"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
confesiones de un lunático locura

Matrix total, o caverna platónica, o 1984, o Un mundo feliz, da igual el nombre que se dé a la ignorancia manipulada desde la historia por los poderes fácticos a modo de ingeniería social y mental impuesta de manera subrepticia por el Estado profundo o el enemigo invisible de la humanidad. La cuestión es que es preciso un cambio de conciencia hacia lo global, para ascender a la 5ª dimensión donde solo reina el amor. En el amor solo puede vivir quien trascienda conscientemente su ego mediante la sabiduría, y ello es un trabajo psicológico y espiritual que pocas personas están dispuestas a emprender, pues hay que volver a los principios griegos del "conócete a tí mismo y conocerás a los Dioses", y más concretamente al aforismo de Sócrates: Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo.

Es mucho más fácil imponer cada cual su razón para decir a los demás lo que tienen que hacer y, así, desde la razón-egóica se proyecta una cosmovisión dualista del sujeto egoísta respecto el resto de la humanidad, lo cual es una separación de la fuente divina, despreciando así la conciencia de unidad como una integración del “yo” (Belleza), el “nosotros” (Bondad) y el “ello” (Verdad), las tres esferas platónicas diferenciadas posteriormente como las Tres críticas de Kant. Fue así como la razón surgida de la Modernidad se despeño por el camino descendente, prescindiendo del camino ascendente hacia Dios, como afanosamente gritara Nietzsche: “Dios ha muerto”.

La escisión entre los ascendentes (espiritualidad) y los descendentes (materialismo científico), devino a través de la historia en una victoria temporal de la razón pragmática sustentada en el ego plutocrático donde la única razón de vivir se sustenta en el dinero-deuda: haber endeudado a las personas, los pueblos, los estados y la humanidad hasta un imposible crecimiento infinito en un planeta finito, hasta quemar el pulmón amazónico. Una naturaleza que está implosionando de dolor, y que afecta a la psicología humana pues como dijeran Plauto y Hobbes: “el hombre es un lobo para el hombre”. Y de ahí solo se sale mediante la trascendencia psicolológica de cada cuál hasta conectar con la conciencia colectiva, es decir, alcanzar la conciencia de unidad como propone Ken Wilber.

Pero esa labor de trascendencia hacia la espiritualidad resulta difícil, pues la educación tradicional está también secuestrada por los mismos que dirigen nuestras vidas. ¿Qué hacer pues? Es evidente que la humanidad se halla ante nuevos paradigmas apenas imperceptibles para muchos de mis coetáneos. Mi humilde labor en dicho sentido, es haber intentado comprender cómo funciona el mundo para tener así un “mapa sociológico”, pero también “un mapa psicológico”. El mundo exterior y el mundo interior no pueden ser abordados desde esa dualidad, pues cuando nos separamos de los otros y de la naturaleza, es como una bomba nuclear, es la descomposición de una cultura y de una civilización que no ha sabido conjugar el conocimiento tecnológico con la sabiduría perenne, sino que ha impuesto un salvaje capitalismo, mejor conocido como pensamiento único neoliberal.

El aborregamiento psicológico inculcado a través de la historia, la educación, la política y el dinero, nos ha abocado a la globalización pretendidamente impuesta como Nuevo Orden Mundial, a una Matrix total, o caverna platónica, o 1984, o Un mundo feliz, tal como comenzaba este artículo.

Afortunadamente, una revolución espiritual está en marcha, y aquellos que han logrado el suficiente crecimiento interior ya se dan cuenta que el sistema se cae a pedazos, y que la ciencia manipulada ya no puede prescindir de áreas cognitivas como las ciencias noéticas, realidades como la reencarnación, las experiencias cercanas la muerte, las sincronicidades y la divulgación cósmica en ciernes. La razón se está quedando inerte antes las nuevas experiencias psíquicas que las personas experimentan, pues todo es vibración. Los materialistas científicos se quedan sin palabras ante el mundo espiritual emergente, pues los mal llamados “místicos cuánticos”, ahora rebautizados como filósofos transpersonales por simple justicia histórica y epistemológica , no tenemos miedo a reivindicar una ciencia de la conciencia que el sistema académico actual obvia en su plan de estudios.

Tal es el vacío psicológico, científico, académico, social y cultural que nos lleva a una depredadora incomprensión del sentido de la vida. Y como defiendo en mis postulaciones, es más que necesaria la sanación trascendental del ser humano: ese es sobre todo el objetivo epistemológico de La educación cuántica. Y dicha cuestión epistemológica se consituye en un giro copernicano para una filosofía transpersonal así como una educación transracional . Pero, quizá, todo ello no sea más que elucubraciones de un lunático..., no obstante, hay que cuidarse de no caer en la locura aperspectivista , pues no hay mayor locura que estar cuerdo en un mundo de locos.