"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
GIRUM Ciencia, filosofía, espiritualidad

Este es el capítulo 4 del preámbulo metodológico del libro CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD.

Disponible en papel, ebook y GRATIS en PDF.

La metodología utilizada para argumentar epistemológica y pedagógicamente a la filosofía transpersonal y la educación transracional, será abordada en la primera parte de esta obra mediante una serie de siete artículos arbitrados y revisados por comités científicos para su publicación en revistas o congresos. A continuación, se ofrece un resumen de cada uno de ellos, así como una breve explicación para enlazar la relación secuencial entre ellos.

El primer artículo fue publicado en la revista Journal of Transpersonal Research con el título La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico-transpersonal. Este es el resumen:

La conciencia histórica individual surgida del primer renacimiento humanístico de los siglos XV y XVI, ha devenido en este siglo XXI en un depredador neoliberalismo. Esta última versión del capitalismo, siguiendo las tesis de Marx, está socavando su propio final pues está acabando con el valor del trabajo humano y con los recursos naturales generando, consecuentemente, una profunda crisis humanitaria y ecológica. La filosofía tradicional mediante Kant, produjo la diferenciación del “yo”, el “nosotros” y la naturaleza (“ello”) a través de sus Tres críticas. La imperiosa integración que los postmodernos llevan buscando sin éxito, puede ser posible mediante la trascendencia de la conciencia personal (ego) hacia una conciencia transpersonal (transcendencia del ego). Esta emergencia holística y epistemológica propugnada por la filosofía transpersonal y la psicología transpersonal , al aunar la racionalidad con la espiritualidad, invoca hacia un segundo renacimiento humanístico, ahora como conciencia colectiva, socialmente reflejado en el altermundismo (fin del resumen del artículo).

Para dicho segundo renacimiento renacimiento humanístico de la conciencia colectiva, era imperativo unos cambios de paradigmas en las siguientes áreas cognitivas: la filosofía, la psicología, la sociología, la ciencia, la educación y la espiritualidad. Ello se argumentó en mi segundo artículo titulado El mándala epistemológico y los nuevos paradigmas de la humanidad, y fue publicado en la revista Girum. Este es el resumen:

La historia del pensamiento, devenida dogmáticamente en una filosofía materialista y en un reduccionismo psicológico, aboca a una crisis epistemológica entre ciencia y espiritualidad desde que la física cuántica irrumpió en el tablero cognitivo. Las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que aúnan la ciencia y la espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, introducen la primera fisura en la “rígida estructura” del dualismo científico entre sujeto y objeto que ha impregnado a la civilización occidental. Así, la filosofía perenne sumada al movimiento transpersonal como “cuarta fuerza” psicológica, es un nuevo paradigma de conocimiento que puede ser aprehendido mediante un mándala epistemológico, el cual posibilita una interpretación hermenéutica de la historia, la ciencia y la espiritualidad, pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa. Tantos cambios de paradigmas contribuyen a la trascendencia holística de la razón hacia el espíritu a modo de un segundo renacimiento humanístico (fin del resumen del artículo).

Los cambios de paradigmas argumentados son los siguientes:

FILOSOFÍA: De la filosofía tradicional a la filosofía transpersonal.

PSICOLOGÍA: De la psicología tradicional a la psicología transpersonal y, por tanto, de la conciencia personal a la conciencia transpersonal.

SOCIOLOGÍA: Del neoliberalismo al altermundismo.

CIENCIA: De la filosofía materialista a la filosofía perenne.

EDUCACIÓN: De la educación tradicional a la educación cuántica.

ESPIRITUALIDAD: De las religiones exotéricas a la religión esotérica.

A raíz de dichos cambios de paradigmas, se posibilitó argumentar más específicamente a la filosofía transpersonal y la educación transracional en mi tercer artículo titulado La filosofía transpersonal como paradigmática trascendencia al fracaso epistemológico occidental: fundamentos para una educación transracional. Este artículo ha sido aprobado por la revista Ciencia y Comunidad de la Universidad Central de Bolivia, pero aún pendiente de publicación. Este es el resumen:

La filosofía tradicional occidental se sustenta en una epistemología de lo conmensurable mediante el dualismo sujeto-objeto hasta la llegada de la física cuántica (“ello”-ciencia-), y requiere de una complementación cognitiva mediante la hermenéutica de lo inconmensurable, cuyos campos de estudio son la profundidad del “yo”-conciencia-, y la intersubjetividad de todos “nosotros”-cultura-. En la modernidad, estas tres esferas platónicas -la Verdad, la Belleza y la Bondad-, fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas: la naturaleza (ello), la conciencia (yo) y la cultura (nosotros). Y la misión de la postmodernidad mediante las humanidades es integrar los individuos (yo) en una conciencia colectiva (nosotros) gracias a una filosofía transpersonal que incorpora una ética epistémica en el marco de una episteme transracional, lo cual propugna inherentemente una educación transracional como misión espiritual para la sanación trascendental del sujeto cognoscente y, así, trascender también la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad (fin del resumen del artículo).

