"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
HUMANIDAD HUMANIDAD

Este artículo es una reproducción del capítulo 3-4 de la primera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Con todo lo argumentado hasta aquí, creo tener el derecho a afirmar que hay que realizar un revisionismo científico-filosófico y dotar así de contenido al “misticismo cuántico” mediante la filosofía transpersonal. También hay que realizar un revisionismo intelectual del pensamiento único neoliberal, una tarea magníficamente emprendida por el periodista español Ignacio Ramonet como emblemático propulsor del movimiento antiglobalización. Y, cómo no, hay que realizar otro revisionismo más importante, a saber, el de la psicología humana mediante la “cuarta fuerza” del movimiento transpersonal. ¿Cómo enseñar todo ello? Como no podía ser de otra manera, mediante un revisionismo de la educación tradicional en favor de La educación cuántica.

Entonces, si hay que cambiar tales estructuras psicológicas, sociológicas y filosóficas, ¿no se halla la humanidad ante un cambio de paradigma como jamás visto en la historia desde el primer renacimiento humanístico? Es la física cuántica quien ha abierto la espoleta que afecta al genuino pensamiento filosófico, al nihilismo científico, a las relaciones sociales y, sobre todo, a la profundidad espiritual de las personas. ¿Se halla la humanidad ante un segundo renacimiento donde el “pienso, luego existo” ahora debe, inexorablemente, converger hacia el “nosotros” kantiano, magníficamente expresado en su imperativo categórico? Si es así, como presumo, podríamos afirmar que la humanidad del siglo veintiuno está atrapada en el pasado, como si de una película retrospectiva se tratara, entre Descartes y Kant, como que más que avanzar, estamos retrocediendo pensativamente hablando, aunque disfrutemos de la más excelsa tecnología. ¿Quién va revisar dicha historia y entonar el mea culpa? Evidentemente, es ontológicamente imposible. Al menos, permítaseme que la historia del pensamiento, en los términos aquí explicados, pueda ser instruida de un modo sencillo a las futuras generaciones, de ahí la necesidad de La educación cuántica.

Por tanto, Kant está más vivo que nunca. Los materialistas científicos no deberían descargar las tintas sobre los “místicos cuánticos” sino sobre la propia historia occidental, quien no ha resuelto el pensamiento tradicional surgido de la racional-modernidad. Descartes ha muerto, metafóricamente hablando. Y Kant está más vivo que nunca. El imperativo categórico kantiano, nacido en la razón y con una finalidad eminentemente moral, tiene tres formulaciones: “Obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”; “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca solo como un medio”; “Obra como si por medio de tus máximas, fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”.

Es en este rescoldo de la historia del pensamiento donde se está produciendo la metamorfosis del primer renacimiento humanístico (razón) hacia un segundo renacimiento humanístico (espíritu). La razón ha quedado conmocionada al estrellarse en el estudio de la materia mediante la física cuántica, lo cual ha producido un giro copernicano en la mirada desde el “ver para creer” al “creer para ver”, desde el método científico a la fenomenología, desde el racionalismo pragmático al racionalismo espiritual, desde el materialismo científico al misticismo cuántico, desde el neoliberalismo al altermundismo, desde la psicología tradicional a la psicología transpersonal, desde la filosofía tradicional a la filosofía transpersonal, y cómo no, de la educación tradicional a La educación cuántica. Tantos cambios de paradigmas implican un revisionismo humano, vislumbran la necesidad de una renovada epistemología –véase el esquema epistemológico en el prólogo - y, por ende, una reinterpretación de la historia del pensamiento.