EL FRACASO EPISTEMOLÓGICO DE OCCIDENTE
Este artículo está reproducido en el capítulo 12 de la tercera parte de la obra FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL
“El pensamiento occidental está contaminado por el materialismo científico y ha relegado la filosofía a un simple psicologismo carente de propósito, incluso la psicología ha usurpado a la filosofía el rango sanador del espíritu humano. Pero esto no funciona, el ego está herido de muerte y solo el saber y el amor lo pueden curar” (Amador Martos, filósofo transpersonal).
El fracaso epistemológico de Occidente es evidente al no haber logrado la integración del “yo” (arte), el “nosotros” (moral) y el “ello” (ciencia) , tal es la conclusión de la primera parte de Breve historia de todas las cosas a decir de Wilber (2005, 182): “No deberíamos, pues, buscar la solución regresando a la indisociación mítica o mágica del Gran Tres en la que el yo, la cultura y la naturaleza todavía no se habían diferenciado. Debemos desembarazarnos de la miseria de la modernidad (la disociación) sin renunciar, en cambio, a sus facetas más esplendorosas (la diferenciación). De modo que, si la tarea del la modernidad fue la diferenciación del Gran Tres, la misión de la postmodernidad es la de llegar a integrarlos”.
Wilber considera que Occidente ha completamente olvidado las dimensiones espirituales, abocando con ello a un “mundo chato” dominado por los ascendentes y los descendentes, y que han llevado al colapso de la modernidad. Wilber (2005, 339) explica la génesis de dicho problema Occidental: “Todo comenzó a cambiar radicalmente con el Renacimiento y la emergencia de la modernidad, un cambio que alcanzaría su punto culminante con la Ilustración y la Edad de la Razón y que bien podríamos resumir diciendo que los ascendentes fueron reemplazados por los descendentes”.
La obra de Wilber aborda en extensión los ascendentes y los descendentes como rivales antagónicos que necesitan de una integración, y nos explica la génesis histórica de este rechazo de lo espiritual, la razón histórica concreta que explica los motivos por los cuales el Occidente moderno ha llegado a negar la validez de los estadios transpersonales. La posibilidad y necesidad de una filosofía hermenéutica está meridianamente demostrada por Wilber en Breve historia de todas las cosas, a partir de la cual hemos esbozado los parámetros históricos y hermenéuticos, a saber, la diferenciación de los Tres Grandes a partir de Kant, y el colapso del Kosmos (1) al ser reducidos al Gran Uno: el materialismo científico. En suma, estamos asistiendo en Occidente a un completo olvido de la profundidad espiritual.
Los ascendentes y los descendentes, al fragmentar el Kosmos, están alimentando la brutalidad de la contienda y no hacen más que tratar de contagiar al otro bando sus enfermedades. Pero no es en la lucha sino en la unión entre los ascendentes y los descendentes donde podremos encontrar armonía, porque solo podremos salvarnos, por así decirlo, cuando ambas facciones se reconcilien. Y tal salvación solo puede provenir de la unión entre la sabiduría y la compasión.
Referencias:
Wilber, Ken (2005), Breve historia de todas las cosas, Kairós, Barcelona.
(1) Wilber examina el curso del desarrollo evolutivo a través de tres dominios a los que denomina materia (o cosmos), vida (o biosfera) y mente (o noosfera), y todo ello en conjunto es referido como “Kosmos”. Wilber pone especial énfasis en diferenciar cosmos de Kosmos, pues la mayor parte de las cosmologías están contaminadas por el sesgo materialista que les lleva a presuponer que el cosmos físico es la dimensión real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material, siendo un enfoque brutal que arroja a la totalidad del Kosmos contra el muro del reduccionismo. Wilber no quiere hacer cosmología sino Kosmología.