que el Kosmos (2) es autotrascendente y regido por los veinte principios (3). Dicho de otro modo, La evolución del amor (Hüther, 2015) ya es contemplada desde la neurobiología y la sociobiología como un fenómeno de la evolución humana pues, más allá del valor de los genes egoístas o la superviviencia del más fuerte, interviene la capacidad de elección de pareja por motivos distintos a la simple atracción física o el instinto reproductor. Para Hüther, a pesar del surgimiento de la razón y del pensamiento crítico, el sentimiento del amor sigue siendo importante por su influencia en el futuro de la especie humana pues es la fuente de nuestra creatividad y la base de nuestra existencia y nuestros logros culturales y, más decisorio aún, nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta. En definitiva, la única fuerza que puede vencer a la competencia autodestructiva es el amor mediante el compromiso de equipo y la creatividad participativa.


NOTAS:

(1) Etimológicamente el término transpersonal significa “más allá” o “a través” de lo personal, y en la literatura transpersonal se suele utilizar para hacer referencia a inquietudes, motivaciones, experiencias, estadios evolutivos, modos de ser y otros fenómenos que incluyen pero trascienden la esfera de la individualidad y de la personalidad humana, el yo o ego (Ferrer, 2002). Entre sus intereses centrales se encuentran “los procesos, valores y estados transpersonales, la conciencia unitiva, las experiencias cumbre, el éxtasis, la experiencia mística, la trascendencia, las teorías y prácticas de la meditación, los caminos espirituales, la realización (...) y los conceptos, experiencias y actividades con ellas relacionados” (Walsh y Vaughan, 1982:14). Entre sus objetivos principales se encuentra la delimitación de las fronteras y las variedades de la experiencia humana consciente (Rowan, 1996). (Cita extraída del trabajo de investigación de Doctorado titulado Complejidad y Psicología Transpersonal: Caos, autoorganización y experiencia cumbre en psicoterapia, de Iker Puente Vigiola, Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Barcelona, 16 de Febrero de 2007).

Sin embargo, a los efectos prácticos de este ensayo, el concepto de conciencia transpersonal se implementa también con la siguiente definición: En los estados modificados de consciencia estudiados por la psicología transpersonal se producen cambios en el flujo del pensamiento, en la percepción de la realidad y a nivel emocional. En estos estados pueden ocurrir experiencias de catarsis y, sobre todo, experiencias místicas o extáticas, que diversos autores han definido como religiosas, trascendentes, transpersonales o experiencias cumbre. En estas vivencias el mundo se percibe como una totalidad, en la que el propio individuo está inmerso. Se produce, al mismo tiempo, una sensación subjetiva de unidad, en la que el Yo individual se diluye, desapareciendo toda distinción significativa entre el Yo y el mundo exterior. Esta experiencia es vivida por la persona como algo positivo, y autores como Maslow o Grof señalan que puede tener efectos beneficiosos y terapéuticos. Sin embargo, la disolución del Yo previa a la sensación subjetiva de unidad, puede ser vivida por el sujeto como un momento de caos, de desequilibrio y desestructuración, de pérdida de los puntos de referencia habituales. Diversos autores se han referido a esta experiencia como muerte del ego. (Grof, 1988; Wilber, 1996; Fericgla, 2006). (Cita extraída del artículo titulado Psicología Transpersonal y Ciencias de la Complejidad: Un amplio horizonte interdisciplinar a explorar, de Iker Puente, Journal of Transpersonal Research, 2009, Vol. 1 (1), pp 19-28 ISSN: 1989-6077).

Por tanto, en este ensayo, el paso de la conciencia personala la conciencia transpersonal, debe interpretarse como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión. Se trataría, en suma, de un ascendente viaje iniciático-cognitivo similar al descrito como salida del mundo de las sombras en el Mito de la Caverna de Platón, para luego transmitir de un modo descendente la sabiduría adquirida en el Mundo de las Ideas, donde la reina es el Amor.

(2) Wilber examina el curso del desarrollo evolutivo a través de tres dominios a los que denomina materia (o cosmos), vida (o biosfera) y mente (o noosfera), y todo ello en conjunto es referido como “Kosmos”. Wilber pone especial énfasis en diferenciar cosmos de Kosmos, pues la mayor parte de las cosmologías están contaminadas por el sesgo materialista que les lleva a presuponer que el cosmos físico es la dimensión real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material, siendo un enfoque brutal que arroja a la totalidad del Kosmos contra el muro del reduccionismo. Wilber no quiere hacer cosmología sino Kosmología.

(3) Wilber en Sexo, Ecología, Espiritualidad,72-119:

1- La realidad como un todo no está compuesta de cosas u de procesos, sino de holones.