Dichos planteamientos, sustentados en los aportes cognitivos del inconmensurable Ken Wilber, fueron complementados con mi cuarto artículo titulado Política integral de Ken Wilber: hacia una educación transracional . Este artículo fue publicado en la Revista Esfinge con ocasión del número especial dedicado a dicho pensador contemporáneo, considerado como el “Einstein de la conciencia”, aunque desconocido en el ámbito académico como se verá más adelante en el séptimo artículo. En este artículo se argumenta la visión integral de Ken Wilber mediante su teoría de los cuatro cuadrantes. Así, la filosofía transpersonal e integral de Ken Wilber, como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, puede postularse como asignatura educativa para la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional.

En esa línea de pensamiento, y en el marco del IX Congreso Internacional de Filosofía de la Educación CIFE 2019, se publicó mi quinto artículo titulado Trascendiendo la filosofía de la educación occidental: fundamentos para la filosofía transpersonal y la educación transracional. El objetivo de CIFE 2019 es reunir a los miembros de la comunidad académica, profesores y estudiantes, y a reconocidos especialistas procedentes de diferentes países, para debatir en torno a temas educativos de plena actualidad, desde una perspectiva filosófica. Este es el resumen de dicho artículo:

Esta comunicación postula la integración del saber científico (epistemología de lo conmensurable) con la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable), una síntesis respectivamente de la razón con el espíritu en un ejercicio de trascendencia desde la no-dualidad, lo cual conlleva aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual. Esos dos modos de saber así aprehendidos mediante la intuición espiritual, posibilitan una síntesis entre la filosofía y la espiritualidad. Para tal finalidad, se recurre a tres inconmensurables pensadores: Platón, Kant y Wilber. Las Tres Grandes categorías platónicas -la Verdad, la Belleza y la Bondad- que fueron respectivamente diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas (“ello”, “yo” y “nosotros”), requieren imperativamente de una integración entre la naturaleza, la conciencia y la cultura. La intuición moral básica argumentada por Ken Wilber se constituye como una necesaria cuestión ética para la integración del “ello”, “yo” y “nosotros” y, consecuentemente, en una ética epistémica dentro del marco de una episteme transracional. La filosofía transpersonal de Ken Wilber, como disciplina que estudia a la espiritualidad y su relación con la ciencia, permite vislumbrar la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional que implemente la razón con el corazón (fin del resumen del artículo).

En la semana subsiguiente a dicha presentación en CIFE 2019, casi simultáneamente, tuvo lugar el 3º Congreso Razón Abierta organizado por la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid, España), donde tuve el placer de exponer mi sexto artículo titulado La filosofía transpersonal de Ken Wilber como fundamento para una educación transracional de la metafísica y la sanación trascendental del sujeto cognoscente mediante la meditación. El objetivo de dicho congreso es reunir a investigadores y docentes de todo el mundo que, desde sus ciencias particulares, se pregunten por la realidad que les interpela, teniendo en cuenta la antropología, la epistemología, la ética y el sentido que subyace a aquello que estudian. Y en dicho marco académico, expuse el citado artículo, cuyo amplio resumen es el siguiente:

1 - Metafísica y transracionalidad

En filosofía, la metafísica estudia los aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica. Según Kant, una afirmación es metafísica cuando afirma algo sustancial o relevante sobre un asunto (“cuando emite un juicio sintético sobre un asunto”) que por principio escapa a toda posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. Sin embargo, la razón a través de la historia del pensamiento, siempre ha indagado sobre las cuestiones metafísicas que han preocupado al ser humano desde tiempos inmemoriales, aunque histórica y psicológicamente, esa genuina actitud de hacer metafísica ha sido obnubilada por el materialismo científico. La filosofía se escindió así en dos senderos cognitivos: la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable, es decir, una divergencia entre ciencia y espiritualidad. Tradicionalmente se ha separado la epistemología y a la hermenéutica, puesto que la primera trata de lo conmensurable y la segunda de lo inconmensurable. Sin embargo, hoy en día es posible unir la epistemología y la hermenéutica, permitiendo justificar lo conmensurable y entender lo inconmensurable. Esos dos modos de saber posibilitan vislumbrar una conexión de la filosofía con la espiritualidad, o la ciencia con la metafísica.

