"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
Filosofar en la era digital

Después de la publicación de la cuarta edición de mi libro La educación cuántica, allá por septiembre del 2018, mi colapso psíquico estaba rayano a la locura aperspectivista promovida por la exacerbación de la racionalidad mundana y egoísta sobre la espiritualidad. Estaba en un callejón sin salida pues, ¿para qué escribir sobre espiritualidad desde la racionalidad, si los irracionales descartan la espiritualidad? Mi mente me decía una cosa y mi corazón otra. Actuar con la mente es luchar, contradicción, opuestos y dualismos, enjuiciar y valorar, pugnar por ideas, las nuestras, desde el ego.

De modo que, la decisión estaba tomada, iba a dar unas vacaciones a mi mente racional, y dejaría de teorizar y escribir por una temporada, para así dar descanso tanto al psiquismo egoico como al cuerpo físico. En esa fase de desconexión, dejé volar mi imaginación viendo películas y documentales sobre los temas de mi interés: meditación, ciencia y espiritualidad, experiencias cercanas a la muerte, energías libres, filosofía para niños, etcétera. Temas todos los cuales son aludidos en mi libro La educación cuántica. Pensé, sería muy ilustrativo que los mensajes racionales que puedan ofrecer un libro y su correspondiente lectura en profundidad, puedan ser visualizados mediante películas y documentales. A veces una imagen vale más que mil palabras y, en el terreno filosófico, es más conveniente ilustrar estrambóticas teorías con certeras animaciones digitales, pues es más fácil y ameno explicar por ejemplo el Mito de la caverna de Platón en un video de unos minutos que una “pavorosa” lectura de La república. Tal es el grado de dificultad al tratar de aprender o enseñar filosofía en la era digital: renovarse o morir.

Fue así como se gestionó la idea de desarrollar una página específica para temas de candente actualidad, por ejemplo, la reencarnación, las ciencias noéticas, el movimiento transpersonal, la no-dualidad, etc.; temas cuyos fundamentos son más rayanos a la propia metafísica, es decir, más allá de la física, más allá de los sentidos, un lugar en el que la ciencia ortodoxa se autoexcluye para quedarse presa de las sombras.

Pero las temáticas citadas, al mismo tiempo, tienen otro frente abierto con las creencias religiosas pues, esas experiencias metafísicas, son en realidad experiencias místicas que transforman a la persona para bien, con una renovada visión compasiva de la vida y una sensación de unidad con esta y otra vida tras la muerte. Con las citadas experiencias, se suele perder el miedo a la “muerte” y, el tiempo vivido en esta vida, se focaliza en intentar actuar con sabiduría y amor hacia los demás.

Esa sencilla enseñanza es la que nos han transmitido los místicos y avatares de la historia y de todas las religiones. Pero el discurso de las religiones exotéricas se ha erigido en un dogma a seguir, cuando en realidad, la verdadera religión es esotérica, un camino espiritual que cada cual debe recorrer en su propia consciencia, en un modo no-dual y alejado del sufrimiento que produce la dualidad.

Cuando una persona llega a tal iluminación cognitiva, se da cuenta de cuán ilusorio es el mundo que deja atrás, un mundo dominado por la razón-egoica, un mundo que más bien parece un sueño, un mundo de dualidad que nos pierde a nosotros mismos mediante un ego fragmentado y disociado de la colectividad. Nunca mejor dicho, el imperativo categórico kantiano requiere ser revindicado a la vista de la zozobra de la actual civilización.

En la era digital, la unilateral filosofía racionalista desligada del Espíritu, se ha quedado obsoleta. Toda la historia de la filosofía que se enseña en los sistemas educativos está basada en un paradigma mecanicista que niega la trascendencia espiritual del ser humano. La actual educación castra el pensamiento crítico, la creatividad, la libertad de saber y amar que potencialmente tiene todo niño. Cuando un niño nace, su consciencia evoluciona mediante el condicionamiento social y cultural de la historia. La educación no está imparcialmente al servicio de los niños, sino metódicamente dirigida por la élite plutocrática para perpetuar el poder de la oligarquía dominante, ahora más comúnmente conocido como “el estado profundo”, el Cabal, los Illuminatis, etc.

Esas fuerzas obscuras trabajan para apagar la llama del conocimiento y de la evolución espiritual de la humanidad mediante una jerarquía de dominio sobre todas las estructuras sociales y culturales: secuestrando el saber de la ciencia y manipulando a través de las religiones. Esos dos modos de saber, el conocimiento científico y el conocimiento revelado de la religión, han actuado como dos dogmas de fe para alimentar un sistema de creencia a las nuevas generaciones para que nadie pueda realmente saber quién escribe la historia, ni poder preguntarnos qué papel jugamos en esa historia, ni tampoco decidir por nosotros mismos nuestra libertad con conocimiento de causa: la educación es un taller de castración mental que requiere de un nuevo paradigma educativo que incorpore a la espiritualidad, más allá de la estricta racionalidad cartesiana y dualista insuflada en el pensamiento occidental.

Un nuevo espíritu alternativo al sistema de creencias del pensamiento occidental parece que se está abriendo paso: se trata de una genuina espiritualidad en la que cada cual se cambia a sí mismo para poder cambiar el mundo. Como dijo certeramente nuestro eterno maestro Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. En dicho sentido, la meditación se presenta como una herramienta que está siendo introducida en cada vez más colegios.

Consecuentemente, la humanidad se halla no solamente ante un nuevo paradigma de conocimiento sino también ante un cambio de paradigma psicológico y, la meditación, se presenta como una herramienta pedagógica aún por descubrir en el sistema educativo occidental.

Si tan solo se estudiara los presupuestos planteados aquí en alguna clase de filosofía, pienso sería mucho más útil para ubicar al estudiante en el contexto que le ha tocado vivir, para de ese modo vivir empoderado y con pensamiento crítico frente a una historia manifiestamente manipulada. Actuar con conocimiento de causa es un imperativo para ser libre, pues solo “la verdad os hará libres”. Amar a la verdad es un camino ascendente hacia la sabiduría que te lleva hasta el Bien, para revertir seguidamente esa Bondad en un camino descendente mediante nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos.

Filosofar en una era digital es bien difícil. La filosofía tradicionalmente impartida en los sistemas educativos se sustenta en una racionalidad dualista entre sujeto y objeto, un fracaso epistemológico del pensamiento occidental que ha implosionado desde el surgimiento de la física cuántica, dando lugar a que la desestimada metafísica renazca espiritualmente mediante el acercamiento de diversas ciencias al estudio de las ciencias noéticas. Para educar bien todo ello fue escrita La educación cuántica, porque es difícil filosofar en una era digital si no se aprehende la correcta perspectiva de nuestro lugar en este cosmos y en el Kosmos (1) .


REFERENCIA:

(1) Wilber examina el curso del desarrollo evolutivo a través de tres dominios a los que denomina materia (o cosmos), vida (o biosfera) y mente (o noosfera), y todo ello en conjunto es referido como “Kosmos”. Wilber pone especial énfasis en diferenciar cosmos de Kosmos, pues la mayor parte de las cosmologías están contaminadas por el sesgo materialista que los lleva a presuponer que el cosmos físico es la dimensión real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material, siendo un enfoque brutal que arroja a la totalidad del Kosmos contra el muro del reduccionismo. Wilber no quiere hacer cosmología sino Kosmología.