"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
trump TRUMP Y LA POSVERDAD

Wilber inicia su obra aludiendo a la convulsa e inesperada victoria de Donal Trump como presidente de los Estados Unidos en las elecciones del año 2016. Según Wilber, tanto Demócratas como Republicanos, están atrapados en “el dolor y sufrimiento que ambos bandos sienten” al “identificarse con una visión demasiado estrecha”. Y se dispone a dar “una visión más amplia e integral” hasta el punto que, según él mismo apunta, pueda “ser bastante iluminadora y liberadora”.

Wilber prosigue su andadura con un análisis cultural a través de los escritores posmodernos (Derrida, Foucault, Lyotard, Bourdieu, Lacan, de Man, Fisch, etc.) y cuya esencia de todos ellos podría resumirse en la frase “la verdad no existe”. “La verdad, en cambio, es una construcción cultural, y lo que alguien considera verdad es simplemente lo que alguna cultura ha logrado convencer a sus miembros que es verdad. Pero no existe, de hecho, una cosa real llamada verdad esperando a ser descubierta, de la misma manera que no existe un dobladillo universalmente correcto esperando a ser descubierto por un diseñador de moda”. Consecuentemente, según Wilber, los posmodernistas propugnan un conocimiento vinculado a la cultura, y no existe una perspectiva universalmente válida. Por ello, dice Wilber, todo el conocimiento se basa en una mera interpretación que se da desde una perspectiva privilegiada y, por tanto, opresiva. “No existe un marco moral: lo que es verdadero para ti es verdadero para ti, y lo que es verdadero para mi es verdadero para mí”. Así, concluye Wilber, la “verdad” es vista como un conducto hacia el poder. “En resumen, la locura aperspectivista de que no hay verdad no dejó nada más que nihilismo y el narcisismo como fuerzas motivadoras”.

Dicha locura aperspectivista, a decir de Wilber, afecta a la vanguardia de la evolución y, consecuentemente, la capacidad de la evolución para auto-direccionarse y auto-organizarse colapsa. Es por ello mismo, apostilla Wilber, que las élites posmodernas más influyentes terminaron adoptando, explícita o implícitamente, ese dúo dinámico del infierno posmoderno: nihilismo y narcisismo como esencia de la locura aperspectivista y la cultura de la posverdad. “El nihilismo y el narcisismo llevan la evolución a un cuello de botella”, lo cual es un vestigio del materialismo científico reduccionista del siglo XIX, dejando de lado conceptos científicos actuales, como los descubrimientos del premio Nobel Ilya Prigogine, que indican que los sistemas materiales insensibles tienen un impulso inherente a auto-organizarse, pues escapan del caos saltando a un nivel más alto de orden organizado: a ello se refiere “obtener orden del caos”. “Si la materia inerte posee el impulso inherente de auto organización y de obtener orden del caos, los sistemas vivos, sin lugar a dudas, también. Y esto definitivamente incluye a la evolución”. Así, argumenta Wilber, mientras la vanguardia de la evolución colapsó perdida en su locura aperspectivista, la evolución misma se apagó temporalmente.

1-1 Breve resumen del desarrollo

Frente a dicha regresión cultural, Wilber esboza un breve resumen del desarrollo humano para aquellos lectores que no están familiarizados con sus postulados: el egocentrismo subyacente a las sociedades tribales dio lugar a la magia mitológica de las religiones alrededor de 10.000 años A.C.; la identidad egocéntrica se expandió a lo etnocéntrico como identificación de un grupo en oposición a los demás; pero posteriormente la evolución continuó hasta la emergencia de la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona y, con el florecimiento del Renacimiento y la Ilustración, surgió la “modernidad” y las “ciencias modernas”, lo cual impulsó el libre mercado y el nacimiento de las naciones-estado, una fase evolutiva que trascendió lo etnocéntrico hacia las sociedades modernas-racionales mundicéntricas del planeta. Esa moderna-racionalidad fue la vanguardia de la evolución hasta que, como se ha visto anteriormente, la posterior posmodernidad redujo todo conocimiento al ámbito del “ello”, es decir, al “mundo chato” propugnado por el materialismo científico: así fue como la creencia intrínseca de la moralidad mundicéntrica fue eliminada y sustituida por el positivismo. De manera desastrosa, la moralidad mundicéntrica fue infiltrada por el etnocentrismo y el egocentrismo, abriéndose paso a través del “darwinismo social” mediante la avaricia rampante y una feroz competencia. “La versión originalmente sana del pluralismo posmoderno se volvió cada vez más en un relativismo extremo, totalitario contradictorio y bastante disfuncional, que colapsó casi completamente en un nihilismo y narcisismo”.