Y para tal tarea, en primer lugar, es preciso un giro copernicano hacia el Idealismo Trascendental propuesto por Kant. En filosofía, el giro copernicano o revolución copernicana hace referencia a la propuesta realizada por Kant para entender cómo es posible el conocimiento sintético a priori que da lugar al Idealismo Trascendental. La filosofía anterior a Kant suponía que en la experiencia de conocimiento el sujeto cognoscente es pasivo, que el objeto conocido influye en el sujeto y provoca en él una representación fidedigna. Con esta explicación podemos entender, en todo caso, el conocimiento empírico, pero no el conocimiento a priori pues lo extraordinario de este último es que con él podemos saber algo de las cosas antes de experimentarlas, es decir, antes de que puedan influir en nuestra mente. Kant propone darle la vuelta a la relación y aceptar que en la experiencia cognoscitiva el sujeto cognoscente es activo, que en el acto de conocimiento el sujeto cognoscente modifica la realidad conocida. Según Kant, podemos entender el conocimiento sintético a priori si negamos que nosotros nos sometemos a las cosas, si aceptamos que son más bien las cosas las que se deben someter a nosotros.

Por otro lado, en segundo lugar, según Ken Wilber, las grandes tradiciones espirituales del mundo caen bajo dos tipos diferentes de espiritualidad que denomina la espiritualidad ascendente y la espiritualidad descendente. Existe dos grandes direcciones posibles: ascender desde la materia hasta el Espíritu o descender desde el Espíritu hasta la materia. La primera es una dirección trascendente o ultramundana, mientras que la segunda es inmanente o intramundana. Uno de los mitos al uso de la tradición occidental es Platón y, aunque la mayor parte de la gente cree que es un filósofo ascendente, en realidad, es un filósofo que reconoce los dos tipos de movimientos: el ascendente (el Bien que nosotros aspiramos a comprender) y el descendente (una manifestación del Bien). Sin embargo, a lo largo de la historia, estas dos facetas se vieron brutalmente separadas y tuvo lugar una violenta ruptura entre los partidarios de lo meramente ascendente y los defensores de lo meramente descendente, pues se consumó la escisión entre ambas. Dicho de otro modo, el materialismo científico y la metafísica se han convertido en una dualidad antagónica aparentemente irreconciliable.

Irremediablemente, hay una contienda ideológica que puede remover los cimientos de nuestra civilización, pues se hallan en disputa dos pesos pesados de la historia: la ciencia y la religión (espiritualidad), el saber empírico y el saber revelado, la razón y el espíritu. Desde el surgimiento de la física cuántica, esa divergencia cognitiva es argumentada epistemológicamente por Ken Wilber en su obra El espectro de la conciencia como dos modos de saber: el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no-dualidad entre sujeto-objeto). Las experiencias espirituales son, probablemente, el contexto más complejo a desentrañar por nuestra actual civilización. El gran mérito de Wilber es haber puesto en el contexto histórico la reivindicación de la filosofía transpersonal que, al aunar la ciencia y la espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, permite la argumentación de una antropología revisionista de nuestra cultura y la necesidad de una ética epistémica en el marco de una episteme transracional lo cual, como se argumentará seguidamente, propugna una educación transracional como misión espiritual para la sanación trascendental del sujeto cognoscente y, así, transcender también la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad, pues como concluye Ken Wilber en su obra Sexo, Ecología, Espiritualidad: “Ahí estamos, en la racionalidad, situados en el filo de la percepción transracional”.

2 - Meditación y educación

Son los genios y sabios, muchos de ellos científicos y filósofos, quienes abanderan las ideas metafísicas que hacen progresar la cultura humana, ahora en claro declive. ¿Qué lugar ocupa hoy la metafísica en nuestra cultura? He ahí quizá el escollo más difícil por transcender, pues la humanidad se halla ante nuevos paradigmas invisibles aún para la mayoría de coetáneos. Sin embargo, la sanación trascendental del ser humano está en su interior mediante la práctica de la meditación. En efecto, como nos recuerda el sabio aforismo griego “conócete a ti mismo”, se precisa de un conocimiento introspectivo para conectar con el Espíritu que vive en nosotros y que puede vislumbrarse mediante la conciencia de unidad.

