"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

APRENDER ES ADAPTARSE, APRENDER ES SOBREVIVIR

PODERES FÁCTICOS

Un artículo de Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores.

"A la cama no te irás sin saber una cosa más" es un refrán que nos muestra que la sabiduría popular y el sentido común van muy por delante de la pedagogía y de la ciencia. La neuroplásticidad de nuestro cerebro es un descubrimiento relativamente reciente y todavía poco desarrollado en nuestra práctica educativa, pero este antiguo refrán ya nos indica que estamos aprendiendo constantemente.

Aprendizaje es adaptación y necesitamos adaptarnos constantemente a nuevas situaciones, a nuevos retos. A veces nos olvidamos de que nuestra capacidad de aprendizaje es infinita, que el aprendizaje es necesario para nuestra supervivencia. Y ese es uno de los mayores errores que cometemos los educadores. De hecho, en condiciones normales, es imposible que pase un solo día de nuestra vida sin que aprendamos algo. ¡Afortunadamente!

La plasticidad de nuestro cerebro es una de las capacidades más maravillosas y, al mismo tiempo, una de las que menos aprovechamos. Hay que entender de una vez por todas que el paso por la escuela, el instituto y la universidad no nos "dan forma" definitiva y permanente. Obtener un certificado, un título, un expediente académico brillante... no nos asegura que estemos preparados para afrontar el futuro. Por lo que su objetivo principal es preparar a los estudiantes para que puedan aprender de manera autónoma durante toda la vida, que tengan una gran capacidad de adaptación a los cambios, que tengan una alta dosis de creatividad para enfrentarse a los retos futuros, que posean un espíritu crítico y analítico sin fin.

Nadie puede asegurarnos que los contenidos que se enseñan en la escuela sean para siempre y esa es una realidad que no acabamos de tener presente en nuestra forma de enseñar ni en las cosas que enseñamos. La enseñanza que estamos ofreciendo en la mayoría de nuestros centros educativos tiene fecha de caducidad, perderá vigencia en algún momento de su vida.

Aunque ahora nos parece absurdo, no hace tanto tiempo que la humanidad creía que la Tierra era el centro del universo y además estaba convencida de que era plana. Algo parecido sucederá con el mundo de la educación: en unos años nadie pensará que la escuela es un lugar donde se enseña a todos los alumnos de la misma forma, donde se les estandariza, un lugar cerrado donde los alumnos permanecen inmóviles y en silencio durante horas, un espacio compartimentado con unos horarios rígidos e inflexibles...

Seguimos valorando la educación de nuestros jóvenes bajo la estructura explicativa del mundo del siglo XX; seguimos preparándoles para un mundo que ya no existe. Por ese motivo, el sistema educativo mundial está al borde del colapso; pues no está preparando adecuadamente a los ciudadanos del futuro. Sin excusas: debemos cambiar nuestra manera de enseñar, debemos cambiar nuestra manera de aprender.