"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
El pensamiento complejo

Este artículo está reproducido como nota número 2 en la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Para el pensador universalista francés Edgar Morin, “pensamiento complejo” es cuando se trata de construir un método nuevo sobre la base de las ideas complejas que emanan de las ciencias y su conjugación con el pensamiento humanista, político, social y filosófico. También se utiliza pensamiento complejo en un sentido más estrecho, para designar a los estudios científicos que intentan explicar las dinámicas complejas de los objetos en estudio, sin extraer de ello consecuencias cosmovisivas o metodológicas más generales. Edgar Morin ha denominado esta postura complejidad restringida, para diferenciarla de aquella más amplia y humanista que sostiene, donde lo define como un método de pensamiento nuevo, válido para comprender la naturaleza, la sociedad, reorganizar la vida humana, y para buscar soluciones a las crisis de la humanidad contemporánea. La evolución de las ideas complejas en el siglo XX puede caracterizarse en tres grandes momentos. El primero, en los sesenta, donde se trabaja en varios campos científicos sin que trasciendan los nuevos desarrollos conceptuales más a allá de áreas muy específicas. Entre los setentas y ochentas, se produce una mayor socialización de las ideas complejas entre diversos campos disciplinarios. Finalmente en los noventas, se produce un boom mediático que colocó la complejidad y lo complejo en documentales científicos, revistas de divulgación y la prensa.

En el artículo científico titulado El paradigma complejo. Un cadáver exquisito, publicado en Cinta de Moebio (septiembre del 2002), una revista de epistemología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, se propone una sistematización de las bases conceptuales del Paradigma o Pensamiento Complejo. Se revisan sus supuestos fundamentales y se ejemplifican algunos aportes en las ciencias sociales. Para los propósitos de este trabajo, cito las conclusiones de dicha investigación:

“La aproximación reseñada sugiere algunas reflexiones y nuevas preguntas para continuar el flujo indeterminado y entrelazado del conocimiento. En primer lugar, en autores como Sheldrake (resonancia mórfica), Thom (Catástrofe) y otros, se percibe un apego a formas de validación: experimentos, generalización, leyes implícitas, correspondientes al paradigma cartesiano-newtoniano, lo que resulta comprensible pues se encuentran entre los precursores de esta ruptura epistémica y en consecuencia, representan el pensamiento intermedio de la transición paradigmática”.

“Por otra parte, la excesiva generalización y vulgarización de términos y conceptos que a una velocidad inimaginada se transfieren a disciplinas, áreas, teorías y espacios científicos, conlleva al germen de su posible destrucción, al correrse el riesgo de perder o desvirtuar su fuerza explicativa”.

“Igualmente, la tentadora “poética de la complejidad” puede conducir a la generación de un lenguaje poco riguroso y sistemático que termine por no explicar la realidad ya de por sí definida como “incognoscible”. La discusión se hace obligada para todos aquellos que de una u otra forma se compenetran con procesos de investigación y aprendizaje”.

“Muchos temas posibles de investigación se encuentran al interior y en las fronteras del pensamiento complejo: actos de distinción, procesos de observación, delineamientos de perspectivas, descubrimiento de otras lógicas, puentes teóricos intra y transdisciplinarios, cartografías de conceptos y principios, herramientas y metodologías de abordaje de la complejidad aún inexploradas, que hacen de este nuevo milenio, un territorio virgen para nuevos descubrimientos”.

“Más que modificar y cambiar la manera de comprender, conocer y aprehender la realidad, el esfuerzo se orientaría a desaprender nuestra manera tradicional de interrogarnos, ya que en cada pregunta va implícita una determinada visión del mundo y en consecuencia, los mismos límites de esas infinitas respuestas que constituyen el conocimiento”.

“Desaprender nuestra manera tradicional de interrogarnos” e indagar “los límites de esas infinitas respuestas que constituyen el conocimiento”, en dicho sentido está escrita La educación cuántica, explicitando en la medida de lo posible un nuevo paradigma de conocimiento en el que se hayan involucradas todas las instancias sociales, desde las económicas y políticas, hasta las intelectuales y espirituales, lo cual insta a una regenerada interpretación de la “visión del mundo” por cada persona ( “mapa sociológico” ). Todo un reto filosófico que inquiere una reinterpretación de la historia del pensamiento, como si de un segundo renacimiento se tratara donde, la razón cartesiana, enfangada en el materialismo científico, en un proceso de autopoiesis, redirige la mirada hacia el “nosotros” kantiano, todo un racionalismo espiritual ( “mapa psicológico” ). Consecuentemente, además de un “mapa sociológico” que informe correctamente de ese mundo de ahí fuera, también se hace indispensable un “mapa psicológico” que permita el discernimiento interior en orden a tener una correcta cosmovisión. Ambos “mapas”, respectivamente, corresponden al tradicional problema filosófico de la dualidad objeto-sujeto que durante varios siglos ha sostenido la ciencia reduccionista (método científico), hasta que la física cuántica aseveró de que sujeto y objeto son una y la misma cosa, la no dualidad postulada por la filosofía perenne (misticismo contemplativo). El “territorio” de la verdadera realidad todavía por conocer es una gran incógnita, a decir de Heisenberg: “La realidad objetiva se ha evaporado y lo que nosotros observamos no es la naturaleza en sí sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación”. Por ello, más que nunca, se hace necesario un “mapa sociológico” así como un “mapa psicológico” que permita construir una perfecta cosmovisión de nuestra era contemporánea. Vivir en la verdad demostrada epistemológicamente (no dualidad entre sujeto-objeto), con conocimiento de causa en el ejercicio de la libertad, es la piedra de toque para evolucionar conscientemente hacia la sabiduría.

Tal es el camino ascendente de la conciencia hacia la sabiduría que se propugnará en este ensayo y, en ese viaje de la conciencia por el espacio y el tiempo, el saber y el amor se presentan como las premisas epistemológicas a recuperar por esta decadente civilización. En otras palabras, la asignatura de filosofía, denostada por los poderes fácticos para anular el pensamiento crítico, es reivindicada en este ensayo como única tabla de salvación de la humanidad, porque “conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza” (Federico II El Grande, rey de Prusia).

Es así como, desde una perspectiva histórica y psicológica, la razón humana ha caído por la pendiente del racionalismo pragmático y el materialismo científico, descuidando al otro polo de conocimiento, a saber, el genuino misticismo exento de apriorismos dogmáticos religiosos. Así, ese “yo” fragmentado y disociado de la colectividad o “nosotros”, se presenta como el fundamento epistemológico de la presente crisis económica y política que, implícitamente, conlleva un trance intelectual y espiritual a superar por esta decrépita civilización. Como se puede apreciar, es tal el pensamiento complejo en el que se halla la humanidad, que hace necesaria una renovada filosofía de la mente mediante una educación acorde a los tiempos cuánticos, La educación cuántica que es preciso transmitir a las nuevas generaciones para que se empoderen con conocimiento de causa de su libertad moral, jerárquicamente superior esta a la libertad sensible y la libertad intelectual.