2- Los holones muestran cuatro capacidades fundamentales: autopreservación, autoadaptación, autotrascendencia y autodisolución. Estas cuatros características son muy importantes y las vamos a estudiar una a una.

3- Autopreservación. Los holones se definen no por la materia de que están hechos (puede no haber materia) ni por el contexto en el que viven (aunque son inseparables de él), sino por el patrón relativamente autónomo y coherente que presenta. La totalidad del holón se muestra en la capacidad de preservar su patrón.

4- Autoadaptación. Un holón funciona no solo como una totalidad autopreservadora sino también como parte de otro todo mayor, y en su capacidad de ser una parte debe adaptarse o acomodarse a otros holones (no autopoiesis sino alopoiesis; no asimilación sino acomodación).

5- Autotrascendencia (o autotransformación). La autotrascendencia es simplemente la capacidad que tiene un sistema de llegar más allá de lo dado, e introducir en cierta medida algo novedoso; una capacidad sin la cual es seguro que la evolución no hubiera podido ni siquiera comenzar. El universo tiene la capacidad intrínseca de ir más allá de lo que fue anteriormente.

6- Autodisolución. Dado que cada holón es también un supraholón, cuando es borrado –cuando se autodisuelve en sus subholones- tiende a seguir el mismo camino descendente que éstos han seguido en el camino ascendente: las células se descomponen en moléculas, que a su vez se descomponen en átomos, y éstos en partículas que desaparecen en las probabilidades nubes transfinitas de “burbujas dentro de burbujas”.

7- Los holones emergen. Emergen nuevos holones debido a la capacidad de autotrascendencia. Primero las partículas subatómicas; después los átomos, moléculas, los polímeros; después las células, y así sucesivamente.

8- Los holones emergen holárquicamente. Es decir, jerárquicamente, como una serie ascendente de totalidades/partes. Los organismos contienen células, pero no al revés; las células contienen moléculas, pero no al revés; las moléculas contienen átomos, pero no al revés.

9- Cada holón emergente trasciende pero incluye a sus predecesores. Todas las estructuras básica y funciones son preservadas y llevadas a una identidad mayor, pero todas las estructuras de exclusividad y las funciones que existían debido, al aislamiento, a la separación, a la parcialidad, a la individualidad separada, son simplemente abandonadas y reemplazadas por una individualidad más profunda que alcanza una comunión más amplia de desarrollo.

10- Lo inferior establece las posibilidades de lo superior; lo superior estable las probabilidades de lo inferior. Aunque un nivel superior va “más allá” de lo dado en el nivel inferior, no viola las leyes o patrones del nivel inferior; no está determinado por el nivel inferior, pero tampoco puede ignorarlo. Mi cuerpo sigue las leyes de la gravedad, mi mente se rige por otras leyes, las de comunicación simbólica y la sintaxis lingüística; pero si mi cuerpo se cae por un precipicio, mi mente va con él.

11- El número de niveles que comprende una jerarquía determinada si esta es “superficial” o “profunda”; y al número de holones en su nivel dado le llamaremos su “extensión”. Esto es importante porque establece que no es solo el tamaño de una población lo que estable el orden de riqueza (u orden de emergencia cualitativa), sino más bien viene dado por su profundidad. Veremos que una de las confusiones más generalizadas de las teorías ecológicas generales o del nuevo paradigma (ya sean “pop” o “serias”) es que a menudo confunden gran extensión con gran profundidad.

12- Cada nivel sucesivo de la evolución produce MAYOR profundidad y MENOR extensión. Así, el número de moléculas de agua en el universo siempre será menor que el número de átomos de hidrógeno y de oxígeno. El número de células en el universo siempre será menor que el de moléculas, y así sucesivamente. Simplemente quiere decir que el número de totalidades siempre será menor que el número de partes, indefinidamente. Cuando mayor sea la profundidad de un holón, tanto mayor será su nivel de conciencia. El espectro de la evolución es un espectro de conciencia. Y se puede empezar a ver que las dimensiones espirituales constituyen el tejido mismo de la profundidad del Kosmos.

13- Destruye un holón de cualquier tipo y habrás destruido todos sus holones superiores y ninguno de sus inferiores. Es decir: cuando menos profundidad tiene un holón, tanto más fundamental es para el Kosmos, porque es un componente de muchos otros holones.

14- Las holoarquías coevolucionan. Significa que la “unidad” de evolución no es el holón aislado (molécula individual, planta, o animal), sino un holón más dentro del entorno inseparablemente ligado a él. Es decir, la evolución es ecológica en el sentido más amplio.

