"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
kyba

Este artículo es una reproducción del capítulo 1 “EL VIEJO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Mi humilde proposición hermenéutica es La educación cuántica como estructura pensativa sobre nuestra realidad objetiva y subjetiva, sobre la interrelación entre la conciencia individual y la colectiva, y todo ello, desde una renovada perspectiva histórica, sociológica, intelectual, económica, política, psicológica y espiritual. Una reinterpretación a modo de dinámica espiral que emula al ADN: “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”, una ley de la correspondencia que afirma que este principio se manifiesta en los tres Grandes Planos: Físico, Mental y Espiritual. Este principio es uno de los siete descritos en El Kybalión, un documento que resume las enseñanzas de la filosofía hermética, también conocidos como los “siete principios del hermetismo”.

El primer principio es Mentalismo. El Todo es mente. El universo es mental. En efecto, como acredita la física cuántica, no se puede acceder al desciframiento de la materia si no es teniendo en cuenta la percepción mental del observador. La grandeza de la física cuántica es que ha desintegrado la “rígida estructura” dualista mantenida por el materialismo científico, y hasta las neurociencias nos dicen que la realidad objetiva es maya (ilusión), abriendo la espoleta del misticismo contemplativo cuyo conocimiento se sustenta en la no-dualidad sujeto-objeto. También cobra vigor el Mundo de las Ideas de Platón donde, la reina, es el amor.

El segundo principio es Correspondencia, como se ha visto más arriba con la analogía del ADN en relación a la dinámica espiral: “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”.

El tercer principio es Vibración. Nada está inmóvil, todo se mueve. Todo vibra, como acredita la teoría de cuerdas que, además, postula otras dimensiones imperceptibles para el ser humano.

El cuarto principio es Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos. Todo tiene su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo. Los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado. Los extremos se tocan. Todas las verdades son medias verdades. Todas las paradojas pueden reconciliarse. Son los eternos contrarios que he postulado en boca de Heráclito (1), también el ying y el yang, pero, sobre todo, de un modo científico a través de la teoría del desdoblamiento del tiempo de Garnier, es el reconocimiento que todos nosotros tenemos también un “otro yo” que conviene saber escuchar.

El quinto principio es Ritmo. Todo fluye y refluye, todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende, todo se mueve como un péndulo. La medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda. El ritmo es la compensación. Para desenvolverse lo mejor posible, es oportuno seguir el consejo de Bruce Lee, “Sé agua, mi amigo”. Esta frase, contextualmente, significa: “No te establezcas en una forma, adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua. Vacía tu mente, se amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede chocar. Sé agua amigo mío”. Bruce Lee fue un destacado y carismático artista marcial, actor y filósofo de origen chino, conocido como el más grande maestro de artes marciales del siglo XX. Representa el mito que logró la apertura de las artes marciales chinas en Occidente.

El sexto principio es Causa y efecto. Toda causa tiene su efecto. Todo efecto tiene su causa. Todo sucede de acuerdo a la ley. La suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida. Hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley. Esta ley kármica es quizá la más difícil de aprehender por la civilización occidental. El materialismo científico contempla esta ley en su estudio de la naturaleza, pero no ha dado el salto cualitativo para saberla aplicar en el plano mental y espiritual, una cuestión que sí contempla La educación cuántica.

El séptimo principio es Generación. El género existe por doquier. Todo tiene su principio masculino y femenino. El género se manifiesta en todos los planos. En el plano físico es la sexualidad. Este principio es más que evidente en la naturaleza biológica de los seres vivos, una cuestión del saber en la que ha quedado atascado el materialismo científico, rehusando el otro modo de saber, el místico o trascendental.


Nota (1):

Heráclito de Éfeso fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C. Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores. Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa: se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas. Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Logos. Este Logos no solo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas “no sabe escuchar ni hablar”. El orden real coincide con el orden de la razón, una “armonía invisible, mejor que la visible”, aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la inteligencia. Era conocido como “el Oscuro”, por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: todo fluye. Los dos pilares de la filosofía de Heráclito son: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos. Ahora bien, el devenir no es irracional, ya que el Logos, la razón universal, lo rige: “Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue”. El hombre puede descubrir este Logos en su propio interior, pues el Logos es común e inmanente al hombre y a las cosas.