La sanación trascendental del ser humano mediante la meditación no es una entelequia: un equipo de psiquiatras liderado por el Hospital General de Massachusetts, ha realizado el primer estudio que documenta cómo ejercitar la meditación puede afectar al cerebro. Según sus conclusiones, la práctica de un programa de meditación durante ocho semanas puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

La meditación, aplicada prácticamente en los centros escolares, tiene espectaculares resultados: estimula la creatividad de los niños, ayuda en el desarrollo de la inteligencia emocional, reduce la violencia conocida como bullying, mejora los procesos de aprendizaje, aminora la sobre estimulación propia de la era de Internet y mejora la convivencia escolar. La meditación se convierte así en un medio para la sanación trascendental del ser humano desde la infancia, tal como demuestran cada vez más numerosos estudios científicos. Como aseveró el matemático griego Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

Consecuentemente, las ciencias empíricas pueden dar explicaciones sobre los fenómenos naturales, peros son incapaces de dar una explicación coherente acerca de la conciencia y la espiritualidad y, por tanto, no es de extrañar que los beneficios de la meditación sean objeto de investigación científica, y que haya también una aproximación investigativa a las experiencias cercanas a la muerte, las ciencias noéticas y la psicología transpersonal. Dichos campos de investigación enlazan, obviamente, con la metafísica, es decir, más allá de los sentidos físicos. La metafísica es, por tanto, el reto que tiene la humanidad por delante para hallar un conocimiento más allá de las ciencias naturales, es decir, un conocimiento transracional al que se puede acceder mediante la meditación, y con la posibilidad de que sea impartida educacionalmente mediante la filosofía transpersonal argüida por Ken Wilber.

3 - Filosofía transpersonal y educación transracional

La filosofía tradicional occidental se sustenta en una epistemología de lo conmensurable mediante el dualismo sujeto-objeto hasta la llegada de la física cuántica (“ello”-ciencia-), y requiere de una complementación cognitiva mediante la hermenéutica de lo inconmensurable, cuyos campos de estudio son la profundidad del “yo”-conciencia-, y la intersubjetividad de todos “nosotros”-cultura-. En la modernidad, estas tres esferas platónicas -la Verdad, la Belleza y la Bondad-, fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas: la naturaleza (ello), la conciencia (yo) y la cultura (nosotros). Y la misión de la postmodernidad mediante las humanidades es integrar los individuos (yo) en una conciencia colectiva (nosotros) gracias a una filosofía transpersonal que incorpora una ética epistémica en el marco de una episteme transracional, lo cual propugna inherentemente una educación transracional como misión espiritual para la sanación trascendental del sujeto cognoscente y, así, trascender también la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad.

Una educación transracional fundamentada en la filosofía transpersonal se convierte, consecuentemente, en una renovada pedagogía para la trascendencia espiritual mediante la meditación, y postula un revisionismo psicológico que incorpore a la espiritualidad con la misión de transcender la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad también a nivel social y cultural: La educación espiritual de los niños es un imperativo para instaurar en el futuro una Vida espiritual en una sociedad digital; consecuentemente, Espiritualidad y educación social es un binomio inseparable para trascender La sociedad de la ignorancia y, por antonomasia, es El desafío ético de la educación.

Dicho repensar humano posibilitaría, entonces, salvar el abismo cultural desde que Kant diferenció la ciencia (ello), la conciencia (yo) y la moralidad (nosotros). La integración y síntesis de estas tres esferas kantianas del saber debe realizarse eminentemente en la conciencia de cada uno de nosotros mediante una genuina intuición espiritual o intuición moral básica como sustrato ético de nuestros actos, pensamientos y sentimientos, pues como dijera Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. Y para tal finalidad, la filosofía transpersonal y la educación transracional se presentan como un imperativo pedagógico más allá de la mente, hacia la profundidad de la conciencia, pues como dice una cita atribuida al dramaturgo inglés John Gay: “Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos, no obstante, el regalo más valioso que se le puede dar, es desarrollarles la conciencia”. Es indudable que el estudio de la conciencia es un problema epistemológico y hermenéutico aún no resuelto por la cultura occidental en particular y la humanidad en general y, consecuentemente, la conciencia sigue siendo un problema histórico por resolver.

