"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
Tesis Doctoral de Noemí Siverio en PDF

Este artículo es una reproducción del capítulo del mismo titulo situado en la página 272 de la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela), titulada:

PSICOLOGÍA DEL HOMO COMPLEXUS PARA UNA EDUCACIÓN DESDE LA COMPRENSIÓN


El peregrinaje de la razón a través de la historia del pensamiento, propició caminos divergentes entre un exacerbado racionalismo pragmático y un descuidado racionalismo espiritual. Así, el reduccionismo psicológico en alianza con la filosofía materialista, serían los encargados de dar cuenta de esa realidad de ahí afuera, una realidad a la que habría que descubrir por ser única, desplazando de esta forma a una psicología compleja que tiene como norte considerar lo antagónico, lo racional e irracional del ser humano, así como la dimensión espiritual que lo constituye.

En atención a esto último afortunadamente, se está produciendo una transcendencia holística desde la razón al espíritu a modo de un segundo renacimiento humanístico. De estas palabras podemos interpretar que la visión espiritual inherente a todo ser humano precisa de un giro participativo a la espiritualidad, al misticismo, en este sentido, la psicología compleja se enmarca en una racionalidad espiritual que propugna la transcendencia de la dualidad, (entre sujeto-objeto), hacia la no dualidad, (misticismo contemplativo). (Martos, 2016).

Cabe destacar, como la historia del pensamiento Occidental es la historia de un ego (yo), fragmentado y disociado de la colectividad (nosotros), esto requiere de una urgente sanación transcendental, tal como propone una psicología compleja, transracional, transpersonal, que aúne la racionalidad del pensamiento occidental con la transcendencia espiritual.

Ante esto somos de la idea que está floreciendo un cambio de paradigma desde la psicología tradicional a la psicología compleja. Por psicología tradicional entendemos a aquella forma de acercarse a lo psíquico mediante un reduccionismo materialista que ejerce violencia sobre los fenómenos de la vida anímica: nociones como “yo”, “alma”, “vivencia”, “voluntad”, “compresión del otro”, “consciencia”, son eliminadas cuando no modificadas por la psicología científica (Martos, 2012).

Pero este camino se ve iluminado, porque frente a una psicología como la descrita, se yergue una ciencia de la conducta transpersonal, que constituye una cuarta fuerza en el campo de la psicología, contribuyendo a sellar la brecha epistemológica entre ciencia y espiritualidad, conllevando a la incubación del futuro paradigma: el racionalismo espiritual. Ante lo que venimos exponiendo cabe una reflexión, si Occidente es la historia de mucha ciencia pero poco espíritu, si Occidente no reconcilia razón y espíritu, si la comprensión del ser humano se presenta como necesaria, además si la sanción transcendental es imperativa; en suma si hay un fracaso epistemológico en Occidente, y la psicología transpersonal compleja puede ser una alternativa frente a este fracaso, ¿tiene sentido dejar de lado una ruta de reconciliación entre la ciencia, la razón y el espíritu?, ¿tiene sentido enceguecernos ante una psicología que toma en cuenta la dimensión espiritual del ser humano, con lo que estaría dándole un espacio al homo complexus?.

Pensamos que no, porque son cada vez más los científicos que se alinean con la visión que reúna la ciencia con la espiritualidad, y por ende con la complejidad de las personas. Desde esta plataforma, pensamos que estamos en los albores de dejar de considerar la mente humana como puramente biológica, ella está abierta a otras interpretaciones con connotaciones cuánticas, es decir, con conexión al universo entero (Martos, 2017), que nos lleve al despertar de la consciencia, transcender el ego, comprender al otro, orientarnos hacia un sentido de la vida; todo esto bajo el acompañamiento de una psicología compleja transpersonal, que nos proporciona una renovada racionalidad envuelta en una espiritualidad cuántica.

En tal sentido, en este viaje espiritual, los psicólogos transpersonales están despejando el horizonte del conocimiento y la espiritualidad mediante un activismo cuántico que proporciona una nueva visión de la naturaleza, del ser humano, del universo.

Pensar en la psicología compleja nos conmina a pensar en una psicología transpersonal porque esta tiene sus bases en la teoría general de sistemas, las teorías de la estructuras disipativas, del caos y la autopoiesis de Maturana y Varela, todas ellas enraizadas en el emergente paradigma de la complejidad. En este sentido, la psicología compleja estima que todo ser humano tiene una forma de ser que se puede explicar desde las rutas disipativas de la teoría del caos. Al respecto, hay por lo menos tres rutas disipativas a través de las cuales se expresa todo lo que es ese ser humano: lo que ha sido su familia, sus traumas y heridas. Hasta que la persona no es capaz de disipar esa estructura no podrá encontrar el verdadero sentido de su vida, ni acceder a los verdaderos mundos de la consciencia. Es por esto que la patología es expresión de todo ese proceso evolutivo, en tal sentido: “la crisis es la palanca” (Almendro), es así como las crisis psíquicas catalogadas de patologías, desde esta psicología, se ven como grietas que se abren hacia la consciencia, resultando ser vías de sanación. Desde tal perspectiva aborda la psicología transpersonal, estas rampantes crisis, que son consideradas oportunidades al conocimiento verdadero.

