¿POR QUÉ HEMOS DESTERRADO LA IMAGINACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA?
"La creatividad necesita la inspiración de la imaginación, es su sustrato básico, es el alimento que lleva a materializar los sueños." Marta Ligoiz
Hablar de la importancia que le otorgamos a la imaginación en la educación actual es como intentar escribir un cuento con un bolígrafo sin tinta, es decir, una tarea inútil porque no quedará nada escrito en el papel. La imaginación no tiene valor alguno en la práctica educativa de nuestros centros de enseñanza.
La imaginación es progresivamente desterrada y denostada en las escuelas. Durante los primeros años de escolarización se potencia en los niños pero, conforme pasan los cursos, la imaginación va desapareciendo de las aulas, hasta el punto de estar muy mal vista por la mayoría de los docentes de enseñanza media y superior. Ser imaginativo suele ser considerado como un defecto y no como una virtud.
Pero, en educación, la imaginación ha de servir para comprender mejor la realidad, no para evadirse de ella. La imaginación es necesaria para romper las limitaciones de la sensatez y la cordura, para romper las limitaciones de lo previsible y lo establecido. Por ello, es tan necesaria y aplicable en la solución de un teorema matemático como en la creación de un poema, como en un debate en el aula, etc.
No se trata de vivir permanentemente entre ogros, duendes y seres fantásticos... se trata de tener la facultad, la habilidad de enfrentarse a los problemas sin estar limitado por el corsé de lo presumible. En este sentido, Gianni Rodari dijo que: "Si queremos enseñar a pensar, debemos antes enseñar a inventar". En la escuela se enseña a imitar, a obedecer, a memorizar el saber establecido; cuando debería enseñarse a crear, a reflexionar, a preguntar, a cuestionar el saber establecido para mejorar el mundo en el que vivimos.
Las personas imaginativas son más curiosas, son más observadoras, escuchan más atentamente y miran más profundamente las cosas que les rodean. Y esas son virtudes y habilidades fundamentales para las personas.
Potenciar la imaginación en nuestra práctica educativa es dar alas al conocimiento, pero a un conocimiento creativo, crítico, significativo. En verdad, la racionalidad no está reñida con la imaginación, más bien al contrario, se complementan. Sin imaginación, la educación solo puede ser reproductiva... y eso no es lo que pretendemos cuando educamos a las personas del siglo XXI.