4 - La conciencia como problema histórico: conclusiones

Toda la historia de la filosofía occidental está transitada por la inquietud de encontrar la solución al problema del conocimiento e intentar dar una explicación coherente de la conciencia, y se ha caracterizado por la constante universal de abordar el problema del hombre desde el dualismo: materia y espíritu, cuerpo y alma, cerebro y mente. La historia del pensamiento, devenida dogmáticamente en una filosofía materialista y en un reduccionismo psicológico, aboca a una crisis epistemológica y hermenéutica entre ciencia y espiritualidad desde que la física cuántica irrumpió en el tablero cognitivo. La filosofía transpersonal de Ken Wilber, al aunar ciencia y espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, introduce la primera fisura en la “rígida estructura” del dualismo científico entre sujeto y objeto que ha impregnado a la civilización occidental. Esta comunicación postula la integración del saber científico (epistemología de lo conmensurable) con la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable), una síntesis respectivamente de la razón con el espíritu en un ejercicio de trascendencia desde la no-dualidad.

Esos dos modos de saber así aprehendidos, posibilitan la sanación trascendental del ser humano mediante la filosofía transpersonal de Ken Wilber como nuevo paradigma de conocimiento, y es postulada como asignatura educativa para una educación transracional que implemente la razón con el corazón mediante la meditación. Por tanto, la síntesis entre la filosofía transpersonal y la educación transracional es una condición sine qua non para trascender así la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental. Con ello, podemos concluir consecuentemente que la filosofía transpersonal de Ken Wilber es un fundamento para una educación transracional de la metafísica y la sanación transcendental del sujeto cognoscente mediante la meditación (fin del resumen del artículo).

En la estela del último epígrafe La conciencia como problema histórico de dicho artículo, remití a la Revista Ciencia y Humanidades (Medellín, Colombia) el séptimo artículo titulado La conciencia como problema histórico:la filosofía transpersonal de Ken Wilber como una hermenéutica complementaria a la epistemología y como fundamento para una educación transracional. Y en este punto, amigo lector, me gustaría destacar lo que anteriormente anticipaba, a saber, que la inconmensurable obra de Ken Wilber es totalmente obviada en el ámbito académico. Valga para probar ello, la respuesta que el comité científico me remitió a la presentación de dicho artículo:

Respetado autor Amador Martos García, reciba un cordial saludo:
Según se le informó en correo pasado, su artículo fue remitido a instancias del Comité Científico de la Revista Ciencia y Humanidades. Dicho Comité está compuesto por más de 50 académicos ubicados en diferentes países de habla hispana, a los cuales se les asignan artículos dependiendo de sus áreas de estudio. Ahora bien, respecto a su artículo en cuestión, a la fecha no se ha podido ubicar un evaluador que posea el conocimiento académico/investigativo necesario para hacer un dictamen justo de dicho texto, por lo que la Revista Ciencia y Humanidades, desde su Comité Editorial en sesión del 5 de junio de 2019, teniendo en cuenta la responsabilidad editorial y científica que atañe a la Revista Ciencia y Humanidades, ha declarado que para el octavo número su artículo no podrá ser teniendo en cuenta debido a los motivos anteriormente expuestos. De antemano pedimos disculpas por cualquier problema causado, cordialmente.

¿Cómo interpretar dicha respuesta? Ello invita a pensar que cincuenta académicos y una revista científica no saben prácticamente nada sobre el filósofo contemporáneo por excelencia: Ken Wilber. Tampoco saben nada de psicología transpersonal, ni de filosofía transpersonal, y menos de educación cuántica (véase mi obra del mismo nombre) y menos aún de educación transracional (véase también mi obra Filosofía transpersonal y educación transracional)…. Son neologismos que no han entrado en el sistema académico tradicional. Y por eso no han podido interpretar mi artículo, menos comprenderlo, y ni tan siquiera un atisbo de intención en intentarlo. Lo más fácil es rechazar aquello que no se comprende, en vez de promover la tarea de investigar aquello de lo cual no sabemos. La inquisición religiosa ha sido sustituida por la inquisición racional: la del ego. Pero eso no me detendrá, aunque sea solo para aquellos que gustan de lo que escribo, escribiré para ellos. Les aseguro que no es necesario ser académico para entender el artículo remitido a dicha revista, y es por ello que, a pesar de que no ha sido revisado y aprobado, lo incluyo en esta obra Ciencia, filosofía, espiritualidad: para que el lector sea el propio académico, el mejor de los académicos diría yo. Este es el resumen de dicho artículo:

Toda la historia de la filosofía occidental está transitada por la inquietud de encontrar la solución al problema del conocimiento e intentar dar una explicación coherente de la conciencia, y se ha caracterizado por la constante universal de abordar el problema del hombre desde el dualismo: materia y espíritu, cuerpo y alma, cerebro y mente. La historia del pensamiento, devenida dogmáticamente en una filosofía materialista y en un reduccionismo psicológico, aboca a una crisis epistemológica y hermenéutica entre ciencia y espiritualidad desde que la física cuántica irrumpió en el tablero cognitivo.La filosofía transpersonal de Ken Wilber, al aunar ciencia y espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, introduce la primera fisura en la “rígida estructura” del dualismo científico entre sujeto y objeto que ha impregnado a la civilización occidental. Esta investigación postula la integración del saber científico (epistemología de lo conmensurable) con la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable ), una síntesis respectivamente de la razón con el espíritu en un ejercicio de trascendencia desde la no-dualidad. Esos dos modos de saber así aprehendidos, posibilitan la sanación trascendental del ser humano mediante la filosofía transpersonal de Ken Wilber como nuevo paradigma de conocimiento, y es postulada como asignatura educativa para una educación transracional que implemente la razón con el corazón mediante la meditación. Por tanto, la síntesis entre la filosofía transpersonal y la educación transracional es una condición sine qua non para trascender así la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental (fin del resumen del artículo).

Como en repetidas ocasiones he dicho, escribo como terapia personal para saber cual es mi lugar en el mundo y, de momento, he averiguado que vivo bajo un pensamiento divergente. Un “raro” según algunos y un incomprendido por algunos señores académicos: es el precio de pensar a contracorriente. La sabiduría popular ha sido desposeída de su intuición espiritual, un reduccionismo que nos ha conducido solamente a la visión materialista. El término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. No obstante, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como concluye Wilber en su obra Sexo, Ecología, Espiritualidad, estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional:

El mundo de la modernidad está un poco loco: mitos para los campesinos, naturalismo plano para la intelectualidad. Es más que irónico que sea la ciencia, la ciencia descendida la que en las últimas décadas del siglo XX redescubra la naturaleza autoorganizada y autotrascendente de la evolución misma. Es más que irónico que unir las “dos flechas” del tiempo hace de Eros el único y omnipenetrante principio de manifestación. Es más que irónico que la ciencia prepare el camino para una evolución más allá de la racionalidad, ya que ha demostrado claramente que la evolución no se detiene para nadie, que cada estadio pasa a un mañana más amplio. Y si hoy es la racionalidad, mañana será la transracionalidad; ningún argumento científico puede estar en desacuerdo con esto, y todos deben favorecerlo. Ahí estamos en la racionalidad, situados en el filo de la percepción transracional, una scientia visionis que está trayendo aquí y allá, cada vez con más claridad y a todo tipo de gente y por todas partes, poderosos destellos de un verdadero Descenso de la omnipenetrante Alma del Mundo.

Y esa incipiente transracionalidad donde el prefijo “trans” nos impele a ir más allá de la racionalidad, posibilita a este pensador la justificación epistemológica de una filosofía “trans”-personal (más allá del ego), así como una educación “trans”-racional (más allá de la razón), dicho de otro modo, sienta las bases para adentrarnos en la metafísica a partir de experiencias interiores de los sujetos cognoscentes, tales como las experiencias cercanas a la muerte, la reencarnación, las ciencias noéticas, la psicología transpersonal, las experiencias místicas y la meditación. Dichas cuestiones son estudiadas mediante la metodología científica por cada vez más científicos que se atreven a ir más allá (“trans”) de la racionalidad convencional. Este humilde pensador, en sus procesos investigativos, ha introducido las conclusiones científicas de aquellos investigadores que se han atrevido a transcender la ortodoxa ciencia materialista mediante la incorporación de la espiritualidad en la comprensión del origen y el sentido de la vida más allá de los reduccionismos materialistas y psicológicos, cientificismos dogmáticos que abocan en el nihilismo. Tal es el trasfondo epistemológico que subyace en los siete artículos publicados en revistas científicas y congresos.

Concluyendo este capítulo del preámbulo metodológico, la primera parte de esta obra está dedicada a la reproducción de los siete artículos publicados en revistas científicas y congresos, de los cuales hemos citado las correspondientes sinopsis. En la segunda parte, se argumenta a modo de glosario los conceptos más importantes de la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento. Y, en la tercera parte, desde la filosofía transpersonal se justifica epistemológica y pedagógicamente a la educación transracional como misión espiritual.