15- Lo micro está en una relación de intercambio con lo macro en todos los niveles de su profundidad. Por ejemplo, el ser humano y los tres niveles de materia, vida y mente: todos estos niveles mantienen su existencia a través de una red increíblemente rica de relaciones de intercambio con holones de la misma profundidad en su entorno.

16- La evolución tiende a seguir la dirección de mayor complejidad. El biólogo alemán Woltereck acuño el término anamorfosis – significa, literalmente, “no ser conforme”- para definir lo que vio como rasgo central y universal de la naturaleza: la emergencia de una complejidad cada vez mayor.

17- La evolución tiende a seguir la dirección de mayor diferenciación/integración. Este principio fue dado en su forma actual, por primera vez, por Herbert Spencer (en First principles, 1862): la evolución es un “cambio desde una homogeneidad incoherente e indefinida a una heterogeneidad coherente y definida, a través de continuas diferenciaciones e integraciones”.

18- La organización/estructuración va en aumento. La evolución se mueve del sistema más simple al más complejo y desde el nivel de organización menor hacia el mayor.

19- La evolución tiende a seguir la dirección de autonomía relativa creciente. Este es un concepto muy poco comprendido. Simplemente hace referencia a la capacidad de un holón para autopreservarse en medio de las fluctuaciones ambientales (autonomía relativa es otra forma de decir individualidad). Y de acuerdo con las ciencias de la complejidad, cuando más profundo es un holón, mayor es su autonomía relativa. La autonomía relativa simplemente se refiere a cierta flexibilidad ante el cambio de las condiciones ambientales.

20- La evolución tiende a seguir la dirección de un Telos creciente. El régimen, canon, código o estructura profunda de un holón actúa como un imán, un atractor, un punto omega en miniatura, para la realización de ese holón en el espacio y el tiempo. Es decir, el punto final del sistema tiene a “atraer” la realización (o desarrollo) del holón en esa dirección, ya sea un sistema físico, biológico o mental. Ha surgido toda una disciplina dentro de la teoría general de sistemas para dedicarse al estudio de las propiedades de los atractores caóticos y de los sistemas por ellos gobernados; se le conoce popularmente como la teoría del caos.


BIBLIOGRAFÍA:

Barnosell, Francisco. Entre dos aguas. Barcelona: Luciernaga, 2012.

Capra, Fritjof. El tao de la física. Malaga: Sirio, 2000.

Chopra, Deepak. Las siete leyes espirituales del éxito. Madrid: Edaf, 2007.

Dawkins, Richard. El gen egoísta. Barcelona: Salvat Editores, 2002.

Dispenza, Joe. Deja de ser tú. Barcelona: Urano, 2012.

Droit, Roger-Pol. El ideal de la sabiduría . Barcelona: Kairós, 2011.

Eben, Alexander. La prueba del cielo. Barcelona: Planeta, 2013.

Gaona, José Miguel. Al otro lado del túnel. Madrid: La esfera de los libros, 2012.

Garnier, Jean-Pierre. Cambia tu futuro por las aperturas temporales. España: Reconocerse, 2012.

Goswami, Amit. Dios no ha muerto. Barcelona: Obelisco, 2010.

Hüther, Gerald. La evolución del amor. Barcelona: Plataforma, 2015.

Kaku, Michio. Hiperespacio. Barcelona: Crítica, 2007.

Laszlo, Ervin. La ciencia y el campo akásico: una teoría integral del todo. Madrid: Editorial Nowtilus, 2004.

Laszlo, Ervin. El universo informado. Madrid: Editorial Nowtilus, 2007.

Lipton, Bruce. La biología de la creencia. Madrid: Palmyra, 2007.

Martos, Amador. Pensar en ser rico. De una conciencia materialista a una conciencia humanística. España: Amazon, 2008 (1ª ed.), 2015 (2ª ed.), 2017 (3ª ed.).

Martos, A (2015). “El mándala epistemológico y los nuevos paradigmas de la humanidad”. En GIRUM, Revista de Investigación Científica Humanística, Universidad Antropológica de Guadalajara (México), 2015, Vol.1, 29-48, ISSN: 2328-7894

Sheldrake, Rupert. El renacimiento de la naturaleza: la nueva imagen de la ciencia y de Dios. Barcelona: Paidós Ibérica, 1994.

Torán, Félix. Mente cuántica. Málaga: Corona Borealis , 2011.

Van Lommel, Pim. Consciencia más allá de la vida. Girona: Atalanta, 2012.

Vaughan, F y Walsh, R. Más allá del ego. Barcelona: Kairós, 2000.

Wilber, Ken. Sexo, Ecología, Espiritualidad. Madrid: Gaia Ediciones, 2005a.

