"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
La educación cuántica

Este artículo es una reproducción del capítulo 2 de la primera parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

1 - El despertar de la conciencia

Como se ha visto anteriormente, la mente cuántica evidencia que la humanidad se halla ante nuevas reglas del pensamiento que la ciencia todavía no ha descubierto su funcionamiento pero que, posiblemente, están presentes en el conocimiento esotérico de la filosofía perenne, como se tratará de evidenciar en este ensayo. Por otro lado, hay cada vez más personas con una visión holística de la naturaleza, que sienten una profunda simbiosis con todo lo existente en este y en otros mundos, que dirigen su mirada hacia el interior y que propugnan una recuperación de los Derechos Humanos violados por un corrupto sistema capitalista donde siempre pierden los de abajo. En suma, son personas cuyo ego es trascendido mediante un racionalismo espiritual, expandiendo así su conciencia personal hacia la conciencia transpersonal y colaborando en la evolución holística de la noosfera.

La aprehensión de lo anterior no se da exclusivamente en la comprensión cognitiva, sino que viene acompañada de una experiencia espiritual conocida como despertar de la conciencia, un sendero que el inconmensurable Platón nos dio a conocer a través del Mito de la caverna. El camino ascendente de la conciencia hacia la sabiduría se postula en la cuarta parte de este ensayo como un corolario que posibilite vislumbrar la salida del mundo de las sombras. Como el esclavo liberado que ha visto la luz, hay que retornar al mundo de las sombras para contagiar de la buena nueva a los demás ignorantes esclavizados a un caduco sistema de creencias, todo un reto para los actuales “activistas cuánticos” que tienen que luchar contra una poderosa masa crítica artificiosamente manipulada e inducida hacia La sociedad de la ignorancia.

¿Cómo llevar a cabo tal tarea de alumbramiento cognitivo y espiritual? Ni más ni menos, con una actitud pedagógica como pretende La educación cuántica. Esta actitud pedagógica, bien entendida, puede considerarse como un Asesoramiento Filosófico, un movimiento en expansión principalmente popularizado por el filósofo Lou Marinoff con obras como El poder del Tao, en la que indica que la sabiduría taoísta puede restablecer el equilibrio en las relaciones humanas precarias, promover la calma ante la enfermedad y la muerte, y capacitarnos para ser mejores ciudadanos y líderes más sensatos. Armonizando la naturaleza y el sustrato humano, el Tao nos enseña a alcanzar nuestro verdadero potencial y a evitar la envidia, la avaricia y la ira. Más allá de la transformación de la vida de los individuos, el Tao contiene la promesa de una nueva era dorada de prosperidad, paz y fomento de la cultura. Nuevamente, se aúnan enseñanzas perennes con nuestro modo de vida occidental. Pero desde el asesoramiento filosófico también se recurre a filósofos tradicionales como Platón, así, Marinoff en su obra Más Platón y menos Prozac, nos invita a combatir los problemas y dificultades cotidianos mediante la filosofía como una forma de vida más que como una disciplina, y nos propone recurrir a ella para alcanzar un mayor equilibrio interior. En dicha obra, este pensador recurre a los más importantes filósofos de la historia -Platón, Sócrates o Kant, entre otros- para encarar las principales cuestiones de la vida, como el amor, la ética, los otros, la muerte y los cambios. Un libro que demuestra que la filosofía puede ser una buena opción para entender el mundo, comprendernos a nosotros mismos y lograr una vida más satisfactoria.

2 - Más filosofía, por favor

Así, la filosofía, a través de diversos pensadores entre los que me incluyo, está reivindicando su razón de ser, la cual ha sido denostada por los poderes fácticos y reducida a su mínima expresión por el materialismo científico que, en su miopía, ha despreciado a la reflexión filosófica, por antonomasia, la genuina buscadora del saber. Ahora, dicho materialismo científico está siendo puesto en duda, no solo por pensadores de la talla de Ken Wilber, sino por una retahíla de “activistas cuánticos” que asumen que la conciencia no procede de la materia, sino que esta es el soporte para la expresión y expansión de aquella. Desde el surgimiento de la física cuántica, la conciencia ha sido objeto de atención desde diferentes disciplinas científicas y, cómo no, también desde el ámbito de la filosofía.

La evolución holística en la naturaleza también afecta al paradigma científico: se ha realizado la transición desde la “física clásica” a la “física cuántica” (dos opuestos más, como postula Heráclito), pero sin que el racionalismo pragmático, sobre todo alentado por el movimiento escéptico al servicio de los poderes fácticos, se avenga a admitir de la existencia de su contrario el racionalismo espiritual. El racionalismo pragmático alentado en esta artificiosa crisis globalizada, está agonizando ante un emergente racionalismo espiritual : lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. El racionalismo espiritual es un nuevo paradigma de conocimiento que integra la racionalidad y la espiritualidad, una manifestación que se da en la conciencia y que, por tanto, requiere específicamente de una ciencia de la conciencia más allá del reduccionismo materialista, hacia la profundidad hermenéutica. ¿Qué culpa tenemos los pensadores espirituales si es la propia ciencia quien ha puesto, como se diría popularmente “a huevo”, ese nuevo paradigma de conocimiento desde el surgimiento de la mecánica cuántica?

El “sesgo moral” está creciendo exponencialmente en aras de un empoderamiento de la conciencia colectiva, pues el conocimiento sin moralidad es la causa del derrumbamiento de la actual civilización. Si damos alas al “sesgo científico” sin un control moral por parte de los ciudadanos, estaremos a un paso de la implantación subcutánea de un microchip como paso previo al transhumanismo y, ello, para un mayor y mejor control por parte de los poderes fácticos. El “sesgo científico” ya está siendo utilizado para el control de Internet, es decir, de nuestras comunicaciones y pensamientos como lo demuestra el reciente espionaje mundial realizado para la NSA estadounidense. Así, la información se ha convertido en un tráfico de influencia para los intereses plutocráticos. Definitivamente, el “sesgo científico” (saber) y el “sesgo moral” (libertad) son indisociables, como dos caras de la misma moneda.

Toda persona que defienda, auspicie, propugne, aliente y viva por la difusión gratuita del conocimiento, así como la libertad para toda la humanidad, está estableciendo una conexión cuántica con la más alta energía vibratoria que mueve a nuestro mundo y, probablemente, al universo entero: el Amor, con mayúscula. Cuando dicho amor por el conocimiento y por la libertad se plasma en la educación, se puede, entonces, hablar de “educación cuántica”, una actitud pedagógica que busca el empoderamiento consciente de los alumnos, una tarea magníficamente emprendida por el físico y profesor Carlos González. Este profesor de física está estableciendo las bases de La educación cuántica, actualmente una Educación prohibida, como magníficamente expone dicha película-documental. En este respecto, la educación académica tradicional, está quedando obsoleta y requiere de una nueva mirada pedagógica acorde a los nuevos tiempos cuánticos. Si a ese campo cuántico se le añade la necesaria renovación moral y espiritual, tenemos así el fundamento epistemológico para poder hablar de La educación cuántica.

Acaba de nacer un nuevo paradigma: La educación cuántica, en contraposición a la educación tradicional (nuevamente los contrarios de Heráclito). ¿Por qué es factible, a día de hoy, hablar de La educación cuántica? Responder a ello requiere una mirada retrospectiva en la historia reciente a través de una filosofía crítica, es decir, como pensamiento divergente y alternativo al pensamiento único neoliberal que ha dominado la reciente historia de Occidente.