NO HAY QUE IR A LA ESCUELA: ¡HAY QUE VIVIRLA!
Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.
Estoy convencido de que en educación es imposible alcanzar la perfección y de que hay más de una manera adecuada de enseñar y de aprender. Esto es así porque las personas y la sociedad cambian permanentemente y de formas muy diversas. A pesar de ello, también estoy totalmente seguro de que vivir cada día con el objetivo de alcanzar esa perfección, es la mejor alternativa que tenemos para educar a nuestros alumnos y desarrollar nuestra tarea de educadores.
En la actualidad no tiene sentido restringir la escuela a la mera transmisión de conocimientos propios de las distintas materias. Sé que no todo el mundo comparte esta afirmación, pero lo cierto es que la escuela debe abrirse a trabajar valores, emociones, habilidades no cognitivas..., es decir, debe dotar a los alumnos de todas las herramientas (contenidos, valores, emociones, habilidades no cognitivas...) necesarias para que puedan manejarse en la complejidad del mundo moderno y afrontar los retos que les deparará el futuro. Si ni lo hace quedará obsoleta en breve.
Es una realidad evidente que la tecnología ha posibilitado y acelerado el acceso y el tratamiento de la información de un modo impensable hace tan solo unos años. Esto ha posibilitado la aparición de recursos tipo Khan Academy que cumplen de manera eficaz la función de transmisión de conocimiento. ¿Significa esto que los contenidos no son importantes en nuestras escuelas? En absoluto. La clave de educación del siglo XXI está en encontrar el equilibrio entre 3 elementos: contenidos, pedagogía y tecnología.
- Contenidos. La transmisión de conocimientos de las distintas áreas curriculares es una parte fundamental del trabajo escolar, pero no la única ni la más importante. El problema viene cuando se pretenden enseñar demasiadas cosas y de manera no significativa. Los contenidos clave deben aprenderse de manera relevante e integrada de modo que el alumno entienda qué puede hacer con ese conocimiento y sea capaz de aplicarlo para afrontar los desafíos a los que deberá enfrentarse.
- Pedagogía. Tan importante como lo que se enseña es la manera como se hace. El dominio de la materia que imparte un docente es condición necesario, pero no suficiente. Debe complementarse con conocimientos y recursos didácticos. Saber motivar a los alumnos es básico para que estos aprendan de una manera activa y participativa.
- Tecnología. Introducir la tecnología en las aulas es necesario porque esta forma parte de la vida cotidiana de alumnos y profesores. Pero no se trata de utilizar gadgets por esnobismo, sino para aprovechar todo su potencial didáctico: facilitan la personalización del aprendizaje, la autonomía, la iniciativa, el trabajo colaborativo... y abren una puerta al mundo.
Para que la educación que ofrecemos en nuestros centros dé una respuesta eficaz a las necesidades del siglo XXI, los niños y las niñas no deben ir a la escuela, sino que deben vivirla: deben aprender, deben emocionarse, deben participar, deben colaborar... más allá de aprobar pruebas y exámenes.