"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
Los paradigmas de la humanidad

Así es una 'flipped classroom' en un colegio público.

En el colegio público madrileño Alcalde de Móstoles los alumnos de 10 años siguen el método del aula invertida. En casa, ven vídeos con las explicaciones del profesor; en la escuela, aplican la teoría aprendida. Han aumentado la motivación y los resultados académicos.


Alejandro Sánchez, de 10 años, aprende al revés. Las tareas que antes hacía en casa ahora las realiza en el colegio; las lecciones que antes escuchaba en el aula ahora las sigue desde su habitación con la ayuda del ordenador. Su jornada escolar, en realidad, empieza cada día a las cinco de la tarde.

Después de la merienda, este fan de Star Wars que de mayor quiere ser científico se conecta al blog de la clase. Allí su profesor ha colgado varios vídeos en los que explica, por ejemplo, las fracciones mediante dibujos de frutas. O muestra con animaciones las diferencias entre el lexema y el morfema y la coma y el punto y coma. Alejandro los ve y toma apuntes. Si hay algo que no entiende, rebobina y vuelve a darle al play.

Al día siguiente, llega al colegio público Alcalde de Móstoles, en el barrio madrileño de Aluche, y lleva a la práctica todo lo que ha aprendido en los vídeos. Hace trabajos en grupo, elabora esquemas, convierte los apuntes a un formato audiovisual y pregunta sus dudas. Es lo que se conoce como flipped classroom o aula invertida, una metodología de aprendizaje que el profesor Alberto Alameda ha ido implantando poco a poco en las asignaturas de Matemáticas y Lengua de su grupo de 5º de Primaria.

La flipped classroom surgió hace ocho años en EEUU, cuando dos profesores se dieron cuenta de que sus estudiantes se perdían las clases con frecuencia. En un intento por ayudarles, impulsaron la grabación y distribución de vídeos con sus lecciones magistrales. Por el camino se dieron cuenta de que este sistema permitía que, durante la clase, el docente centrara más la atención en las necesidades individuales de cada estudiante. Y permitía, además, que los alumnos usaran su cerebro en el aula para algo más que para tomar notas de lo que el maestro decía. Al final, la clase terminó dándose la vuelta: para casa, la parte más mecánica del aprendizaje; para el colegio, la más activa.

El presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, explica a ELMUNDO que, en España, «la flipped classroom es una de las innovaciones que están surgiendo en los centros educativos con el propósito de dar respuesta a problemas nuevos como la falta de motivación».

Es más o menos lo que le ocurrió al colegio Alcalde de Móstoles. Su directora, Carmen Hernández, reconoce que tenían «muchos niños poco motivados, con problemas de aprendizaje y padres que prestaban poca atención a sus estudios». «Hace tres años iniciamos un proceso de transformación en el centro y ahora todos los profesores están recibiendo formación. Los niños necesitan creer que son ellos los que están construyendo su aprendizaje, eso hace que se motiven y no se queden rezagados».

Una clase en equipo

Son las nueve de la mañana y la clase de 5º A es un revuelo. Alberto Alameda no manda callar porque el ruido forma parte de la flipped classroom: los alumnos están repartidos por equipos y debaten y votan cómo hacer las cosas. Alejandro y los tres compañeros de su grupo tienen que preparar en la tableta una explicación animada de los contenidos que estuvieron viendo cada uno en su casa durante la tarde anterior.

Con una aplicación que les permite escoger distintos escenarios y personales, crean un vídeo animado que explica las diferencias entre la coma y el punto y coma. Escriben un guión y redactan diálogos para los personajes. Para grabar las voces salen al pasillo.

El profesor va pasando por las mesas orientándoles y resolviendo dudas. Luego cada grupo expone en una pantalla gigante el trabajo que ha elaborado en la tableta. El resultado final es que, entre Alejandro y sus tres compañeros, han creado unos apuntes interactivos y personalizados sobre las normas de puntuación. Ese material no se pierde, porque el profesor aloja todas las historias en el blog de la clase.

«Los alumnos manipulan los contenidos de forma activa, ellos son los que crean los materiales», explica Alberto Alameda. En el fondo, no sólo se ha transformado el aula, sino que sus integrantes también han cambiado los roles. Por un lado, los estudiantes han dejado de ser receptores pasivos de conocimientos y elaboran sus propios contenidos. Por otro, el profesor ya no imparte sólo lecciones magistrales, sino que orienta a los críos por su propio proceso de conocimiento.

De maestro a 'coach'

«La misión del profesor ha cambiado radicalmente: se aparta de la lección magistral y el papel es más de acompañar a los alumnos, ir visitando los grupos e ir guiándoles en la elaboración de contenidos», prosigue Alameda. Algo así están empezando a hacer en Finlandia: el maestro se convierte en coach.

