"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
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Este artículo es una reproducción del capítulo 4-3 de la primera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Y una verdad indiscutible, al menos para mí, es que la libertad y el saber son dos caras de la misma moneda. Sin embargo, el conocimiento es objeto de control por el “gran hermano”, es decir, manipulado por los poderes fácticos mediante la inoculación del virus de la desinformación a los incautos ciudadanos. El aforismo aristotélico “El saber es poder”, nunca como ahora está siendo más evidente en la oligarquía burguesa y financiera que ha dominado el pensamiento occidental y, convirtiéndose así, en Los amos del mundo. Cada vez son más las personas que tienen consciencia de que el conocimiento es la piedra angular para dejar de ser esclavo de un perverso sistema explotador del ser humano, incluso, surgen denuncias en forma de arrepentimiento, como la de John Perkins quien acredita haber sido un gánster económico al servicio del imperialismo estadounidense. Asimismo, la libertad es un derecho de todo hombre, quien debe estar presto a defenderse a sí mismo y preservar a los suyos contra el empuje cada vez más poderoso de los movimientos sociales exterminadores de la libertad.

El imperialismo económico ha impuesto la ley del dinero por encima de los valores humanos, allende de la libertad de los pueblos a decidir su futuro, más allá de los límites de la biosfera, socavando el derecho universal al conocimiento y secuestrando la natural libertad de los individuos. A las personas y a los pueblos le han sido arrebatados tales derechos mediante unas pretendidas libertades civiles reguladas por leyes que, también, están siendo controladas por los poderes fácticos: una cárcel en toda regla, un secuestro de la conciencia colectiva mediante el eufemístico pensamiento único neoliberal. ¿Cómo se ha llegado a dicha situación?

En el último siglo ha habido más cambios sociales, científicos y tecnológicos como nunca en dos mil años atrás. No es mucho exagerar si digo que la mayoría de nosotros tenemos la sensación de vivir en un mundo tan acelerado (1) , que no nos detenemos a pensar ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, o ¿cuál es el sentido de la vida? Es tal la degeneración pensativa ocurrida durante la postmodernidad, que se ha perdido la conciencia de clase. No son pocas las personas que niegan que haya lucha de clases. Sin embargo, la realidad se obstina en mostrar que estamos inmersos en una, de incalculables consecuencias, precisamente porque una de las clases, la de abajo, parece haber renunciado a la lucha, quizá porque se ha perdido la conciencia de pertenencia a esas clases en un intento de formar parte de las “clases medias”. Sin embargo, Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del planeta, vuelve a poner sobre el tapete la cruda realidad al declarar: “La lucha de clases sigue existiendo, pero la mía va ganando” (2) .


NOTAS:

(1): A mediados de la década de los años cincuenta, el Dr. Schumann quien prestaba servicios en la UTN de Múnich, Alemania, descubrió un efecto de resonancia en el sistema Tierra-Aire-Ionosfera, que mostraba la particularidad de polarizarse e imponer posibles direcciones perpendiculares de vibraciones. En Física, a este efecto se le denomina “Onda transversal-magnética” y el descubrimiento del Dr. Schumann es hoy conocido con el término de “Resonancia Schumann”.

Por miles de años la Tierra ha tenido esta frecuencia de pulsaciones y la vida se ha desarrollado en un relativo equilibrio ecológico. Sin embargo, en 2008, el autor estadounidense de literatura new age Gregg Braden afirmó que desde 1980 las resonancias Schumann habían aumentado desde 7,8 Hz a 12,0 Hz. Sobre la base de dicha elevación de la frecuencia, defiende que el día que vivimos como de 24 horas, en realidad, tiene 16 horas y por eso los tiempos de hoy se ven tan acelerados.

Este tema es objeto de controversia entre los defensores de postulados esotéricos y la ciencia ortodoxa. En este ensayo ni se aprueba ni se desaprueba tal teoría, pero ahí queda la “Resonancia Schumann” como un punto más de fricción entre los materialistas científicos y los defensores de las ciencias alternativas. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

(2): Declaración efectuada en The New York Times, el 14 de agosto del 2011