"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
DINÁMICA ESPIRAL conciencia conciencia

Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

En relación a nuestra contemporaneidad, los paradigmas de la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal están presentes, aunque no diferenciados desde la perspectiva académica, sociológica y cognitiva, pues lo “transpersonal” es como un simple bebé que, desde un contexto histórico, está comenzando a caminar. Sin embargo, La educación cuántica defendida aquí pretende hacer de contrapeso para que la filosofía transpersonal se yergue sobre la filosofía tradicional.

Los siguientes paradigmas en el orden temporal, a saber, la psicología tradicional y la psicología transpersonal, son dos paradigmas con plena validez contemporánea, aunque el segundo (“la cuarta fuerza”) le está ganando terreno poco a poco al primero. Los siguientes paradigmas, la conciencia materialista y la conciencia humanística, hacen referencia a la fenomenología en la conciencia de toda persona. La fenomenología de la conciencia denota que es factible para toda persona pasar de una conciencia materialista a una conciencia humanística, aunque es evidente que nuestra sociedad actual vive pertinazmente en la primera.

Prosiguiendo con nuestra secuencia holístico-temporal, ahora vienen los paradigmas de la conciencia personal (egocéntrica) y la conciencia transpersonal (compasiva). Los siguientes paradigmas en la línea holístico-temporal son la dialéctica de la felicidad personal y la dialéctica de la felicidad transpersonal, dos conceptos que representan el devenir existencial de las personas según actúen con conciencia personal o conciencia transpersonal.

Seguidamente están los paradigmas del neoliberalismo y el altermundismo, representantes objetivos del actual tránsito de la conciencia social en el que se halla la humanidad: las conciencias personales (egoísmo propio del neoliberalismo) se integrarán simbióticamente en la conciencia colectiva (hacia la solidaridad global propugnada por el altermundismo). Un objetivo que puede tardar muchos años pues hay que tener presente que, la historia ella misma, evoluciona dialécticamente, no pudiendo precisarse la duración de un paradigma. Sirva como ejemplo para comprender esto: ¿Cuántos años ha durado el paradigma de la Filosofía clásica? (para los neófitos en filosofía: del siglo seis al uno antes de Cristo). Y también, ¿qué época abarca su paradigma holísticamente superior, a saber, el Renacimiento? (ídem: siglos quince y dieciséis después de Cristo). ¿Cómo son posibles las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”, en palabras de Hegel? (1). La resolución dialéctica, entendida desde la perspectiva de la historia de Hegel, nos provee la solución: la imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro. Al abarcar un paradigma un amplio espectro temporal, los individuos subsumidos a dicho paradigma viven, piensan y actúan sin apenas apreciar bajo qué paradigma en la línea holístico temporal se hallan. Ello es un privilegio solamente al alcance de los más inquisitivos pensadores que se atreven a dilucidar la problemática contextual de la época que le ha tocado vivir. A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral. Humildemente, pienso que son tiempos de una educación cuántica que permita la aprehensión de la historia del pensamiento de un modo hermeneuta en un solo folio, como postula la dinámica espiral.

La dinámica espiral es un sintagma de la historia del pensamiento y tiene la virtud, precisamente, de hacer objetivos los paradigmas del pasado en una línea holístico-temporal, hasta conectar con los paradigmas correspondientes a nuestro presente. En dicho sintagma, se puede observar la progresión del holismo práctico del materialismo que opera actualmente en las personas desde la filosofía tradicional hasta el neoliberalismo. Del mismo modo, en el holismo lógico del idealismo, hay congéneres que piensan y actúan desde la filosofía transpersonal (visión-lógica que aúna en la conciencia cognitiva y moral a la biosfera y la noosfera, teniendo así una clara conciencia ecológica y humanista) hasta proyectarse en la posibilidad de que otro mundo es posible (altermundismo). La percepción de ese proceso de cambio en la sociedad solamente puede demostrarse objetivamente a partir del concepto socio-dinámico de masa crítica, un indicador social del paradigma predominante. Respecto a la percepción subjetiva en las personas, es necesario aludir a un mapa psicológico que nos proporcione una correcta cognición respecto de los estadios evolutivos de la conciencia en relación con la felicidad personal y, eminentemente, con la felicidad de la humanidad (2).

Notas:

(1) La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.