César García, profesor de Comunicación en la Central Washington University, opina que la flipped classroom «posibilita que cada estudiante pueda aprender a su ritmo, ya que permite adaptar los materiales, así como el tiempo que cada uno quiere dedicar en casa a interiorizar las teorías y conceptos». «En este sentido, acaba con la frustración de estudiantes sobresalientes que se aburren en clases con estudiantes de un nivel más bajo».

Alejandro Sánchez, que acumula nueves y dieces, dedica en torno a una hora a trabajar en casa. Otros compañeros se están 20 minutos. Cada niño estudia en función de lo que quiere y necesita aprender.

El sistema tiene otras ventajas. Según apunta Raúl Santiago, profesor de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de La Rioja y principal impulsor de la flipped classroom en España, «es una oportunidad para que el profesorado pueda compartir información y conocimiento entre sí, con el alumnado, las familias y la comunidad».

Así lo cree también Manuela Gasco, la madre de Alejandro Sánchez: «La escuela ya no está tan separada de la familia. Los padres tenemos la oportunidad de entrar en la web desde casa para ver lo que hacen los niños». Además, argumenta, «los alumnos se convierten en los protagonistas» porque «participan y se involucran mucho más».

«Antes, esto era muy rollo porque estábamos todo el día copiando de la pizarra. Pero ahora nosotros prácticamente redactamos el libro. Estoy más motivado que antes», expresa Alejandro Sánchez dándole la razón a su madre.

Algunos inconvenientes

Pero el método también presenta inconvenientes. «Para empezar, no todos los hogares están tecnológicamente equipados para ello. Los materiales online deben de ser de alta calidad y esto con frecuencia no se da», dice César García. «Y el sistema exige un control previo antes de comenzar la clase para comprobar que los niños han visto y entendido los vídeos», añade José Saturnino Martínez García, profesor de Sociología en la Universidad de La Laguna.

Los expertos consultados reconocen que puede suponer mayor carga de trabajo para el profesor y probablemente también para el alumno. «Requiere, en suma, una combinación de elementos de madurez y calidad en ambas partes que no se dan a menudo. No creo que todos los estudiantes estén preparados para asimilar en su casa, por sí mismos, conceptos y teorías», sintetiza César García.

Con todo, lo que se hace en el Alcalde de Móstoles no es flipped classroom al 100%. El método se aplica en Matemáticas y Lengua, pero el resto de materias se sigue impartiendo de la forma tradicional. Además, Alberto Alameda continúa mandando los deberes de toda la vida y el libro de texto no ha desaparecido. «Lo seguimos utilizando, pero ya no como antes, que era la referencia principal. Ahora es una herramienta más, como las nuevas tecnologías», aclara. También han apostado por otras estrategias, como el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje basado en proyectos o el trabajo en las habilidades sociales.

López Rupérez recuerda que las innovaciones están bien «si tienen el requisito de la efectividad». Todavía no hay una base científica sólida respecto a la flipped classroom, pero algunas investigaciones empíricas realizadas por el profesorado dicen que mejora la motivación y el rendimiento de los estudiantes. En una encuesta realizada en 2012 entre 453 maestros de la red Flipped Learning Network, el 67% informó de un aumento de las puntuaciones en las pruebas; el 80% vio que había mejorado las actitudes de los estudiantes, y el 99% dijo que volvería a usar el modelo el curso siguiente.

La directora del Alcalde de Móstoles argumenta que han aumentado las notas de los alumnos. Antes de la implantación del sistema, en el curso 2010/2011, estaban por debajo de la media de la Comunidad de Madrid en la prueba de 6º de Primaria. Ahora se sitúan por encima. Pero lo que han visto los docentes, por encima de todo, es que «ha mejorado mucho la motivación de los estudiantes»: «Ahora se sienten protagonistas de su aprendizaje».

Una metodología en auge

El Alcalde de Móstoles de Madrid es uno de los pocos colegios públicos en donde se hace flipped classroom, una metodología que es más habitual en los privados, como el San Francisco de Paula de Sevilla, que tiene un canal en YouTube donde cuelga los vídeos de la profesora de Francés. No hay un censo que dé cuenta de todos los centros que siguen esta práctica, pero «sin duda hay un incremento exponencial de docentes que la abordan o implementan», en palabras de Raúl Santiago, que ha visto cómo las visitas a su web theflippedclassroom.es se han multiplicado durante el último año. Cada vez más centros regionales de formación de profesorado organizan más cursos sobre este modelo y hasta el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado del Ministerio de Educación le dedicó un seminario el pasado verano. También universidades y organizaciones de centros concertados han creado planes pedagógicos ad hoc. En mayo se celebrará en Zaragoza el Primer Congreso Europeo de Flipped Classroom.