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005b.

Wilber, Ken. Cuestiones cuánticas. Barcelona: Kairós, 2013.

Zancolli, Eduardo R. El misterio de las coincidencias. Barcelona: RBA libros, 2003.


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razón y fe

RAZÓN Y FE

Este artículo surgió de una consulta que me ha realizado un estudiante de filosofía y que, por su interés general, se reproduce íntegramente con el permiso de Christiam Alexis De La Cruz Huaccha.

Christiam: Buenas tardes desde Perú. El contenido que usted comparte desde su cuenta de la red social es muy bueno, le agradezco por ello. Quisiera pedir su ayuda. Soy estudiante de Filosofía, debo trabajar una tesina en este campo. ¿Me podría sugerir un tema en el filósofo Kierkergard para poder estudiarlo? Estaré muy agradecido con su aporte. ¡Saludos!

Respuesta: Hola, pienso que una excelente tesis a trabajar en Kierkergard es la siguiente: El salto de fe es su concepción de cómo un individuo cree en Dios, o cómo una persona actúa en el amor. No es una decisión racional, ya que trasciende la racionalidad en favor de algo más extraordinario: la fe. Esta tesis subyace en mis pensamientos aunque no cite textualmente a Kierkergard porque, y ahí estaría la tesis a defender: “La razón termina donde comienza el camino de la fe”. La razón pone en duda todo, hasta la fe. Pero la fe no pone en duda a la razón, porque ésta es la manifestación de un plan divino para hacer dudar a los hombres de su propia fe. ¿Serías capaz de defender esa tesis?

Christiam: ¡El tema me emociona! Ciertamente que sí. Soy seminarista y quisiera poner en marcha esta empresa. Ayúdeme por favor. ¿Cómo puedo empezar? ¿Qué libros me recomienda? ¡Le agradezco por haberme dedicado su tiempo!

Respuesta: Hola. Yo no soy un filósofo académico tradicional, nunca he dado clases y estoy muy en contra de cómo enseñan la filosofía en el sistema educativo actual sin contemplar a la espiritualidad. Por tanto, he elaborado mi propio sistema de pensamiento, el cual intenta integrar la razón y el espíritu. Esa labor me ha llevado toda una vida de preguntas y diez años de investigación que han concluido con mis 8 libros, los cuales están disponibles todos en PDF.

Por esos motivos no puedo recomendar más que mis propias obras así como las de Ken Wilber como mi mentor intelectual. Pero hay dos de mis libros que tratan específicamente la cuestión de la razón y la fe:

El primero es La educación cuántica, donde argumento un cambio de paradigma desde la razón instrumental (dualismo) hacia el misticismo contemplativo (no dualidad).

Y la segunda obra es Filosofía transpersonal y educación transracional, donde argumento que la razón y la espiritualidad van de la mano y debería ser enseñado ello en el sistema educativo.

En esas dos obras hay abundante bibliografía que te podría servir como referencia. Otra referencia a añadir sería la obra de San Agustín, pues trata específicamente de justificar la fe desde la razón, pero yo no lo he estudiado ni incorporado en mis obras y deberás hacerlo tú por tu cuenta. Esto es todo lo que te puedo decir, espero te sea de utilidad y te deseo mucho éxito en esa labor que te has propuesto.

Una última consideración:

La razón y la fe es un dualismo que ha fragmentado al hombre occidental, y ese es su mayor pecado del cual estamos sufriendo las consecuencias mediante el capitalismo. Ello podrás verlo más ampliamente en mi obra Una filosofía alternativa al capitalismo. Con ello quiero decirte que el problema de la humanidad es que está dividida entre los que tienen fe (pero alejados de la razón y por tanto en la ignorancia) y los que viven con la razón (un ego que les aleja de la espiritualidad y por tanto de la fe). Y esa dicotomía conceptual, existencial y moral está en el origen de todos los males de nuestra civilización.

Tu labor de intentar justificar la fe desde la razón, o de elevar el raciocinio hasta la fe, es una empresa que solo puede ser llevada a cabo en la propia experiencia del sujeto cognoscente que se plantea dichas preguntas trascendentales. Y esa experiencia solo se puede dar en la propia consciencia de cada cual, es decir en el desvelamiento de la razón hacia la fe mediante el camino ascendente hacia la sabiduría, lo cual ya fue ilustrado metafóricamente por el inconmensurable Platón en su alegoría El mito de la caverna.

En definitiva, la vida es una experiencia mística de la cual la mayoría de personas no son conscientes, no obstante, algunas pueden vislumbrar a la divinidad, pero pocas se consagran a vivirla en acto, pensamiento y sentimiento.
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