"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
PENSADOR

Este artículo es una reproducción de las reflexiones finales a partir de la página 375 del libro LA EDUCACIÓN CUÁNTICA


1 - El sentido de la vida

El ritmo vertiginoso en que el sistema capitalista nos deshumaniza está llegando a cotas verdaderamente alarmantes. Desde la antigüedad, a los filósofos les ha preocupado especialmente la problemática del sentido de la vida. Las respuestas pueden ser de todo tipo: religiosas, morales o políticas, pero también hay quien puede considerar a la vida como un contrasentido ya que, inevitablemente, desemboca en la muerte. En el mundo antiguo clásico surgió el eudemonismo, una doctrina que considera que el sentido de la vida es la felicidad. Parece ser que la verdadera felicidad, en nuestra sociedad contemporánea, ha sido relegada al olvido pues estamos inmersos en un consumismo desenfrenado propugnado por el capitalismo, el cual es generador de nuevas enfermedades sociales que nos hacen perder el sentido de la vida. Cuando la vida se transforma en un sinsentido para un creciente sector de la sociedad que opta por suicidarse, es síntoma que algo no funciona bien ni en las personas ni en la sociedad, pudiendo hablarse, entonces, de una crisis de conciencia en la humanidad que, inexorablemente, apunta hacia un cambio de paradigma en el modo de vivir, pensar y amar.

2 - Cambio de paradigma

Todo cambio de paradigma en la civilización está precedido de una revolución en la cosmología, es decir, hay una nueva percepción del universo o de la vida. La revolución copernicana generó una enorme crisis en las mentes y la Iglesia, pero, lenta y progresivamente, se fue imponiendo la nueva cosmología, perdurando hoy en día en nuestras escuelas y en nuestra percepción de la realidad. Sin embargo, la paradoja de nuestro tiempo es que el ser humano sigue creyéndose el centro del universo y que el mundo está a su servicio para el disfrute material, cuando la realidad nos evidencia día a día que los recursos son cada vez más limitados. Esta revolución todavía no ha penetrado suficientemente en las mentes de la mayor parte de la humanidad, mucho menos en las de los empresarios y los gobernantes. Pero está presente en el pensamiento ecológico, sistémico, holístico y en muchos intelectuales. Se está gestando el paradigma de la nueva era: la emergencia de la conciencia colectiva de que otro mundo es posible. Y ese nuevo mundo lo estamos creando cada uno de nosotros con los pensamientos y los actos que emanan de nuestra propia conciencia. Una revolución espiritual está en marcha.

3 - La revolución espiritual

En la historia de la humanidad ha habido diferentes tipos de revoluciones: la revolución agrícola, la revolución industrial, la revolución burguesa, la revolución liberal, el imperialismo capitalista, la abolición de la esclavitud, la emancipación de la mujer, la revolución científica y la actual globalización, entre las más destacables. Sin embargo, a mi parecer, las dos revoluciones genéricamente más importantes son la racionalidad y la espiritualidad. La primera, la racionalidad, está explotando todo su potencial hasta límites todavía insospechados y, la segunda, la espiritualidad, se está gestando lenta pero seguramente. La racional-modernidad ha desembocado en el actual sistema capitalista que ha usurpado los valores morales y los Derechos Humanos. Estamos inmersos en una crisis humanitaria y ecológica a escala global, creada por unos poderes fácticos que detentan las estructuras económicas, financieras, mediáticas, políticas y militares. Sin embargo, los pueblos están despertando. También las personas. Hay una clara conciencia de que no se puede dejar el designio de la humanidad en manos de una minoría de plutócratas, pues la racionalidad colectiva ha sido secuestrada para su exclusivo beneficio. La revolución espiritual ya ha comenzado: se trata de un racionalismo espiritual que está brotando en la mente y los corazones de cada vez más personas. Es en el amor, o solidaridad social, donde radica el cambio de paradigma psicológico: estamos tomando conciencia de que no se puede vivir de un modo egocéntrico y desligado de la colectividad.

Como se ha visto, la sociedad no está ofreciendo un sentido de la vida objetivo y esperanzador a las personas. Esa esperanza vital debemos hallarla cada uno de nosotros, no solo en la razón, sino en el amor o solidaridad social. La unión del raciocinio con la espiritualidad humana es el paradigma que está gestándose en esta profunda crisis: es una revolución espiritual que invita a la integración de todos nosotros en una conciencia colectiva que priorice La economía del bien común, como postula el economista austríaco Cristian Felber. Se necesitan razones para sentirnos vivos. Pero el amor a nuestros semejantes es la suprema razón por la cual vivir, una enseñanza presente en la filosofía perenne.

