"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
despertar

Este artículo es una reproducción del capítulo del mismo titulo situado en la página 263 de la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela), titulada:

PSICOLOGÍA DEL HOMO COMPLEXUS PARA UNA EDUCACIÓN DESDE LA COMPRENSIÓN


La espiritualidad tiene que ver con el amor incondicional, la compasión, la comprensión del otro, la solidaridad, la apertura al infinito, transparencia en las acciones, con un sentido de pertenencia a un todo, por ello el despertar espiritual es el despertar de la consciencia, ver la vida desde el espíritu da plenitud, siendo por esto que estimamos que la verdadera espiritualidad es aquella que produce en el ser humano una transformación interior.

Cabe destacar que las personas no poseen solamente exterioridad, que es su expresión corporal. Ni solo interioridad, que es su universo psíquico interior. Están dotadas también de profundidad, que es su dimensión espiritual, lo que las hace a todas luces un ser humano complejo. Es por ello, que el espíritu nos permite hacer una experiencia de no dualidad bien descrita por el zen budismo: “tú eres el mundo, eres el todo”. La dimensión espiritual hace además referencia a la experiencia interior más profunda de la persona, que la conduce a dotar de sentido y propósito a las propias acciones y existencia, sean cuales sean las circunstancias externas, lo que significa aprender a centrarse en algo que va más allá de uno mismo , esto es trascender el ego que viene aparejado con un despertar de la consciencia, que a su vez permite el uso del potencial creativo, y la contemplación de la vida, aprovechándola de acuerdo con las propias aspiraciones y las del grupo a que pertenece.

Al respecto, si hablamos de espiritualidad, es necesario saber que se trata de transformar el corazón y la mente, que nos lleve a un profundo cambio interior y con ello un trascender el ego, a nuestra consciencia, así nos daremos cuenta que solo a partir de esta concepción estaremos en condiciones de comprendernos y comprender al resto de la humanidad. Metafóricamente, estas ideas reflejan lo que vendría a ser un puente en tres dimensiones por lo que tenemos así, que para una psicología del homo complexus se requiere de una ciencia conductual que reconozca la dimensión espiritual del ser, entre tanto una educación desde y para la comprensión amerita una educación transracional, afianzada en la espiritualidad, complementada por una inteligencia espiritual sustentada en la psicología compleja. Con ello, pensamos que desde el plano de lo místico y de la espiritualidad, podremos llegar a posarnos en una psicología del homo complexus para de esta forma lograr una educación desde la comprensión, esto sería un verdadero despertar de la consciencia, “al trascender el ego mediante un racionalismo espiritual, expandiendo la dimensión personal hasta la transpersonal” (Martos 2014, p. 26).

Ese despertar de la conciencia del que venimos hablando es un sendero que ya Platón nos dio a conocer a través del Mito de la Caverna, rememoremos que el mismo es una analogía sobre la realidad de nuestro conocimiento. Es así como Platón crea ese mito para mostrar en sentido figurativo como la vida nos encadena mirando hacia la pared de una cueva, desde que nacemos y, como las sombras que vemos reflejadas en la misma componen nuestra realidad. En este sentido, el autor nos relata la situación de hombres encadenados a una cueva desde su nacimiento, donde lo único que ven son las sombras reflejadas en el interior de ésta, y solo escuchan algunos ruidos exteriores, con lo que van creando la realidad a partir de lo que van sintiendo. Sin embargo, uno de los prisioneros finalmente se libera de las de cadenas y sale al mundo exterior aprendiendo y conociendo sobre la “realidad”. Cuando el hombre libre vuelve a la caverna para liberar a sus amigos prisioneros, nadie lo escucha, lo acusan de mentiroso y lo condenan a muerte: ¿Cómo liberar al ser humano de las ataduras de la realidad de la caverna?, la masa está cómoda en su ignorancia y violenta hacia quienes insinúan esa ignorancia negando la posibilidad de autogobernarse. Inferimos de lo narrado que el camino ascendente de la consciencia, hacia la sabiduría, hacia su despertar parte de este ensayo de Platón como un corolario que posibilite ver a distancia la salida del mundo de las sombras.

Esto ofrece un reto a los activistas cuánticos quienes como el esclavo liberado que ha visto la luz, tienen que retornar al mundo de las sombras, para contagiar de las buenas nuevas a los demás ignorantes esclavizados a un caduco sistema de creencias, teniendo que luchar contra una poderosa masa crítica artificiosamente manipulada e inducida hacia la sociedad de la ignorancia (Martos, 2017).

¿Cómo llevar a cabo tal tarea de alumbramiento cognitivo y espiritual? Con una actitud pedagógica como la pretendida por la educación transracional, cuántica, una visión espiritual holística del ser humano, considerando que el espíritu no es una parte de las personas al lado de otras, es el ser entero que por su consciencia se descubre perteneciendo a un todo y como porción integrante de él (Martos, 2014).

Es destacable, que por el espíritu tenemos la capacidad de ir más allá de las meras apariencias, de lo que vemos, pensamos, escuchamos y amamos. Podemos aprehender el otro lado de las cosas, su profundidad, en este sentido, solo la vida del espíritu da plenitud al ser humano (Boff, 2017), esto es un bello sinónimo de espiritualidad. Resulta obvio que en nuestra cultura olvidamos cultivar esa vida del espíritu, que es nuestra condición radical, donde se albergan las grandes preguntas, anidan los sueños más osados y se elaboran las utopías más generosas.

Recordemos también que la espiritualidad tiene que ver con una experiencia y no con ideas o códigos, tiene que ver con la vida, no con dogmas y doctrinas y además con el despertar de nuestras consciencias. Asimismo, la espiritualidad es propia de cada ser humano, ya que desde ella desarrollamos la capacidad de dialogar, escuchar, de acoger, de comunicarnos, comprendernos, comprender al otro, e incluir. Por lo tanto, pensamos que la verdadera espiritualidad consiste en saber entender el mundo del otro sin imponerle el nuestro lo que se traduce en empatizar con él.

Concluyendo podemos destacar que hay una diferencia entre espiritualidad y religión, al respecto cuando se le preguntó a Boff (teólogo brasilero) cuál era la diferencia entre religión y espiritualidad respondió: “Las religiones producen guerras, la espiritualidad produce paz”