Pero a pesar de la catástrofe anterior, el logro más importante del desarrollo humano hasta la fecha, según Ken Wilber, radica en que existe una fase superior que ha comenzado a emerger en un número todavía reducido de personas: creen que todas las fases previas son significativas en algún sentido, que todas son importantes y que todas deberían ser incluidas e integradas con sinceridad. Por esa razón esa fase es llamada “integral” o “sistémica” y marca una nueva y radical fase evolutiva única en la historia de la humanidad. Clare Graves, pionero del estudio del desarrollo, la llamó “cataclísmica” y que un 5 por ciento de la población ha alcanzado esa fase en nuestro desarrollo.

Hasta aquí un resumen de la visión general y un breve resumen del desarrollo humano según Ken Wilber con el que, en esencia, estoy totalmente de acuerdo. Mis discrepancias con Wilber comienzan en el siguiente apartado.

1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad

De vuelta a la cultura de la posverdad y de la mano de Lacan, uno de los posmodernistas más importantes, Wilber nos introduce en la importancia de “quién controle la narrativa”, siendo un factor clave del narcisismo, es decir, “lo que quiero que sea verdad es verdad en una cultura de la posverdad”. Así, Wilber acusa a Trump de mentir abiertamente sin ningún tipo de cuidado. Dice Wilber que, cuando Trump estaba en campaña, había diarios que, de hecho, llevaban un contador de mentiras, a pesar de que las encuestas mostraban insistentemente que la gente sentía que Trump era más “verdadero” que Hillary Clinton. Según Wilber, las personas hicieron la transición de lo “auténticamente verdadero” a “lo que yo digo que es verdadero”, y Trump decía su verdad con mayor convicción y pasión que Hillary. Así, el argumento de Wilber es que, en una cultura de nihilismo, en una atmósfera de locura aperspectivista donde no existe la verdad real, la verdad se convierte en lo que deseo más fervientemente: el narcisismo se vuelve el determinante clave en un mar de nihilismo. Y hasta aquí mi consenso intelectual con Ken Wilber, ahora mi comentario crítico a esa exposición de Wilber acerca de su interpretación intelectual respecto a Trump.

En primer lugar, debo reprochar a Wilber de estar excesivamente en las nubes del pensamiento, lo cual le ha llevado a ser uno de los pensadores más brillantes de la historia. Sin embargo, su enaltecimiento pensativo lo ha desarraigado de tener los pies en el suelo y de saber interpretar la historia reciente, sobre todo a partir del asesinato del presidente Kennedy. Wilber no ha caído en cuenta que, desde dicho magnicidio, el “control de la narrativa” como dice Wilber ha estado en manos del Estado profundo infiltrado en la mayoría de los gobiernos del mundo y, en los Estados Unidos, principalmente detrás del Partido Demócrata. Y que dicho Estado profundo, más conocido como Cabal (1) o Illuminati, son fuerzas satánicas que están detrás del secuestro y sacrificio de niños en todo el mundo, y que también están detrás de la falsa pandemia que ha llevado a una paranoia globalizada de la humanidad. Todo ello está ampliamente argumentado en mi artículo titulado Breve resumen de lo que está pasando en el mundo.

Por otro lado, es una paradoja que Wilber tenga fe en los medios de comunicación cuando éstos están manifiestamente bajo las órdenes del Estado profundo y que se han dedicado a blasfemar contra Trump desde que fue Presidente de los Estados Unidos, incluso propugnaron un fallido “impeachment”. La gente, señor Wilber, sentía que Trump era más “verdadero” que Hillary Clinton porque fue muy claro en su discurso contra el Nuevo Orden Mundial. Y, ciertamente, Trump puso mucha más pasión que la satánica Killary Clinton, porque denunciaba las atrocidades y el dominio perpetuado por el establishment contra la humanidad.