4 - La filosofía

Nunca como en estos tiempos la humanidad está tan necesitada de reflexión y pensamiento, y nunca como ahora la filosofía ha sido tan denostada. La filosofía consiste en el estudio de los problemas fundamentales acerca de la existencia, el conocimiento, la verdad y la moral, las más importantes cuestiones entre otras muchas. Por ende, su campo de investigación es tan vasto como complejo. Pero quizá convendría recordar que filosofía es amor por la sabiduría. El amor por el saber, el amor por ese conocimiento, debería ser nuestra tabla de salvación, cada cual la suya pues, de momento, no hay un saber homogéneo de aplicación universal a todos los seres. De hecho, hay tantas filosofías como filósofos. Por tanto, la cuestión que se plantea aquí es, desde esta humilde reflexión, invitar al lector a iniciar su propio camino de sabiduría, su propio discernimiento interior. Es en la estructuración intelectual de cada persona donde se conforma la interpretación del mundo exterior con el que nos relacionamos, pero también la comprensión de sí mismo. “Conócete a ti mismo” es una famosa frase inscrita en el templo de Apolo en Delfos, y se refiere al ideal de comprender la conducta humana, la moral y el pensamiento, porque comprenderse uno mismo es comprender a los demás y viceversa, sabiendo que somos todos pertenecientes a la misma naturaleza. Por eso, aprender el verdadero significado de la frase “Conócete a ti mismo” conlleva inevitablemente a verse uno mismo como ser humano ante la verdad y descubrir nuestras miserias, en cómo nos engañamos y mentimos para alimentar nuestro sufrimiento interno. Solo el saber puede liberarnos de tanto sufrimiento.

5 - Saber o no saber, esa es la cuestión

El conocimiento es el fundamento sobre el que descansa toda evolución cultural y científica. Y gracias a ello, disponemos de la maravillosa tecnología conocida como Internet. Tenemos al alcance de un teclado más información que nunca en la historia, tanta que cuesta digerirla para obtener una correcta estructuración y visión de la realidad. Hay que realizar un verdadero esfuerzo para no ser un preso virtual de esa pantalla que nos conecta sinápticamente con otras mentes. El acopio de excesiva información no implica que sea procesada correctamente por el pensamiento de cada cual. Según el filósofo Innerarity, estamos saturados de información y más necesitados de interpretación. El saber no es solo un revulsivo de poder sino también de libertad e, implícitamente, la ignorancia como proclive a la esclavitud. La globalización del conocimiento a través de Internet está acelerando y retroalimentando la conciencia social que descansa sobre el saber. En cada uno de nosotros reside la libertad para iniciar ese camino del saber, ese camino ascendente hacia la sabiduría, derribando los muros de la ignorancia, conquistando las nubes del conocimiento. La ignorancia esclaviza, solo el saber da el poder para conquistar la libertad. Saber o no saber, esa es la cuestión. Como dijera el insigne Aristóteles: “El género humano tiene, para saber conducirse, el arte y el razonamiento”. La anterior reflexión nos conduce a que cada persona es corresponsable mediante su libertad, no solo de su destino, sino de los demás seres, sea en al ámbito local, nacional, continental o mundial. El saber globalizado es la gran esperanza para que la humanidad progrese por la conciencia colectiva para gestionar con justicia la riqueza, el bienestar, la libertad y la felicidad de todos, y no solo para una minoría plutocrática. Pero, el saber, primordialmente, es el camino para despertar el maestro interior, quien nos dará el tan necesario sentido a la vida.

6 - El maestro interior

De mayor quisiera ser maestro. Pero dudo que pueda ser maestro de nadie. Cada cual debe adquirir su propia maestría, su propio saber, lo suficientemente intrépido para derribar los muros de la ignorancia, pero lo suficientemente humilde para decir conmigo “solo sé que no sé nada”, pues hay tanto todavía por saber. De mayor quisiera ser maestro para enseñar que el conocimiento y la educación son unos activos a transmitir libremente al servicio de la humanidad, y no solo para el beneficio egoísta de una minoría plutocrática. De mayor quisiera ser maestro, pero, de momento, tan solo soy un humilde buscador de sabiduría desmarañando los postulados de la ciencia, así como los dogmas impuestos por la religión, quienes han usurpado la primacía de la filosofía.

