"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
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Este artículo es una reproducción del capítulo 1 “EL VIEJO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

La educación cuántica pretende evidenciar esencialmente que este decadente estadio civilizatorio es una consecuencia directa de un viejo mundo moribundo. La educación cuántica es una emergente interpretación filosófica de un mundo globalizado en lo económico, pero no en la reflexión como suprema actividad al servicio de la humanidad. Filosofar en un mundo globalizado se ha vuelto una ardua tarea de desciframiento. En este sentido, Globalización y filosofía, una obra de Michael Reder, nos desvela cómo la globalización ha supuesto la intensificación y la aceleración de las relaciones transfronterizas en la política, la economía y la cultura, entre otros ámbitos. Un fenómeno que no es nuevo, ya que la humanidad ha conocido previamente impulsos globalizadores como los que tuvieron lugar durante el Renacimiento y a finales del siglo XIX. Sin embargo, en su versión actual el proceso ya no involucra únicamente a los Estados, sino también a los individuos, a las instituciones y a las organizaciones.

Michael Reder, a través de ejemplos concretos y de los modelos interpretativos ofrecidos por distintos pensadores desde Kant hasta Habermas, se pregunta en esta obra qué puede aportar la filosofía práctica a la reflexión sobre la política, la economía o la cultura en el actual contexto de globalización y, al mismo tiempo, analiza qué función política puede desempeñar hoy la filosofía mediante la apertura de nuevas perspectivas fundamentales sobre la realidad. Mi interpretación teorética de estas cuestiones planteadas ya fue adelantada en mi obra Capitalismo y conciencia. Incluso reflexiono en dicha obra a modo de metodología con el título de ¡Cómo ser filósofo en el siglo XXI y no morir en el intento!

Desde luego que, a decir del filósofo y científico Mario Bunge, la filosofía no ha muerto, pero está gravemente enferma. Considera que, si se descuida la investigación básica, por darse prioridad al armamento y a la conquista territorial, la ciencia decaerá, y con ella la técnica. Añade que los filósofos debieran cooperar con los científicos sociales para diseñar sociedades en las que se protejan los intereses individuales y colectivos. ¿No es ese precisamente el objetivo de La educación cuántica bajo el amparo de la filosofía transpersonal?

Bunge, en su obra Crisis y reconstrucción de la filosofía, apunta a que la filosofía académica actual se encuentra en un preocupante estancamiento. Pero esto no autoriza a proclamar su muerte, porque el ejercicio de filosofar no es un mero capricho de especialistas, sino una actividad propia a toda la especie humana. El deseo de conocer, la capacidad de formular preguntas y de investigar nos han llevado al nivel de la actual civilización tecnificada. Pero aun las herramientas más sofisticadas, como los ordenadores o Internet, no pueden sustituir nuestra capacidad y nuestro deber de enjuiciar de manera responsable lo positivo, lo perjudicial, los verdaderos logros y las imposturas. Mario Bunge muestra en un magnífico panorama la evolución y los resultados actuales de las principales áreas científicas, como la cosmología, las investigaciones de la materia, de la mente humana, la sociología, la ética y la teoría del derecho. La asombrosa riqueza de enfoques y avances en estas disciplinas impone la pregunta: ¿Y qué hace la filosofía, la antigua reina de todos los saberes? Hay que reconstruir su función auténtica de elaborar nuevas visiones de conjunto, de interpretar los cambios y saltos decisivos en los conocimientos científicos e interrogar su significado. Desde su sereno humanismo secular, Mario Bunge nos invita a dar los primeros pasos en la renovación de esta tarea y nos enseña a reflexionar juiciosamente sobre las grandes contribuciones y seducciones del amplio espectro científico actual.

Ciertamente, como apunta el filósofo y físico Mario Bunge, la filosofía académica actual se encuentra en un preocupante estancamiento. Bunge sustenta un materialismo emergentista pues la ciencia, según él, es la única forma de conocimiento legítima. Sin embargo, a pesar de los impresionantes logros de la neurobiología, todavía no han llegado a determinar donde se encuentra el centro de la conciencia. Por tanto, la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia se presenta como esperanzadora para transcender a la crisis del concepto de sujeto reconocido por el propio Bunge.