¿Qué es la psicología compleja o transpersonal? Es aquella que entiende que la psique traspasa al ser humano, que no está constreñida a la personalidad individual, al yo, al ego personal, centrándose y focalizándose en el cosmos. Así mismo, esa psicología reconoce la dimensión espiritual del hombre y por tanto su complejidad. Es importante recordar además, que esa ciencia conductual que venimos referenciado, se mueve en un terreno misterioso y fascinante, reflejado en la dimensión hologramática: Cada parte del conjunto contiene el conjunto entero. ¿Qué dice de esto la psicología clásica?: no lo contempla.

¿Qué más nos permite la psicología compleja? Nos permite concebir la complejidad biológica, cultural, emocional, social, histórica, pero además la espiritual del ser humano, no quedándose en lo conductual sino que refiere a lo conductual espiritual, ya que si vemos el comportamiento desde lo biológico social, cultural, daremos explicaciones del mismo, no obstante, eso no pasará de allí. Es por esto que pensamos que la psicología requiere orientarse hacia lo espiritual, ya que las persona nos comportamos también desde esta dimensión.

En atención a lo que venimos referenciando nos preguntamos: ¿Cómo explica la psicología clásica la conversión de un cristiano, de un místico, de un católico? ¿Cómo se explica desde la psicología el hecho que una persona que presente una adicción asista a un sitio donde se lleven a cabo prácticas espirituales y esta se regenere, experimente una conversión?. De igual forma, ¿Cómo explica el cambio conductual que exhiben las personas que practican yoga?, la cual es una práctica transpersonal. Estos aspectos no son considerados por la psicología clásica, por cuanto desde sus aristas la complejidad humana se vuelve invisible y el hombre se desvanece como una huella en la arena, al entrañar la misma un reduccionismo, en términos positivistas, que no es capaz de dar razones sobre el verdadero sentido de la vida, al dejar de lado la visión espiritual inherente al ser humano, por lo que desde su enfoque se torna difícil comprenderlo al carecer de un camino que facilite reproducir la consciencia transpersonal, e igualmente se torna insuficiente para crear un sistema que le permita desplegar un yo más profundo(Martos, 2017).

La psicología transpersonal o compleja posibilita la trascendencia del ego, sanando así los posibles problemas que nos limitan de manera consciente o inconsciente. Esta psicología es una herramienta excelente para promover la evolución de la consciencia desde al mundo de las sombras al mundo de las ideas, como propone Platón en el Mito de la Caverna. Es por ello, una ciencia conductual que plantea trascender dar un salto en un nuevo campo de la consciencia (Martos, 2018). Por lo anteriormente referenciado es que en esta tesis doctoral estamos apostando a esta psicología de manera que podamos acercarnos a la comprensión compleja del homo complexus.

Complementando lo dicho en líneas que preceden, la psicología compleja o transpersonal trabaja para reconocer esa realidad divina que subyace en la materia (Almendro, 1999), es así como esta ciencia de la conducta humana desestima la visión de la persona que se maneja en la ciencia occidental, que parte de una concepción cartesiana-newtoniana de la realidad, percibiendo al ser humano de manera mecánica, reduccionista y simplista, con lo que busca predecir, controlar y determinar el comportamiento dificultando de tal forma su comprensión. En tanto que una psicología transpersonal viene a proponer un camino que integra y no excluye las distintas dimensiones de lo humano, es por ello que en su estudio no desestima la espiritualidad que lo contiene.

Por otro lado, esta cuarta fuerza psicológica es una nueva forma de conocimiento que puede ser aprehendida mediante un mándala (diagrama místico), epistemológico, que posibilita una interpretación hermenéutica de la historia, la ciencia, y la espiritualidad, pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva (Martos, 2017).

Ante lo descrito pensamos que urge el transitar de una psicología tradicional a la transpersonal, de la consciencia personal a la consciencia transpersonal. Solo de esta manera estaremos en presencia de una psicología para el homo complexus, es decir, una psicología fundamentada en la complejidad del ser humano, que abraza la idea que en cada uno de nosotros está contenida la información sobre el conjunto del universo o la totalidad de la existencia, que a nivel experiencial disponemos potencialmente de acceso a todas sus partes y en cierto sentido somos la totalidad de la estructura cósmica (Duque, Lasso Orejuela, 2010). Desde esta óptica podemos avizorar la complejidad del ser humano, somos alfa, la estrella más brillante de una constelación y omega, la nebulosa más próxima a esa constelación, así también, la primera y última letra del alfabeto griego, somos cóncavo y convexo, somos complexus y por tanto requerimos de una psicología compleja que oriente sus pasos hacia la igualmente complejidad que nos caracteriza, que nos envuelve.

Por tanto, esta ciencia de la conducta promueve la evolución de la consciencia desde el mundo de las sombras al mundo de las ideas, permitiendo así dar un salto a un nuevo campo de la consciencia, al ofrecer una renovada visión y compresión del ser humano y de su complejidad, mediante las experiencias cumbre, místicas. En suma, al abarcar la dimensión espiritual y transcendente de la naturaleza humana y de la existencia, la psicología transpersonal compleja nos permite pasar de una consciencia personal (egocéntrica) hacia la consciencia transpersonal (compasiva) (Martos, 2017).

Finalizamos presentando un gráfico sintético de la teoría presentada en esta tesis Doctoral (ver imagen adjunta).