Pero, en tercer lugar, Wilber ha obviado, consciente o inconscientemente, el movimiento Q de divulgación, un movimiento de inteligencia militar que impulsó a Trump a la presidencia de Estados Unidos en un intento de revertir la “narrativa” de ese enemigo invisible de la humanidad que ha controlado a la humanidad por décadas, por no decir siglos o milenios.

Por tanto, en mi humilde opinión, la interpretación de la cultura de la posverdad por Wilber es una excesiva intelectualización alejada de unos hechos históricos que implican conspiraciones contra la humanidad mediante una ingeniería social y mental desde la política, los sistemas financieros, la ciencia y la educación. Llegado a este punto, la tan ansiada “verdad” quizá aún no pueda ser alcanzada por la mayoría de la población, sin embargo, con la divulgación de las “mentiras” de la oligarquía plutocrática, se está produciendo un creciente y generalizado despertar espiritual que va a dejar muy reducido ese 5 por ciento de la población que, dice Wilber, se encuentra en una nueva fase del desarrollo humano. Estamos hablamos, claro está, de un despertar colectivo masivo.

Pero sigamos con la exposición de Wilber. Wilber argumenta que, en esa esfera de locura aperspectivista, se preparó el terreno para una cultura masivamente fragmentada, que fue casi exclusivamente promovida y reforzada por las redes sociales. En ese punto de la fragmentación y disociación colectiva estoy plenamente de acuerdo y así lo argumenté en mi obra Una filosofía alternativa al capitalismo. Sin embargo, dice Wilber que el internet tenía como propósito original crear una sociedad global, libre y unificada: libre de la opresión, de la exclusión a la información, las estructuras de poder y el aislamiento en general. Según Wilber, el internet buscaba generar un “cerebro global” único y masivo, abierto y receptivo a todo. En ese punto discrepo con Wilber, pues el internet es una creación de los servicios de inteligencia DARPA con el exclusivo fin de seguir manipulando a la humanidad. Antes de internet, la manipulación era sobre todo de tipo económico, social y político, pero a partir de internet esa manipulación sería de tipo mental, puesto que todo ello ya había sido experimentado con proyectos como MK ULTRA o el Instituto Tavistock.

Wilber está en lo cierto al afirmar que, si el cerebro es global (o en una infraestructura de red), las mentes que lo utilizaban no lo eran, pues la naturaleza anónima del intercambio online permite tendencias regresivas de agresión, narcisismo, odio e innumerables creencias etnocéntricas apasionadas (racistas, sexistas, xenofóbicas), y cuando no existe una “verdad” que pueda hacerles frente colapsa. Pero lo que se le escapa a Wilber es que el movimiento de divulgación Q, cuyo primordial objetivo era promover el “despertar masivo” frente a la “narrativa” manipulada por los medios de comunicación masivos, comenzó a hacerse extensivo por las redes sociales y a generar un movimiento unitario cuyo lema más conocido es “donde va uno, vamos todos”. Sin embargo, el Estado profundo que también controla el internet, impide que esa conciencia global se vaya forjando, no en vano está censurando a todas las “narrativas alternativas” que desafían a la oficialidad del sistema establecido: cierran miles de cuentan que promuevan el movimiento Q o acallan aquellos “negacionistas” como “médicos por la verdad” que tienen una narrativa alternativa a la oficial.

Estoy de acuerdo en que la humanidad se halla ante el nacimiento de una cultura de la posverdad, tal como propone Wilber, pero tengo una visión radicalmente diferente a la interpretación de Wilber, una cuestión que argumento más en profundidad en el epílogo titulado Divulgación cósmica para un despertar colectivo de la humanidad de mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD. Esa misma discrepancia la mantuve con algunas personas del movimiento transpersonal y así lo expresé en mi artículo Ken Wilber, Q y el Nuevo Orden Mundial.