(2) Dicho mapa psicológico está explicitado en mi artículo científico La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal, publicado en el Journal of Transpersonal Research, 2012, Vol. 4 (1), 47-68 ISSN: 1989-6077. Este mapa psicológico está estructurado del siguiente modo:

-Camino ascendente de la conciencia personal, a saber, evolución de la conciencia como posibilidad de lograr más y más conocimientos hasta hallar la sabiduría. (Es lo equivalente a la salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).

-Camino descendente de la conciencia transpersonal, es decir, todo el saber adquirido en el camino ascendente se revierte en la humanidad en tanto que la conciencia es transmisora de conocimientos a la vez que conciencia compasiva (transpersonal). (Es lo equivalente al retorno al mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).

Obsérvese que ambos caminos de la conciencia desde la personal a la transpersonal, han sido ya referidos como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no-dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión.

En aras de una mayor profundidad cognitiva, se hace especial hincapié en lo siguiente: las tres esferas (ello, yo y nosotros) que fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas, son perfectamente identificables como potencialidades en los sujetos cognoscentes. Así, la felicidad material es donde imperativamente todo humano se proyecta para la satisfacción de sus necesidades materiales o conciencia materialista (ello), salvo que elijamos dedicarnos a una vida ascética. Asimismo, en la felicidad intelectual se asienta la conciencia intelectual como expresión del juicio estético, es decir, una profundidad holísticamente superior del individuo (yo). Y seguidamente le corresponde el turno a la felicidad espiritual donde se realiza la conciencia espiritual, es decir, la razón moral de la interactuación pragmática o entendimiento mutuo (nosotros). Estas tres conciencias, la conciencia materialista, la conciencia intelectual y la conciencia espiritual, aunque diferenciadas conceptualmente, en realidad son una única conciencia la cual es identificada como un “yo” con tres campos de actuación: el sensible, el cognitivo y el moral, como puede apreciarse en las definiciones de la Real Academia Española acerca del término “conciencia”.

Nuestra conciencia representa la asunción unitaria del Universo, el Conocimiento y el Amor, la tríada propiamente perteneciente al Ser. A través de nuestra conciencia nos relacionamos con el lado sensible, con el conocimiento y con el amor a nuestros semejantes, para intentar hallar nuestra felicidad personal. Por tanto, a través de nuestra conciencia, ya estamos participando de la parte divina que todo lo impregna y, es a través de ella, como debemos ascender hacia la sabiduría divina del Ser. Esa es la finalidad aludida en nuestro mapa cognitivo, descubierta en la “ascensión” racional de la conciencia en el sujeto cognoscente. Llegar a la felicidad personal (sincretismo de las tres felicidades antes aludidas: material, intelectual y espiritual) a través de la vía del conocimiento es un objetivo digno de ser alcanzado. Pero no hay mayor felicidad que llegar al Ser mediante dicho conocimiento. Y para ello, solamente hay un camino: progresar en la evolución de la propia conciencia hasta convertirla en conciencia transpersonal, es decir, altruista, solidaria y compasiva hasta lograr la felicidad transpersonal (la consideración de la libertad y felicidad de la humanidad, jerárquicamente superior a la felicidad personal). Como ya estableció Aristóteles, “el todo es superior a las partes”, una apreciación holística que científicamente puede observarse en la evolución de la naturaleza. ¿No estaría precisamente ahí en nuestra conciencia, la posibilidad de la necesaria integración del “ello”, el “yo” y el “nosotros” diferenciados por Kant y que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar?

Siguiendo un paralelismo conceptual de la evolución biológica, estaríamos en los albores de llegar a la ontogénesis de la conciencia subjetiva, así como a la filogénesis de la conciencia social, por lo menos en lo que concierne su objetivación vital. Lo que pueda ocurrir o no en el campo metafísico, es decir, después de nuestra muerte física, es harina de otro costal. Sin embargo, existen estudios científicos sobre experiencias cercanas a la muerte que demuestran la existencia de la conciencia más allá de la muerte. Una cuestión ésta de la vida contra la muerte, del ser contra el no ser, que ha sido plasmada de un modo filosófico por Ken Wilber mediante la conveniencia de trascender dicho dualismo segundario (la vida contra la muerte) como última frontera antes de acceder al nivel del dualismo primario (organismo contra medio ambiente) donde se accede al Espíritu mediante el concienciamiento de que sujeto y objeto son lo mismo, una realidad accesible desde el misticismo contemplativo.