7 - Ciencia, religión, filosofía

Las ciencias se han erigido en un Everest del conocimiento, obviando a los pensadores por excelencia. Sin embargo, como se ha visto, todas las disciplinas científicas, sobre todo la física cuántica, lidian con el eterno problema de la vida: ¿cómo conectan la materia y la conciencia? Una materia filosófica tratada por todos los pensadores de la historia. ¡El filósofo sigue siendo más necesario que nunca! Pero también, las religiones están quedado obsoletas de contenidos y argumentos. Por un lado, a medida que la noosfera evoluciona holísticamente, los problemas científicos están lidiando con problemas espirituales. Por otro lado, las nuevas generaciones están cada vez menos dispuestas a creer las verdades dogmáticas, y en su lugar pensar por sí mismo, una mirada filosófica por excelencia. Es por ello que la filosofía adquiere necesariamente mayor importancia, como queda acreditado por el auge del asesoramiento filosófico desde hace una década. La filosofía está recuperando el lugar propio que le ha sido usurpado por la psicología. ¡La filosofía está más viva que nunca!

No en vano, uno de los grandes problemas de la ciencia en la actualidad, es que lidia con retos de hondo calado filosófico y espiritual, de ahí el acercamiento de muchos científicos a la visión espiritual. Es un camino solitario y angosto para el sincero buscador de verdad, pues hay que romper anacronismos sociales, económicos, políticos, psicológicos y espirituales. Así, el genuino pensador debe estar vacunado intelectualmente, pues sabe que está investigando ideas por venir, difícilmente compartidas y comprendidas, según la complejidad teorética, por sus coetáneos. De hecho, cuando escribo, en varias ocasiones tengo la sensación que no solo escribo para los actuales lectores sino para futuros pensadores que tengan a bien leer y comprender desde el futuro, del mismo modo que estudiamos nuestro pasado para comprender nuestro presente. Filosofar sigue siendo el camino para alcanzar la sabiduría.

8 - La sabiduría

Pero, ¿qué se persigue en la búsqueda del conocimiento?, ¿qué valor adquiere el saber?, ¿dónde va a parar ese cúmulo de sapiencia elaborada a través de algunos milenios? El saber emerge del pasado, cohabita con el presente, pero también interactúa con el futuro. “El pasado me ha revelado la estructura del futuro” aseveraba el paleontólogo y filósofo francés Chardin. “No perdemos nada del pasado, solo con el pasado se forma el porvenir”, también decía el escritor francés Anatole France. “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro” insistía el filósofo chino Confucio hace más de dos mil años. Todos los insignes pensadores insisten en lo mismo: pasado y futuro están interconectado por nuestro presente, en una especie de entrelazamiento cuántico que intenta ser conceptuado mediante las diferentes interpretaciones de la Dinámica espiral por algunos intelectuales y por la física cuántica por otros tantos científicos. Solo pasan a la historia del pensamiento escasos pensadores o científicos. Todas las demás personas transitamos sin pena ni gloria y, como mucho, seremos recordados por algunos de nuestros descendientes, pero, después, pasaremos inexorablemente al olvido. Entonces, ¿para qué sirve lo que sabemos?, ¿vivimos en la sapiencia o en la ignorancia?, ¿y qué hacemos cada cual con lo que sabe? Cada persona debería responder a esas preguntas mediante el camino ascendente de su conciencia hacia la sabiduría. Porque solo el saber nos puede conducir a la libertad. Y solo en libertad se puede ingresar en la espiritualidad, el nuevo mundo que, entre todos, deberíamos construir.

9 - Saber, libertad, espiritualidad

El saber es el sustrato de la libertad. Un ser humano no puede ser libre sino con el saber. Solo el saber nos hace acreedores de nuestra libertad. “La verdad os hará libres”: esta frase evangélica establece una estrecha relación entre la verdad y la libertad. El hombre es un ser inexorablemente moral por el carácter libre de su persona. Pero estar en la verdad es un requisito imprescindible para que la actuación humana sea verdaderamente libre. Y ese doble salto mental a través del saber y la libertad, solamente se aprehende práctica, cognitiva y moralmente mediante el camino ascendente de la conciencia hacia la sabiduría.

