"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

EL NIÑO INFORMÁTICO QUE PROGRAMA EL TEMARIO ESCOLAR QUE ESTUDIA (Impresionante: no te pierdas el video-TED)

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A los seis años a Antonio García Vicente le fascinaba consumir juegos; ahora los crea.

Programar es cosa de niños, si se hace con la herramienta adecuada. Y sino pregúntenle a Antonio García Vicente. Con apenas seis años –ahora tiene ocho– entró en el club de jóvenes programadores de la Universidad de Valladolid (UVA) para aprender a crear de la nada videojuegos con ordenador. No le importó ser el más pequeño del grupo y que compañeros suyos le duplicaran la edad. Ese día descubrió el Scratch.


Él dice que le fascinó la idea de pensar que en vez de que le hicieran los juegos, ahora los haría él. Y así fue como este amante de las videoconsolas inició una nueva pasión.

El Scratch es un lenguaje de programación diseñado por el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) para enseñar a programar desde cero. Es tan fácil, dinámico e intuitivo, que la mayoría de sus pequeños usuarios, una vez lo prueban, se enganchan. “Es como un puzle, los pequeños se lo aprenden por los colores”, explica Antonio. Y así fue como empezó él.

Solo, poco a poco, fue entendiendo que detrás de los bloques y las piezas coloreadas había distintas funciones y significados. Se entusiasmó. Tanto, que su pasión llegó a oídos de la profesora de infantil, que pronto quiso aprovecharlo y le hizo varios encargos para que compartiera la afición con los compañeros de clase. “Me satisface ver que puedo enseñar lo que he aprendido a los demás niños, me gusta que ellos aprendan también”, explica Antonio.

Con siete años, Antonio ya había creado, por ejemplo, un piano de suelo que hacía música mediante la placa Makey Makey, una herramienta orientada a iniciar a los más pequeños en la robótica. En el proyecto implicó a los niños de 4 años de su colegio. En paralelo también se animaba a diseñar juegos para estudiar los continentes, la anatomía humana o los planetas. Este último lo están usando en las clases de P5 para aprender el sistema solar de una forma lúdica y diferente. Ahora está preparando un traductor de un idioma inventado al español.

Cosa de familia

Es a raíz de la afición de su hijo que Maria José Vicente promovió la creación de un club de programación en el colegio El Páramo de Villanubla (Valladolid), el pueblo donde vive la familia, de unos 2.500 habitantes. La idea es que todos los niños que se quedan sin plaza para entrar en el club de la UVA puedan tener la opción de programar. Las sesiones semanales ya cuentan con 30 participantes.

Ella, informática, opina que la programación debería ser una asignatura curricular en la educación porque “abre la mente de los niños de otra forma; les enseña a racionar y a plantear y resolver problemas de forma distinta”. Es una demanda compartida en varios países y ejemplo de ello es la iniciativa mundial de La hora del código, que el mismo Barack Obama ha respaldado en varias ocasiones. También lo desea Antonio, que así lo pidió en la conferencia TEDxYouth que dio el pasado diciembre en Valladolid.

“Los niños somos capaces de hacer más cosas con los ordenadores que los mayores”. (Antonio García Vicente)

Su hijo todavía calza ocho años pero opina igual: los niños y los ordenadores están destinados a entenderse. “Nosotros somos capaces de hacer más cosas con ellos, porque los mayores se creen que es muy delicado todo, que lo es, pero nosotros tenemos más imaginación y no tenemos miedo de probar cosas”.

El pequeño programador tiene, sin embargo, una pasión que supera la de las máquinas. Confiesa que de mayor quiere ser futbolista. Y sueña con crear una versión propia del juego FIFA de la Wii. La combinación ideal.