1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad

En este tercero apartado, Ken Wilber define “crisis de legitimidad” como un conflicto entre las creencias culturales (cuadrante inferior izquierdo) y las realidades concretas (cuadrante inferior derecho). Dice Wilber que la abrumadora realidad es de una gran inequidad, en términos de ingreso y riqueza general, propiedades, oportunidades de empleo, acceso a sistemas de salud y satisfacción de vida. Y tiene toda la razón. La cultura, argumenta, nos estaba diciendo constantemente una cosa que la realidad social no podía cumplir: la cultura estaba mintiendo, estamos viviendo en una constante manipulación de la historia, y es una crisis de legitimidad muy profunda. Y si una cultura “no tiene verdad” y miente a sus miembros, pues no puede sobrevivir mucho tiempo. Estoy de acuerdo nuevamente con Wilber, sin embargo, en ese punto debo incidir en que “no hay verdad” porque “hay muchas mentiras” que han sido escondidas a la humanidad en todos los aspectos: tecnológicas, políticas, sociales, de salud, educativas, etc. Y todo ello, vuelo a repetir, puede ser consultado en mi artículo Divulgación cósmica para un despertar colectivo de la humanidad.

Es de especial interés el énfasis que pone Wilber sobre internet, aludiendo a la censura como una falla del sistema y que había maneras de evadirla. Se nota que Wilber está muy alejado de las redes sociales porque, de lo contrario, se daría cuenta de la censura que aguantamos aquellos que defendemos el movimiento Q o que pensamos diferentes a la “narrativa oficial” del Covid 19. Dice Wilber que los motores de búsqueda no priorizaban el conocimiento en términos de verdad sino en términos de popularidad y uso y, por dicho motivo, Facebook se ha enfrentado a la necesidad de crear algoritmos que detecten, y detengan, las “noticias falsas”, lo cual va a ser mucho más difícil de lo que se imaginaba debido al ambiente de “no verdad” en el que hay que trabajar. Hagamos un alto en el camino. ¿Realmente cree Wilber que Facebook es independiente respecto de la “verdad” y la “mentira”? ¿Está convencido Wilber que Facebook juega limpio en la detección de las “noticias falsas”? Es bajo esa premisa como se están censurando todas las cuentas alusivas a Q y, ello, bajo el supuesto que son bulos detectados por empresas creadas expresamente para tal tarea de censura. ¿Cree Wilber que Facebook es realmente neutra en la información y el conocimiento que circula por internet? Afortunadamente, fue el propio Trump quien promulgó una orden ejecutiva contra esa manifiesta manipulación de las redes sociales. Creo que Wilber peca aquí de excesiva ingenuidad al no contemplar la manifiesta manipulación de ese gigante tecnológico en favor del Estado profundo y en detrimento de los soldados digitales que apoyan a Q. En mi opinión hay una manifiesta manipulación de internet, en la misma línea o peor que lo realizan los medios de comunicación masivos, al fin y al cabo, son los mismos perros con diferente collar.

Sin embargo, acto seguido, el propio Wilber a través de la investigadora Carole Cadwallar, confirma que Google no está “organizando la información mundial para hacerla universalmente accesible y útil”. Google está desorganizando la información mundial en una atmósfera de locura aperspectivista, tomando la diversidad a un extremo tal que todas las visiones tienen la misma oportunidad de reclamar validez: es una vanguardia profundamente confundida. Según Wilber, la vanguardia de la evolución concluyó en una contradicción performativa y en una locura aperspectivista amplia impulsada por el nihilismo y el narcisismo: la cultura de la posverdad invadió internet y la retorció profundamente. Concluye diciendo que, sin duda, se ha convertido en el problema definitivo de nuestro siglo si no existe una referencia de verdad accesible que guíe nuestras acciones en primera instancia.


NOTA 1: La caída del cabal (NOM/Illuminati):

Documental que ilustra la DIVULGACIÓN CÓSMICA PARA UN DESPERTAR COLECTIVO MASIVO:

LA CAÍDA DEL CABAL - DOCUMENTAL COMPLETO (10 PARTES)