El saber y la libertad son dos fundamentos ontológicos actualmente en discordia en nuestra era. El saber es la antesala de la libertad. El saber y la libertad son los dos pilares sobre los que cada cual dirige su vida. “Solo es digno de libertad quien sabe conquistarla cada día” nos dejó dicho el novelista y poeta alemán Goethe. Añado que solo se consigue la libertad con el saber. Todo sincero pensador en busca del saber se puede considerar un filósofo, aun sin la correspondiente acreditación universitaria, pues es pensador aquel que piensa, pero es genuino pensador aquel que profundiza en los recovecos de la historia, la sociología, la economía, la política, la ciencia, la psicología y, por supuesto, sin dejar de lado las propias creencias espirituales. ¿Quién no tiene creencias? Irremediablemente, el saber científico está coqueteando con la espiritualidad. Y en medio de ambas se halla la actividad filosófica. El universo del saber es un mundo maravilloso solo accesible a los perseverantes pensadores, pero pensar a la espiritualidad es una tarea mucho más compleja, hasta ahora en manos de las religiones y convertidas en uno de los poderes fácticos. Repensar a la espiritualidad es el sino de los tiempos convulsos que vivimos. Es imperativo para todo genuino pensador reivindicar el saber como única tabla de salvación para la humanidad. El saber es el camino. Como certeramente dijo el filósofo francés Descartes: “Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás”. Y cuando se vive en la ignorancia, hay una ausencia de luz para distinguir entre el bien y el mal.

10 - Entre el bien y el mal

Así está dividido el mundo, entre personas que hacen el mal y otras el bien, entre las que piensan con el ego y las que piensan desde la trascendencia espiritual del ego, entre las que defienden el pensamiento único neoliberal y las que piensan desde la creencia de que otro mundo es posible. Es indudable, en este mundo hay personas buenas y malas, pero no dicho así tan drásticamente pues nadie es plenamente malo, ni nadie es un santo, sino que la bondad y la maldad, como dos opuestos contrarios más, están insertos indeleblemente en la conciencia de cada persona, quien decide libremente de las acciones buenas o malas a ejercer para dar un sentido a su vida, obviando muchas lo dicho por Einstein: “Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida”. El bien y el mal no están ahí fuera, sino en nuestro discernimiento interior, en cada decisión que tomamos supuestamente desde el libre albedrío. Cada cual es dueño de su propio destino, y el saber es la única tabla de salvación. Sin lugar a dudas, entre el bien y el mal, se interpone el cúmulo de saber que cada cual almacena en su conciencia, y que le permite actuar desde una natural libertad.

Entre el bien y el mal solo se interpone el saber para actuar con conocimiento de causa desde la libertad moral. Y ese campo cognitivo es propio del camino ascendente de la conciencia hacia la sabiduría, un sendero nada fácil, solitario, angosto, pero maravilloso cuando en el devenir se hallan personas con pensamientos similares, una profundidad psicológica que pocos alcanzan a entender, como una “experiencia cumbre" en palabras de Abraham Maslow.

Cada persona, por derecho natural, es libre de pensar por sí mismo, o no. Es libre de aspirar a la sabiduría o vegetar en la ignorancia, es libre de hacer el bien o el mal. Sin embargo, en palabras del escritor y político Edmundo Burke, “lo único que necesita el mal para triunfar en el mundo es que los buenos no hagan nada”. Solo las personas de bien sienten la imperiosa necesidad de establecer una conexión cuántica con sus semejantes y con el universo entero mediante el saber y el amor.

11 - La conexión cuántica

Ya sabemos que la física cuántica ha desmitificado a las visiones materialistas de la ciencia, pues ha puesto en el centro de todo el universo al observador mediante la conciencia que se manifiesta a través de la mente humana y que participa del campo cuántico. ¿Y cómo se accede conscientemente a ese Mundo de las Ideas? Pensando, pero pensado bien, meditando mucho. Para ello es imperativo iniciar el camino ascendente hacia la sabiduría como un propósito inexcusable para todo sujeto cognoscente: la mente humana debe conectar cuánticamente con la mente universal, o Dios, o como cada cual quiera llamar a esa energía omnipotente y omnipresente que todo lo abarca, desde las más simples manifestaciones biológicas hasta los más elevados pensamientos científicos y espirituales. Se trata de una conexión cuántica de la mente con el pasado y el futuro, con nuestro planeta y el universo, con la biosfera y la noosfera, con lo más simple y lo más complejo, con la vida y la muerte, con el bien y el mal, en definitiva, un viaje holístico a través de cada pareja de contrarios. Nuestro mundo es como un puzle: no se puede obtener una correcta interpretación de él si no se van añadiendo cada vez más piezas para que avizore paulatinamente el sendero de la iluminación cognitiva. Quién medite sobre tal cuestión, tiene más probabilidades de resolver el puzle para vivir en la verdad porque, conviene recordar una vez más, “la verdad os hará libres”.